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He aquí el punto de partida:

Por vocación personal hace algunos años emprendí el paso por el mundo del periodismo, primero en las lides reporteriles y luego en la creación y dirección de un medio de comunicación propio, la revista Opción, que entre un cúmulo de cosas, me dejó gratos recuerdos, mayores amistades y algunas enemistades _es natural y hasta necesario que el poder y la prensa no puedan ser siempre amigos-, además de invaluables experiencias que en la actualidad me permiten observar mejor el bosque y en no pocas ocasiones encontrar el árbol.

Fueron varios años de un esfuerzo, primero quincenal y luego semanal por buscar la noticia, conseguir la entrevista, elaborar el reportaje y la columna política, imprimirla y hacerla circular.

Buena parte de ese lapso fue necesario afrontar los embates de algunos políticos de turno, como ocurrió con mayor frecuencia y saña durante el gobierno de Jorge Salomón Azar García, cuyo estigma es y será mucho tiempo más su iniciativa para crear la figura de "daño moral", utilizada sólo contra los periodistas críticos de su régimen.

Opción vio la luz pública en dos ocasiones y en sus páginas, al igual que en otros medios de comunicación locales, no está toda la verdad de la historia política contemporánea, pero sí una considerable parte de ella.

Hoy el ciclo de Opción termina para dar paso a una nueva empresa de comunicación escrita, El Semanario de Opción.

Informar con objetividad, proporcionar la información desde sus más diversas fuentes, opinar con plena libertad, con pluralidad y absoluto respeto a los autores, es el compromiso que este día formulamos con la colectividad.

Sí, son muy pocas palabras para tan amplias metas, pero se trata de eso, de no perdernos en complicadas tesis, cuestión de suyo propia de los comunicólogos, y de que cada edición de El Semanario de Opción sea la prueba plena de nuestros objetivos.

Lo sabemos muy bien: en la medida de nuestra imparcialidad informativa y de nuestra crítica independiente y plural, contribuiremos a formar opinión pública. Sólo entonces esta pequeña nueva empresa periodística comenzará a crecer y, quienes hoy ponemos nuestra fe en ella, podremos empezar a ver algunos sueños convirtiéndose en hechos.

Así queremos llegar al nuevo milenio.