III

¿Por qué?

os sueños se atascaron en la cabeza de Arcano y explotaron salpicando de recuerdos todo el lugar, el salón en el que se encontraba retumbaba en el silencio.
En otra época fue libre, visitó otras dimensiones, había empezado y terminado de reconocerse así mismo tan igual y tan diferente a todos los demás, razón de su eterna pregunta ¿por qué?...
La noche empezaba y él aullaba en la habitación que ahora era su prisión. Arcano miraba gente entrar y salir mientras él seguía ahí inmóvil. La oscuridad ahora ya lo iluminaba y la luna irradiaba un luz blanca que se colaba por la pequeña ventana enrejada, la única del lugar.
Desde su resguardo olvidaba el yo que tiempo atrás lo hacía vivir, el yo que un día lo llevó a la gloria y que ahora lo mataba lenta y dolorosamente.
¿Por qué? Esa era su eterna pregunta... Los días daban vueltas alrededor y el ya no podía percibirlos, todo era tan igual y tan parecido que había perdido interés de salir de aquel lugar.
Sus hermanos llegaron a visitarlo, ellos quienes lo habían bajado a ese lugar ahora lo observaban desde la ventana, eran extremadamente diferentes a él, tan resplandecientes y tan etéreos que no tuvo el valor de mirarlos.
-Arcano -le susurraron- solamente esta vez te hemos de tender la mano, solamente esta vez podremos perdonarte, pero debes renunciar a tu empeño.Él alzó la cabeza lentamente y los observó, ángeles ligeros y resplandecientes, como alguna vez lo había sido él, o ¿todavía lo sería? Lo cierto era que sus antiguas alas, las más esplendorosas, las más místicas, las más sabias de su mundo, las había perdido. Desde un rincón Arcano observó a sus hermanos y con un gesto de desprecio negó su oferta.
-Mira donde has caído -replicó un ángel desde la enrejada ventana- este infame lugar no es tu casa, puedes regresar con nosotros.
Pero él siguió callado, ni siquiera los observaba ya, tan solo permanecía sentado en un rincón. La ventana dejó de iluminarse, los hermanos de Arcano se habían marchado, y el contemplando a la nada se preguntaba ¿por qué los ángeles no han de compartir sus alas con los humanos?, ¿por qué mis hermanos me abandonan por hablar con los humanos?, ¿por qué los humanos me encierran aquí al decirles que puedo compartir mis alas?...
Y las palabras de Arcano fueron oídas solo po las paredes acolchadas y la enfermera que entraba con las pastillas, si, las mismas pastillas de todos los días...

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