No. 89 del 28 de octubre de 2000

 

INDICE

La columna
El gran secreto
Reportaje
Más enfrentamientos en el PRI
El análisis
aquiy2.gif (869 bytes) Reconstrucción o caida de
    la izquierda política
La taquilla
aquiy2.gif (869 bytes)
Noches de brujas
En el estado
aquiy2.gif (869 bytes)17 discapacitados en

    instituciones de educación
    regular

 

Reconstrucción
o caída de la
izquierda política
en el PRI

Por José Landa

 

elanalisis01.jpg (25473 bytes)La izquierda fue la más dañada en las pasadas elecciones donde, evidentemente, quien presidirá la República será un derechista, capaz de confundir a quienes le ponen atención al afirmar lo contrario, y decirse izquierdista o de centro, según le convenga.

Esto dejó como saldo autoanálisis partidistas como el del Partido de la Revolución Democrática, desinterés como el del Partido del Trabajo respecto del futuro de la vida social, política y cultural del país, relajamientos como el del reciente Democracia Social, y aparatosas caídas de izquierdistas de maquillaje el Partido Popular Socialista, cuyos líderes hicieron a un lado las bases originales de su fundación para apegarse a quien pretendían triunfador: el PRI, hoy perdedor.

El golpe del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana fue menor, pues la altura desde la cual se desplomó era mínima, jamás llegó a ser El Partido, sino Un Partido más, de aparente oposición. Con la llegada del promotor capitalista Vicente Fox Quesada, la democracia no está asegurada de ningún modo. La democracia de fachada podría haber adquirido únicamente otra cara.

Evidentemente, no se trató de un triunfo de la ideología panista, ni la del Verde Ecologista (órgano disfuncional, de postura ambigua, pasivo y contrario a los auténticos partidos ecologistas de otros países), sino la tecnología, las estrategias de la globalización, la demagogia y el virtual cambio que, tiempo atrás, la izquierda había promovido sin saber que beneficiaría a la derecha capitalista, conservadora, de México.

 

Campeche, bajo de un PRI centro-derechista

Campeche tampoco fue la excepción de la llegada de la derecha. El triunfo de la mercadotecnia política de Fox afectó a una izquierda que desde su aparición en Campeche, como sucesora de los políticos "liberales" pero también a un centro derechizado de antemano e incapaz de proponer alternativas nuevas de gobierno y atención a los problemas sociales.

Cuando el ex gerente centroamericano de la Coca Cola invadió desde la televisión hasta los medios impresos, ya existía un camino abierto, marcado por la fijación conservadurista desde el punto de vista cultural, ideológico, moral, religioso. Embonó perfectamente entre quienes veían en él alguien que continuaría y acentuaría más características de por sí evidentes en un estado donde la pluralidad no ha formado parte de las preocupaciones coyunturales de la gente, y menos de sus políticos y políticas.

Obviamente los electores querían un cambio sin entender lo que esto significa, y creyeron encontrarlo en la comodidad de sus casas, pese a la pobreza, sin tener que reflexionar ni mirar a su alrededor. Consumidores débiles, compraron el cambio que les ofrecían los medios de comunicación, que no los discursos orales, pues incluso eso les provocó flojera, escuchar a quiene, suponían bien, repetirían lo mismo que sus aparatos sonoros, visuales y en menor grado escrito, debido a esa falta de interés en cuanto implique razonamiento. Se trató, pues, de un cambio bien maquillado: hubo en él un personaje de televisión y radio en prácticamente todos los géneros drámaticos, desde la Tragedia hasta la Comedia, pasando por supuesto por la seriedad de la Pieza.

El interés apareció desde que vieron al actor capaz de recitar los guiones escritos desde los escritorios de la mercadotecnia política, la nueva modalidad de la búsqueda del combate a los problemas sociales, económicos y culturales. No les preocupó nada más que un cambio de estafeta. En torno suyo había un ambiente de pasividad y deseo de no presenciar ni participar en acciones que exigieran compromisos y reflexión. Los votos fueron producto del constante asedio publicitario que sólo exigía dedicar algunas horas de tiempo.

Después de todo, y como parte de las estrategias de la democracia de fachada, todo consistió en hacer que todas y todos salieran a votar para, al final, hacerles responsables de lo que sucediera. "Fueron ustedes quienes decidieron, quienes me colocaron en este lugar, no culpen a nadie más", y fácilmente quedarían fuera los rumores, las dudas de una posible imposición o negociación cupular, nacional o internacional.

Los problemas del PRI frente al PAN, no han sido por diferencias ideológicas o económicas, sino porque lo ha considerado un enemigo en el control del poder, mientras que el blanquiazul, sí ha visto a los partidos de izquierda, como el PRD y Democracia Social, por ejemplo, como un obstáculo para implantar modos de vida y estrategias económicas.

El PRI en Campeche difícilmente se convertiría en partido opositor al PAN, pues sus búsquedas han sido básicamente por la supervivencia económica de cúpulas sociales, pero difícilmente cuestionaría planteamientos que son muy parecidos a los adoptados recientemente, con características moralinas, tecnocratizantes, muy por encima del auténtico cambio social. No en vano, la tecnocracia panista embonó a la perfección con los antecedentes neoliberalistas que el tricolor había dejado a su paso.

 

La debilidad izquierdista

Fácil de adoptar, la izquierda llegó al poder desde hace más de una década. En Campeche duró menos pero al fin llegó, como una forma de aproximarse a la nivelación política, y dejó a un lado los reclamos sociales, centrándose en las búsquedas de poder, bajo el argumento de que sólo de ese modo podría ser actuante en la transformación.

La ausencia de un sustento ideológico originó que demagogos y demagogas, deseosos de participar en la rueda de la fortuna política, aprovecharan la palabra de moda desde hace más de 10 años: cambio. El problema es que -como ahora- se asumió como un cambio de simple estafeta, pero no como una transformación en la mentalidad, en las formas de actuar, las búsquedas de soluciones a los problemas sociales.

La cuestión social también se convirtió en una estafeta fácil de adoptar, pero también se confundió, y se ha seguido confundiendo entre los discursos del partido que desaparecería de no poner en claro su posición en las búsquedas políticas y no en las búsquedas del poder: el PRI.

Con el PRI sucedió lo que con todas las escuelas ideológicas (aunque difícilmente se creería que en ese partido existe un sustento ideológico): al no renovarse comienzan a formar parte del pasado, y deben hacerse a un lado para dar lugar a nuevas corrientes y propuestas.

La salida casi en desbandada de ex priístas de ese órgano político, en el ámbito nacional, se reflejó en el estatal, y como fueron apareciendo nuevos actores que no pertenecieron al ex hegemónico, también se fueron uniendo aquellas y aquellos que no encontraban manera de poner en práctica su necesidad de ser críticos y proponer alternativas diferentes pero, igualmente, quienes no obtuvieron papeles importantes dentro del drama político para acceder al poder como opción de control económico y moral; éstos finalmente fueron quienes contribuyeron al resquebrajamiento de la izquierda interesada en lo social, lejano a los intereses económico-religiosos de una derecha -panista en este caso- que también había funcionado como oposición y ahora pasó a la antesala de la hegemonía partidista.

La falta ideas y reflexión dentro de los partidos interesados en la lucha social, al igual que en las y los individuos no partidarios, a quienes se pretendía beneficiar con la organización y la lucha política, puso al borde de un ataque de nervios, y arrojó a la cama, enferma, a la ideología izquierdista que a duras penas había llegado a las entidades federativas, a sabiendas de que no contaba con el incentivo de la economía y el poder fácil que ofrecía el PRI.

 

Amarres a todo movimiento

Los movimientos de corte social, difícilmente fueron asimilados por los priístas, sino hasta que fueron aceptados políticamente. Tal es el caso de la aparición del EZLN y de demandas de equidad sexual, incluida la lucha de las feministas y de los grupos de homosexuales que hicieron su aparición en el centro del país.

Por eso, los simpatizantes de Marcos y de los movimientos lésbico-gays encontraron fácil acomodo en las ideas del PRD, al grado de ser necesaria la creación de un partido como Democracia Social (DS) que, independientemente de haber sido o no creado bara desbalancear el órgano fundado por Cuauhtémoc Cárdenas, y heredero de las actas comunistas, abrió la posibilidad de luchar exclusivamente por la pluralidad social, incluida la equidad económica, sexual, cultural y política.

Rincón Gallardo funcionó bien para las y los creadores de DS, como representante de las minorías sociales como los minusválidos, y la calma que transmitía permitió que homosexuales y mexicanos (as) víctimas de la miseria. Desafortunadamente no logró atraer suficientes adeptos (as) en el interior del país y llevó al partido a su caída luego del a partir de ahora -malamente- histórico 2 de julio de 2000.

Las y los representantes del partido del puño y la rosa no fueron, en todos los estados, combativos. La lucha por la diversidad sexual, cultural y social no llegó a los sectores que inicialmente pretendían los creadores de este partido. En Campeche, por ejemplo, la fuerza de dos partidos moralistas, el PAN y el PRI (este último más bien ambiguo, acomodaticio), y la alta influencia católica, así como las carencias económicas le impidieron repuntar. Sin embargo, el dinero invertido nacionalmente permitió que los mismos medios que sirvieron a Fox ayudaran a transmitir nacionalmente una lucha hasta entonces conocida en los centros urbanos más poblados: la homosexualidad, que se ha ubicado en segundo lugar detrás del feminismo, y ha dejado la posibilidad de que incluso sea más fácilmente aceptada la diferencia física -en cuanto a minosválidos (as)- en las zonas menos abiertas culturalmente (por ende con menor academia) que la diversidad sexual.

 

La sociedad

Evidentemente lo diverso tácito en la sociedad mexicana y cualquier parte del mundo rebasó al PRI, y el PAN quedó rebasado desde su fundación. Lamentablemente, este es un problema que encierra en sí mismo su origen. Mientras la gente no vislumbre los nuevos problemas a que debe enfrentarse, no será posible exigir a los partidos políticos a las organizaciones no gubernamentales que los tomen en cuenta.

El PAN es un partido que, si desapareciera, no causaría la menor pérdida a la sociedad. Los grupos de izquierda jamás han hecho a un lado la variedad y la libertad religiosa, tampoco la ética (la moral por su parte es un asunto sumamente ambiguo) y menos la económica. A lo que sí se ha opuesto desde siempre es a la desigualdad económica, la mala distribución de ingresos, a los que el blanquiazul, como el tricolor, no han sabido responder. La permanencia de Acción Nacional se ha dado gracias a la intervención de los capitalistas que coludidos con el clero -capaz de proporcionar poder monetario- negados a abandonar su fuerza económica a costa de la miseria y la desigualdad. En el caso del PRI, la situación no es del todo distinta, con la salvedad que se trata de un órgano menos radical y claricalizado en relación con el anterior.

 

El futuro de la izquierda

Sin un pensamiento de izquierda, difícilmente podrán sostenerse los partidos que asuman como de búsquedas sociales. Difícilmente en los estados de la federación puede hablarse de isquierdistas radicales y moderados, cuando apenas han comenzado a comprender la corriente a la cual desean pertenecer y poner en práctica. En los lugares donde esto esta casi rebasado y las dudas surgen en otros niveles, las y los radicales, así como las y los moderados, son necesarios.

No puede ser la izquieda un acto de fe sino de razonamiento, de acción y búsqueda, contrario a los partidos de tendencias conservaduristas. Tanto en el periodo de postguerra como ahora, la izquierda ha requerido actuar a partir de la búsqueda de una organización de la sociedad que pueda reducir o eliminar las desigualdades pues, evidentemente, las revoluciones no han podido con este problema.

-la pobreza, el desempleo, la distribucion desegual del ingreso, problemas recien tocados.

El capital y sus consecuentes crisis económicas, sonbre todo ahora, son un reto para la izquierda que necesita modificar o adptar nuevas estrategias de lucha. La miseria -con todo lo que implica: desempleo, marginación, inequidad, etcétera- es, tal parece, difícil de compatir al cien por ciento con la globalización que tan bien cae a las clases con menores dificultades de sobsistencia. Los países subdesarrollados cada vez se vuelven más dependientes de órganos económicos internacionales como el Banco Mundial y el Interamericano de Desarrollo (BID), lo cual favorece inmediatamente a quienes tienen capacidad para adoptar el capital prestado para hacerlo crecer.

Los priístas han pretendido sanar algunos problemas propios de la miseria con fetiches neoliberales, como el pretender que sólo la expansión de la producción puede dar pie al desarrollo, y justificaciones como que los salarios ínfimos generan competitividad, en vez de acentuar más la desigualdad de ingresos y toda clase de diferencias negativas entre unas y unos con otras y otros. De allí que a los gobiernos les resulte fácil tener control sobre los pocos sindicatos que aún quedan, y violar las leyes que él mismo ha fomentado, como la libertad de agrupación sindical y demandas.

Hasta el momento, el gobierno supuestamente de centro ha recurrido a estrategias económicas que continuarán los derechistas. Cada vez más llegarán los capitales extranjeros y las industrias maquiladoras prácticamente sin regular, a cambio del una pobreza en igual estado que antes de llegar. Mientras tanto, la capacidad productiva y transformadora de su propia producción, del país, disminuye, y las desigualdades crecen sin tener fecha de disminución o desaparición.

La izquierda política ha tenido que comenzar a reconstruirse de los embates de los capitalistas y las desigualdades contra las que ha luchado. Sin embargo, como en todos los casos donde está de por medio la distancia, la diferencia económica, en Campeche, la izquierda no ha podido rebasar los manuales partidistas y corre el riesgo de mantener una calidad de lucha estática, a la altura del PRI decandente, y del PAN.

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