VIII

Infierno Celestial

ue entonces cuando me descubrí aquí, en este extraño desierto, rodeado de la nada y luchando contra mi otro yo, quien se negaba a aceptar que él también ahí se encontraba. No comprendía por que mis extremidades no respondían, no podía siquiera caminar, es mas, en momentos me veía sin cuerpo, como aquellas imágenes de querubines en las iglesias, solo mi cabeza flotaba con unas pequeñas alas angelicales las cuales no podía ver pero sentía como me liberaban de lo tormentosos que resultaba mi cuerpo; y de repente caía otra vez, redescubriéndome con mi cuerpo pesado como plomo.
-¿Estuve o estaré muerto?
-¿Seré inmortal, fui inmortal o soy inmortal?
-¿Estaré acaso condenado a la vida o a la muerte eterna? Me hacía estas preguntas cuando una iluminación hizo que desaparecieran. Era como un recuerdo, una vivencia en otra vida, en otro cuerpo.
Era un recuerdo de mi antigua religión, la que yo solo se, la que me inventé, donde dios no es quien dice ser, es una encarnación de lucifer pretendiendo ocultarlo. Y por el contrario el mismo diablo sabe que es dios, y es una perfecta encarnación de una mujer, de una fémina, de un succubus, de la madre tierra, de eva.
-¡Dios es mujer!-
Y tal vez es por eso que estoy aquí, por entregar mi alma a ti.
Por entregarme a quien me enseñó a adorar aquel viejo sueño de morir; a besar lo putrefacto con pureza; a despertarme en la cruda realidad de la vida etérea.

* * *

Comienzo a caminar, pero siempre termino volando mientras recorro esta abominable pesadilla.
El murmullo de los recuerdos me abre el camino que me ha de llevar a encontrar la razón de ser y de estar; el por que de la fragilidad del alma; la causa de no resistir y caer en los placeres mas banales, pero sobre todo la explicación del por que amarte a ti.
¿Fue acaso un mal sueño el que me trajo aquí? ¿O es acaso la desesperación de no encontrar un alivio que me explique el por qué nosotros?
Es cuando las pequeñas alas comienzan a crecer y alcanzo a ver que son de un color gris opaco, del color del cielo decadente que acompaña los infinitos granos de arena de ese monumental reloj que avanza triste y solitario a mi lado.
Y son estos malditos pensamientos los que hacen que crezcan estas alas que ya me causan tanto dolor; un dolor que me excita y me llena, por que me recuerda aquella sensación que sentí cuando bajaste del altar en el que te adoraba, en donde con tanto fervor te inventé y me inventé a mi mismo. Por que cuando logré tocarte quemaste mis manos impuras, y ese mismo dolor siento con estas lánguidas alas.

* * *

Y me doy cuenta que no estoy solo y alcanzo a percibir un dulce susurro que proviene de otras alas cansadas de tanto andar y, que al igual que las mías, causan un profundo dolor a su dueño.
Pero ese ser que sufre eres tú y solos estamos en el limbo cumpliendo con nuestro castigo infernal que compartimos y convertimos en placer divino.
Me reconforta pensar que a pesar de que el destino siempre nos quiso separados ahora lo retamos fundiéndonos en uno solo y riéndonos de el, aunque solo sea en este infierno celestial.

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