Exposición en televisión el 2 de febrero de 1998

«Una proeza más de Cuba»

 

[Evaluación posterior a la partida del Papa, de la que participaron dos periodistas, cuyas intervenciones, así como partes del propio Fidel han sido eliminadas por razones de espacio]

 

 Queridos compatriotas:

[...] Yo tenía necesidad de comunicarme con el pueblo después de la visita del Papa, para hablar sobre este tema y de algunos otros; tenía necesidad de expresar mi más profunda admiración, mi reconocimiento y mi gratitud al pueblo, por su comportamiento y por el éxito alcanzado en la tarea compleja que le correspondió realizar.

He explicado ya en parte las circunstancias que se crearon en torno a la visita del Papa. La primera vez que lo hice fue el 13 de diciembre en la Asamblea Nacional; no voy a repetir lo que allí dije.

Durante casi un año había trabajado intensa y detalladamente la comisión conjunta constituida por los compañeros del Partido, del Gobierno y de la Iglesia Católica, preparando la visita del Papa. Habíamos discutido con los enviados de la Santa Sede el programa y todas y cada una de las actividades durante largos meses; pero a medida que se fue acercando la fecha de la visita, los enemigos de la Revolución, incuestionablemente, y tal vez muchas personas confundidas o mal informadas en el mundo, contribuyeron a crear una atmósfera que no era la mejor, la más propicia para alcanzar el éxito que buscábamos; es decir, el éxito de la visita.

[...] Se auguraban catástrofes con motivo de la misma, enfrentamientos, problemas, dificultades de toda índole para Cuba, y, unido a eso, un enorme interés en el mundo, un interés sano por parte de la inmensa mayoría de las personas en todas partes, y un interés no tan sano por parte de los enemigos de la Revolución, por tan importante acontecimiento en el que se trabajaba con toda seriedad y con toda honradez.

De modo que la visita, al final, los enemigos la convirtieron en un gran desafío para el país, mientras nosotros nos encontrábamos enfrascados en otras tareas; esencialmente en las intensas actividades de todo final de año, en la elaboración de todos los planes de carácter económico y social que debían presentarse a la Asamblea Nacional, y en algo tan decisivo y tan fundamental como las elecciones generales. Tuvimos que dedicar prácticamente lo que quedaba del mes de diciembre y hasta el día 11 de enero a las elecciones, que constituían para la Revolución, ya de por sí, una dura prueba en las condiciones de período especial que estamos viviendo, cumpliendo estrictamente lo establecido por la Constitución y las leyes.

Durante todo ese período continuó desarrollándose la enorme y creciente expectación de que hablábamos, ya claramente dirigida y orquestada, con relación a la visita, con la esperanza de convertirla en un desastre para la Revolución.

Después del día 11 de enero estaban recopilándose todos los datos electorales, queríamos tenerlos con la mayor precisión posible, ya expliqué aquellas cuestiones relacionadas con los índices reales y seguros que deseábamos informar al pueblo. Realmente se pudo comparecer ante la televisión para hablarle al país sobre los resultados de las elecciones generales el viernes 16 de enero, es decir, cinco días antes de la llegada del Papa.

El 13 de diciembre, cuando hablé por primera vez de las cuestiones mencionadas relacionadas con la visita, dije que volvería a hablar, porque quería abordar con amplitud y profundidad el tema; quería recoger, además, todos los elementos de juicio para poder ofrecer una orientación clara y precisa a la población, y muchos compañeros, muchos compatriotas, muchos militantes del Partido, de la Juventud, de las organizaciones de masa y de las bases del Poder Popular estaban esperando esas orientaciones, pedían esas orientaciones, porque había todavía confusión en muchas personas sobre qué actitud tomar, si debían asistir o no asistir a las actividades.

Yo había dicho el día 13 de diciembre, en respuesta a las intrigas que se estaban desatando, entre ellas la infamia de un legislador norteamericano que declaraba tranquilamente que la Revolución estaba amenazando a los trabajadores con quitarles el empleo si asistían a las actividades del Papa, cuando la realidad era que llevábamos meses trabajando esmeradamente, dentro de otras tantas tareas, para una buena visita, para una gran visita, que teníamos que organizar la mejor visita que hubiese realizado nunca el Papa y que estaba seguro de que podíamos hacerlo.

Pero las intrigas habían continuado a un ritmo creciente, había personas preocupadas, las fonías del enemigo se dedicaban fundamentalmente a crear incertidumbre, preocupaciones, temores, augurios de sucesos tenebrosos en el ánimo de la población, de modo que algunos se preguntaban qué necesidad había de la visita, si era conveniente o no la visita, se lo preguntaban honestamente incluso muchos revolucionarios; era por tanto necesaria, indispensable, aquella explicación a fondo, que no podía esperar realmente un día más, pues estábamos ya a mediados de enero, para cumplir aquel compromiso de explicarle a toda la población -de manera muy especial a todos los miembros del Partido, de la Juventud y de las organizaciones de masa, que suman millones de compatriotas- cómo se organizó la visita, por qué se organizó, cómo debíamos comportarnos; explicarle, además, la personalidad del visitante, sus características, su país de origen y experiencias vividas, sus méritos religiosos, su talento y el papel político desempeñado por él en los últimos años en un sentido u otro. Me vi obligado a introducirme en complicados y delicados temas históricos para explicarlo con claridad y franqueza.

Era necesario, en primer lugar, que se creara una conciencia, un conocimiento mayor, una información más completa en el pueblo sobre el Papa. Explicar, además, el papel que desempeñaba este Papa en importantes acontecimientos del mundo actual; muchas de las cosas en que teníamos, incluso, coincidencia, relacionadas con aspectos esencialmente de tipo social.

Recordarán ustedes que invertí tiempo leyendo materiales sobre el sínodo de obispos de este hemisferio, que tuvo lugar muy recientemente en Roma; leí y leí muchos párrafos, y leí también numerosos párrafos acerca del pensamiento del Papa sobre importantes problemas internacionales e importantes cuestiones del mundo de hoy. Me percaté después de que a mucha gente le llamaron la atención aquellos datos, aquellos párrafos que leí, y que eran ignorados por muchas personas.

En realidad, en este mundo de hoy hay tantos y tantos problemas, que no todos los ciudadanos de este planeta están informados al detalle de cada una de las personalidades de este tiempo, de cada uno de los acontecimientos de nuestra época; pero yo quería que nuestros compatriotas conocieran la personalidad histórica y la importancia del visitante que íbamos a recibir. Hice una fuerte apelación a todos los cubanos y acudí, incluso, a algo que no suelo hacer -como ustedes conocen bien-: a la confianza. Siempre he utilizado el razonamiento, las explicaciones razonadas, para persuadir sobre algo al pueblo. Esta vez dije: Tengan confianza, que vamos a lograr éxito en esta visita.

Aquellas palabras, que fueron pronunciadas virtualmente de madrugada, porque hubo que abordar antes la cuestión de las elecciones, no pudieron ser escuchadas por muchas personas que ya a esa hora se habían dormido. Se hizo un adicional esfuerzo retransmitiendo la comparecencia y divulgándola por la radio y por los medios de prensa posibles, que -como ustedes saben- son pocos. Se utilizó también la prensa para que se estuvieran divulgando hasta el final todas aquellas ideas; pero, al mismo tiempo, expresábamos nuestra confianza en la población. Lo fundamental era trasmitir el mensaje, explicar y apelar a nuestros compatriotas, y, a partir de eso, la más completa y absoluta seguridad y confianza en la respuesta del pueblo, la de siempre.

Por eso, ahora, que ya ha transcurrido todo, podemos meditar sobre eso y ver crecer esa confianza, admiración y gratitud hacía ese pueblo que no le ha fallado jamás a la Revolución. Creo que ha sido, realmente, un hecho histórico y una proeza más de Cuba.

[...] He meditado mucho sobre todos estos factores, porque todos los días se aprende algo nuevo, a pesar de la vieja experiencia, y he leído diversos materiales y he leído una infinidad de cables para poder lograr una impresión lo más objetiva posible de todo.

Pero hay algo que sí quiero leer hoy de lo que dije aquella noche, unos párrafos de lo que dije aquella noche [...] en la televisión, porque es que creo que deben constar para la historia, yo diría como muestra de lo que significa tener confianza y seguridad en el pueblo, conciencia de su elevado espíritu de lucha, de su cultura revolucionaria, y hablarle siempre con claridad y franqueza, con la valentía política que se debe hablar a los valientes.

[...] Terminada la visita, derrotadas las intrigas y planes enemigos, alcanzada la victoria, quiero recordar con emoción lo que dije cinco días antes de la llegada del Papa. Escogí los párrafos, los subrayé: "Nosotros sabemos muy bien lo que hay que hacer y lo que debemos hacer, y es necesario que nuestros compatriotas nos acompañen en este esfuerzo y confíen en la Revolución y en los dirigentes de su Revolución, que no en balde hemos batallado juntos casi 40 años y juntos hemos acumulado experiencias."

"Nuestra dificultad mayor está en la comprensión de nuestra propia gente" -estaba diciendo la verdad con toda franqueza-; "nuestra preocupación mayor está en alcanzar el consenso de todos los patriotas, de todos los revolucionarios, de todos los militantes."

"Miles de millones de personas en el mundo van a estar viendo las imágenes de Cuba en estos días y leyendo noticias sobre Cuba. Lo que se escriba, algunas cosas serán favorables; otras, muchas o pocas, serán desfavorables. Lo que se vea, no lo puede cambiar nadie, y esas poderosas cadenas de televisión divulgarán la imagen en todas partes del mundo.

"¿Y cómo debemos responder a los que han querido politizar esta visita, a los que han soñado que la Revolución va a sufrir? Hay que responderles con un éxito total de la visita; hay que responderles demostrando el nivel de decencia y civilización de este país; el nivel de instrucción y de cultura de nuestro pueblo; nuestra capacidad de ganarnos el respeto del mundo (...), porque no en balde la Revolución ha trabajado con honestidad, con firmeza, con generosidad, durante tantos años.

"Hay que demostrarles que este es el mejor país del mundo que puede visitar el Papa. Hay que demostrarles que este es el país del mundo que mejor puede atender al Papa, con más hospitalidad, con más organización y con el máximo de masividad."

Continúo, ya dije que me limito a las ideas esenciales.

"Debemos darle un gran recibimiento desde que aterrice en el aeropuerto y a lo largo de todo su recorrido, con la participación de todo el pueblo: católicos y no católicos, creyentes y no creyentes, y que el mundo pueda ser testigo de la forma en que recibimos a este Papa.

"No estaremos rindiendo un homenaje solo a los creyentes católicos de Cuba (...); estaremos dando una prueba de respeto a los creyentes de todas las religiones del mundo; estaremos dando una demostración de respeto a los judíos, a los musulmanes, a los hindúes, a las iglesias evangélicas, que son numerosas y tienen muchos adeptos en todo el mundo, a los budistas, a los animistas, a los que practican cultos sincréticos en muchas partes.

"Veamos en la visita del Papa y en las consideraciones que tengamos con él, no solo un acto respetuoso y amistoso hacia una iglesia, sino a todas las iglesias.

"Pensemos en todos los que en el mundo creen y demostrémosles cómo una revolución socialista, comunista, es capaz de respetar a todos los creyentes y a todos los no creyentes. Demostrémosles, en fin, lo que es la Revolución, que no es para interferir en el fuero interno de cada ser humano, en su modo de sentir o de pensar, sino para traer la hermandad, la justicia para los pueblos, por lo cual luchamos.

"¿Y quiénes podrían oponerse a eso? ¿Quiénes estarían interesados en oponerse a eso? Los defensores del capitalismo, del imperialismo, del neoliberalismo, del hegemonismo, del dominio y de la explotación del mundo (...) No serán los pobres, no serán los enfermos, no serán los que necesitan empleos, viviendas, alimentos.

"Pero no solo habrá recibimiento. Habrá otras actividades de diverso carácter.

"Habrá misas. Hemos puesto nuestras plazas a disposición de los enviados del Papa, les dijimos: Escojan las que deseen, en las que quieran reunirse. Escogieron la de Santiago, la de Camagüey, la Plaza de la Revolución, donde hemos celebrado tantos actos.

"¿Y qué debemos hacer? Debemos participar también en las misas (...); para algunos comprendo que será lo más difícil, para ello será necesario mucha comprensión (...): por cuestión de disciplina no debe ir nadie a una misa, nadie debe violentarse a sí mismo, si no se adapta a la idea de ir a una misa.

"Ese pueblo que alcanzó la colosal victoria del día 11 debe participar con el mismo espíritu en todas las actividades del Papa. Es lo que yo pienso y es lo que les pido, salvando el principio de que nadie, absolutamente, que no desee hacerlo lo haga. Quien lo haga, que lo haga por las razones que he explicado: por un sentido de patriotismo, por su país, por el mundo; para que conozcan más y mejor al pueblo cubano, no solo valiente y heroico, sino inteligente, culto -repito-, civilizado, libre, convencido de sus ideas, que no alberga temores ni prejuicios de ninguna índole.

"En la misa más numerosa, que será la de la capital, desde temprano estarán nuestras dos modestas cadenas de televisión trasmitiendo la misa. Es lo que nos proponemos.

"Para aquellos que no son creyentes, que no tengan una motivación religiosa para estar allí, que sea como un motivo de cortesía y consideración con el visitante.

"Deseamos las plazas llenas, y nadie tema, la historia nos dará la razón. Nuestra Patria ganará mucho con eso, porque estaremos haciendo lo que nadie en el mundo se atreve a hacer.

"La isla llena de periodistas, entre ellos 1500 norteamericanos. Las plazas llenas de ciudadanos asistiendo a las misas. Al Papa le agradará, sin duda alguna; le gustará verlos, le gustará hablarles.

"¿Cuál será el deber más sagrado de todos nosotros? Y este punto es verdaderamente clave: invitamos a todo el pueblo, invitamos a los cuadros, a los militantes para asistir; pero ninguno debe llevar una sola consigna política, nadie debe llevar un solo cartel. Fíjense bien, nadie debe enarbolar una sola consigna; nadie debe llevar un solo cartel; nadie debe dejarse arrastrar a la más mínima provocación, ¡nadie!

"Nadie debe dar vivas a ningún dirigente de la Revolución. No hay que darle pretextos a nadie para provocar en una misa; nadie debe emitir un chiflido; nadie debe expresar ninguna manifestación de protesta frente a cualquier palabra que se pronuncie en un altar; nadie debe expresar la menor manifestación de disgusto contra cualquier frase, contra cualquier palabra, o contra cualquier pronunciamiento que nos desagrade, que nos parezca injusto o nos disguste.

"Nuestro pueblo, con su presencia allí, será la mayor garantía de la buena organización, del orden, del respeto hacia el Papa y garantía de su seguridad. Nada es comparable con la presencia del pueblo, y que las cadenas de televisión trasmitan por el mundo esa imagen para que se conozca a Cuba; esa Cuba donde votó el 98,35% de los electores, 95% de cuyos votos fueron válidos.

"Ganémonos también, con motivo de la visita del Papa, una medalla olímpica, una medalla de oro, y tengan la seguridad de que una Revolución que puede hacer eso es una Revolución invencible; un pueblo que pueda hacer eso, es un pueblo invencible.

"Eso les digo, eso les pido y asumo toda la responsabilidad ante aquellos que puedan albergar el más mínimo temor de que actuemos de esa forma, aquellos que puedan considerar que pueda haber el más mínimo inconveniente.

"Este es el pueblo de Girón y de la Crisis de Octubre, el que supo defender su Revolución, el que se enfrenta al período especial, que ha marchado de victoria en victoria. A todos ustedes, los que dirigen la prensa, que deben orientar a la población, les recomiendo una enorme dosis de paciencia; a ustedes los que, como yo, leen muchos cables todos los días, les recomiendo una enorme dosis de paciencia, por lo que escriban, por lo que digan. Jurémonos no dejarnos provocar en lo más mínimo.

"Yo también estaré en esa misa junto al pueblo, participando del orgullo de ser lo que somos y de ser como somos. Sé que podemos lograrlo y lo lograremos."

Esa confianza absoluta que tenía en el comportamiento de nuestro pueblo, fue lo que me permitió decirle al Papa el día de su arribo a Cuba: "¿Qué podemos ofrecerle en Cuba, Santidad? Un pueblo instruido al que usted puede hablarle con toda la libertad que desee hacerlo, y con la seguridad de que posee talento, elevada cultura política, convicciones profundas, absoluta confianza en sus ideas y toda la conciencia y el respeto del mundo para escucharlo."

En estas palabras están contenidas, en esencia, esa confianza que tenemos en nuestro pueblo y ese concepto tan elevado sobre sus cualidades revolucionarias.

[.. .] Sé que solicitaron acreditación 3501 periodistas extranjeros; solamente de Estados Unidos se acreditaron 1659 periodistas [...] A los que hay que sumar los cubanos. [...] En total fueron alrededor de 3000 periodistas.(Ciento sesenta y seis cadenas de televisión), de ellas 51 norteamericanas, incluidas todas las principales. [...] Se recepcionaron 364 solicitudes de entrevistas a dirigentes de primer nivel del país. Se concedieron aproximadamente 260 entrevistas, 115 de ellas a medios norteamericanos, por dirigentes y funcionarios del Gobierno y el Partido; es decir que trabajó todo el mundo en la atención de esa prensa, que venía a preguntar todo lo que quisiera preguntar y a saber todo lo que quisiera saber.

[...] Yo veo el gran mérito del Papa no en la visita a Cuba, aunque, desde luego, requería valentía moral, decisión, en un momento en que mucha gente quisiera venir a Cuba y no viene a Cuba; eso demostraba sobre todo su independencia. Como dije anteriormente, nadie podía darle órdenes, en un mundo que está habituado a ser constantemente humillado, exhortado, requerido, presionado, de modo tal que la queja llega todos los días de todas partes.

Como ellos son los jueces supremos de la Tierra, los jueces morales, se han ungido en jueces de la moral -no recuerdo cómo les llamaban en Roma a los que se ocupaban de estas cuestiones-, lo certifican todo: qué país es bueno, qué país es malo; qué país es terrorista, qué país no es terrorista; qué país es narcotraficante, qué país no es narcotraficante; qué país viola los derechos humanos, qué país no viola los derechos humanos. Han establecido un código. Ellos, que, en realidad, leyendo un poco de historia, haría falta un volumen inmenso para incluir la cantidad de barbaridades, violaciones, abusos, intervenciones y horrores que han hecho en el mundo, y siguen haciendo, ahora son los que juzgan a los demás en todo y crean con ello muchas protestas.

Pero, continuando la idea, el gran mérito que veo en el Papa, lo veo en los 81 viajes que ha realizado por el mundo; lo veo en la disposición, a pesar de las limitaciones físicas, por diversas causas en diferentes etapas, de realizar estos viajes y la intensidad con que trabaja; lo veo en el valor demostrado cuando es objeto de un atentado; valor, resignación y estoicismo demostrados las numerosas veces en que ha tenido que acudir a las mesas de operaciones, para atender su salud. Pero, realmente, en cuanto a seguridad personal, tengo la convicción de que el lugar del mundo donde estaba más seguro era aquí. El es capaz de ir a cualquier lugar sin importarle el peligro; pero pienso que Cuba era un país al que podía visitar sin riesgo político ni físico alguno.

[...] Yo estaba hablando del valor en otro sentido, pensando en que con la terrible presión que se ejerce sobre este país, con los largos años de bloqueo, con los sacrificios del período especial, con la guerra no sólo económica, sino política e ideológica que se realiza contra Cuba, el valor de la Revolución al hacer lo que hizo, el valor de nuestras convicciones ha sido extraordinario. Porque este país, al que se presenta como país oprimido, esclavizado; este país, al que soñaron ver derrotado; este país contra el cual tanto han conspirado, tantos planes han hecho, de todas clases, desde lo que denunció el Senado sobre la CIA hasta los últimos papeles aparecidos del Pentágono -es una historia tenebrosa y larga de planes-; este país, percibiendo con claridad los planes que hicieron los enemigos de la Revolución con motivo de la visita del Papa; este país, supuestamente oprimido y esclavizado, fue puesto durante casi una semana, con sus medios de comunicación y con millones de personas en la calle, en manos del Papa, que podía expresarse y hablar con absoluta libertad cuanto deseara, y en manos de miles de periodistas extranjeros, con cientos de emisoras de televisión y radio a su alcance, para que fueran donde quisieran ir, preguntaran donde quisieran preguntar, escribieran lo que quisieran escribir.

Realmente digo que el país fue sometido a una tomografía axial computarizada: registraron hasta el dedo, los pelos, el último huesito, por dentro y por fuera, de quienes quisieran.

[...] A este país que pintaban casi como un país salvaje, una imagen tenebrosa. Y ahí estaba el país, en manos del Papa y en manos de miles de periodistas [...] Mira tú qué prueba de confianza, qué seguridad absoluta en lo que es este pueblo, al que quieren "liberar". Y vuelvo a repetir: millones de gente en las calles, no se vio un solo soldado, un solo fusil, un solo policía armado.

¿Y alguien duda, acaso, de que si se hubiera producido una agresión exterior contra nuestro pueblo, una invasión o algo parecido, esos millones de cubanos hubiesen dejado de acudir a sus posiciones de combate? Es decir, ¿quién cuidó de la Revolución en estos días, en esa semana? El pueblo, ese pueblo. Creo que es una de las cosas que ha causado asombro (...) Y yo, realmente, hablé públicamente sólo dos veces: a la llegada y a la salida del Papa.

Igual que los demás ciudadanos, observé los acontecimientos por televisión. No hablé ni siquiera por uno de estos medios extranjeros de divulgación masiva, ni fui ante la televisión cubana, ni fui a ninguna parte fuera del programa previsto; me limité a pronunciar dos discursos, empleando, entre los dos, 20 minutos: 14 en el primero y 6 en el segundo. Esa prueba que dio la Revolución, no sé si tendrá precedentes [...] Los del Papa fueron dos, a la llegada y a la salida; cuatro homilías, la visita al Aula Magna, la visita al Rincón, y los obispos, cuatro discursos en las misas. En total 12.

Tú sabes cómo son estos viajes pastorales y como se acostumbra a realizarlos; tienen ya un ceremonial, que yo respeté con el mayor esmero.

Realmente debo decir que me daban otras posibilidades, y más de una vez lo comunicaron, que el Papa siempre estaría en disposición de recibirme en cualquier momento, cualquier día que deseara hacerlo, cuando cada tarde regresara a La Habana. Yo estaba muy consciente de su intenso programa. Participé en las cosas que estaban establecidas y sólo por excepción estuve en el Aula Magna de la Universidad, porque estoy muy interesado en todo lo relacionado con Félix Varela, sus posiciones en relación con la esclavitud y la independencia, y me interesaba ese acto del Aula Magna. Fue lo único en que fuera de lo establecido, participé.

Conocía muy bien que en algunos otros países se han hecho críticas a determinados dirigentes políticos, porque aprovechan las visitas del Papa para promoverse lo más posible.

Creo que un elemental sentido del decoro exigía discreción y consideración con el Papa, porque realmente tenía un programa muy intenso, y en este, digo, hablé dos veces.

[...] Me gusta ser considerado con todos, desde luego; pero debe tomarse en cuenta la circunstancia en que el Papa hace el viaje: debe trasladarse en avión durante 12 horas, había noticias previas de que había tenido algunas pequeñas dificultades en el Vaticano al subir unas escaleras o algo similar, porque de eso hablaban los cables internacionales y tenían preocupaciones (...) La salud y la seguridad del Papa eran para nosotros una cuestión fundamental.

Por ejemplo -les cuento-, cuando ponen la escalerilla del avión, al llegar a La Habana, sube el personal de protocolo, el Nuncio, el Cardenal. Me dicen que yo tengo que estar dos metros hacia atrás de la punta de la alfombra roja -me dicen eso desde antes de que pusieran la escalerilla; cuando ponen la escalerilla, el último peldaño queda a tres metros de la punta de la alfombra-, y me explican cómo era el ceremonial: el Papa bajaba, daba unos pasos hacia la alfombra, allí era el saludo y unos niños estarían con unas bandejas de tierra para que él aplicara su costumbre de besar la tierra del país donde llega. Yo estaba en el sitio indicado. Pero yo veo que empieza a bajar el Papa y la comitiva, sé que tiene dificultades en una pierna como consecuencia de una fractura y de una operación. Saluda primero y comienza a bajar del avión, va bajando, apoyándose con su mano derecha en la baranda de la escalerilla; pero viene delante él solo, despacio, cuidadosamente, nadie al lado de él, los demás detrás, todos. Si tiene el menor resbalón allí, en aquella escalerilla larga y muy inclinada, verdaderamente inclinada, nadie lo habría podido ayudar.

Yo realmente tenía deseos en ese momento de romper el protocolo e ir al pie de la escalerilla, porque tuve la impresión de que estaba corriendo cierto peligro. Como todo lo de protocolo fue acuerdo entre ambas partes, yo no quería hacer nada que pareciera incorrecto; pero viví esos momentos de preocupación.

Al final, cuando llega al final de la escalerilla, yo estoy esperando, tal como me han indicado; pero como todas estas cosas alguien las explica, cuando alguien viaja le dicen en detalle hay que hacer esto o lo otro, yo veo que él llega, baja la escalerilla, está ya en tierra y está detenido allí. Entonces, en ese momento, dejé a un lado el protocolo y fui a saludarlo. Era una situación extraña aquella de que yo estuviera en la punta de la alfombra y él allí como esperando junto a la escalerilla; entonces fui y lo saludé.

Fue un saludo espontáneo, amable, los dos de la misma forma, igual que el saludo en Roma, y de ahí entonces venían otras ceremonias: caminar hacia aquel lugar de la alfombra, allí los niños le ofrecieron la bandeja, yo observaba todo -fue, por cierto, muy cariñoso con los cuatro niños que fueron allí, se veía muy afectuoso, sinceramente cariñoso con los niños-, y después venía la presentación del séquito, el saludo al séquito de cardenales que venían con él y a otras personalidades, que a casi todos conozco, en distintas visitas que han estado aquí. Después teníamos que caminar por la alfombra y saludar al grupo de compañeros nuestros que lo esperaban; teníamos que seguir para el podio, para la ceremonia militar, porque allí había ceremonia [...] el saludo a la bandera y los himnos. A mí me habían explicado también que él se sentaría en un sillón allí, al comenzar los discursos, y pienso que posiblemente cuando él bajaba solo la escalera y no había nadie al lado, era porque él le hubiera dicho a los demás que quería bajar así.

[...] Yo no sabía hasta qué punto podía molestarle o no que se le prestara alguna ayuda, lo veía con dificultades para caminar, por las razones que expliqué, sobre todo por el problema de la pierna. Entonces, cada vez que había que vencer algún obstáculo, alguna cosa, yo trataba de ayudarlo. Para subir al podio, para sentarse, me parecía elemental hacerlo; pero, además, el contacto personal con él despierta amistad; despierta, incluso -puedo decir- afecto, porque uno ve el esfuerzo sobrehumano que realiza.

[...] Verlo cumplir las cosas, la forma en que lo hace. Por su modo de ser, es una persona que despierta simpatía, despierta afecto. Yo lo traté afectuosamente, con todas las consideraciones como es lógico, era una preocupación permanente.

También estaba preocupado cuando llegaba el vehículo y cómo iba a ser la subida al vehículo. El usa el bastón, en general -a veces lo deja, pero lo usa muchas veces, lo necesita-; yo veía aquel vehículo alto, había que subir un escalón, había que subir otro más para sentarse y tenía preocupación cómo era eso. Incluso al que está con él de ayudante, cuando yo no hacía algo por ayudarlo, le pedía que lo ayudara, sobre todo, en la operación de subir al papamóvil. Eso fue lo que hice, no es protocolo. Sí, yo también leí ese cable, en que me atribuían un gran conocimiento del protocolo. Todo lo que hice fue espontáneo, natural, respetuoso, decente, con la preocupación de no molestar en absoluto.

[...] Sí, es un tipo de valentía política, vaya. Yo por eso expliqué después mejor a lo que me estaba refiriendo con relación a la Revolución, porque a juzgar por las expectativas mencionadas, ya la Revolución se jugaba el todo por el todo; la Revolución se jugaba la vida, a partir de los supuestos del enemigo. No es ese el tipo de comparación que yo hacía; al referirme al valor del Papa, lo relacionaba con otros aspectos que ya referí.

[...] Aquí yo tengo las 20 páginas, eran públicos los conceptos. Yo diría que el diálogo fue abierto; los intercambios, como dicen en el Vaticano, fueron realmente públicos. Naturalmente, yo no puedo abordar temas religiosos, porque ese no es mi oficio, ni es mi tarea y me limité a cosas estrictamente políticas; pero se ha hecho costumbre en estas visitas pastorales hablar de lo divino y de lo humano, así que en todo momento se habló de lo divino y de lo humano, pero públicamente, libremente. Yo me limité al tiempo estrictamente mínimo, también por cuestiones de consideración, no quería extenderme; fueron 14 minutos lo que duró este (Muestra material) y seis minutos que duró este (Muestra material), cuestiones de consideración, porque después de un programa tan intenso para el Papa como el de ese último día, yo tenía que hacer un gran esfuerzo por resumir en un mínimo de palabras las cosas que debía decir.

[...] El problema aquí es que yo leía todo lo que se escribía, todas las interpretaciones, todas las teorías y muchos artículos, preguntándose cuáles eran los propósitos que tenía Castro con la visita. Parecía que yo había inventado la visita con algún plan, con algún propósito, buscando un determinado beneficio. Ya expliqué cómo se produjo lo de la visita; incluso la primera vez -y eso lo han recordado algunos cables-, cuando supimos que en su primer viaje a México hacía falta un punto de escala técnica -no es que nosotros lo invitáramos a una escala técnica, sino que ofrecimos el país, si lo necesitaba, para hacer la escala-, porque algunos lo han presentado como que no lo invitamos a una visita, sino a una escala técnica. Ni nos pasó por la mente, ni estaba establecido la tradición que se creó después de las sucesivas y muy numerosas visitas del Papa; aquel parecía un viaje especial y exclusivo a México, y cuando supimos eso, ofrecimos la escala técnica. Eso se ha hecho muchas veces y muchas personalidades han hecho escala técnica en el país.

Expliqué después la cosa. En cualquier país es normal, pero en Cuba no podía ser normal la cuestión de la visita. Entonces, interpretaciones, y, sobre todo, siempre atribuyéndonos planes. Al Papa le atribuían planes también en muchos de esos artículos, otros hacían comparaciones y cosas sobre las características, no pocos hablaron de cosas en común; hablaban también de las diferencias, las concepciones de cada cual, las cosas en común. He leído varios artículos sobre eso.

Entonces, de cierta forma había que responder, era preciso que nuestras ideas básicas estuvieran claras, nuestros conceptos, nuestros principios. Y en realidad [...] el primer principio que yo usé en estos discursos, veamos, fue la cortesía y el respeto; el segundo, la franqueza, la sinceridad en las expresiones, no usar una sola palabra que pudiera parecer incorrecta o demagógica; expresar, con un mínimo de palabras, ideas que son básicas y esenciales, que he sostenido siempre y que sostengo hoy con toda convicción y firmeza. Es decir, cortesía, respeto, sinceridad, franqueza, y, además, explicando algunas cosas que están asociadas, indiscutiblemente, a muchas de las posiciones que tiene el Papa; es decir, puntos de coincidencia y puntos que podían no ser coincidentes. Fue con mucha franqueza que hablé, porque estas eran las dos veces en que yo iba a intervenir públicamente y tenía que dejar establecido claramente nuestro pensamiento.

Por ejemplo, el día de la llegada [...] en la página cuatro, dije con franqueza. No quería mencionar nombre de países, ni siquiera mencioné nombre de países, no me parecía correcto mencionar nombre de países, pero dije: "Hoy, Santidad, de nuevo se intenta el genocidio, pretendiendo rendir por hambre, enfermedad y asfixia económica total a un pueblo que se niega a someterse a los dictados y al imperio de la más poderosa potencia económica, política y militar de la historia, mucho más poderosa que la antigua Roma, que durante siglos hizo devorar por las fieras a los que se negaban a renegar de su fe."

Esa historia es conocida, la conocí bastante, acerca de los primeros 300 años de la Iglesia.

Entonces añado: "Como aquellos cristianos atrozmente calumniados...", porque con aquellos cristianos los métodos eran que los calumniaban, tenían que vivir en las catacumbas como consecuencia de la persecución, para martirizarlos y exterminarlos. "Como aquellos cristianos atrozmente calumniados para justificar los crímenes, nosotros, tan calumniados como ellos, preferiremos mil veces la muerte antes que renunciar a nuestras convicciones. Igual que la Iglesia, la Revolución tiene también muchos mártires."

Creo que es una prueba de sinceridad completa al hablar en esos términos y hacerlo con respeto.

También hay un párrafo en que yo digo: "Santidad, pensamos igual que usted en muchas importantes cuestiones del mundo de hoy y ello nos satisface grandemente; en otras, nuestras opiniones difieren, pero rendimos culto respetuoso a la convicción profunda con que usted defiende sus ideas."

Es una manifestación de la sinceridad con que hablé, y volví a hacerlo en el otro discurso [...] el 21, y al final es que yo digo eso, muy breve, muy breve, fíjate que tiene tres líneas: "Cuba no conoce el miedo; desprecia la mentira; escucha con respeto; cree en sus ideas; defiende inconmovible sus principios y no tiene nada que ocultar al mundo."

Y después es cuando expreso: "Por el honor de su visita, por todas sus expresiones de afecto a los cubanos, por todas sus palabras, aun aquellas con las cuales pueda estar en desacuerdo, en nombre de todo el pueblo de Cuba, Santidad, le doy las gracias." Es decir que la característica esencial de ambos discursos ha sido siempre esa.

[Respecto del buen ejemplo dado al mundo por ambos...] "...usted, visitando lo que algunos dieron en llamar el último bastión del comunismo; nosotros, recibiendo al jefe religioso a quien quisieron atribuir la responsabilidad de haber destruido el socialismo en Europa. No faltaron los que presagiaban acontecimientos apocalípticos. Algunos, incluso, lo soñaron."

[...] Por ejemplo, algo esencial, lo cual he estado analizando mucho en estos días, leyendo cientos de cables, artículos y noticias que llegan de todas nuestras embajadas en todas partes del mundo.

Los cables se hubieran podido traer aquí -sería un volumen enorme-, donde hay muchas cosas que se le reconocen a Cuba. En algunos reflejan verdadero asombro por la forma en que transcurrió la visita, verdadero asombro. Les maravilló la educación del pueblo, la cultura del pueblo. Busquemos por todo el Tercer Mundo, e incluso por muchos de los llamados países del Primer Mundo, y quisiera saber si se pueden encontrar multitudes con la instrucción y la cultura de nuestro pueblo, y, sobre todo, la cultura política de nuestro pueblo. Les llamó la atención la organización, la disciplina, el respeto. Algunos expresaban verdadero asombro por lo que vieron.

Yo no sé, alguien tendría que convencerme de que haya habido una visita, de las que ha hecho el Papa en el mundo, más organizada, una visita más perfecta que esta. Alguien tendría que convencerme, no tengo derecho a afirmarlo; pero sí la impresión de que es muy difícil que se haya producido, en un país en estas condiciones, una visita tan bien organizada, tan perfecta. Fíjate que no hubo un solo incidente, ¡ni el más mínimo incidente! Ni una exclamación indebida de aquellos ciudadanos que exhortamos a participar masivamente en todas las actividades, ni un grito de "viva" a dirigentes de la Revolución, ni una consigna política, ni un letrero. Eso que nosotros le pedimos a la gente y les pedimos de modo especial a nuestros compatriotas revolucionarios se cumplió, realmente, de una forma perfecta.

Había mucha gente de fuera, y hay también gente de dentro que le gustaría ver problemas, que le gustaría deslucir de alguna manera, que le gustaría provocar. ¡Se encontraron con una mole de hierro, si alguien lo pensó! Era una mole de acero, inconmovible. Se cumplió aquello. Si alguno tenía pensado provocar, la presencia del pueblo lo hizo, realmente, imposible.

No hubo, repito, un solo incidente. De qué visita se puede decir eso, si en todas partes, hasta en Europa cuando hay movilizaciones grandes de masa, se emplean caballos y se emplea fuerza pública, unidades completas de tropas especiales, de todo, para asegurar el orden. El orden en Cuba lo aseguró el pueblo.

Había que pasar entre las multitudes, había calles dentro de la multitud, en distintas partes; yo vi las de aquí de la capital. Incluso llegué un poco antes -como a las 9:00- al lado del monumento, para ver cómo estaba la Plaza, y el recorrido del Papa tenía que ser entre aquella multitud, era un laberinto [...] Con pasillos, con los separadores, cualquier indisciplina, cualquier actuación de la gente que no fuese la correcta, interrumpía el paso. No se dio un solo caso en que se interrumpiera el paso del Papa entre aquella multitud; no se dio un solo accidente, un solo choque de vehículos y camiones, y fueron miles de vehículos los que participaron en las movilizaciones. Ni eso hubo, ni un solo accidente [...] Sería interminable enumerar, dar los créditos a todos los que se lo merecen por esta visita.

Pero se han dicho maravillas de nuestro pueblo y de la visita, públicamente. Ahora, la cantidad de personalidades, políticos, funcionarios, diplomáticos, que han hablado con nuestros embajadores es muy grande -esas informaciones no se pueden usar, desde luego-, la cantidad de felicitaciones que han recibido, de elogios que han recibido por la visita, de asombro por lo que vieron a través de esos canales de televisión, las imágenes que vieron y que, realmente, a algunos les parecían increíbles.

Algún día se podrán, tal vez, publicar. Esos están archivados y son volúmenes muy grandes de noticias recibidas por esa vía, porque esa es la más directa; esa no es de alguien que tiene que cuidarse cuando escribe, lo que escribe, cómo lo escribe y por qué lo escribe; esas son las que se expresan en la intimidad, en las conversaciones personales con los embajadores.

¡Son increíbles las cosas que han dicho relacionadas con la visita! Realmente ha resultado eso. Nosotros no habíamos organizado planes ni estábamos buscando publicidad, realmente nosotros no inventamos eso; nosotros lo que hicimos fue actuar de acuerdo con normas y principios y con todo el tacto necesario con que debíamos actuar, y advertimos claramente de las intenciones de algunos y de la evolución que estaban tomando los acontecimientos, de las expectativas que se estaban creando, de los enfoques que se estaban haciendo. Entonces, hicimos lo que debíamos hacer, lo que la Revolución podía hacer, y que ha traído estos resultados. Realmente yo digo que es asombroso, ¡ojalá!, uno quisiera que cada ciudadano tenga una copia de todo eso. Y faltan todavía.

[...dignatarios de la iglesia de diferentes partes del mundo] fueron conmigo muy afectuosos, porque me senté hacia la izquierda, me quedaban a la derecha en el centro; vinieron más de 100 obispos y cardenales con motivo de la visita, estaban allí cerca, muchos me saludaron realmente muy afectuosos, con mucha amistad.

Después realmente tuve que alejarme de allí, casi al final, porque recibí un mensaje del Papa diciéndome que cuando terminara la misa y bajara por detrás del altar, él quería saludarme para darme las gracias: un gesto especial, realmente, de su parte, y por eso yo me tuve que apartar para saludarlo. Fue una deferencia, ocurrió así, unos minutos antes de terminarse la misa llegó su mensaje.

[...] Por estos éxitos hay que reconocerle a mucha gente, son tantos que no vale la pena ni intentar enumerarlos, para no olvidar, por ejemplo, el trabajo de los que organizaron el transporte; de los que organizaron el tránsito, el tráfico, los compañeros del MININT, de las FAR que colaboraron en la organización; los que organizaron los vuelos del Papa. No hubo un vuelo que se retrasara un solo minuto, funcionó perfecta la aviación, a la hora exacta, en el minuto exacto, sin el menor problema. Si te voy a decir algo, es que todo funcionó [...] Las comunicaciones, la prensa, los artistas, los que participaron en todas las actividades culturales, creyentes y no creyentes, de la Iglesia o de instituciones del Estado, todos trabajaron; los obreros que participaron en los arreglos y construcciones, la dedicación, la calidad con que lo hicieron; los esfuerzos son de cientos de miles de personas que de una forma o de otra participaron en la organización de la visita, y ellos son los acreedores realmente del éxito, junto al pueblo. ¡Era el pueblo!

[...] Yo decía que no teníamos ningún interés, no buscábamos publicidad, ni buscábamos nada; al contrario, abrir de par en par las puertas para que se conociera todo lo que se quisiera conocer en el país, conscientes de las dificultades que tenemos. No buscábamos beneficios para el país.

Bueno, yo pudiera en todo caso mencionar tres intereses de otro carácter asociados a la visita, no que hubiéramos ideado o inventado la visita para ello, pero intereses -yo diría- como revolucionarios y como internacionalistas que somos, cosas que me interesaba estimular y realmente expresarle apoyo.

Uno, lo que se conoce como ecumenismo; digo se conoce, porque tal vez muchos ciudadanos no conozcan el sentido del término, ese esfuerzo de respeto y unión entre todas las religiones. Quien conoce los conflictos que ha habido en el mundo, las luchas fratricidas, las guerras y matanzas que se han producido por cuestiones religiosas y adquiere conciencia de que el mundo tiene que marchar hacia una unión, hacia una hermandad, aprecia -tiene que apreciar altamente- ese principio, ese espíritu ecuménico, del cual yo hablé en los discursos, que tuvo un impulso en el Concilio Vaticano II y al cual le ha dado una especial atención este Papa.

Otro interés, son las posiciones del sínodo de obispos del hemisferio que tuvo lugar en Roma y los planteamientos, muy radicales, sobre muchos importantes problemas de este hemisferio y especialmente de América Latina, algo que aprecio y que deseamos estimular; y dejo para el final el mensaje social del Papa, sobre el cual hablé extensamente y, de modo muy especial, la idea, el concepto que él ha planteado de la globalización de la solidaridad.

Sobre eso hablé porque, a mi juicio, el concepto de globalización de la solidaridad tiene un alcance o puede tener un alcance muy grande, y yo lo digo en los dos discursos, hablo de ese concepto, y expresé: ningún país más preparado para comprender la idea, tal como nosotros la entendemos y tan parecida a la que nosotros predicamos, de que la distribución equitativa de la riqueza y la solidaridad entre los hombres y los pueblos deben ser globalizados. Esto, fíjate, está precedido de una frase: "tal como nosotros la entendemos y tan parecida a la que nosotros predicamos", él ha lanzado la idea de la globalización de la solidaridad.

Es imposible no estar de acuerdo con el concepto de la globalización de la solidaridad. En el discurso final de despedida, el de las hojitas aquellas, en las que tuve también que hacer un esfuerzo de síntesis, tengo que decir algunas cosas en las que realmente creo: "los Estados desaparecerán", es decir, los Estados nacionales creados en un período de la historia desaparecerán. Están desapareciendo ya, es un parto difícil, pero están desapareciendo. La soberanía de los Estados venía desapareciendo ya como una secuela inevitable de la hegemonía del imperialismo norteamericano, del mundo unipolar, del orden y las instituciones que ellos han establecido, que merman y erosionan cada vez más la independencia de los Estados y de los países, en primer lugar los medianos y pequeños.

Pero yo me refería al otro ángulo del proceso: los Estados que desaparecerán simplemente como consecuencia de la necesidad de sobrevivir, como está ocurriendo en Europa, cuyos países durante siglos guerrearon entre sí y marchan hoy en un proceso inexorable hacia la integración y desaparición como Estados nacionales. No tienen otra alternativa. Lo mismo ocurrirá en otras regiones del mundo. Habrá también desintegraciones, reintegraciones, absorciones, competencias feroces, lucha por los mercados y recursos, guerras económicas, tal vez conflictos sangrientos, acuerdos interregionales y mundiales envueltos a la vez en un proceso indetenible de globalización. ¿Por qué sino por esto, Estados Unidos mantiene, perfecciona e incrementa constantemente con nuevas armas la eficiencia de su poderoso aparato militar?

Es decir, los Estados nacionales desaparecerán, es una ley de la historia y un proceso que se acelera. Los pueblos llegarán a constituir una sola familia humana, una aldea decía yo, cuando les hablaba a los médicos no hace mucho. Vemos multiplicarse las comunicaciones de todo tipo, la velocidad de esas comunicaciones: aéreas, marítimas y terrestres, electrónicas, telefónicas, radiales, televisivas, las cuales ya van ejerciendo una enorme influencia en los acontecimientos, incluso, vinculadas al fenómeno de la especulación universal que tiene lugar y al millón de millones de dólares que cada día se mueve en operaciones meramente especulativas sin relación con la producción real. Son fenómenos asociados a los avances de la ciencia y la técnica y al desarrollo caótico y desordenado de las fuerzas productivas, la economía y la civilización humana. Es decir que la globalización es una realidad irreversible y los Estados nacionales, gústenos o no, desaparecerán.

Ahora, ¿cuál será ese mundo? ¿Puede ser éste que estamos viendo en este instante, de un medio ambiente que se destruye despiadadamente, de crisis financieras imprevisibles y crecientes, de economías que se arruinan en cuestión de días, de horas, por sólidas que parezcan, en manos de especuladores, de fenómenos incontrolables, de incertidumbre total? ¿Cuál será y cómo puede concebirse ese mundo, que tiene que venir inevitablemente y que no puede ser el mundo egoísta, irracional, absurdo e insostenible que se nos pretende imponer?

Al despedir al Papa quise incluir alguna reflexión sobre el tema y lo expresé así: "Los estados desaparecerán; los pueblos llegarán a constituir una sola familia humana. Si la globalización de la solidaridad que usted proclama se extiende por toda la Tierra y los abundantes bienes que el hombre puede producir con su talento y su trabajo se reparten equitativamente entre todos los seres humanos que hoy habitan el planeta, podría crearse realmente un mundo para ellos, sin hambre ni pobreza; sin opresión ni explotación; sin humillaciones ni desprecios; sin injusticias ni desigualdades, donde vivir con plena dignidad moral y material, en verdadera libertad, ¡ese sería el mundo más justo! Sus ideas sobre la evangelización y el ecumenismo no estarían en contradicción con él".

Yo hago este razonamiento a partir de la globalización de la solidaridad. ¿Qué es la solidaridad? ¿Qué es un mundo justo? ¿Qué es un mundo donde los ricos no sean cada vez más ricos y los pobres no sean cada vez más pobres de que habló el Papa en la Plaza? Entonces, es un tema muy interesante.

Hay que seguir ahora la evolución de todos estos planteamientos, cómo evoluciona el sínodo y cómo se extiende, cómo se divulga, cómo se conoce, cómo se interpreta y cómo se desarrolla este mensaje social, cómo se aplica en el mundo el concepto contenido en la idea de globalización de la solidaridad. Es que pienso que no puede haber otro mundo, si es que la Tierra se va a preservar, si es que la Tierra va a sobrevivir.

[...] Si me preguntan, ¿hay un interés? Sí, nos interesa estimular, apoyar, impulsar esos conceptos. No son intereses nacionales, son intereses como revolucionarios y como internacionalistas que somos.

Ahora, terminado ese tema -hay que emplear un poco de tiempo más; esta vez no serán seis horas, habrá dormidos, habrá que transcribirlo-, hay una cosa asociada a esto, que es el disgusto, las protestas y las interpretaciones que se han dado en España a mis palabras el día de la llegada del Papa.

Era la primera vez en 500 años que un Papa visitaba a Cuba, yo me sentí en el deber de decir lo que dije después que él besó la tierra de este país y explicarle realidades. "...No encontrará aquí aquellos pacíficos y bondadosos habitantes naturales que la poblaban cuando los primeros europeos llegaron a esta isla. Los hombres fueron exterminados casi todos por la explotación y el trabajo esclavo que no pudieron resistir; las mujeres, convertidas en objeto de placer o esclavas domésticas. Hubo también los que murieron bajo el filo de espadas homicidas, o víctimas de enfermedades desconocidas que importaron los conquistadores."

Se trata de realidades que no se podían dejar de decir en un momento como este, hasta por respeto al visitante.

Después digo: "A lo largo de siglos, más de un millón de africanos cruelmente arrancados de sus lejanas tierras ocuparon el lugar de los esclavos indios ya extinguidos. Ellos hicieron un considerable aporte a la composición étnica y a los orígenes de la actual población de nuestro país, donde se mezclaron la cultura, las creencias y la sangre de todos los que participaron en esta dramática historia", estoy hablando de la de Cuba, realidades inobjetables.

Debo decir que fue algo más de un millón de esclavos, se calculan alrededor de 1,2 millones de africanos arrancados de sus lejanas tierras y convertidos en esclavos, 1.200.000 en esta pequeña isla.

Después hablo del resto del continente. Pero en lo que me refiero a esto, se ha querido interpretar como una manifestación de sentimiento antiespañol, denuncia a España. Realmente, nada más lejos de nuestro propósito, al exponer esto, que herir a los españoles, o lastimar a los españoles.

Como dije aquí mismo, de esta dramática historia nació una nación en que se mezclaron la cultura, las creencias y la sangre de los que participaron en ella: españoles, indios, africanos.

Se dice que hubo un español, en la actual provincia de Sancti Spiritu, que tuvo 300 hijos. Hubo mezcla. Otros europeos no se mezclaron con los indios. Es decir que pasó lo que dije; pero hubo mezcla de todo tipo, y esta es la nación, nuestra nación.

Por España sentimos, realmente, respeto, simpatía; no es cierto que ignoremos los aportes de España en la cultura, en la ciencia, en las leyes, en muchos aspectos. Cultura, arte, tenemos mucho de España.

Admiramos la valentía del español, y no solo nosotros, la admiraban Maceo y Máximo Gómez, que lucharon contra ellos. Admiramos a los españoles del sitio de Zaragoza, a la España que derrotó a los ejércitos de Napoleón, hasta ese momento invencibles; a la España del almirante Cervera y de los tripulantes de su escuadra, que recibieron órdenes absurdas de desfilar barco a barco frente a los acorazados yankis, órdenes propias de ignorantes, de los que desconocen los más elementales principios de la guerra. Estoy completamente seguro de que aquella escuadra y aquellos soldados habrían podido desempeñar un papel importantísimo en la defensa de la ciudad de Santiago de Cuba, y aquellos hombres marcharon a la muerte cumpliendo disciplinadamente aquellas órdenes. Son gente realmente admirables. Pero el propio pueblo español vivió siglos también de sistemas opresores, de gobiernos absolutistas, fue víctima de injusticias de todo tipo a lo largo de los siglos.

Debo añadir que al concluir la Guerra de los Diez Años había más de 4000 soldados españoles que se habían pasado al Ejército Libertador. En la guerra del 95, en el momento del licenciamiento del Ejército Libertador, había 1917 españoles. Es de presumir que durante la guerra hayan muerto otros en combate o por enfermedad. En la columna invasora de Gómez y Maceo venían 600 combatientes de origen español.

Si les hacemos un monumento al Ejército Libertador y al Ejército Rebelde, les estaremos haciendo un monumento a miles de españoles que lucharon por nuestra libertad.

Nosotros no culpamos a los españoles de aquella época siquiera; a los de ahora, mucho menos. Culpamos y acusamos al sistema colonial; culpamos y acusamos al sistema esclavista, al crimen horroroso de arrancar a millones de africanos y convertirlos aquí en esclavos; el renacer de la esclavitud después de la edad media, donde prevaleció la servidumbre del feudalismo, no la esclavitud; el renacer de la esclavitud en Occidente.

Culpamos a sistemas, no culpamos a los pueblos; denunciamos los crímenes de las conquistas. Es un deber moral insoslayable. ¡Denunciamos a sistemas y no a pueblos, no a los españoles! Quiero dejar eso bien claro, en lo que se refiere a Cuba.

Pero hablé también del resto del hemisferio. Hay una frase en que digo: "La conquista y colonización de todo el hemisferio se estima que costó la vida de 70 millones de indios y la esclavización de 12 millones de africanos. Fue mucha la sangre derramada y muchas las injusticias cometidas, gran parte de las cuales, bajo otras formas de dominación y explotación, después de siglos de sacrificio y de lucha, aún perduran". Es una verdad inobjetable, eso es real.

He conversado mucho con Guayasamín sobre estos datos de los que murieron en el hemisferio: 70 millones. En México solo pereció mucho más de la mitad de la población.

Un alto funcionario español habló de este tema, que había habido errores, que había habido también cosas positivas; ya mencioné cosas positivas, indiscutiblemente que las hubo. Menciona también la evangelización; me olvidé de citarla. Es incuestionable que en el orden espiritual y cultural la evangelización fue un paso considerable de avance; pero eso no justifica el derecho de conquista. En ningún lugar de el Evangelio aparece que se deba propagar con la punta de la espada y a través del derecho de conquista, porque todavía hay naciones poderosas en el mundo, grandes naciones que tienen otras religiones, otro pensamiento, y me pregunto si, por ejemplo, alguien tendría derecho, por poderoso que fuera, de invadir a China para evangelizarla, o invadir a la India para evangelizarla.

Puede hacerse lo que hizo la Madre Teresa en la India, a quien millones de personas de todas las religiones rindieron tributo en el momento de su muerte por la obra que allí hizo ella; pero no alcanzó aquello como consecuencia de una conquista extranjera de la India.

La evangelización no puede ser justificación de la conquista y de la colonización, porque imaginemos que en este mundo que estamos empezando a descubrir, en este mundo solar al cual pertenece la Tierra, hubiesen existido otros planetas habitados y civilizados, más avanzados tecnológicamente que los habitantes de la Tierra, y que hubiesen desembarcado en Europa, donde se producían matanzas, guerras -como ya mencioné- y sacrificios humanos, no voy a decir canibalismo, pero torturas y sacrificios humanos de todo tipo por parte de personas creyentes. Habrían podido utilizar el mismo argumento para conquistar la Tierra e imponernos sus creencias religiosas. Es decir que el argumento de la evangelización no justifica las guerras de conquista, la conquista, la colonización. Es lo que pienso. No es un argumento realmente adecuado que pueda responder a estas realidades.

Ahora, ¿acaso estoy acusando a los españoles, o a España, o al colonialismo español, o a la conquista española de la muerte de estos 70 millones de indios y la esclavización de estos 12 millones de africanos? No. Yo hablo de todo el hemisferio, y en la conquista y colonización de todo el hemisferio participaron diversas potencias europeas, en el norte, en el Caribe, en el sur; incluso el exterminio de los indios fue más cruel todavía en Estados Unidos, donde fueron prácticamente exterminados por medio de las armas en un proceso de expansión y de conquista. Es decir, no estoy aludiendo a España, estoy hablando de lo que ocurrió en todo el hemisferio con la participación de varias potencias europeas. No tienen por qué sentirse aludidos únicamente los españoles, no he tenido el más mínimo propósito de herirlos, y no confundo al español con los sistemas injustos, sangrientos, abusivos y explotadores que ha conocido la humanidad. Es lo que quiero decir sobre este problema.

También los jesuitas se han sentido lastimados, aunque yo no los mencioné, porque me sentí, igualmente, en el deber de expresar la experiencia que conocí, siendo un adolescente, en una escuela religiosa.

En una escuela -aunque yo no mencioné a los jesuitas, ellos mismos han hablado, y mucha gente sabe que fui alumno de los jesuitas- donde yo estudiaba, había alrededor de 1000 alumnos y no había un solo niño negro; había otras escuelas en este país que no eran de jesuitas donde ocurría igual, y yo preguntaba, por curiosidad, me extrañaba.

Estuve en dos escuelas de jesuitas. Al relatar aquella experiencia no tenía tampoco la menor intención de lastimar o herir a los jesuitas. Otras veces he hablado y he expresado, incluso, mi reconocimiento, mi agradecimiento por las cosas que aprendí, las cosas positivas que recibí en esas escuelas, interno de cabeza, en período de tres meses sin ir a la casa; todos los años, desde el primer grado, estuve interno en tres escuelas, dos de ellas fueron escuelas de jesuitas. Anteriormente estuve en una de los Hermanos de La Salle, esta era diferente: allí sí había algunos niños negros; no los había en Dolores, no los había en el Colegio de Belén. Pienso que esas cosas hayan desaparecido.

Leí un cable de Miami en que decían sobre lo que yo había dicho que realmente no era porque fuesen negros, sino porque eran pobres.

A mí me decían que eran tan poquitos que se iban a sentir muy mal en la escuela; que para que no se sintieran mal por ser negros no había alumnos negros en la escuela.

De allá de Miami, donde creo que hay un colegio que es similar al de Belén, dijeron que en el colegio de La Habana había unos cuantos mulatos. Yo, sin embargo, no recuerdo a un solo mulato en aquella escuela; así que era grande el racismo.

Desde luego, si fuera por razones de pobreza, es muy injusta y muy indigna de existir una sociedad donde no pueda haber un solo niño negro porque no tuviera dinero para pagar esa escuela, y, realmente, uno se rebela contra eso. Me rebelo también contra la discriminación y contra el sistema social que la practicaba, no contra aquellos sacerdotes que estaban allí consagrados a la tarea de enseñar, trabajadores.

Conocí a muchos y muy buenos de aquellos sacerdotes, hice amistad con ellos; estimulaban mi gusto por los deportes, las excursiones, escalar montañas, tuve amigos que recuerdo. Ayudaron a la formación de mi carácter, me ayudaron a adquirir un espíritu de disciplina, capacidad de sacrificio, austeridad, todas esas cosas las desarrollé en aquellas escuelas.

Conocí a hombres eminentes allí que se ocupaban en aquel tiempo de las cuestiones meteorológicas, hacían investigaciones científicas.

Los jesuitas han sido una orden rebelde, conocida en la historia; fue expulsada de Cuba y de toda la América en una etapa determinada.

Tengo presente a los sacerdotes jesuitas que murieron en El Salvador, cruelmente asesinados con las armas que pagaba y suministraba Estados Unidos, en horrendos crímenes; gente estudiosa, muy apegada al pueblo, cuya actitud hacia el pueblo le costó la vida. No tengo nada contra los jesuitas y también me complace hacer esta aclaración.

¿Qué cosas condeno? También mencioné que realmente en aquellas escuelas, en todas, en las tres que estuve, nos enseñaban a menospreciar, casi a odiar al judío, al protestante, al musulmán, al animista, al hindú, a cualquiera que tuviera otra creencia. Eso, indiscutiblemente, hizo daño en la historia, mucho daño -esa falta de fraternidad, de hermandad, de comprensión entre las distintas religiones-, y tiene que haber influido notablemente también en los sufrimientos que padeció el pueblo judío durante más de 1500 años, los guetos, los pogromos y todas aquellas persecuciones.

Recuerdo también, cuando era muchacho, la creencia popular que decía que los judíos habían matado a Dios. Si usted no sabe porque no tiene todavía conocimiento, o no pudo adquirirlo, entonces adquiere prejuicios y esos prejuicios se traducen en sufrimiento durante mucho tiempo, y esos prejuicios cuánto no han costado, cuánta sangre no han costado. Yo hoy comprendo eso mucho mejor; hoy no es ese el principio y en el Vaticano II se hizo mucho énfasis en la cuestión de la animosidad y los conflictos entre las distintas religiones. Yo pude observar esos prejuicios tan absurdos en la escuela y me creí en el deber de expresarlo.

Creo que esas cosas realmente deben desaparecer y lo hice con un sentido positivo, al expresar mi reconocimiento por los esfuerzos que se venían haciendo desde el Vaticano II, y en especial por parte del Papa, en favor del ecumenismo.

Por último, otra gran realidad histórica. Dije que Cuba luchó sola, en condiciones extremadamente difíciles, con insuperable heroísmo, por su independencia. "Sufrió por ello hace exactamente 100 años un verdadero holocausto en los campos de concentración, donde murió una parte considerable de su población, fundamentalmente mujeres, ancianos y niños; crimen de los colonialistas que no por olvidado en la conciencia de la humanidad dejó de ser monstruoso".

Yo menciono el holocausto, estoy hablando al Papa que lo conoció muy de cerca, porque vivió en Polonia; tuvo compañeros de escuela que eran judíos, que murieron después en los campos de concentración, y yo quería trasmitirle la idea de algo horrible que ocurrió en este país, y que fue muy parecido a aquellos campos de concentración.

Estas cosas que dije, y en las que estoy criticando métodos y sistemas, son las que fueron utilizadas también para presentar mis palabras como un sentimiento de antipatía al pueblo español. Como yo tenía allí que ser muy breve y hoy tengo un poco más de tiempo, pues lo explico ahora. Eso creó protestas.

Días después, en Santiago de Cuba, Raúl se refirió a la cuestión del monumento al Ejército Mambí y al Ejército Rebelde. La Revolución ha construido miles de escuelas, hospitales, incontables instalaciones económicas y otras obras, y no ha construido ni siquiera una tumba para los revolucionarios que al morir son enterrados allí en un lugar prestado. No ha invertido un centavo en eso.

La Revolución, el Ejército Rebelde no tiene una escultura, un monumento, ni el Ejército Mambí, es la misma cosa. Nada más justo que el recuerdo histórico de aquellos hombres y de lo que hicieron, que se haga un monumento en su memoria. Y nada más justo que hacerles un monumento a las víctimas del holocausto, de lo que nosotros llamamos el holocausto, de los que murieron en los campos de concentración, como expliqué ahí. Ahora, fueron alrededor de 300.000 personas, ¡alrededor de trescientas mil personas!, fundamentalmente niños, ancianos y mujeres; población civil pura, la parte más débil de la población civil.

Y el holocausto, los campos de concentración aquellos que existieron entonces, en 1896, 1897 y 1898, fueron los predecesores de los que se crearon en la Alemania nazi; predecesores del holocausto judío y predecesores de las aldeas estratégicas que estableció Estados Unidos en Viet Nam. Bueno, el holocausto de los judíos fue apenas 45 años después del holocausto de los cubanos en la última guerra de independencia, y las aldeas estratégicas en Viet Nam se establecieron 75 u 80 años después de los campos de concentración en Cuba. ¿Se puede olvidar eso? ¿Se puede ignorar eso?

Yo quisiera saber, por ejemplo, cuántos cristianos murieron en los circos de Roma, en los primeros 300 años del cristianismo. A veces me pregunto, ¿habrán muerto 300.000 cristianos en Roma? Tal vez los que murieron en los campos de concentraci

Algo más: el número mayor de víctimas tiene lugar después que sale Weyler de Cuba. Sale Weyler, pero allí quedó la gente concentrada, lo había perdido todo.

Se terminan más o menos en marzo de 1898 los campos de concentración, quedan abolidos legalmente, y viene entonces el bloqueo de Estados Unidos en su guerra de intervención en Cuba. Es decir que cuando quedaban allí cientos de miles de sobrevivientes, viene un bloqueo de todos los puertos de Cuba que impidió la entrada de alimentos que pudieran socorrer a aquella gente, a pesar de los esfuerzos que realizaron algunas personalidades y entidades norteamericanas por ayudarlos no pudieron, porque los puertos estaban bloqueados.

El bloqueo militar total impuesto a un país en esas condiciones costó más vidas que las que había costado en cualquier año anterior de pleno gobierno de Weyler. El bloqueo de los puertos de Cuba se suma a las medidas de Weyler y mueren alrededor de 109.000 personas en el año 1898. Ahora en este año, precisamente, se cumplen 100 años. ¿Hay que olvidarlos? ¿Es que acaso no debemos sentir vergüenza de que no se haya hecho ese monumento? Y eso que hicieron con aquellos cubanos es lo mismo que Estados Unidos está tratando de hacer hoy con Cuba: estrangular la economía del país, rendir por hambre y enfermedad a 11 millones de cubanos.

Ahora, precisamente, hacer un monumento es hacerlo no sólo por los que murieron entonces, sino también por los cubanos que hoy sufren otro intento de holocausto. Es decir que tenemos doble justificación para hacer ese monumento, y no se puede tomar como un monumento antiespañol, es un monumento anticrimen, antigenocidio. Muchos descendientes de españoles tienen que haber muerto en aquel holocausto.

Sobre esto recientemente un coronel investigador del MINFAR escribió un libro. Pasó mucho trabajo para reunir los datos, tuvo que valerse de cifras de censos y de todo; hizo un gran esfuerzo para eso.

Es necesario que nuestro pueblo conozca esta historia. [...] hay [en fotos publicadas por el diario Juventud Rebelde] algunas que recuerdan los campos de concentración nazis. Hay una por ahí que es horripilante [...] Una montaña de cráneos. Miren qué foto. ¿Se diferencia en algo de las de Oswiecim, a los campos de concentración similares al concluir la Segunda Guerra Mundial? Dos soldados norteamericanos retratados sobre una montaña de cráneos y de huesos de cubanos muertos en los campos de concentración de Weyler.

¿Debemos hacer o no el monumento? ¿Tiene alguien derecho a sentirse ofendido por eso?

[...] Bueno, a mí, por lo menos, me falta un temita, que está relacionado con un problema muy importante: el bloqueo [...] El 18 de junio de 1997 dos representantes norteamericanos, Torres y Rangel, elaboraron y presentaron en la Cámara un proyecto de ley para suspender el bloqueo en lo que se refiere a alimentos y medicinas fundamentalmente, exceptuar del embargo comercial de Estados Unidos a Cuba las exportaciones de alimentos, medicinas e instrumentos o equipos médicos.

Ustedes saben que prohíben vender una aspirina. Ustedes saben que, incluso, recientemente se dijo una enorme mentira en Estados Unidos: que habían autorizado donaciones por 1000 millones. ¡Qué falta de respeto por los números y por los millones! Se refieren a las donaciones que han hecho organizaciones no gubernamentales y de otros grupos, organismos religiosos o amigos de Cuba. No sé si se refieren también a las de Lucius Walker que se realizaron sin autorización alguna. Incluso todo el dinero que dona en efectivo cualquier persona individual, de cualquier parte, sistemáticamente se envía para una cuenta de salud pública, aunque no digan que el destino sea ese, se dedica a eso.

Creo que alcanza a 13 millones el valor total de las donaciones que han venido de Estados Unidos en estos años, como resultado de la buena voluntad y la acción generosa de instituciones que no tienen nada que ver con el gobierno, y ellos dicen que han autorizado alrededor de 1000 millones en alimentos y medicinas. Para que vean qué falta de respeto por los hechos.

El proyecto de que hablaba dice: "Propósito. Exceptuar del embargo comercial de Estados Unidos a Cuba las exportaciones de alimentos, medicinas y suministros, instrumentos o equipos médicos". Consta de ocho secciones, aquí están, no las voy a leer. El proyecto cuenta, hasta el momento, con 90 copatrocinadores. Es un número ya de cierta consideración. El proyecto en lo esencial, aunque no resuelve el problema, puesto que si un país no puede comerciar libremente y es bloqueado en todo lo demás, no dispondría de los recursos suficientes para adquirir los alimentos y medicinas que necesita, marcha, sin embargo, en una dirección correcta, y es un esfuerzo noble, bien intencionado, digno de reconocimiento y respeto. Esa es la apreciación que nosotros tenemos del proyecto, un paso de avance dentro de las condiciones reinantes allí, y vienen luchando por ello [...] Esta iniciativa a la que se unía la casi unánime condena al bloqueo en la Asamblea General de las Naciones Unidas y las crecientes dificultades de Estados Unidos en todas partes, como consecuencia de la Ley Helms-Burton, ganó rápidamente apoyo de importantes instituciones de Estados Unidos y de muchas personalidades, entre ellas una muy importante: el Consejo de Iglesias de Cristo en Estados Unidos, que agrupa a las principales iglesias protestantes de ese país, con 52 millones de miembros. Ellos hicieron una declaración el 8 de diciembre de 1997. Voy a leer solo una parte pequeña:

"Somos una delegación ecuménica en visita a Cuba por invitación del Consejo Cubano de Iglesias como parte de un continuado esfuerzo por fortalecer los vínculos de amistad y comprensión entre nuestras iglesias y nuestros pueblos". Vinieron en diciembre y desgraciadamente yo no los pude saludar -siempre que puedo saludo a estos visitantes-, porque era en vísperas de la Asamblea Nacional y de las elecciones generales. Al saber que estaban aquí, me interesaba saludarlos; cuando tuve una oportunidad, ya se habían marchado. Ellos también deseaban tener un encuentro. En esa declaración del 8 de diciembre, hablan de las dificultades para enviar ayuda, con un costo a veces hasta cuatro veces superior al del envío directo desde Estados Unidos, porque tienen que hacerlo por terceros países: "además -expresan textualmente-, debido a las complicaciones logísticas resultantes de la suspensión de los vuelos directos, hemos tenido que suspender nuestros esfuerzos para dar respuesta inmediata a la necesidad urgente de medicamentos específicos", en algunas ocasiones, los puede necesitar una persona muy grave. Hablan de eso.

Y al final dicen: "Al disponernos a regresar a nuestro país, nos comprometemos a renovar nuestros esfuerzos para corregir la injusticia de la política de los Estados Unidos y contribuir a fomentar relaciones más normales entre los Estados Unidos y Cuba. Específicamente, consideramos que debemos redoblar nuestros esfuerzos para poner fin al embargo de los Estados Unidos" -dicen: "para poner fin al embargo"-; "incrementar nuestra asistencia humanitaria al pueblo de Cuba, en parte mediante nuestro esfuerzo por que se restablezcan los vuelos directos entre los Estados Unidos y Cuba; educar y movilizar a los miembros de nuestras iglesias acerca de lo que hemos conocido y lo que ya sabemos acerca de la realidad de Cuba. Trabajaremos también para educar al público en general mediante esfuerzos de colaboración con la comunidad de negocios y las organizaciones de base norteamericanas para compartir nuestras preocupaciones".

Después añade: "De inmediato, pensamos compartir nuestras conclusiones con el Vaticano, con los obispos católicos norteamericanos y con el gobierno de los Estados Unidos. Trasmitiremos al Santo Padre nuestra profunda y consecuente oposición al embargo norteamericano, y nuestros planes para trabajar por el desmantelamiento del embargo, comenzando por esfuerzos para promover la adopción de los actuales proyectos de ley que permitirán la venta a Cuba de alimentos y medicinas norteamericanos". Se refieren al proyecto de Ley Torres-Rangel.

Vean qué nobles declaraciones, con qué desinterés, son cosas dignas de agradecer. Hablan, sí, que apoyan este proyecto, pero que la idea fundamental es "redoblar nuestros esfuerzos para poner fin al embargo de los Estados Unidos", esto lo ponen en primerísimo lugar, que ellos se oponen al embargo.

[...] Ahora, otra muy importante declaración, esta de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, el 13 de enero de 1998. Fíjense en el título: "Es hora de finalizar el embargo a las ventas de medicina y alimentos a Cuba, dice Cámara de Comercio norteamericana". A continuación se expresa en la información: "La Cámara de Comercio de los Estados Unidos, junto a grupos religiosos y humanitarios, han anunciado hoy que una nueva coalición se ha formado (Norteamericanos en favor del comercio humanitario con Cuba) para apoyar una legislación pendiente que finalizaría el embargo norteamericano a las ventas de medicinas y alimentos a Cuba.

"La Cámara considera que los productos norteamericanos que son importantes para la vida deben ser de libre acceso para la gente que más los necesita", añadió que, "las sanciones unilaterales de Estados Unidos contra Cuba imposibilitan que las compañías norteamericanas respondan a esa necesidad. Más aún, negar alimentos y medicinas al pueblo de Cuba no se corresponde con el papel de Estados Unidos en su liderazgo mundial".

En este grupo que yo mencioné aquí, Norteamericanos en favor del comercio humanitario con Cuba, hay políticos de los dos partidos, ex asesores de distintos gobiernos, empresarios, académicos y religiosos que apoyan el cambio de política hacia Cuba, específicamente el levantamiento del bloqueo al comercio de medicinas y alimentos.

Este grupo comenzó a formarse en 1997 durante los preparativos para la presentación en la Cámara de Representantes del Proyecto de Ley Torres-Rangel, a partir de la unión de varias personas que individualmente trabajan en apoyo al proyecto o simpatizan con un cambio de política hacia nuestro país, y se han incorporado no se sabe cuánta gente y sectores a este grupo.

[...] Ya ustedes lo ven subiendo como la espuma y la distinta gente que se suma al grupo.

Al aproximarse la visita del Papa a Cuba y ante la posibilidad de que el tema del bloqueo fuese abordado por el visitante, el movimiento cobró más fuerza todavía. Casi todos los principales diarios y revistas escribieron artículos contrarios o editoriales con variados argumentos contra el bloqueo. Son muy variados, porque algunos dicen que es injusto, otros dicen que el bloqueo no ha tenido resultado alguno, que el bloqueo facilita la Revolución, que el bloqueo se convierte en un pretexto de la Revolución para culpar a Estados Unidos, etcétera, utilizan todo tipo de argumentos; pero es el hecho de que en forma casi unánime las principales revistas y periódicos se han manifestado en estos últimos tiempos contra el bloqueo.

La condena del Papa contra las medidas económicas impuestas a Cuba como injustas y éticamente inaceptables constituyeron un duro golpe para sus promotores; es decir, los partidarios de suprimir el bloqueo cuentan ya con un movimiento fuerte y creciente, que tiene inquieta y nerviosa a mucha gente; incluso a la administración, pero fundamentalmente a la mafia anexionista, la extrema derecha en Estados Unidos. Están realmente preocupados.

La condena, las palabras del Papa, fundamentalmente sus palabras finales en el discurso de despedida, constituyeron un duro golpe para los promotores del bloqueo, los que estaban oponiéndose a la Ley de Torres-Rangel y proponiendo todos los días nuevas medidas, porque se habla de bloqueo, pero es el bloqueo, leyes de todo tipo y nuevas medidas que están constantemente proponiendo, porque es un programa, un plan sistemático de endurecer el bloqueo cada vez más.

En su desesperación, el senador Helms, nada menos que el autor principal de la Ley Helms-Burton, y la llamada Fundación Cubano-Americana, la misma que organizó y pagó los atentados terroristas, las bombas en los hoteles de La Habana para golpear la economía, golpear el turismo y sembrar el pánico entre los posibles visitantes a Cuba, entre ambos, el Senador y la Fundación, elaboraron una idea pérfida para bloquear el proyecto Torres-Rangel -fíjense, esto es interesante- y mantener el más riguroso bloqueo contra Cuba.

La idea consiste en ofrecer ayuda humanitaria en condiciones humillantes, y, a la vez, mantener el más despiadado y riguroso bloqueo; una limosna a cambio del honor del país, y el derecho a seguir llevando a cabo su plan de asfixiar la economía de Cuba y rendirla por hambre y enfermedad.

Cuba ha recibido ayuda de organismos de Naciones Unidas, desde antes del período especial y después del período especial; ha recibido además ayuda de gobiernos, organizaciones no gubernamentales, grupos de solidaridad -que son numerosos- y amigos de todo el mundo que se oponen al crimen del bloqueo.

¿Cómo podría aceptar ayuda humanitaria de aquellos que nos clavan cada vez más profundamente el puñal asesino, para impedir nuestro desarrollo económico y social? Sería como pedirle a este país que lamiera de rodillas las manos de los que le clavan el puñal. No puede concebirse algo más repugnantemente cínico.

Cuba no demanda ayuda humanitaria de Estados Unidos, Cuba demanda que cese la guerra económica genocida contra nuestro pueblo y se respete su derecho a desarrollarse económicamente y comerciar libremente con todos los pueblos del mundo.

Cuba no pide limosnas, Cuba no pide ayuda humanitaria; Cuba pide el cese del bloqueo, que nos dejen en paz, que nos dejen trabajar.

Algunos de los que escriben contra Cuba, juzgan a la Revolución con odio visceral y reaccionario, para exaltar el capitalismo y criticar el socialismo. Hemos aprendido a distinguir bien la línea de cada uno de los que escriben.

¿Cómo pueden criticar a la Revolución por las dificultades materiales e ignorando la historia, la explotación y el saqueo que han sufrido los pueblos del Tercer Mundo, realizar comparaciones con las economías de los países capitalistas desarrollados, sin mencionar siquiera el bloqueo, como hacen algunos que no pueden disimular su rabia y su resentimiento por el hecho de que este país socialista y heroico haya resistido? Que nos dejen en paz y nos juzguen después.

Hay otros datos que no se pueden dejar de mencionar.

Los que elaboraron la sucia e hipócrita maniobra de ofrecer ayuda humanitaria y a la vez mantener e incrementar el bloqueo no pueden ocultar sus claras intenciones, y que ha sido concebida precipitadamente. Se puede apreciar fácilmente por las noticias públicas que han llegado muy recientemente.

Aquí hay un cable de "Washington, 30 (AP).- El senador Jesse Helms, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, apoyó hoy una iniciativa legislativa para otorgar alimentos y medicinas a cubanos necesitados".

"...La iniciativa pretende en parte responder a los opositores del embargo que piden emprender la venta de alimentos y medicinas a Cuba", esto es lo que dice el cable. "Estos críticos basan sus argumentos en las declaraciones del Papa Juan Pablo II, quien criticó el embargo durante su reciente visita a la isla". Es decir que se dice que la iniciativa tiene ese propósito de responder y desmantelar a la oposición del embargo.

[...] Confiesan el propósito de hacer fracasar el proyecto Torres-Rangel y frenar el movimiento contra el bloqueo, que ha crecido como la espuma y ha crecido con más fuerza después de las declaraciones del Papa. Es decir que se ha producido rápidamente esta maniobra que ha creado, además, cierta crisis en la extrema derecha, al grado de producirse entre ellos polémicas públicas -unos que sí, otros que no-, una especie de caos.

Otro cable, este es de ITAR-TASS, desde Washington, el 30 de enero, dice: "El senador Jesse Helms, enemigo irreconciliable del régimen de Fidel Castro" -más valdría haber dicho amigo inseparable de las prebendas y el dinero de la Fundación Cubano-Americana-, "intervino inesperadamente con una declaración en apoyo de la concesión de la ayuda humanitaria a Cuba, pero con la condición de conservar el embargo norteamericano.

"Apoyo enérgicamente la iniciativa de la comunidad cubano-americana de conceder medicamentos y productos alimenticios a los cubanos que la necesiten -señala la declaración del presidente del Comité Senatorial de Asuntos Exteriores, recibida el jueves último en la corresponsalía de ITAR-TASS-. Parte de esa ayuda la podría prestar el Gobierno de Estados Unidos."

"Pero el senador Helms presentó tres condiciones: la ayuda humanitaria debe difundirse por canales de las organizaciones religiosas no gubernamentales, dirigirse directamente a los que la necesitan y tiene que conservarse el embargo económico norteamericano respecto a Cuba, que está en vigor ya casi cuatro decenios."

Vean lo esencial de la idea: "Apoyo enérgicamente la iniciativa de la comunidad cubano-americana de conceder medicamentos y productos alimenticios a los cubanos que la necesitan", y a renglón seguido: "Tiene que conservarse el embargo económico norteamericano respecto a Cuba, que está en vigor ya casi cuatro decenios".

No hemos terminado todavía. Hay otro cable que delata más claramente todavía la idea -no voy a decir maquiavélica para no ofender a Maquiavelo, que era un hombre inteligente, un estudioso de la política-, la pérfida idea.

Se trata de un cable de la Reuter, desde La Habana, pues hay un antecedente que debo señalar:

Entre las miles de gente que pidieron visa, nosotros decíamos: "Otórguense todas las visas posibles a los que quieran venir". Realmente hubo muy escasas excepciones: gente que, por trastadas y cosas que han hecho, muy sucias, o con antecedentes que podían constituir un riesgo para la seguridad del Papa y el éxito de la visita, no se les concedió.

Pero, curiosamente, se presentan dos señores allá y piden visa. Alegan que son muy católicos, y que, por favor, les den una visa para venir a Cuba a raíz de la visita del Papa. Eran nada menos que dos asesores del señor Helms. Por supuesto que todo el mundo al oír eso dice: "¡Ni loco!" Cuando me lo consultan, recomiendo: "Déjenlos venir, que vengan, que vean lo que es Cuba de verdad". Se les autorizó. Muy piadosos, vinieron, tan libres como los 3000 periodistas. Se movieron, hablaron, y hasta solicitaron quedarse cinco días más después de la visita del Papa. Por eso esta declaración está fechada en La Habana.

Vean lo que dice REUTER: "Asistentes del Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, Jesse Helms, impulsan un plan para suministrar ayuda humanitaria a Cuba, a la vez que se mantiene el embargo económico impuesto por Wa-shington contra la isla de régimen comunista."

Continúan diciendo los voceros, estos piadosos colaboradores de Helms: "La realidad es que el embargo no será levantado y no podría ser levantado; pero lo que el senador Helms trata de hacer es encontrar una iniciativa que responda a la petición del Papa, señaló". Miren qué inventaron.

"...Queremos ayudar a la Iglesia a llenar y expandir el espacio abierto por el Papa, manifestó". "...Según Thiessen" -aquí está la parte, podemos decir, más cínica-, "Helms está consciente de que el gobierno cubano verá probablemente con escepticismo cualquier plan de ayuda propuesto y respaldado por sus críticos más acérrimos en el extranjero.

"Sin embargo, sostuvo que si el gobierno de Castro rechaza la ayuda, el líder cubano no podrá alegar que Estados Unidos es el culpable de los problemas económicos de la isla", y añade: "No hay forma de estar del lado correcto al decir ‘no’ a la ayuda humanitaria, agregó".

Ni la menor intención tienen de hacer llegar algo a Cuba. Lo que quieren es desbaratar el movimiento contra el bloqueo, que es ya muy fuerte, despertar si pueden algunas ilusiones y culpar a Cuba del rechazo a tan indignante oferta.

Como puede apreciarse, se trata de una repugnante e inmoral maniobra, una respuesta grosera a las palabras del Papa, que calificó las medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país como injustas y éticamente inaceptables -estas fueron sus palabras textuales-, un insulto a las instituciones religiosas cubanas, un desafío al pueblo revolucionario y heroico que resiste y resistirá con honor.

Pero no hay que esperar mucho la respuesta, el gobierno de Cuba, con la mayor dignidad del mundo y en nombre de un pueblo que es hoy símbolo de dignidad en el mundo, dice: "¡No!"

[...] Ellos [Helms y otros políticos estadounidenses] realmente, han estado organizando la conspiración contra Clinton. Clinton en estos momentos está atravesando dificultades personales; no por ello nos alegramos, al contrario, le deseamos, sinceramente, que pueda superarlas. Me parecen realmente sucias las acciones contra él que están realizando sus adversarios. Es un verdadero ejemplo de las cosas que ocurren en ese país y de falta de ética.

Recientemente un periodista de Granma hizo un buen artículo analizando la cuestión. En cierta forma, ya que tú mencionaste este tema, el escándalo le restó espacio a las noticias sobre la visita del Papa, porque fue casi coincidente con su llegada a Cuba, y muchas cadenas mandaron a buscar rápidamente a sus periodistas estelares, quedaron aquí las cadenas, siguieron dándole cobertura a la visita, pero ordenaron regresar a los periodistas más famosos para atender el caso, restándole espacio a la visita. Pero dicen que, a pesar de todo, durante dos días las noticias de la visita del Papa tuvieron prioridad absoluta, y durante otros dos días, a pesar de que la publicidad fue consagrada al escándalo, se continuó brindando una enorme información sobre la visita del Papa a Cuba. Son las noticias que tengo.

[...] Nos habría gustado, realmente, que el pueblo norteamericano hubiera podido ver todo: lo bueno y lo malo, lo favorable y aquello que nos critican. Como decía, el país entero estuvo sometido a escrutinio, lo registraron y exploraron por todos los rincones, por todas partes. Bueno, leyendo cables he conocido nombres; se han hecho famosos algunos nombres. Si se topaban con un lumpen que quisiera hablarles, se elaboraba una gran historia. Buscaban como locos cualquier jinetera que pudieran localizar para entrevistarla a su gusto con toda la intención de herir el honor del país.

Algunos mencionaban las desigualdades. Las desigualdades las hemos mencionado nosotros primero que nadie; mucho que nos duele que haya determinadas desigualdades. Pero, imagínate, el mundo capitalista hablando de desigualdades en un país que con tanto heroísmo lucha por la justicia y tantas desigualdades ha suprimido.

Algunos han tratado de impugnar aquellas cosas que todo el mundo reconoce. Algunos escribieron, incluso, con rabia. ¿Qué les explica? Algunos no soportan, realmente, las proezas de que ha sido capaz nuestro pueblo. Son los enemigos ideológicos.

En el Congreso y en la Asamblea Nacional, expliqué yo cuánto nos dolía algunas de las medidas que hemos tenido que tomar; tales desigualdades las han convertido en un tema de ataque.

El dólar que circula se ha vuelto otro tema. Qué paradoja, que la Revolución tenga que usar el dólar, dicen. No, si la Revolución no puede usar dólares en su comercio internacional, tiene que usar yenes, marcos, francos, liras, todas las demás monedas; está prohibido por Estados Unidos usar dólares, hay que cambiar los dólares por otras monedas para usarlos en el comercio exterior. Además, pareciera que fuera Cuba el único país que usa dólares, hay países en que la única moneda es el dólar. No dicen que hemos logrado rebajar el valor que tuvo el dólar en un momento dado, eso no lo mencionan, que hemos rebajado más de seis veces el valor que tenía el dólar -cosa que no lo ha hecho ningún país-, en las condiciones de período especial. No dicen tampoco que el 60% de las reservas en divisas de los bancos centrales de todos los países en el mundo están constituidas por dólares, con lo cual la economía de Estados Unidos disfruta de privilegios excepcionales a costa del resto de la economía mundial.

Algunos, cuando hablan de índices, introducen matices: "Según datos oficiales, tienen solo el 7,2 de mortalidad infantil". De inmediato añaden: "Pero no hay medicinas", sin mencionar siquiera el bloqueo, tal es el odio con que hablan algunos de ellos; casi como si cuestionaran los datos, que son realmente una proeza del país en las condiciones en que lo ha logrado. Enfurece a los reaccionarios que esta isla y este pueblo estén defendiendo sus ideas cada vez con más decisión, cada vez con más firmeza y cada vez con más convicción de la justicia de su causa. Sin embargo, muchos periodistas honestos y talentosos, escribieron o narraron por televisión y radio con la mayor objetividad todo lo que vieron, incluso con admiración, e hicieron conocer al mundo lo que es Cuba y su maravilloso pueblo. Tendremos que seguir luchando duramente. Vean qué pronto surgieron nuevas maniobras. Luchar y luchar, ese es nuestro estilo; trabajar y trabajar, contra todo: agresiones políticas y agresiones naturales, ciclones, inundaciones, lluvias excesivas, sequías, tormentas, lo que sea, ¡lucharemos!

[...]

(Versiones taquigráficas - Consejo de Estados Revisada y completada con algunos conceptos por el Comandante en Jefe. Tomado la edición en Internet de Juventud Rebelde. 1997. La Habana. Cuba)

 

 

 

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