El ágape debería ser la ocasión de compartir también las experiencias y las opiniones o reflexiones de los hermanos referidas a la práctica del oficio, de manera que el ágape no fuera "una mundanalidad, sino un juego sutil en el que, por el comportamiento justo de los convidados, el intercambio de palabras y el reparto de alimentos, se efectúa la circulación de la energía inmaterial que se encarna en todas las formas de la creación sin limitarse a ninguna (...) y todos deben recordar que este alimento festivo no es acordado más que por la voluntad de Dios" 2. Las cosas sin embargo suceden de otra forma, al menos en lo que nosotros conocemos y haciendo las debidas excepciones, pues es cierto que no se puede generalizar y no todos los hermanos comparten las mismas actitudes; pero también es cierta la tendencia a que el ágape se trasforme en una simple "recena" apresurada, marcada por conversaciones banales en el mejor de los casos, y derivando casi siempre al puro chismorreo, politiqueo de Obediencia, o conversaciones sobre temas que no debieran tener cabida en una reunión de masones. En el cierre de los trabajos se nos conmina a que la Luz que ha presidido nuestros trabajos siga alumbrando en nuestro interior cuando nos encontremos en medio del mundo profano, y es triste constatar el poco valor que se les da a estas palabras rituales, debido a la incomprensión que en general existe del Ritual, y más triste aún comprobar cómo esa luz se disipa apenas traspasado el umbral del Templo. Finalizaremos esta reflexión citando el principio del punto segundo del articulo sexto de La Constitución de 1723, referido a la conducta de los masones, "cuando cerrados los trabajos permanecen los hermanos en la Logia": "Se permiten inocentes jovialidades según el ingenio de cada cual, pero evitando todo exceso en la comida o bebida ni obligando a nadie a que coma o beba más allá de su inclinación, ni estorbando que se marche cuando le convenga. Tampoco se ha de decir ni hacer nada ofensivo ni que arriesgue impedir la libre conversación, porque estropearía nuestra armonía y desbarataría nuestros laudables propósitos" 3. 1 De la "Presentación de la Sabiduría de Ptahhotep", del libro Las máximas de Ptahhotep. Ed. Edaf, colección Arca de Sabiduría. 2 Op. cit. 3 La Constitución de 1723. Facsímil de la edición de 1936. Ed. Alta Fulla.
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