Proyecto
O.H.U.
Organización de la Humanidad Unida

DE LA AUSENCIA AL LOGRO DE UN PROYECTO DE HUMANIDAD UNIFICADA
(continuación)
 

II
COMUNIDADES

REGIONES, LO ÉTNICO-CULTURAL Y LA NATURALEZA


Proyecto de humanidad unificada

    Para ir decreciendo el número de habitantes de los centros urbanos superpoblados, es necesario aumentar el número de comunidades pequeñas en zonas despobladas. Ésa es una de las planificaciones que deben ser instrumentadas en todo el mundo para dar inicio a un nuevo ordenamiento poblacional.
    Dentro de las posibilidades de movimientos migratorios y de un nuevo orden en la población de los países, imaginemos una instancia futura en la que ya no exista un continente donde predomine una raza, o una región donde predomine una cultura. Imaginemos que, dentro de varios siglos, pudiera lograrse que en cualquier rincón del mundo a donde se pudiera viajar, las poblaciones hubieran logrado cada una el mismo grado de diversidad que hoy encontramos en el planeta. Que tanto sea en la India, como en África central, en Nueva York o en Suecia, hubieran tantos blancos como negros, chinos, indios e híbridos de diversas razas. Que el control de la natalidad y una eficiente administración de las diversas comunidades, pudieran equilibrar en todo el mundo los índices poblacionales de todos los grupos étnicos y culturales. Que en lugar de habitar en zonas o barrios separados de ciudades grandes, lo hicieran en pequeñas comunidades, conviviendo de manera integrada, enriquecedora. Cada comunidad compuesta por representantes de cada cultura, de cada región, de cada continente, de cada raza.
    Imaginemos que, dada esa diversidad de habitantes, ningún país (si para entonces todavía existieran los países) pueda distinguirse de otro en cuanto a qué tipo de gente compondría su población. Cada país tendría gente viviendo en otro país. Y tendría gente de otro país viviendo dentro. ¿Qué pasaría con el concepto de frontera, el de orgullo nacional? ¿Dónde habrían de quedar esos conceptos, sino en la historia?
    Un mundo que pudiera tener mezclada y no separada por zonas a la gente de distinta genética, nación o cultura, no solamente debería ser un deseo, sino también un propósito. Una humanidad desunida desde su origen, debe buscar la unión no mediante deseos en el aire, sino mediante proyectos muy concretos, y la idea de ir estableciendo comunidades internacionales y plurirraciales en todo el mundo, es una posibilidad estratégicamente efectiva que debería haber sido implementada hace ya bastante.
    En la medida en que pequeñas comunidades de ésas vayan multiplicándose por el mundo, aunque, por lo pronto, no se vaya a resolver el problema de la humanidad, sí va a resolverse el problema de que hasta ahora no estábamos resolviendo nada al respecto. Y esto es un principio, más allá de si se logrará o no el propósito final, y como principio, tiene su valor, sus fundamentos, sus perspectivas. Un proyecto de humanidad unida debe empezar por lo más elemental: reunir a los representantes de todas las razas y culturas para definir qué clase de mundo queremos. Si queremos un mundo en el que cada región sea un mundo aparte, con su propia gente característica, o si queremos un mundo en el que cualquier población en cualquier rincón sea exponente del todo.
 

Preservación de la Naturaleza y de poblaciones indígenas

    La idea de tales comunidades integradoras, sin embargo, plantea el problema de qué hacer con las tribus indígenas que estamos tratando de preservar al no influir con nuestra cultura en sus modos de vida tradicionales. Quizá no ahora, pero sí en un futuro lejano, cabría preguntarse qué sería más conveniente para esos nativos: si dejarlos en su primitivo estado, o hacerlos avanzar, en caso de que integrarlos al proyecto comunitario mundial les otorgue más beneficios que problemas. Dado el estado de sociedad -indeseable- que podemos ofrecerles en estos momentos, tal planteo no cabe y por eso estamos tratando de no integrar a esa gente a la civilización, ni de invadirla con ninguna propuesta que introduzca cambios culturales en su estilo de vida. Pero si lográramos una sociedad en condiciones tales que resultara enriquecedor, sano, beneficioso en todo sentido para los nativos de esos núcleos humanos primitivos, al menos deberíamos ir a informarles sobre lo que podemos ofrecerles, y que ellos sean quienes decidan si estarían dispuestos a participar en algo así, o mantenerse aislados.
    Hasta tanto eso no ocurra, el proyecto de unificación de la humanidad mediante estas comunidades de diversidad racial, nacional y cultural, deberá tener presente que, como algunas de ellas podrán establecerse en áreas habitadas por esas tribus indígenas, o próximas a ellas, se deberá evitar interferirlas, y velar por que cuenten con la necesaria protección para que ni gobiernos ni empresas, en especial madereras, ni cazadores, incursionen en su hábitat con acciones depredadoras. La conservación de la naturaleza y la preservación de las comunidades indígenas ligadas a ella, deben dar lugar a la instalación de un anillo de protección constituido de comunidades del proyecto de humanidad unificada, en áreas boscosas y selváticas donde haga falta vigilancia. Ambientalistas, guardabosques, científicos naturalistas, de todo el mundo, nucleados en esas comunidades situadas en la periferia de las áreas protegidas, mantendrían un control que, a la distancia, ni gobiernos ni ecologistas están logrando para evitar acciones depredadoras.
    La  degradación del medio ambiente y la amenaza de extinción de especies vivientes, deberían llevarnos a cumplir con acciones preservadoras no por nuestro propio bien, sino por el bien de la propia naturaleza, más allá de nosotros. Porque ella, humanidad aparte, tiene sus propias razones para existir. Sin embargo, la situación del planeta ha llegado a un punto en el que cuidar la naturaleza no podrá ser algo que hagamos por ella, sin necesidad de pensar en nosotros. Porque tanto dependemos de ella, que cuidarla es cuidarnos, y descuidarla sería extinguirnos. Por lo tanto, ya no se trata de preservar el medio ambiente sólo por respeto al derecho a existir de las especies vivientes, sino también para que nuestra propia existencia pueda tener continuidad.
    No puede haber un proyecto de humanidad unificada, sin un proyecto de unificación de la humanidad y la naturaleza. Ambas han sido separadas en la cultura occidental, ya desde la tradición judía. La Biblia, en Génesis 1, enseña que el Dios Yahvé ha dado al hombre la autoridad para someter a su voluntad a la tierra, las plantas y los animales; enseñanza que ha sido aplicada destructivamente en grados que, bíblicamente, pueden ser reflejados en los catastróficos sucesos del Apocalipsis.(1)
 
 

UNIDAD Y DIVERSIDAD CULTURAL

Legislación

    Un proyecto de humanidad unida se hace difícil cuando se tiene en cuenta que hay culturas cuyas costumbres y leyes son francamente distintas ante un mismo problema. Lo que en una parte del mundo puede ser elogiable, en otra parte puede ser rigurosamente penado, prohibido; por ejemplo, que la mujer trabaje o que se vista sin cubrirse todo el cuerpo. O las mutilaciones genitales hechas a las mujeres para que no sientan placer. Entre lo prohibido y lo permitido, ¿cómo podrían concebirse comunidades en las que occidentales e islámicos pudieran convivir sin este problema?, ¿cómo, sin una legislación internacional con validez en todo rincón del planeta, que proteja los derechos de la mujer, que sigue siendo usada y dominada por los hombres donde las sociedades no avanzaron en ese sentido desde hace miles de años?
    Si la humanidad fuera UNA, tendríamos leyes para todos. Pero como esto no es así, cada pueblo tiene su ley, y en caso de un proyecto de comunidad internacional, donde haya que establecer una sola ley para la colectividad, cada participante trataría de que sea la ley de su país la que se imponga sobre la de los otros.
    Los planificadores de estas comunidades deberán tomar decisiones que los colocarán en posiciones encontradas. Deberá decidirse si la mujer debe ser libre o subyugada, si se cultivará tabaco o se prohibirá fumar, ya que se sabe que es nocivo para la salud ("es causa de cáncer", dicen los propios avisos televisivos de cigarrillos); deberá decidirse si se criarán o cazarán animales para alimentarse o si se establecerá un régimen alimenticio que reduzca o excluya la carne; si se usará dinero y habrá trabajo remunerado, o si se eliminará todo valor de intercambio, bajo un concepto de trabajo solidario; si se permitirá tener canarios en jaulas o se prohibirá aprisionar a los animales; si habrá circulación de automóviles con combustible contaminante o si se utilizarán automóviles con paneles solares, bicicletas, caballos u otros medios de transporte que no contaminen el aire. Más allá de las subjetividades causantes de que se tome partido por una opción u otra, habrá que establecer qué es lo objetivamente más favorable para el perfeccionamiento humano. Y habrá que ser rigurosamente estrictos para desterrar toda acción, hábito y costumbre que mantengan a los ciudadanos en una existencia retrogradante.
    Estas decisiones deben ser tomadas, porque no estamos hablando de una humanidad a ser armada con sus pedazos diversos, ensamblados sin argamasa en un débil rejunte que pueda resquebrajarse. Estamos hablando de fabricar la argamasa para lograr una sólida e inquebrantable unión de las diversas partes de la humanidad, y esa argamasa es el proyecto de una red mundial de comunidades con diversidad racial y cultural. Un proyecto es una argamasa, y la humanidad no está unida por argamasa alguna de valores y de planes, porque no tuvo proyecto en su origen, ni lo está teniendo todavía. Estamos a tiempo de reunirnos a empezar a proyectar lo que todos queremos de este mundo para el futuro; qué tipo de futura humanidad nos propondremos diseñar con un modelo único, ya que la actual y la pasada fueron obra de diseños fragmentarios y conflictivos entre sí. Cuando establezcamos qué sociedad humana empezaremos a elaborar, será viable la definición de qué leyes, qué prohibiciones y qué libertades deberán existir.
    No podrá tener lugar, en este proyecto internacional, ninguna costumbre retrógrada y degradante que esté amparada por la legislación de determinado país cuyos representantes convivan en estas comunidades. Una convención legislativa establecerá una única ley para todos los ciudadanos de los diversos países participantes de la experiencia. Esa convención determinará que, dentro de la diversidad cultural que se promoverá mantener paralela a la unidad cultural que se desarrolle, no podrá tener cabida ninguna conducta que se aparte de la legislación comunitaria.
    Todo ciudadano y toda organización que deseen participar en este proyecto, deberán atenerse al concepto de que ya no vivirán bajo el régimen de la nación a la que pertenezcan, sino bajo una ley internacional, cuyas libertades otorgadas y cuyas restricciones impuestas a los habitantes de estas comunidades, ellos deberán conocer a fondo antes de ofrecerse a participar en la experiencia, y las deberán aceptar para ser admitidos.
    No hay que confundir "respeto a las diferencias o a la diversidad cultural", con permisibilidad ante lo que determinadas culturas sustentan contra la dignidad humana. La determinación de qué humanidad futura queremos lograr, con qué vicios y males erradicados de la cultura planetaria que vayamos a conformar, exige restricciones a toda manifestación cultural que amenace con introducir en el proyecto de unificación de la humanidad, variables contaminantes.
    Habrá que tener en cuenta un serio inconveniente para el establecimiento de comunidades en países donde los gobiernos violan los derechos humanos que, pese a su Declaración Universal de 1948, la O.N.U. no ha podido hacer cumplir. Si los principios que se establezcan para la vida comunitaria prohibieran acciones que en tales países se permiten contra los derechos humanos, o bien permitieran acciones que en tales países -también contra tales derechos- se prohiben, existiría una sola forma de establecer en ellos estas comunidades. Consistiría en que ellas sean declaradas por los gobiernos de tales países, como zonas neutrales de cuyo funcionamiento a nivel normativo, en lo social y cultural, el gobierno nacional no se responsabilice. Algo así como porciones "desnacionalizadas" del territorio, sujetas a leyes internacionales aseguradas por la O.N.U. Las comunidades podrán tener su propio sistema normativo como lo tiene toda empresa o institución, pero cuando éste no se adecue a la legislación de los países donde los gobiernos violan derechos humanos, no es de esperarse que tales gobiernos declaren zona neutra con su propia normativa a las comunidades. Y aunque sí ocurriera, ¿a qué tribunal internacional, sino al de La Haya, tendrán que recurrir sus habitantes ante cualquier conflicto que se presentara con un gobierno nacional de ésos? Si la intercesión de la O.N.U. sería necesaria en tal instancia, mejor que lo sea en principio: con la O.N.U. haciendo respetar los derechos humanos en comunidades a establecer en países con el referido problema, y sus gobiernos delegando en la O.N.U. el control jurídico de las áreas comunitarias, para que toda libertad quede fuera de la responsabilidad del gobierno nacional, y que todo delito que la O.N.U. juzgue como tal, sea penalizado por una corte internacional. Pero mientras la O.N.U. siga sin poder jurídico para imponer sanciones a los países que violen derechos humanos, no podrá haber en tales países comunidad alguna del proyecto de humanidad unificada.
 

Religión

    Uno de los problemas a afrontar es el de la diversidad de creencias religiosas. Establecer si deberá haber una religión cuyas enseñanzas sean consideradas más próximas a la verdad que las de otras religiones, y que la cultura planetaria a constituir tenga un "culto oficial", no es algo a lo que pueda llegarse mediante una convención. Porque la parcialidad de quienes debatieran al respecto, no podría arribar a puntos de acuerdo, cuando lo que se estaría haciendo es una elección por exclusión.
    El problema de que los humanos estén divididos por religiones, según en qué lugares hayan nacido y habitado, resulta de la formación cultural que la educación proporciona en cada país, donde hay un culto predominante que es enseñado -en muchos lugares por imposición- y hay una absoluta ignorancia acerca de lo que dicen las demás creencias.
    Una cultura planetaria como la que se pretende para el proyecto de comunidades multiculturales, podrá no disponer de una religión (lo cual habrá que considerar si se tratará de una falencia o de una ventaja), pero lo que sí deberá propiciar, es que los habitantes sean instruidos en el conocimiento de todas las creencias, mitologías, cosmovisiones actuales y ancestrales, y doctrinas filosóficas acerca de la idea de un Ser Superior, deidades, el universo y la existencia.
    Una comunidad cuyos habitantes reciban un conocimiento diverso acerca de religiones, tendrá opciones que en el mundo no se han ofrecido, durante toda la historia, a los habitantes de las naciones. Los ciudadanos podrán arribar a esta experiencia de intercambio, cada uno con sus creencias. Pero es previsible que el conocimiento de lo que predican los creyentes de otras religiones, pueda hacer que muchos dejen de pensar que la suya es la única verdad religiosa, y tengan apertura a otros cultos. También es previsible que la profundización en el conocimiento de las religiones, lleve a muchos a terminar dudando de la veracidad de lo que creían, y a no creer en ninguna religión. Todas estas posibilidades estarán dadas dentro de la libertad de pensamiento que se estará favoreciendo con esta propuesta comunitaria de diversidad religiosa.
    Cada comunidad deberá contar con espacios en los que los adeptos a las diversas creencias puedan llevar a cabo sus prácticas. Y espacios en los cuales se pueda reunir a los representantes de los diversos cultos, para que unos enseñen lo suyo y otros lo aprendan. También espacios neutros de convergencia que puedan recibir a adeptos a creencias distintas, como el universalista Templo de la Buena Voluntad, en Brasilia.(2)
 

Diferencias culturales y factores ambientales

    La idea que tenemos acerca de las diferencias entre los países, está, en parte, determinada por factores ambientales dados por la geografía. Vestimentas de abrigo o ligeras, resultan del clima. Transportación en camello o en góndolas, nos pueden remitir al desierto del Sahara y a Venecia, respectivamente. En una comunidad internacional instalada en una zona subtropical campestre, los siberianos no estarán abrigados, los árabes no andarán en camellos, ni los venecianos irán de su casa al trabajo en una embarcación. Por lo tanto, muchas de las diferencias culturales que pueden observarse de un país a otro, no necesariamente van a estar presentes en la vida cotidiana de las comunidades internacionales.
    Las migraciones europeas a Sudamérica, donde en Navidad hace calor, han incorporado a la alimentación hábitos tales como el consumo de frutas secas. Algo típico de regiones frías, que al aportar calorías consumido en lugares cálidos para dicha festividad, es inconveniente para la salud. Si un proyecto de comunidad planificada, deberá establecer qué alimentos serán los que convenga que la población consuma y cuáles no, deberá romperse con tradicionalismos asociados a fechas o a regiones de procedencia. En las referidas migraciones europeas al hemisferio sur, no se hizo conciencia del cambio ambiental, climático, que exigía un cambio alimentario, y se introdujo en la población un modelo de alimentación navideña fuera de contexto, acompañado por el no consumo de frutas secas en invierno. Esta clase de desajustes, es un ejemplo de cómo determinadas características de una cultura pueden no ser reformuladas conforme al nuevo hábitat de un inmigrante.
    Un proyecto de comunidad que reúna a representantes de diversas culturas, procurará preservar en ella los hábitos y usanzas que constituyan su identidad, en tanto y en cuanto no entren en desajuste con el contexto geográfico.
 

Embajadas culturales

    Lo más característico de un país, entendido no como un territorio con determinada geografía, sino como una concepción humana, no es el subsuelo, ni el relieve, ni la hidrografía, ni la flora, ni la fauna, ni el clima. Los diamantes del subsuelo sudafricano o brasileño, no distinguen entre sí a los respectivos países: más aún, confirman que, antiguamente, las tierras de África y América estaban unidas. Similar relieve, similares costas marítimas y ríos, similar vegetación. Habría que encontrarse con especies animales diferentes de un continente al otro, para recién allí darse cuenta de si se está en África o Sudamérica. Pero en un vistazo panorámico, podría no advertirse diferencia alguna. Un paisaje andino del sur, podría ser confundido con el de montañas canadienses o alpinas, y un sector de un desierto del norte africano, podría confundirse con uno australiano o estadounidense. Antártida con el Ártico, un paisaje del Caribe con uno de Brasil, y un volcán en Italia con uno en México.
Imágenes televisivas de cualquiera de todos esos lugares podrían no dar una idea muy clara de a qué países pertenecen. Pero esa idea se puede llegar a tener con sólo ver en pantalla en cada lugar, a su gente característica, con su color y rasgos faciales, su vestimenta, su lenguaje, su música, sus danzas típicas, sus prácticas religiosas, sus casas, su arquitectura, sus mercados y productos. Un país no termina dentro de sus fronteras, sino que está representado por viajeros, emigrantes, que llevan al exterior una muestra de él. Como una embajada es una parte de un país dentro de otro, las comunidades de este proyecto serán nucleamientos de embajadas culturales. Serán una muestra del concepto cultural de cada país. No del concepto político con las leyes de cada país, porque habrá una ley única para todos, y porque los regímenes políticos en las naciones no son la esencia de las naciones. Ya fuera con los zares o con los comunistas en Rusia, con los gobiernos militares o con los democráticos en América, con las monarquías o las democracias en Europa, los países, su gente, sus idiomas, sus costumbres, han tenido una permanencia, han mantenido una identidad.
    Esa identidad, que define la diversidad cultural en el planeta, es lo que en estas comunidades permitirá "ir de un país a otro" dando apenas unos pocos pasos. En una de las diversas alternativas del proyecto, cada comunidad estará dividida en tres sectores: un sector central de convergencia donde se desarrollará la unidad cultural, un sector periférico de diversidad cultural, subdividido según razas, continentes y países, y un sector intermedio en el que residan las familias cuyos componentes sean heterogéneos o híbridos en cuanto a raza o nacionalidad.
    En el anillo periférico, habrá, de cada cultura, construcciones con su típica arquitectura, obras de arte, artesanías, música, danzas, rituales, deportes, juegos,  vestidos, comidas, libros, fotografías, videos, y toda otra manifestación cultural que pueda desarrollarse. Del ambiente natural de sus regiones de procedencia, se podrán colocar en cada subsección, ejemplares minerales muy característicos, vegetales y animales (no sometidos a cautiverio).
    Mediante tecnología computacional interactiva, se podrá trasladar en realidad virtual, a habitantes y visitantes de estas comunidades a muchos lugares del mundo de los que se disponga de programas de simulación. Será una manera de viajar y situarse en el contexto geográfico, natural o urbano, de donde procede la gente de cada sector de la comunidad.
 

Desarrollo y sostenimiento económico

    Para la etapa de inicio, algunas o quizá muchas de estas comunidades pueden ser planteadas no sólo como espacios de intercambio cultural para una población fija, sino también como lugares de atracción turística. Conocer otras culturas, cómo son y cómo viven ciudadanos de diversos lugares del mundo, aprender de ellos, recrearse con sus propuestas artísticas, deportivas, lúdicas; probar sus comidas, conocer y adquirir sus artesanías, todo ello puede ser motivo de interés y atracción para el turismo.
    La curiosidad de tomar contacto con tan diversa realidad cultural, puede motivar a los habitantes de las grandes ciudades más próximas a estas comunidades, a visitarlas. Como novedad para la gente de cualquier ciudad, la instalación de una población de estas características en sus proximidades, puede ser motivo de interés para conocer algo nuevo y diferente.
Teniendo en cuenta que estas comunidades deben ser establecidas en regiones deshabitadas o de mínima población, hablar de proximidad con respecto a ciudades, implica una distancia no menor a decenas y preferentemente centenas de kilómetros.
En segundo lugar de posibilidades de afluencia turística, se encontrarían interesados procedentes de lugares más distantes del país, o del exterior, que viajen especialmente a las comunidades, o que aprovechen la proximidad de alguna de ellas a su ruta de viaje, si se encontraran haciendo turismo. Esta última posibilidad, debiera dar lugar a que, en la primera etapa de construcción de este tipo de comunidades, se eligieran zonas cercanas a circuitos turísticos.
    Los ingresos económicos que proporcione el flujo de visitantes, podrán dar lugar a que este tipo de emprendimientos comunitarios pueda ser encarado -más allá de lo cultural y de lo humanitariamente unificador- como un negocio. Proponer como tal este proyecto, será una alternativa para la obtención de los medios financieros necesarios para llevar adelante la propuesta.
    Si se tratara con ONGs o con gobiernos, éstos podrían destinar fondos para colocar en las comunidades a representantes de sus países, pues en una experiencia mundial como ésta, nadie querrá quedarse afuera. Cada país tendrá derecho a un lugar en cada comunidad que exista, y ese lugar tendrá un costo. Ese costo no será más alto que el que está teniendo el movilizar políticos, artistas, deportistas y científicos de país en país para eventos internacionales. Éste será un evento internacional más, al cual, en cada país, se pueda resolver enviar gente.
    Debe considerarse, también, la posibilidad de solicitudes de residencia en las comunidades, por parte de ciudadanos que actúen a título personal, con sus propios medios económicos que cubran el costo de las viviendas y servicios a utilizar. Por una u otra razón, esas personas con posibilidades económicas han sido de algún modo privilegiadas por un sistema que a otros los ha desposeído. Por lo tanto, como una forma de compensación a los perjuicios ocasionados a unos por el sistema, en beneficio de otros, éstos, los que tienen medios económicos, podrán participar en una de estas comunidades bajo una condición que deberá exigirse: por cada casa a ser habitada por una o varias personas con altos recursos, éstas deberán cubrir los gastos que requieran familias de escasos recursos para habitar otras de las viviendas. Deberá estipularse los gastos de vivienda de cuántas familias carenciadas les corresponderá sustentar a quienes tengan altas posibilidades económicas, según sea el nivel de ingresos que perciban o el patrimonio con que cuenten. De esta manera, se evitará que las comunidades, el día de mañana, puedan degenerar en una nueva forma de "condominios", "fraccionamientos residenciales" o "countries" para gente pudiente. Se evitará, así, que esta clase de vida comunitaria privilegie sólo a los ya privilegiados por el sistema económico, y deje afuera a los pobres.
    Uno de los pilares del proyecto consiste, justamente, en ofrecer condiciones de vida más dignas, saludables y productivas de las que atraviesan, a personas carenciadas; las que, principalmente en los grandes centros urbanos, constituyen un problema que requiere soluciones. Por lo tanto, la idea no consiste en cuánta gente pobre será acoplada a la gente rica que se establezca en las comunidades, sino en cuánta gente rica querrá acoplarse a comunidades que deben ser básicamente de gente pobre. La solidaridad, que será el motor de la vida comunitaria, deberá comenzar por la disposición de los que tienen de más, a ayudar a los que tienen de menos. Será más fácil que un rico entre al Reino de los Cielos, a que entre a una de estas comunidades si su apego material y falta de vocación solidaria le impidieran ofrecer una parte del capital con que cuenta, a quienes no tienen.
    De todas maneras, a los que tienen, se deberá procurar no descapitalizarlos con exigiencia de aportes demasiado altos: con sólo un 10 % de sus recursos, podrán, según el capital con que cuenten, cubrir los gastos de vivienda desde muchas o algunas personas pobres, hasta al menos una familia.
    Para que los pobres que reciban esta ayuda no la sientan como limosna o, en el otro extremo, la tomen como una "obligación" de los que tienen, del gobierno, de las ONG's que los puedan patrocinar, o de quien fuese, deberá requerirse que participar de la vida en estas comunidades ocupando una vivienda sin pagar nada, no sea gratis, sino que progresivamente, con trabajo, se le reintegre a la comunidad lo que ella ha invertido en cada persona sin recursos.
 

Actividades y densidad de población

    Las comunidades pueden planificarse conforme a la actividad de sus residentes, de manera homogénea, por ejemplo, una comunidad de científicos, otra de artistas, otra de artesanos, otra de obreros, otra de agricultores, otra de floricultores, etc. Será necesario que todas ellas estén relativamente cerca, de manera que haya movimiento de gente de una a la otra para el intercambio de lo que en cada una se produzca. Así, entre todas, se forma una comunidad de comunidades. Para evitar exceso de densidad de población, cada comunidad de comunidades, considerando que pudiera tener un diámetro de cinco kilómetros, tendrá a cada una de esas comunidades (de 1.000 habitantes como máximo), situada a una distancia no menor a su diámetro, que será de un kilómetro. Esto es, un máximo de siete comunidades, seis periféricas y una central, sumando un máximo de 7.000 habitantes. La comunidad central puede estar compuesta por representantes de las comunidades periféricas, reuniendo a su vez, toda la información correspondiente a cada una de ellas y, con fines de intercambio, el producto del trabajo en ellas desarrollado.
    También pueden planificarse comunidades heterogéneas, que reúnan a representantes de cada una de esas actividades, las cuales estén distribuidas en zonas, dentro de un sector intermedio entre la periferia de diversidad cultural y el anillo intermedio de residencia de familias heterogéneas.
    La comunidades de actividad heterogénea son las más factibles de ser instaladas para proyectos de no más de mil habitantes. Proyectos que aspiren a instalar poblaciones de varios miles de habitantes, pueden agrupar a éstos por actividades, cada grupo en una comunidad.
 

Idioma

    Cada habitante de estas comunidades, hablará en su idioma dentro de su sección correspondiente en el anillo periférico, y hablará, si lo dominase, el idioma de la gente de toda sección que él visite. En la sección central, se hablará el idioma que una convención internacional designe para el proyecto de futura humanidad unificada. Se decidiría entre el Inglés (según la realidad actual) o, si prevaleciera lo ideado con vistas a la unificación del lenguaje: el Esperanto. También podría ser que, según sea el país donde se encuentre la comunidad, el idioma nacional sea el que -al menos en principio- se requiera a todo habitante de procedencia extranjera.
 

Prioridades en la selección de habitantes

    Para el desarrollo de un proceso que siente las bases humanas de una futura sociedad distinta de la actual, debe tenerse en cuenta que determinados tipos de personas son más adecuados que otros. Las comunidades de este proyecto, en la etapa experimental, podrán estar compuestas, en parte, por emprendedoras personas con deseos de iniciar una vida distinta y con recursos económicos que les permitan instalarse. Otras personas postulantes podrán carecer de recursos, los cuáles habrá quienes los proporcionen, pero lo que se deberá fijar con claridad son los propósitos que cada individuo deberá tener en función del conjunto. Deberá evaluarse en qué medida cada postulante estará sintonizado con los propósitos generales de esta experiencia de vida, tarea que requerirá gran responsabilidad, incluso en las resoluciones desfavorables para ciertos aspirantes, por cuanto las personas evaluables como más enviciadas con las falencias de la vida urbana y menos compenetradas con lo que en estas comunidades se pretenda, lógicamente no tendrán un lugar preferencial en el orden de quienes se determine que participen en la experiencia.
    Tratándose de un proyecto con fines solidarios, estas comunidades deberán estar conformadas por el equilibrio de dos tipos de habitantes: los que más ayuda necesiten, y los que más ayuda puedan brindar. Si los más necesitados de asistencia fueran a componer la totalidad, la casi totalidad o aun la mayor parte de estas comunidades, ellas terminarían siendo un fracaso, porque carecerían de material humano en condiciones de actividad plena y con recursos culturales, intelectuales y materiales necesarios para la prosperidad de la vida comunitaria. En el otro extremo, si la totalidad, la casi totalidad o la mayoría de los habitantes fueran a ser de estos últimos, la propuesta sería elitista, quizá hasta con derivaciones racistas, considerando que ciertas razas tienen más factivilidad que otras para el acceso a la cultura y beneficios materiales. El justo equilibrio estaría en la combinación cuantitativamente adecuada, en dos mitades, de representantes de ambas situaciones o realidades sociales.
    Si se tratara de comunidades en las que todo habitante deberá trabajar y producir, estaríamos dejando afuera a desnutridos, niños y demás imposibilitados de efectuar labores; sería una propuesta discriminatoria. La idea es que se brinde asistencia a un determinado número posible de personas en tales condiciones, para que más adelante, cuando sus posibilidades físicas y mentales lo permitan, se integre a esos habitantes a las actividades productivas.
 

La geometría en el diseño urbanístico y arquitectónico

    Dependiendo de la topografía -de preferencia llana- se deberá; determinar qué forma tendrá la comunidad: círculo, estrella, triángulo, hexágono, octógono, u otras, podrán reemplazar la cuadrícula en damero con la que se ha venido simplificando el diseño urbanístico, encasillando a los habitantes. También las viviendas con ángulos rectos pegadas unas junto a otras y apiladas unas sobre otras, han comprimido insanamente a la población. La descompresión necesaria plantea la necesidad de espacios amplios entre las viviendas, que pueden ser con jardines entre una y otra, sin necesidad de paredes medianeras o alambrados para evitar la incursión de los vecinos, porque se tratará de comunidades donde el respeto mutuo hará esto innecesario. Y en cuanto a las formas cuadradas con que Occidente ha encasillado inarmónicamente a los moradores de las viviendas, los ángulos rectos podrán ser reemplazados por las curvas. Viviendas tipo iglú, con doble curvatura (hacia los lados y ascendente) desde el piso, cilíndricas con cúpula, o cónicas como las tipis de los indios de Norteamérica, son algunas de las alternativas posibles. Diseños piramidales podrán servir a fines terapéuticos, rearmonizadores, energizantes, o con fines de investigación. Arquitectos especialistas en Feng Shui (disciplina oriental para la creación de ambientes armoniosos, para una mejor integración entre las personas y su hábitat), podrán asegurarse de que las construcciones sean planificadas y levantadas en los lugares y de las formas más adecuadas a las posibilidades de bienestar de sus habitantes.
    Ni una sola forma geométrica para las comunidades, ni el tipo de construcciones para sus habitantes, deben ser de características uniformes para todos los lugares. En cada uno de ellos, dejando incluso la decisión librada a lo intuitivo, se deberá optar entre las geometrías y variables diversas que se tenga como alternativas posibles proyectadas, según cada caso en particular. A nivel experimental, cuanto mayor sea la diversidad de diseños urbanísticos y arquitectónicos que se apliquen, más resultados diversos se podrá tener para evaluar qué diseños brindan mejores condiciones de vida. La falta de antecedentes hace que lo que en teoría pueda ser considerado mejor, no lo sea en la práctica, y las experiencias acertadas o fallidas irán constituyéndose en esos antecedentes, que será necesario consultar.
 



   1 "La naturaleza está fuera de nosotros", señala como engañoso concepto, el periodista uruguayo Eduardo Galeano:
  "En sus 10 mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso: "Honrarás a la naturaleza de la que formas parte". Pero no se le ocurrió.
Hace cinco siglos, cuando América fue apresada por el mercado mundial, la civilización invasora confundió a la ecología con la idolatría. La comunión con la naturaleza era pecado. Y merecía castigo. Según las crónicas de la Conquista, los indios nómadas que usaban cortezas para vestirse jamás desollaban el tronco entero, para no aniquilar el árbol, y los indios sedentarios plantaban cultivos diversos y con períodos de descanso, para no cansar a la tierra. La civilización que venía a imponer los devastadores monocultivos de exportación no podía entender a las culturas integradas a la naturaleza, y las confundió con la vocación demoniaca o la ignorancia. Para la civilización que dice ser occidental y cristiana, la naturaleza era una bestia feroz que había que domar y castigar para que funcionara como una máquina, puesta a nuestro servicio desde siempre y para siempre. La naturaleza, que era eterna, nos debía esclavitud. Muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos, y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. Ya no se habla de someter a la naturaleza, ahora hasta sus verdugos dicen que hay que protegerla. Pero en uno u otro caso, naturaleza sometida y naturaleza protegida, ella está fuera de nosotros. La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo". (Reforma, 1995).
    En un artículo escrito con motivo del advenimiento del nuevo milenio, titulado "Derecho al delirio", dice Galeano: "La Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios "Amarás a la naturaleza, de la que formas parte"; serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma; los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar, seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo; la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero".

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   2 Construido por la Legión de la Buena Voluntad (LBV) conocida también como "Religión de Dios", (de línea cristiana diferente de la católica y la evangélica, pues acepta la reencarnación) este templo universalista no pretende ser un exponente de la doctrina. Sin símbolos cristianos, ni de ninguna otra religión, fue pensado como un espacio de encuentro para miembros de todas las religiones. Tiene un Parmamento Mundial, salones de arte, biblioteca; un lugar asombroso que tiene una mezcla de futurismo con reminiscencias milenarias, que tanto podrían parecer del año 7.000 después o antes de Cristo.

    Con sus siete caras y 21 metros (múltiplo de 7, número cabalístico empleado para su construcción), tiene en la punta un cristal de cuarzo que actúa como canalizador de energía cósmica.

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Comandante Clomro,
2001
 


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