Julio 2000 (200 km)

VIAJE AL SOL EN INVIERNO

NORTE CHICO (IV región)

  Para un universitario santiasquino (gentilicio de Santiasco) las vacaciones de invierno son el momento preciso pa’ escapar del tráfico, del smog y la cagá de esta ciudad, y que mejor que dirigirse a la mineralógica, mística y cálida IV región, así es que preparé mi cleta, llené las alforjas con la carpa, comida, ropa y mucha  buena onda...

 El trazado elegido para la aventura comenzó en Ovalle (Km. 0), que es una pequeña ciudad a 200 m.s.n.m. (metros sobre el nivel del mar), para que desde ahí empezar el asenso por el valle del cristalino río Hurtado, por un camino ancho, con baja pendiente (en una primera parte) y de muy bajo tráfico lo que permite desde el primer momento un pedaleo relajado y una contemplación del paisaje sin ninguna perturbación más que el gran calor que hace acá desde temprano en la mañana (caguense de frío en Santiasco...  jajaja).

Al poco rato se llega al Embalse Recoleta (Km. 14), que se muestra contrastante con la sequedad de sus riberas, sin embargo pocos Km. camino arriba, donde el río corre sin alteración humana aparecen verdaderos bosques en la caja del río, en el fondo del valle. Sauces, espinos, algunos álamos y muchos pimientos compiten por el espacio con humedad que permite el desarrollo de abundante vida vegetal.

 El  camino se pone algo más angosto, sinuoso, suelto y empinado, pero tan solo es una forma de introducción a lo que se vendrá más adelante, pero a pesar de que requiere mayor esfuerzo, este es proporcional al imponente paisaje y la satisfacción que se consigue al llegar más alto...

 

Mapa de la aventura

En el Km. 35 se llega a Samo Alto, un pueblo que se reduce a una calle paralela al río, como todos los de por aquí. Desde este punto en adelante se hacen escasos los lugares en que el camino baja hasta la altura del río, por lo que hay que estar atento a estos para conseguir agua o para hacer el debido alto para acampar. Pedir un espacio en el patio de una casa pa’ tirar la carpa es inútil, ya que por aquí las casas casi no tienen patio o si lo tienen están en pendientes muy agudas.

Samo Alto

 Llegando al km. 46, en San Pedro de Pichasca se puede visitar el Monumento Natural del bosque petrificado de Pichasca, se trata de restos de troncos, raíces y cortezas de araucarias y otras coníferas fosilizadas, las que se mantienen en perfecto estado de conservación, además existe una cueva natural producida por la erosión de un estrato sedimentario (blando), el que se encontraba cubierto por un estrato de roca volcánica muy dura de mas o menos 20 mts de espesor que quedó como un enorme techo para la caverna, más interesante se hace conocer este lugar porque fue utilizado por los diaguitas como lugar de refugio,

lo que es avalado por las pinturas rupestres (bastante deterioradas) hechas en el techo de la caverna.  

 Durante el trayecto por esta parte del valle del Hurtado el ciclista en su pasivo asenso es observado y acompañado por bandadas de coloridos loros tricahues que ruidosamente  parecen alentarlo a uno en su lucha contra la fuerza de gravedad. 

Ya a la altura de Morrillos (Km. 64) el valle se estrecha, al igual que el camino que solo permite el paso de un solo vehículo. El paisaje se torna realmente bello, bajo la sombra de muchos álamos, pimientos y naranjos de los jardines de las casas, las que por panderetas tienen bajas y robustas pircas de roca o adobe. En este lugar en esta época del año aparecen un sinnúmero de pequeños esteros y quebradas que corren desde los cerros y atraviesan el camino, haciendo aflorar un fresco y exquisito olor a tierra mojada y hierbas silvestres.

Este intenso verdor destaca entre las tierras y rocas de minerales rojizos, amarillos y verdosos de las laderas de los cerros que se vienen encima del angosto valle, situación que se mantiene hasta 

Loros Tricahue

Hurtado (Km. 73, 1200 m.s.n.m. aprox.), pueblo de 400 hab. dedicado a la ganadería caprina y a los parronales.

 Nota social de geografía humana al final

 

 

Valle del Hurtado desde las alturas

      Desde este punto existen dos alternativas, seguir subiendo por el valle del Hurtado por un camino que llega hasta la frontera, donde se encuentra la mina la Copita a más de 4000 m.s.n.m., o tomar el camino hacia al norte que cruza a la cuenca del Elqui. Esta última opción fue la que tomé en mi aventura. El camino es similar en pendiente y trazado al que va a Farellones, con la diferencia que es de tierra, con muchas grietas o cárcavas y huellas de ruedas que han pasado por el camino cuando este se encontraba como barro, a pesar de que el tráfico es casi nulo (me topé tan solo con 2 autos en toda la cuesta).

 Afortunadamente son varios los riachuelos que atraviesan el camino en esta época del año, lo que permite contar con agua fresca durante la agotadora, pero gloriosa cuesta, que termina en el portezuelo Tres Cruces (a 10 Km de Hurtado, 2000 m.s.n.m. aprox.) donde se encuentra abundante nieve y las cumbres de los cerros que se veían desde los primeros Km del valle del Hurtado ahora se encuentran encima de uno

y a pocos metros, lo que combinado con el frío y las ráfagas de viento dan la sensación de estar en la alta montaña, pero cualquier costo es saldado con el paisaje, que con la casi nula humedad que hay acá permite ver una panorámica infinita hacia ambos valles...

      La gran recompensa es la bajada (hay que tener buenos frenos!!) que se prolonga por casi 30 Km. Salvo una subida para rodear un cerro que está a la altura del cerro Tololo y que impide verlo mientras uno sube y otra pequeña cuesta antes de Vicuña (46 Km de Hurtado, 600 m.s.n.m.. Es en este trayecto donde se aprecian los más bellos lugares: cactus florecidos, espinos de más de 5 mts, pequeños y coloridos promontorios de roca volcánica con estratos inclinados en 45°, una tierra muy rojiza y la bendita bajada que alegra después del esfuerzo de la primera cuesta.

 

Nieve en paso Tres Cruces (2000 m.)

Cactus (Quisco) florecido

        Antes de llegar a Vicuña, en la parte alta de la última pequeña cuesta, se observa el ancho valle de Elqui, con sus enormes cerros que lo coronan y la gran cantidad de parronales que se encaraman como cabras por los cerros, se aprecia imponente el lecho del caudaloso Elqui y el trazado urbano de Vicuña, punto de partida para los que se quieren internar en el valle del pisco (pero esto quedará para una próxima aventura).

*Nota: en el valle de Elqui es más fresco que el de Hurtado, sobre todo en la noche incluso hiela.  

 

 

Con esto ya es suficiente, los pulmones quedan al día y la mente también,  por lo que bajar a la Serena, a 60 Km de Vicuña, con el beneficio de  la bajada resulta grato, aunque golpea un poco el volver a los caminos pavimentados con muchos autos, camiones y buses a alta velocidad que lo relegan a uno a la berma. En este trayecto aparece el reciente embalse Puclaro, que aún no inunda todo lo que debe inundar. No es de lo más atractivo, es bastante pequeño (a lo mejor después será más imponente) y su represa no calza armónicamente con el paisaje. Si llaman la atención los campos de papayas y chirimoyas que dan la idea de estar en un lugar tropical.  

      Finalmente la Serena, que es muy probable que la mayoría de ustedes la conozca, se convierte en el punto final de estos 200 Km.

En 5 días prácticamente veraniegos de pedaleo, relajo y de conocer gente distinta, que no vive pendiente de lo que ocurra en Internet, ni de las protestas de los universitarios, ni del desafuero del vitalicio, ni de los estacionamientos de bicicleta en Providencia, sino que de la tierra, del sol y del río que son los que realmente les permiten a ellos y a todos nosotros comer y poder estar vivos. Es bueno de vez en cuando recordar que el trigo, las lechugas y los tomates no salen del supermercado...

 

Faro de La Serena

 

 

 

 

Televisión y descampecinización en Hurtado.

Nota de un objetivo pesimista

 

    Estos pueblos del norte son bastante pobres como la mayoría de las áreas rurales del país, pero me atrevo a decir que el norte y sobre todo esta zona es bastante más pobre que por ejemplo el sur, debido a que hay menos recursos naturales: hay que comprar gas porque hay poca o nada de leña, el agua es escasa y las alternativas laborales no son muchas: o parronales o ganado caprino (las vacas aquí se morirían de hambre). Sin embargo en Hurtado (me imagino que en otras localidades de iguales características ocurre algo parecido) una de cada tres casas aprox. tiene televisión satelital (Sky), o sea pasaron de poder  ver solo dos canales (13 y 7) a 50, 70 o 100 canales de todo el mundo. Pero si tenemos en cuenta la falta de oportunidades en el mundo rural, sobre todo para los más jóvenes, y los procesos de migración campo – ciudad de mediados del siglo recién pasado que se produjeron por factores de expulsión de población dados principalmente por la falta de acceso a la tierra (que condujo a la reforma agraria) y por “las luces de la ciudad” (que en esos entonces se reducían a las historias que contaban los que habían ido a la ciudad, las imágenes que les daban los patrones terratenientes y el medio de comunicación radio)       que hicieron de factor de atracción generando expectativas de la gente del campo de una mejor vida en la ciudad, y que finalmente con las grandes masas de migrantes que llegaron a la capital terminaron por atomizarla formando cordones periféricos de pobreza.

    Bueno todo ese rollo surgido por esos factores de atracción y expulsión de población se  están repitiendo en el campo, por un lado maquinización y artificialización de la agricultura, que requiere baja mano de obra para reducir costos de producción, lo que termina por expulsar población y por otro lado la presión de los medios de comunicación como la televisión que entraron en los hogares rurales con todo el marketing invitándolos al “sueño americano”. Y todo esto sin considerar impactos en los patrones culturales, la perdida de las tradiciones, de la identidad local etc.  

 

    Si hay un sociólogo o antropólogo o cualquiera que le interese el tema y que me dieran una opinión al respecto se lo agradecería, la discusión queda abierta...

Aldo Buscaglia   

 

 

 

 

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