I G L E S I A    E V A N G E L I C A    B A U T I S T A    E B E N  -  E Z E R   -    L A   F L O R I D A   -   C H I L E

DE LOS COMIENZOS   -   OBRA CON NIÑOS...   -   MANOS A LA OBRA...  -  Y AÑADÍA LOS QUE SERÍAN SALVOS

Y A LA FLORIDA VAMOS A CAMBIAR  - HASTA AQUÍ NOS AYUDÓ JEHOVÁ

 

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DE LOS COMIENZOS

En el mes de diciembre de 1977, por problema difícil de superar e imitando a Pablo y a Bernabé que cuando no pudieron llegar a un acuerdo en el asunto de Marcos, cada uno tomó un rumbo diferente, un grupo de 14 hermanos, entre ellos el Pastor Guillermo Salazar y su esposa, de la Iglesia La Legua, hoy "El Camino", salió de ese lugar para emprender una aventura de fe. Los disidentes, comenzaron a reunirse en la calle Martín Henríquez. Este grupo duró sólo unas semanas. Unos, volvieron a la Iglesia La Legua y otros, empezaron a asistir a templos más cercanos a su domicilio, quedando cuatro hermanos: el Pastor Guillermo Salazar, su esposa hna. Virginia Correa, hna. Silvia Lobos y el hno. Osmán Salazar. Así, empezó el largo peregrinaje por el desierto, no por falta de fe ni por desobediencia, sino por mantenerse fieles a la doctrina. Durante la travesía, los mantuvo la siguiente premisa: "Si esto es obra del Señor perdurará, si no es, perecerá".

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OBRA CON NIÑOS

Esta manada pequeña empezó una obra con niños, llegando a tener en la Escuela Bíblica de Verano de 1978, un promedio de asistencia de aproximadamente 55 alumnos. Esta actividad, por razones de trabajo de los hermanos, empezaba a las 17.30 para finalizara a las 20.30 horas. Durante unos 6 meses, la concurrencia estuvo conformada por niños, tanto en la Escuela de Enseñanza Bíblica como en los cultos dominicales y estudios bíblicos de los días jueves. Estos niños, en su gran mayoría provenían de hogares en situación irregular. Era muy común que alguno de los menores dijera: "Tía, tengo otro papá, porque mi mamá echó al otro". Eran niños que no tenían hábitos. En algunos casos se les enseñó hasta a usar pañuelo y en la casa del pastor se les lavaba la cara y sus manos. Había niños y niñas muy agresivos, como consecuencia de los castigos que recibían de parte de quien los cuidaba, llámense abuelos, hermanos mayores, tíos o padres. Pero, con el transcurrir del tiempo, era hermoso verlos llegar con su carita limpia. Las niñas, con pinches o chapes prendidos de cualquier manera en su pelo y los niños con sus zapatitos sin barro para que el pastor se los lustrara. Tanto unas como los otros, llevaban un pedacito de género que les servía de pañuelo. Eran niños sedientos de cariño y atención. Pronto comprendieron que los amábamos y su deseo era estar siempre en la Casa del Señor, tanto así, que si la Escuela Dominical empezaba a las 10.30 horas, ellos estaban pegaditos a la reja de la casa del pastor a las 9.30 horas, gritando: ¡Tío pastor, ábranos la puerta!. Cómo olvidar aquellos rostros de Sonia Hernández, Rosa Villablanca, Isabel, María, Víctor, Nury, Cristian, etc., etc.. Los cultos en ese lugar tenían una concurrencia mayoritaria de niños y el Pastor tenía que adaptar los mensajes para ellos.

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MANOS A LA OBRA...

En los primeros meses de 1978, no fue difícil la distribución de tareas entre los cuatro hermanos que permanecían en la misión. Una, tocaba el piano; otro, dirigía; otro, predicaba y otro, se encargaba de la ofrenda. Pese al entusiasmo, hubo momentos desaliento y temor ¿estábamos haciendo lo correcto? ¿No será mejor que cada uno busque una Congregación para unirse a ella?. Sin embargo, una Fuerza Poderosa los animaba para seguir adelante. Un domingo de invierno, en la noche, después que se retiraron los niños y al ver que los pocos adultos que llegaban (visitas) no se quedaban, el pastor, su esposa y la hermana Silvia analizaban la situación para ver si era conveniente seguir adelante. En eso estaban, cuando sintieron una voz que llamaba desde la calle. Al abrir, el pastor se encontró con una señora que manifestaba que su hijo, Eduardo Rojas, estudiante en la Universidad de La Serena, ciudad donde había recibido a Cristo como su Salvador, le había mandado la dirección de Martín Henríquez y le pedía que ella se acercara a ese lugar. Esta señora se llamaba Teresa Núñez y venía de la calle Einstein, sector del Salto. Después de las presentaciones y de una amena conversación, la dama señaló que ella no era cristiana, pero que de todos modos volvería el domingo siguiente, más temprano. Así lo hizo. Cuando volvió por segunda vez, venía con un hijo de aproximadamente 9 años, llamado Roberto. Al poco tiempo, la señora Teresa, también recibía a Cristo. La Misión crecía, ya no eran cuatro adultos sino cinco. Como un mes después de este encuentro, unos 5 hermanos, procedentes de la Iglesia La Legua, llegaron a la Misión. Esta era la respuesta del Señor cuando nos desanimábamos: llegaban nuevas personas. Posteriormente, empezó a asistir una joven señora llamada Nancy con sus tres hijos. Ellos vivían en Salesianos, a la vuelta de la Misión. Cabe señalar que durante ese período y unos años más adelante, la Misión no estuvo bajo el alero de ninguna Iglesia Bautista, porque, lamentablemente, algunos dirigentes de la obra, a nivel nacional y de asociación, cuestionaron la salida de La Legua y de norte a sur se difundió una versión muy diferente de la realidad. Cuando viajaba al norte me tocaba, muchas veces, aclarar los hechos a los hermanos y lo mismo sucedía con quienes viajaban al sur o dentro del mismo Santiago. Como hay un refrán que dice: "Para verdades el tiempo.....", éste demostró que eran bastante delicadas las razones que motivaron al grupo a emigrar. Cuando la verdad fue conocida, esperamos alguna palabra de disculpa, de aquellos que nos habían condenado, pero ésta no llegó. En fin, seguimos adelante, conservando nuestros principios bautistas y dejando todo a la voluntad de Dios. Es de justicia establecer que los misioneros Francisco Coy y Guillermo Dyches, nos apoyaron en las horas más duras. ...

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Y AÑADÍA LOS QUE SERÍAN SALVOS

El tiempo siguió su marcha, y llegó un joven llamado Jaime Catrileo, que regresaba a Santiago, después de haber estudiado en la Universidad de Concepción, después llegaron dos jóvenes: Eduardo Rojas, que volvía de La Serena y Rubén López. Pasado el año, en febrero de 1979, nació la única hija del matrimonio Salazar Correa, a quien dieron por nombre Marcela Cecilia, posteriormente, hubo que dejar la casa de Martín Henríquez (era la casa pastoral de la Iglesia de La Legua). Entonces empezamos a reunirnos en la casa de la hermana Nancy, en calle Salesianos. Así empezó nuestro desplazamiento por diferentes sectores de la Comuna de San Miguel (hoy San Joaquín). Cada lugar tuvo sus propias vivencias, Cada lugar trajo consigo diferentes personas, diversas necesidades y muchos niños, pero siempre se buscó la dirección del Señor. Solamente estuvimos unos meses en la casa de la hermana Nancy. De ahí, nos trasladamos a una carnicería ubicada en Juan Rivadeneira con Salesianos, para luego establecernos en la casa que el pastor arrendaba en calle Gaspar de Espinoza con Pintor Smith (el grupo ayudaba con el pago del arriendo). Aquí conocimos a una niñita que empezó a asistir con mucha fidelidad, llamada Pamela Dinamarca. Fue durante la permanencia en este lugar, que la Iglesia Nuevo Israel, cuyo pastor era el hermano Manuel Hidalgo, nos recibió como Misión y de esa forma regresamos al hogar. ...

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Y A LA FLORIDA VAMOS A CAMBIAR

A comienzos de 1981, el pastor Guillermo Salazar se fue a vivir a su casa nueva, en la Comuna de La Florida y ante la imposibilidad de que el grupo pagara solo el arriendo, nos ubicamos alrededor de un año en una plaza en la calle Ingeniero Budge (Paradero 9 ½ Gran Avenida hacia la cordillera. Allí, cada maestro se ubicaba bajo un árbol para impartir sus enseñanzas, además el árbol servía para colgar el franelógrafo. Durante el tiempo que estuvimos en la plaza, la mano del Señor nos sostuvo con firmeza. Fue un año de mucha lluvia, pero lo maravilloso fue que llovía desde el domingo en la tarde hasta el día jueves, de manera tal, que cuando llegábamos a la plaza, el pasto se encontraba seco, sin peligro para la salud de los niños. Recuerdo, que en ese tiempo, llegó hasta mi lugar de trabajo, el Pastor Carlos Araya, de la 1a. Iglesia de Maipú y al enterarse de las condiciones en que nos reuníamos me dijo: "Nuestra Iglesia estará orando por ustedes" y esas oraciones se dejaron sentir por la manera en que nuestro Dios se manifestó con nosotros. Es digno, mencionar que en aquella plaza celebramos nuestras sesiones administrativas e incluso la Cena del Señor. En nuestro largo peregrinaje, llegamos a Llico 330 (lugar que también había sido usada como carnicería), cerca de la Iglesia de Musa. Así, transcurrieron cinco años. Finalmente, a fines de 1982, llegamos a la Comuna de La Florida, a la calle Verdi Nº 10.430, vivienda vecina al domicilio del pastor Guillermo Salazar. Allí llegó la familia Sanhueza Romero (Iván, Eduvigis y sus tres hijos: Sandra, Mariela e Iván). Al cabo de unos meses, nos trasladamos a la casa del Pastor Salazar, es decir, a Verdi 10436. A este lugar, llegó la hermana María Elena Peña con sus hijas Laurita y Evelyn, la hermana Teresa Vera y sus hijas Carolina y Marcela, la hermana Alessandra Serri, el hermano Juan Marín, su esposa, hna. Mónica Quilaleo e hijos, la hermana Marìa Ester Urbina y sus hijos y el hermano Sergio Diocares. Menciono sólo a estos hermanos, porque ellos se mantienen en la Iglesia. El grupo creció y surgió la imperiosa petición: "Señor, danos un sitio para nuestro templo". Se buscaron diferentes lugares y hasta se realizaron algunas gestiones en la Villa Los Copihues, las que no prosperaron, pero la petición seguía a pie firme. Después de mucho averiguar, nos enteramos que en Santa Raquel altura del 10.000, había una posibilidad de venta de un terreno. Después de muchos tiras y afloja, la dueña del sitio ubicado en el Nº 10177, se decidió a vender. El terreno costó $ 980.000.- y se compró con una donación de la Sociedad Evangélica y con los ahorros que tenía la Misión. Luego de efectuada la compra hubo que limpiar el sitio, pues estaba lleno de malezas. Fue así como participaron en esta labor, hombres, mujeres y niños, con rastrillo, palas y cualquier otra herramienta que sirviera para el caso. Algunos trabajaban en la mañana, otros en la tarde y aún casi al anochecer. No importaba el frío o calor. Lo importante era dejar el lugar listo para la construcción. Los hermanos que estuvieron en estas tareas, recuerdan que en los días de calor, el Pr. Guillermo Salazar preparaba el rico mote con huesillos, el que luego era llevado en una tremenda olla al lugar de la faena. Cuando el terreno estuvo listo, empezó la etapa de la construcción

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HASTA AQUÍ NOS AYUDÓ JEHOVÁ

Llegó ese gran día. 07 de diciembre de 1986, fecha en que la Misión se constituyó en Iglesia e inauguró su Templo. En aquella oportunidad había 61 miembros, de los cuales 15, eran internos, es decir, hermanos del Centro de Detención Preventiva (C.D.P.), de San Miguel, que se habían convertido y bautizado en ese recinto y la Misión los había recibido como miembros. Es del caso señalar, que el Pastor Salazar era Capellán en aquel lugar. Los ingresos mensuales de la Misión ascendían aproximadamente, a $ 62.000.-, con un 50% de diezmadores. El Directorio estaba constituido por el Pastor, Secretaria, Tesorero, 6 diáconos probando y Directora de la Escuela de Enseñanza Bíblica. Aquel hermoso día de diciembre, nos acompañaron representantes de 15 iglesias de Santiago. El Concilio Examinador fue presidido por el Pastor Víctor Olivares de la Iglesia de Blanqueado y actuó como Secretaria la hermana Carmen Padilla de Mena, diaconisa de la Iglesia de La Roca. En esta ocasión, la Iglesia Nuevo Israel (iglesia madre) manda un cariñoso saludo y su respaldo a la constitución de iglesia. Entre los hermanos que nos acompañaron ese día, estaba la hermana Luz Paillao (ahora en la presencia del Señor), quien en aquella época era seminarista trabajando en la Iglesia El Lucero. Este fue el comienzo de la Iglesia. Al cabo de 6 años y algo más, el Pr. Guillermo Salazar, debió dejarnos porque la Institución donde se desempeñaba como Capellàn lo trasladó a la ciudad de Temuco. Su último día con nosotros fue el 30 de abril de 1993. (Es del caso señalar que durante el tiempo que el Pr. Salazar estuvo al frente de la Iglesia, no percibió sueldo por parte de ésta, solamente un aporte que se entregaba para cubrir gastos de combustible, pasajes en algunos casos y otras necesidades urgentes). Cuando el Pr. Salazar se fue, la Iglesia quedó a cargo del Pastor Jorge Lawrence y del seminarista Marcelo Valenzuela, pero las actividades del Pr. Lawrence dentro de la Convención, le impidieron seguir con nosotros. Entonces, el hermano Marcelo Valenzuela, tomó solo esta responsabilidad. Su estada en nuestro medio fue hasta el 30 de diciembre de 1994. Aunque la congregación veía con buenos ojos la posibilidad de que Marcelo siguiera en "Eben-Ezer" después que terminara sus estudios en el Seminario, ello no fue posible porque Marcelo sintió que el Señor le llamaba a otro lugar. Ante esto, la Iglesia se abocó a la tarea de buscar un pastor. Fue así que el 1º de marzo de 1995, asumió como nuestro Pastor, el hermano Juan González, quien tuvo un ministerio muy corto en nuestra congregación, ya que el 30 de abril de 1997, presentó su renuncia voluntaria e indeclinable. Nuevamente nos encontrábamos sin pastor terrenal. Ante esta situación, Los diáconos y el directorio se hicieron cargo de la Iglesia, mientras se oraba para que el Señor nos mandara un siervo. La respuesta de nuestro Dios no se hizo esperar : el 1º de enero de 1998 llegó a "Eben-Ezer", el Pr. Edgardo Salamanca, con su esposa y tres hijos varones.

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SILVIA LOBOS ROJAS

Diaconiza y Fundadora

 

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