Capítulo IV - Moscú - Melikhovo - Yalta |
El humor y la
sátira, referida a temas del momento, le van granjeando fama de buen
observador y agudo crítico de la realidad, aunque por ahora, en tono
jocoso. Chéjov se burla de la chabacanería, de la vanidad, de la
vulgaridad y de la estupidez humana. |
Las condiciones de
su entorno familiar y de trabajo lo agobian. La familia se muda a una
nueva casa, pero las dificultades persisten. |
“Escribo en
pésimas condiciones, rodeado de huéspedes, niños, música y lecturas de
la Biblia (...) En el cuarto vecino llora el hijo de un paciente (...)
Mi cama está ocupada por un familiar que llegó de visita y a cada rato
viene a hablarme de medicina. El niño sigue aullando. Acabo de tomar
la firme determinación de nunca ser padre. Pienso que los franceses
tienen pocos hijos porque son un pueblo literario”. |
Y mientras tanto,
las hojas en blanco son asaltadas, sin ofrecer resistencia, por la
tinta oscura de una letra finita, casi minúscula, delicada y muy
clara, que se desliza sobre el papel con levedad, ligera, precisa y
nítida. El mundo chejoviano se ponía en marcha en humoradas de amena
lectura y festivo divertimento. |
A los veinticuatro
años cuelga el título de médico y edita su primer libro de cuentos
“Leyendas de Melpómene” («Сказки Мельпомены», 1884) que, al igual que
ocurre con el siguiente libro “Cuentos estridentes” («Пёстрые
рассказы»,1886) no le acompaña la suerte: el primero se pierde entre
los estantes de una librería para niños y el segundo, nadie sabe por
qué, no es editado. Su producción literaria en estos años es
imparable. Sólo en un año y tres meses escribe ciento veintiocho
cuentos. De ellos selecciona dieciséis y edita en 1887 «En el
crepúsculo» («В сумерках»). Un título por demás alegórico. «La vida es
el crepúsculo y el lector que compre el libro debe leerlo bajo la luz
crepuscular, al sosiego de los quehaceres diarios», - escribe Chéjov a
su hermano Alexander-. |
En un hecho sin
precedentes, este joven hacedor de cuentos, pues nadie en la época
consideraba escritor a un humorista, recibe el premio nacional de
literatura Pushkin, otorgado por la Academia de Ciencias. |
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El éxito fue
rotundo: doce ediciones en dos años. Tal es así que ya en el primer
año de práctica médica vacila entre abandonar la profesión y dedicarse
por entero a la literatura. |
Sin embargo,
Chéjov mantendrá su fidelidad al juramento hipocrático. Viviendo más
tarde en su finca de Melikhovo trabajó como médico de provincia en
forma desinteresada y apasionada. Durante la epidemia de cólera que
arrasó Rusia en la última década del siglo XIX le encargan organizar
un puesto sanitario preventivo en su casa de Mélijovo (o Melikhovo). Levanta puestos
sanitarios también en otras localidades, sin ayuda financiera alguna,
sin instrumental médico ni medicinas; lo hace todo él solo, pues ni
siquiera le envían un ayudante. |
Aunque siempre lo escondió o trato de
disimular, sabemos por su correspondencia intima a familiares, que pasó gran parte de sus 44 años gravemente enfermo a causa de la
tuberculosis que contrajo de sus pacientes a finales de 1880. La enfermedad le
obligó a pasar largas temporadas en Niza (Francia) y posteriormente en Yalta (Crimea) ya que el clima templado de estas zonas era preferible a los crueles
inviernos rusos. |
Una escritora
contemporánea suya anota: |
“Chéjov atendía a
los pacientes, recorría las aldeas, daba charlas sobre cómo luchar
contra el cólera, se enojaba, convencía a la gente, lo hacía con ardor
y escribía a sus amigos: “Hasta que no termine mi servicio en el
Consejo Municipal dejen de considerarme un literato”. Sin embargo, -
continúa la escritora, - él no podía dejar de escribir”. |
En Chéjov
coexistía la necesidad imperiosa de creación literaria y de ayuda al
prójimo, de acercarse a los más necesitados y prestarles auxilio. "El
deseo de servir al bien público,- decía- debe ser, indefectiblemente
una necesidad del alma, la condición de la felicidad personal" |
Aunque siempre lo escondió o trato de
disimular, sabemos por su correspondencia intima a familiares, que pasó gran parte de sus 44 años gravemente enfermo a causa de la
tuberculosis que contrajo de sus pacientes a finales de 1880. La enfermedad le
obligó a pasar largas temporadas en Niza (Francia) y posteriormente en Yalta (Crimea) ya que el clima templado de estas zonas era preferible a los crueles
inviernos rusos. |
La segunda mitad
de los años ochenta del siglo XIX son años de formación y de
afianzamiento del estilo y de la concepción que del mundo y de la
sociedad tenía Chéjov. Son años en que en la literatura rusa la novela
va cediendo posiciones frente al cuento o al relato. Tolstói publica
su última novela «Resurrección» en 1889, diez años después de «Anna
Karenina». De los nuevos autores se esperaba que escribiesen novelas
«como las de antes». Sin embargo, los nóveles autores se inclinaban
por las mal llamadas «formas menores». « Me exigían escribir una
novela, de lo contrario no tenía derecho a llamarme escritor», le
confiesa a Iván Bunin. |
En estos años
conoce al músico Piotr Ilich Chaikovski
(Пётр Ильи́ч Чайко́вский 1840-1893) a quien le dedica algunos de sus libros. Pensaban
escribir juntos un libreto, el cual no se materializó, sobre una obra
de Lérmontov. «Pero sin marchas ni procesiones - le dice Chaikovski-,
no me gustan ». Chéjov amaba las romanzas de Glinka, las canciones
populares rusas, los nocturnos de Chopin y el «Claro de luna» de
Beethoven. Veneraba la obra de Chaikovski, especialmente «Eugenio
Oneguin» y las romanzas con letra de poetas rusos. |
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