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1879 (19 años) |
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1881 (21 años) |
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1883
(23 años) |
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1883
(23 años) |
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1884
(24 años) |
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1885
(25 años) |
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1887 (27 años) |
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1888 (28 años) |
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1889 (29 años) |
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1890 (30 años) |
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Capítulo V - ¿Cómo era Antón? |
Medía cerca de 1,80 de estatura,
rostro alargado, cabellos castaños y una cicatriz surcaba su frente.
En cuanto al color de ojos de Antón Chéjov no hay unanimidad de
criterio, algunos afirman que eran verdes claros y otros color miel. |
Su amigo Máximo Gorki afirma que eran
grises, tristes y dulces, en los que a veces «brillaba una sonrisa».
La fina ironía siempre estaba presente; «pero, a veces, su mirada se
tornaba fría, viva y ruda». Y agrega: «La sombra de una tristeza
profunda velaba sus ojos bondadosos, rodeados de pequeñas arrugas». |
Alexander Kuprín dijo que eran
casi marrones, pero llamaba la atención que muchos de los que
conocieron personalmente a Chéjov, afirmaban que eran azules. Es un
error, dice Kuprín, aunque una foto de juventud lo hacía dudar de su
aseveración. |
Era de frente amplia, blanca,
impecable, perfecta en su forma. Orejas grandes. El apretón de manos
era fuerte, viril, pero al mismo tiempo reservado, discreto, como si
ocultase algo,- concluye Kuprín. |
“(...) Había en él algo de simple
y modesto, algo extraordinariamente ruso, popular: en la cara, en el
acento y en el habla, incluso había, en apariencia, cierta negligencia
en sus maneras propia del estudiantado moscovita. (...) Yo vi a un
Chéjov cuyo rostro nadie ha podido captar en una fotografía y que, es
de lamentar, no supo comprender y ni sentir en profundidad ni uno solo
de los artistas que pintaron su retrato. Yo vi el más hermoso, fino e
inspirado rostro humano que me haya tocado apreciar en mi vida”.
“A propósito, nunca he visto una sonrisa tan seductora como la de
Chéjov, señala Kuprín. |
A Bunin lo cautivó “no sólo la
inteligencia y el talento de Chéjov, sino su voz recia y su sonrisa
infantil” |
Para Nemiróvich-Dánchenko también
era una sonrisa muy particular. |
“Surgía de improviso, - dice - tan
rápido como desaparecía. Amplia, abierta, a pleno rostro, franca,
aunque breve. Como si de repente cayera en la cuenta que, quizás, el
motivo no ameritase reír más de lo debido. En Chéjov fue así toda la
vida. Era un rasgo familiar. Su madre tenía el mismo modo de sonreír,
también la hermana, y, en especial, su hermano Iván”. |
El escritor Korolenko describe así
el rostro de Chéjov: |
“Había algo singular en ese rostro
que no pude determinar de inmediato. Mi esposa lo señaló de manera muy
acertada: a pesar de su insoslayable intelectualidad, notaba ciertos
pliegues que hacían pensar en un sencillo muchacho del campo. Lo cual
lo hacía especialmente atractivo. Incluso los ojos de Chéjov, azules,
luminosos y profundos, alumbraban a un mismo tiempo con inteligencia y
una casi infantil espontaneidad. Su sencillez de movimientos, modales
y manera de hablar eran factores dominantes tanto en su persona como
en su escritura. En general, la impresión que tuve de Chéjov en
nuestro primer encuentro fue la de un hombre profundamente jovial,
amante de la vida”. |
Sin embargo, el escritor y
dramaturgo Lazarev-Gruzinski, amigo de Chéjov, discrepa con Korolenko.
“Mi impresión personal de Chéjov fue la de un estudiante culto y de
infinita simpatía. (...) Las cartas de Chéjov dan la idea de un ser
audaz, lo cual era natural en él, salvo en los aciagos días de su
enfermedad, pero los retratos no reflejan esa audacia, sino bondad y
cordialidad”.(задушевность). |
Puntilloso en el vestir, siempre
prolijo, impecable. No le gustaba usar pantuflas, bata o chaqueta de
entre casa. |
Nemiróvich-Dánchenko señala: “De
él podría decirse que era bien parecido, de buena estatura, de
agradable cabellera castaña y ondulada, peinada hacia atrás, barba
rala y bigotes. Porte modesto, pero sin excesiva timidez; de actitud
reservada. Tenía voz de bajo; dicción auténticamente rusa, con
tonalidades dialectales netamente rusas; la entonación era flexible,
semejante a un canto ligero, pero sin nada sentimental y sin sombra de
artificialidad» |
Dicen que en la conversación
empleaba una muletilla, la partícula rusa “ye” y que la repetía frase
por medio, lo cual aportaba a su habla un matiz dialectal que lo hacía
particularmente gracioso. |
“Yo nunca lo noté –afirma el
escritor Iván Novikov,- (...) Chéjov, hablaba tal como escribía , con
frases cortas, meditadas, un tanto parco y muy preciso; igual de
parcos y expresivos eran sus gestos apenas esbozados, y, al mismo
tiempo plenamente definidos”. |
El escritor Potapenko, amigo de
Chéjov recuerda: “Lo miré de arriba abajo, esperando ver algo singular
en él. Pero no era de esos que gustan impresionar. Todo lo
contrario(...) trataba de hacerse notar lo menos posible”. |
El joven Maximilian Voloshin, uno
de los exponentes de la Edad de Plata, anota en su diario en 1889: “
En cuanto a su aspecto exterior Chéjov tiene un parecido con su
personaje Trigorin (“La Gaviota”). Se le ve callado, desganado y
rígido, no se parece a sus retratos. Da la sensación de ser una
persona afable. (...) Es muy sencillo y bonachón. Causa la impresión
de ser un hombre aburrido”. |
Alexander Kuprín
recuerda que Chéjov, en su casa de Yalta, podía pasar más de una hora
sentado en un banco detrás de la casa, inmóvil, en silencio, con las
manos apoyadas en las rodillas y mirando el mar. |
A Chéjov le gustaba ironizar sobre
su persona. En carta al músico Chaikovski –16 de marzo de 1890- establece una
especie de rangos jerárquicos entre los maestros de la cultura rusa de
su tiempo. En primer lugar coloca a León Tolstói; en segundo lugar a
Chaikovski, en tercer lugar al pintor Ilya Repin, reservándose para
sí el puesto “noventa y ocho”. |
Le gustaba más escuchar que
hablar. Prefería la buena compañía de algunos amigos a las fiestas y
veladas artísticas. |
Olga Knipper-Chéjova recuerda:
“Antón Pávlovich escuchaba con suma atención y muy serio cada uno de
los saludos y brindis en su honor, pero por momentos levantaba la
cabeza en un gesto que lo caracterizaba y era como si todo lo que
estaba ocurriendo en ese instante él lo observase desde las alturas, a
vuelo de pájaro, como si él no tuviese nada que ver con todo aquello,
ajeno; entonces el rostro se le iluminaba con una ligera y radiante
sonrisa, y le aparecían las típicas arrugas en la comisura de sus
labios: con toda seguridad había escuchado algo gracioso que luego
recordaría y le haría reír, invariablemente, con risa infantil...” |
Chéjov disfrutaba de largos paseos
al bosque, recoger hongos y meditar los temas de sus obras. No le
gustaba mucho Crimea, especialmente Yalta. Amaba sí, el norte: Moscú y
San Petersburgo. Tampoco gustaba hablar de su enfermedad y se
molestaba cuando se lo preguntaban. Prefirió luchar solo contra ella,
en silencio, sin una queja. Apenas hace alusión a ella en su
correspondencia. |
El empeño que ponía en todo lo que
hacía siempre daba sus frutos. Cuando los hermanos vieron el terreno
que él había comprado para construir la casa de Yalta se horrorizaron.
No podían creerlo. Aquello era un erial. Comprendieron que Antón había
sido objeto de un engaño. Pero el esfuerzo y el trabajo tenaz de
Chéjov convirtieron el lugar en un vergel.
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La modestia de Chéjov era
proverbial. Enemigo de cualquier elogio a su persona. Asombrosa
modestia, “la de los grandes hombres”, - dice Stanislavski. En los
ensayos nunca se sentaba junto al director, sino en las últimas filas.
No había forma de convencerlo. No le gustaba hablar de su obra. Había
que sacarle como con cuenta gota algún comentario o consejo. Decía:
“Ahí está todo escrito, no soy director; soy médico”.
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Su reacción contra el naturalismo
es contundente. Cuenta Meyerhold que durante un ensayo de “La Gaviota”
en el Teatro de Arte, un actor le anuncia que tras bambalinas se
escuchará croar a las ranas, cantar a los grillos y el ladrido de un
perro. |
-¿Y para qué? – pregunta Chéjov
descontento.
-Para hacerlo más real.
-Más real –repite Antón, esbozando una sonrisa y agrega: El teatro es
arte. El pintor Kramskói tiene un cuadro de género en el que
representó extraordinariamente rostros humanos. ¿Qué pasaría si a uno
de esos rostros le cortamos la nariz y le implantamos una verdadera?
La nariz será “real”, pero el cuadro se habrá estropeado”. |
No perteneció a ningún partido
político ni tampoco fue muy radical en sus ideas. "No soy un liberal,
ni conservador, ni gradualista, ni monje, ni indiferentista.... Mi
santuario es el cuerpo humano, la salud, la inteligencia, el talento,
la inspiración, el amor y la más absoluta libertad respecto de la
fuerza bruta y la mentira, cualesquiera sean las formas en que estas
dos últimas se manifiesten»". |
Sus códigos de conducta y de ética
intelectual eran intachables. Cuando a Máximo Gorki, que era su amigo,
lo privan de su carácter de miembro de la Academia de Ciencias por
motivos políticos y expresa decisión del zar, Chéjov, en señal de
protesta y secundado por el escritor Korolenko, renuncia a su
membresía en la sección de Literatura de la Academia de Ciencias de
Moscú. |
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1893 (33 años) |
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1895 (35 años) |
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1896 (36 años) |
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1897 (37 años) |
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1900 (40 años) |
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1901 (41 años) |
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1902 (42 años) |
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1903
(43 años) |
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Busto homenaje levantado
en Badenweiler (Alemania); sitio donde falleció en la madrugada del 15
de Julio de 1904 |
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Date Created: |
15 Nov 1999 |
Last Modified: |
10 July 2005 |
Created By: |
Pablo A. Sodor |
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Photograf: S. Isacovich; Pazetti,
Pushkarev; Babaev; Thiele; and others. |
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