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Nuestro compromiso político con el Cosmos |
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PANORAMA NACIONALEntre la biodiversidad y la necrodiversidadTodas las realidades que hemos resaltado a nivel mundial, poseen sus expresiones y connotaciones propias hacia el interior de Colombia. Ninguno de esos fenómenos globales puede dejar de afectarnos en una o en otra manera, ni dejará de hacerlo en el futuro. No en vano existe una frase según la cual la globalización implica que "no existe lugar para esconderse". Hay, sin embargo, procesos del acontecer nacional que no pueden explicarse simplemente como reflejo de los fenómenos mundiales y cuya responsabilidad está en manos, si no exclusivamente, sí principal y protagónicamente en manos de los colombianos. El más dramático de todos es, sin lugar a dudas, el fenómeno de la violencia y sus implicaciones y secuelas sobre la vida diaria de cada vez más colombianos. La cifra de treinta mil homicidios al año, el hecho de que la expectativa de vida de los hombres jóvenes en Colombia sea de las más bajas de América Latina como resultado de la violencia (lo cual ha determinado que la esperanza de vida de la población masculina no haya crecido en los últimos diez años) y de que el homicidio haya desplazado a las enfermedades cardiovasculares como principal causa de muerte entre hombres jóvenes y adultos, determina que nuestro país sea, al tiempo que uno de los paraísos de la biodiversidad en el mundo, uno de los más dramáticos imperios de la necrodiversidad en el planeta: mientras en el territorio colombiano, que equivale apenas a 0.8% de la superficie emergida del planeta, se encuentran el 10% de todas las especies vivas de la Tierra, en ese mismo territorio se cometen el 10% de todos los homicidios por fuera de guerra que se comenten en el mundo. Así mismo, para citar solo otro ejemplo, se sabe que la mitad de todos los secuestros de civiles que se registran en el mundo, ocurren en Colombia. En cuanto a desplazamientos forzados, hablan los informes del Departamento Nacional de Planeación de que en Colombia, entre 1985 y 1995, se produjeron en el país 586.261 casos registrados de personas que tuvieron que abandonar sus territorios de origen por razones violentas (cifra que corresponde a 108.301 hogares), y los informes del Gobierno y de las organizaciones de derechos humanos indican que entre ese año y 1997 se produjeron entre 100 y 300 mil casos adicionales. No existen datos precisos a la fecha (Junio de 1998), pero la agudización de la violencia, de las masacres y de los desplazamientos en el primer semestre de este año, permite presumir que el número de desplazados en Colombia está en este momento entre un millón y un millón y medio de personas. Necrodiversidad | Pobreza | Inequidad y violencia | Costos de la guerra | Soberanía nacional
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Gasto Público |
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Sector Defensa |
515.007
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445.635
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667.227
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1.089.344
|
698.775
|
3.415.988
|
Sector Petróleo |
123.427
|
152.698
|
138.421
|
52.673
|
47.540
|
514.759
|
Regalías no causadas |
21.664
|
25.631
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26.862
|
10.066
|
9.759
|
93.982
|
Otros gastos |
4.724
|
29.839
|
10.088
|
14.079
|
13.362
|
72.092
|
Total gasto público |
664.822
|
653.803
|
842.598
|
1.166.162
|
769.436
|
4.096.821
|
Como % costo total |
29%
|
24%
|
32%
|
43%
|
35%
|
33%
|
Gasto Privado | ||||||
Secuestro, robo, extorsión |
161.562
|
161.908
|
179.951
|
307.139
|
810.560
|
|
Sector petrolero |
93.238
|
112.336
|
102.551
|
45.337
|
41.865
|
395.327
|
Otros |
35.875
|
48.688
|
74.141
|
72.441
|
57.285
|
288.430
|
Total gasto privado |
129.113
|
322.586
|
338.600
|
297.729
|
406.289
|
1.494.317
|
Como % costo total |
6%
|
12%
|
13%
|
11%
|
19%
|
12%
|
Capital Humano |
1.488.630
|
1.721.307
|
1.435.858
|
1.229.425
|
1.003.842
|
6.879.062
|
Como % costo total |
65%
|
64%
|
55%
|
46%
|
46%
|
55%
|
Costo total |
2.282.565
|
2.697.696
|
2.617.056
|
2.693.316
|
2.179.569
|
12.470.200
|
Costo total % PIB |
4%
|
4.1% | 4.4% | 4.4% | 3.4% |
Y concluye el mismo estudio:
"En general para el periodo 1991-1996, de los costos totales de la criminalidad,
la urbana representa el 64.5% y el conflicto armado el restante 35.5%.
Un mensaje importante es la dinámica que ha adquirido la criminalidad
desde 1993. (...) Además de ser costosa económicamente, la
violencia es un "impuesto" bastante regresivo ya que los mayores costos,
que son vidas y capital humano, los pagan los sectores pobres. La sociedad
no puede dudar de los beneficios económicos y sociales de reducir
la criminalidad a niveles mínimos."
Estos recursos corresponden a gastos de funcionamiento entre los que sobresalen el pago de sueldos y pensiones de las fuerzas armadas, compra de armamento y dotación, entre otros. Es decir, que por cada 100 pesos que pagan los colombianos por impuestos 30 se destinan a la defensa del país. Las cifras hacen parte del presupuesto para 1999 presentado ayer por el ministro de Hacienda, Antonio José Urdinola, ante la Cámara de Representantes. En total los gastos del Estado ascenderán el próximo año a 44 billones de pesos, de los cuales más de la mitad, es decir 22 billones de pesos se destinarán a funcionamiento y transferencias, 13,5 billones de pesos al pago del servicio de la deuda y 8,0 billones a inversión. Los mayores crecimientos se registran en el pago del servicio de la deuda interna y externa debido al alza en las tasas de interés y la devaluación del peso en 1998. El incremento en los gastos militares están explicados en las mayores partidas para cubrir gastos relacionados con ascensos en el escalafón, funcionamiento de la Oficina del Comisionado para la Policía Nacional e incremento del pie de fuerza así: 6.560 en el Ministerio de Defensa y 11.190 en la Policía Nacional En inversión el gasto de defensa y seguridad se orientará a la adquisición de armamento y material de guerra. En total en el sector defensa se destinarán 5,4 billones de pesos para funcionamiento y solo 364.000 millones para inversión.
El
Tiempo, Julio 30 de 1998 – Pag.1
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Uno de los principales obstáculos para la paz en Colombia, aunque por supuesto no el único, es que la guerra (en todas sus modalidades) constituye para quienes la alimentan desde afuera y desde adentro del país, un negocio rentable como pocos, montado sobre la eliminación de la vida humana y sobre la destrucción de los ecosistemas que nos sirven de escenario de vida a los colombianos.
El informe del Departamento Nacional de Planeación que hemos venido citando, afirma que la guerrilla ha pasado de "tener ingresos en 1991 de $349 mil millones a más de $1 billón en 1996, es decir, el 0.58% del PIB. Entre 1991-1996 los ingresos alcanzaron $3.6 billones de 1995 o el 5.3% del PIB. Las participaciones en su orden son: 45% narcotráfico, seguido del robo y la extorsión con un 27% y el secuestro 22% de sus ingresos. Los 7.3% restantes fueron obtenidos a través del desvío de recursos, rendimientos de las inversiones y otros. (...) Las FARC y el ELN tienen como principales fuentes de sus ingresos: el narcotráfico, el robo, la extorsión y el secuestro, que representan más del 90% de sus ingresos. Considerando el número de guerrilleros, los ingresos per capita de la guerrilla se duplicaron entre 1991 y 1996 al pasar de $47 millones anuales de 1995 a $93 millones en 1996 explicado principalmente por los ingresos del narcotráfico."
El mismo informe indica que entre 1991 y 1996 se registraron en el país 6.204 secuestros, "de los cuales un 57% fueron realizados por delincuentes comunes y el 43% restante por grupos guerrilleros." Con base en estadísticas de la Policía Nacional y de la Fundación País Libre, se estimó un costo promedio de pago de rescate por secuestrado, en 1996, de $82 millones de pesos.
Otro hecho que necesariamente condiciona el escenario nacional e internacional en el cual se desarrolla hoy y se seguirá desarrollando la vida de los colombianos durante las próximas décadas, lo constituye la relativización cada vez mayor del concepto de soberanía nacional , según el cual cada Estado es autónomo y libre para adoptar las normas que deben regir dentro de su propio territorio y para gobernar dentro de él.
Por una parte, en un mundo "globalizado" como el actual, en el cual el concepto de fronteras es cada vez más relativo y en el cual existe cada vez mayor consciencia sobre la interconexión entre los distintos ecosistemas y entre las economías de los distintos países, podría considerarse "normal" que los estados ya no estén en posibilidad de legislar mirando exclusivamente desde sus fronteras hacia adentro, sino que se tengan que establecer legislaciones supranacionales, como las vigentes hoy entre los miembros de la Comunidad Europea o los de la recientemente creada Comunidad Andina, cuya aplicación posee el carácter de "preferencial", aun por encima de las Constituciones internas de los países que las conforman.
Por otra parte, el poder económico (y como consecuencia el poder político, social, cultural y ambiental) que han adquirido las empresas multinacionales en los últimos años, determina que lejos de estar éstas supeditadas a las legislaciones nacionales, sean estas últimas las que terminen por supeditarse a los intereses de las empresas multinacionales.
Por último, Colombia enfrenta una situación particularmente difícil en cuanto a la reducción en términos reales de su soberanía nacional, ante facultades como la que se ha abrogado el Gobierno de los Estados Unidos de certificar o des-certificar unilateralmente a los países, como resultado de la calificación que ese país le otorgue a cada gobierno extranjero por su lucha contra el narcotráfico (léase: por su acatamiento o desacato a las políticas establecidas por los Estados Unidos para adelantar esa lucha). En la misma línea se encuentran leyes como la llamada "Helms-Burton", que expedidas por el Congreso de los Estados Unidos, se aplican por fuera de su territorio. Como se sabe, con base dicha ley, que establece sanciones para las empresas (y los ejecutivos de las empresas) extranjeras que establezcan relaciones comerciales con Cuba, se han llegado a sancionar incluso empresas (y ejecutivos de empresas) canadienses por haber negociado con la isla del Caribe.
Un punto que debe destacarse positivamente dentro del panorama nacional, es el desarrollo constitucional, legislativo e institucional que ha tenido el tema del medio ambiente desde la Constitución de 1991 que, como es bien sabido, eleva al más alto nivel jurídico una serie de "principios" de carácter ambiental, como son, entre otros, el derecho de los ciudadanos a disfrutar de un ambiente sano, la obligación del Estado de garantizar el desarrollo sostenible de los recursos naturales, el reconocimiento y la protección de la diversidad étnica y cultural de la nación colombiana, y las prohibiciones de introducir al país desechos tóxicos y nucleares y de fabricar, importar o poseer en territorio colombiano armas químicas, biológicas y nucleares.
En materia legislativa se han expedido una serie de normas para desarrollar los principios constitucionales, la principal de las cuales es la Ley 99 de 1993 mediante la cual se crean el Ministerio del Medio Ambiente y el Sistema Nacional Ambiental SINA, que reforma la estructura pública para la gestión ambiental en Colombia e incorpora a la misma a la sociedad civil (incluido el sector privado) y sus organizaciones.
El país cuenta, entonces, con las herramientas teóricas, institucionales y legales necesarias para realizar una adecuada gestión del medio ambiente encaminada hacia el desarrollo sostenible , considerado a su vez requisito y resultado de la paz en Colombia.
Se necesita avanzar todavía mucho más en la aplicación eficiente y eficaz de las normas en la práctica; en la construcción de una cultura institucional que les permita a los funcionarios públicos pasar de un esquema de feudos cerrados de poder burocrático, a una estructura de sistema abierto a la comunidad, que permita y estimule la participación de la misma en la gestión ambiental; y en la comprensión del ambiente como una realidad que atraviesa transversalmente a todos los actores, sectores y actividades de la vida social.
Otro aspecto que se debe destacar de manera positiva, es la consciencia creciente que existe en el país (tanto en el sector público como en el privado) sobre tres temas relacionados con este documento:
En cuanto a la paz como prioridad hace referencia (y a su relación con una adecuada gestión ambiental), a manera de ejemplo vamos a destacar tres hechos fundamentales:
Flota en el aire la convicción de que en los próximos meses el país será convocado a una nueva asamblea constituyente, entre otras razones por las exigencias en ese sentido de varios de los actores armados de la guerra, como uno de los requisitos para alcanzar acuerdos efectivos de paz en Colombia.
Si bien es cierto que muchos temas que deberían estar allí se quedaron por fuera de la Constitución de 1991 (como por ejemplo el régimen de los partidos políticos, la reforma de las fuerzas militares y la objeción de consciencia), que a otros temas se les otorgó carácter constitucional sin tenerlo (como la creación de la Corporación del Río Grande de la Magdalena), y que a lo largo de los siete años que la Constitución lleva de vigencia se ha hecho evidente la necesidad de reformar algunos de sus artículos, también lo es que gran parte de los principios que quedaron consagrados en ella, entre otros los llamados "derechos fundamentales" y los "derechos colectivos y del ambiente", fueron el producto de un proceso de concertación sin precedentes que recogió los esfuerzos adelantados durante muchos años por la sociedad civil y sus organizaciones y que, como consecuencia, deben respetarse, conservarse en la Constitución que surja de ese eventual nuevo proceso constituyente y, de ser posible, reforzarse para garantizar su efectivo cumplimiento.
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Última actualización 01/02/2000 Por Germán Bustos Correo electrónico: atarraya@planetaecologico.com |
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