Editorial

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     La visita del Papa Juan Pablo II a nuestro país despertó el interés de los mexicanos y a ello contribuyó el amplio y costoso aparato publicitario financiado por los más importantes empresarios del país que no dieron paso sin huarache, puesto que bien aprovecharon su inversión a través de la comercialización de su imagen.
     Independientemente de los motivos religiosos de la cuarta presencia del Pontífice peregrino en la nación, la gira no pudo mantenerse alejada del acontecer político y menos ante un jefe de Gobierno del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que vestido con la solemnidad del caso formuló en el Museo de la Ciudad de México su más amplio reconocimiento a la destacada participación de una larga lista de representantes del credo católico en las más importantes etapas de la historia del país.
     El aspirante a la candidatura presidencial del Partido de la Revolución Democrática hizo especial hincapié al señalar que no podrá haber tranquilidad ni verdadero progreso en el mundo, mientras las decisiones de los líderes gubernamentales sólo contribuyan a continuar haciendo más ricos a los ricos a costa de dejar más pobres a los pobres.
     Cuauhtémoc Cárdenas fue muy claro también al destacar la influencia de los clérigos en la defensa de los derechos de los indígenas y en su despertar cívico.
Menos retórica política fue la del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, quien dijo a Juan Pablo que el pueblo mexicano lo quiere, lo respeta y lo admira por traer siempre un mensaje de paz, que es ideal supremo de la humanidad.
     La gira pontificia coincidió con otros dos hechos políticos de singular importancia, por una parte, en el ámbito nacional, con la sentencia por 50 años de cárcel a Raúl Salinas de Gortari como coautor intelectual del asesinato de su ex cuñado José Francisco Ruiz Massieu, y en el plano estatal con los tan esperados cambios en el gabinete del gobernador de la entidad, José Antonio González Curi.
     En enroque entre el ahora procurador general de Justicia, Ricardo Ocampo Fernández, y el hoy secretario de Gobierno, Carlos Felipe Ortega Rubio, se consideró un hecho consumado desde que el Ejecutivo envió al Congreso y, éste aprobó, la iniciativa para reducir el requisito de edad que la ley establece para ejercer el cargo de procurador.
     Tampoco hay sorpresas en los nombramientos de Ramón Méndez Lanz como secretario de Pesca; de José Toledo Matus, en la Subsecretaría de Programación y Control de la SEDESOL; de Enrique Rosado Méndez, en la Dirección de Autotransporte Estatal, y de Carlos Maury Escalante, en la     Dirección General del CAPFCE.
     Todos ellos azaristas puros.
     Nada más un movimiento puede cernirse en mesa aparte y se trata de Mario Rivas Preve, al frente de la Dirección de la Fundación Pablo García.


24 Enero 1999

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El Semanario de Opción, una buena elección.

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