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EL CONGRESO Y SUS JEFES ¿Quiénes son?. ¿Existen?. Sí, existen. Son de carne y hueso y, casi siempre, representan, pertenecen o son dueños de un partido o grupo político, aunque sea de su propia persona o voto. La lista para el nuevo Congreso está en la Gaceta Oficial. Es bueno conocerlos e indagar sobre su capacidad, relaciones comerciales y bienes. Deberíamos, a estas alturas del proceso democrático, conocer bien a los que entraron pobres y salieron ricos. De
acuerdo a la Constitución vigente corresponde al Congreso legislar sobre materias de
competencia nacional, sobre el funcionamiento de las ramas del poder nacional, decretar
amnistías y ejercer el control de la administración pública nacional. Su funcionamiento
está remitido a un Reglamento de su aprobación. Entonces,
los jefes del congreso, deben funcionar de acuerdo a las exigencias constitucionales, para
lo cual deberían ser idóneos y, de no serlos, aprender. Pero se nos ocurre que les
corresponde ser garantes del proceso de formación de las leyes y que, de acuerdo a sus
intereses, pueden agilizar, demorar o entorpecer decisiones políticas porque activan o no
coaliciones para aprobar leyes, para instalarse, para funcionar, para aprobar y
desaprobar. Son y
hacen muchas cosas más. Negocian e influyen en el contenido, calidad, viabilidad y
efectividad de las leyes. Ese toma y dame constante. Invisible. Comunican
y forman opinión. Influyen en la aceptación o no de los proyectos o de las propias leyes
y su aplicación, además, tienen como caja de resonancia inmediata su partido o grupo,
más los intereses financieros que casi seguro están detrás de bambalinas. En la
política general tienen importancia porque, en algunos casos, son expresiones de
minorías, las cuales cumplen un papel importante en el proceso político democrático
y los convierte en vías expeditas de la participación plural, tal como existe en
la sociedad. En
cuanto a la formación e instrumentación de la política general diríamos que juegan un
papel fundamental, por lo menos en nuestro caso. Forman parte de la cúpula política y
deberían cuidar mucho su lengua, formación y conducta. Y su
ética. ¿Cómo estamos en eso?. ¡Ay!. Se ha escrito sobre este aspecto y se seguirá
escribiendo. El comportamiento político, la conducta de los individuos o grupos
políticos es muy importante, sobre todo en una sociedad democrática porque forman parte
de los patrones de esa sociedad. Su ética supuestamente esté en concordancia con la
ética de la sociedad. Y si hay diferencias muy notables hay que ocuparse inmediatamente
de averiguar y corregir. Repetiré algo: los jefes del congreso, con mayor ingerencia que
otros, vienen a compartir responsabilidad en la formación de los patrones éticos,
básicamente, del comportamiento político. Entonces,
¿de qué nos quejamos?. ¿Cuándo se aplicarán los correctivos?. ¿Quién o quiénes los
aplicarán?. ¿Cómo?. ¡Es el mismo hombre!.
18-Enero-1.999
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Lic. Nelson Maica C nmaicac@starmedia.com |