II

l encuentro fue fortuito e inesperado, todo giraba en derredor, cuerpos, ilusiones, esperanzas, pero sobre todo... recuerdos. 
La vi volar cerca de mi, rozándome la cabeza, acariciando mi cabello. La sentí cerca, aunque no la vi. 
En mis sueños me encontró y cayó por partes, intermitentemente, armándose en el suelo duro y áspero en el que yo moría a diario. 
-He llegado por ti -musitó pausadamente.  Su voz dulce retumbó en mi cráneo al mismo tiempo que borraba la memoria. 
Sus alas me cobijaron, ahora sabía que estaba por y para siempre, eternamente; jamás me abandonaría aunque la distancia, el lugar y el tiempo trataran de separarnos. 
Ángel que has caído, ángel mío, ángel de mi guarda, ángel de mi muerte. 
Me has autorizado la locura, lograr proezas y hazañas que a los ojos humanos parecerían tonterías, idioteces, pendejadas simplemente, pero eso ya no importa, tu permiso está dado. 
Puedo volar, reir y llorar, caer y levantarme, odiar la vida y amar la muerte 
                     muerte 
                               muerte 
                                         muerte 
                                                   vida 
                                                         llanto 
                                                                sufrimiento 

* * *

Colores de la decadencia, colores angelicales, colores putrefactos ¡me has pintado de colores! 
¡Ángel mío!
El tiempo se ha detenido, ahora somos eclécticos, reales, vida dentro de la muerte, muerte dentro de la vida; somos moradores del mundo de los no-muertos, del mundo de los no-vivos. 
Final, principio, contradicción eterna, falacias escritas por una pálida tinta, utopías que escupen mi cabeza deshecha, aplastada, torturada, sin forma y sin sentido.

¡Ángel mío!

* * *

Rostros eternos que se desvanecen en mi cuerpo, colmillos afilados que penetran por mi cuello, lágrimas que ruedan por tu rostro, mi rostro. 
Abrázame, fúndete en mí, aliméntate de mi ego, de mi envidia, de mi introspección alada para nunca olvidarte, para nunca olvidarnos. 
Musa alada, musa angelical, musa eterna, mi demonio, mi dios, mi cuerpo, mi sangre... 

¡Todo tú, ángel mío, todo tú, ángel de mi muerte!


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