A uno le llaman la atención tantas cosas cuando visita un sitio por primera vez. El primer impulso, difícilmente resistible por cierto, es el de buscar semejanzas con categorías conocidas para inventarse explicaciones y modelos que no sean demasiado disonantes cognitivamente. El segundo impulso, acaso igualmente fuerte, es el de abrazar lo que uno clasifica como diferente, y a veces perderse en ello. Pero no hay por qué dejarse llevar por los impulsos, dirán ustedes. Yo he disimulado poco el hecho de haber llegado a la fase de los terceros impulsos en los textos que pueden leer a continuación. No son cuentos, no son relatos —son viñetas impresionistas, si no en cómo muestran, en qué muestran. E inventan apenas lo necesario para poder mostrar.
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