En primer lugar deciros que todos nuestros signos provienen de la escuadra, cualquiera que sea la materia tratada. Esto está probado por el Capítulo 6, Versículo 9, del Primer Libro de los Reyes. El saludo se hace como sigue:
- ¿De dónde venís? El examen se hace como sigue:
- ¿Cómo sabré que sois masón? Estos tres hombres ya habían convenido que si no encontraban el verdadero secreto, la primera cosa que descubriesen ocuparía el lugar de ese secreto. Estaban completamente seguros, pues creían firmemente que Dios podía y también quería revelar su voluntad, por la gracia de su fe, de su plegaria y sumisión; de tal manera que lo que descubrieran se mostraría tan eficaz para ellos como si hubieran recibido el secreto desde el principio, de Dios en persona, de la fuente misma. Llegaron pues a la tumba y no encontraron nada, salvo el cadáver casi totalmente corrompido. Cogieron un dedo que se desprendía de nudillo en nudillo hasta la muñeca y el codo. Entonces, levantaron el cuerpo y lo sostuvieron colocando pie contra a pie, rodilla contra a rodilla, pecho contra pecho, mejilla contra mejilla y mano en la espalda, y gritaron "¡Ayúdanos, Oh Padre!". Como si hubieran dicho: "Oh Padre del cielo, ayúdanos ahora, porque nuestro padre terrestre no puede hacerlo". Enseguida reposaron el cadáver, sin saber qué hacer. Uno de ellos dijo entonces: "Todavía queda médula en este hueso", y el segundo: "pero es un hueso seco"; y el tercero: "hiede". Entonces se pusieron de acuerdo para dar a esto un nombre que es todavía conocido en la Franc-Masonería de nuestros días. Posteriormente, fueron cada cual a sus ocupaciones y en adelante sacaron provecho de sus obras. Sin embargo, es también necesario suponer y comprender que la virtud no provenía de lo que habían encontrado o del nombre que aquello recibió, sino de la fe y la plegaria. Así fueron las cosas, la voluntad sosteniendo a la acción. Durante el reinado del rey Alboine nace Betsaleel, quien fuera llamado así por Dios antes de ser concebido. Y este santo hombre supo por inspiración que los títulos secretos y los atributos principales de Dios eran protectores, y edifica apoyándose por completo en ellos, de tal manera que ningún espíritu infernal y destructor osa destruir la obra de sus manos. Tanto se hicieron sus obras famosas que los dos jóvenes hermanos del rey Alboine, ya nombrado, quisieron ser instruidos por Betsaleel debido a su noble manera de construir. Betsaleel consiente con la condición de que no la revelen sin que alguien esté con ellos para componer una triple voz. De esta manera se comprometieron por juramento y Betsaleel les enseña las partes teórica y práctica de la masonería; y ellos así lo hicieron. Entonces los salarios de los masones aumentaron en este reino y hubo masones entre los reyes y los príncipes. Sin embargo, Betsaleel sintiendo próxima su muerte, quiso ser enterrado en el valle de Josafat y que fuese grabado un epitafio según su mérito, lo cual fue cumplido por estos dos príncipes. Esto es lo que se grabó: "Yace aquí la flor de la masonería, superior a muchos otros, compañero de un rey y hermano de dos príncipes. Yace aquí el corazón que supo guardar todos los secretos, la lengua que nunca los reveló". Así pues, tras su muerte, los habitantes de este país creyeron que los secretos de la masonería estaban completamente perdidos. Nada se oía de ellos puesto que nadie conocía sus secretos, excepción hecha de estos dos príncipes, que estaban obligados por su juramento a no revelarlos sin la participación de otro para formar una triple voz. Pero es necesario creer y comprender que un secreto tan santo jamás puede perderse mientras quede un buen servidor de Dios en vida sobre la tierra; porque todo buen servidor de Dios posee y poseerá siempre una gran parte de este santo secreto, aunque no lo conozca ni sepa qué uso hacer de él. Pues en aquella época se produjo en el mundo lo que sucedería más tarde a la Iglesia Samaritana a propósito de Cristo: las gentes buscaban lo que de hecho ya poseían, pero en su profunda ignorancia no se daban cuenta de ello. Todo continua así en las tinieblas de la ignorancia, al menos durante cuatrocientos ochenta años después de que los hijos de Israel hubieran salido de Egipto, hasta el cuarto año del reinado de Salomón sobre Israel, cuando Salomón comienza a construir la Casa del Señor; aquella obra que su padre David hubiera debido hacer, pero que nunca le fue dado a cumplir puesto que sus manos estaban manchadas por guerras sangrientas. Viene a continuación todo lo que se refiere al reino del rey Salomón, su hijo, que comienza a construir la Casa del Señor: A estas alturas espero que todo el mundo tendrá por seguro que ninguna de las cosas necesarias para llevar a buen fin esta santa construcción fue negada al sabio rey. En caso contrario deberíamos acusar a Dios de injusticia, cosa que no osaría hacer ningún débil mortal. Dicho esto, leemos en el Primer Libro de los Reyes, capítulo 7, versículo 13, que Salomón envía a buscar a Hiram de Tiro. Este era hijo de una viuda de la tribu de Neftalí y su padre era un Tirio que trabajaba el bronce. Hiram estaba lleno de sabiduría y habilidad para realizar toda clase de obras de bronce. Permanece junto al rey Salomón y le consagra todo su trabajo. La explicación de estos versículos es la siguiente: la palabra "habilidad" significa "ingeniosidad", pues cuando la sabiduría y la inteligencia están unidas en una misma persona a ésta nada le falta. Así, por el presente pasaje de la Escritura, se deduce que este hijo de viuda, cuyo nombre era Hiram, había recibido una inspiración divina, lo mismo que el rey Salomón y también el santo Betsaleel. Ahora bien, refiere la Tradición que durante esta construcción habría existido una querella entre los peones y los masones a propósito de los salarios. Y para calmar a todo el mundo y arreglar las cosas, el sabio rey habría dicho: "que cada uno de vosotros se sienta satisfecho, porque seréis pagados de la misma manera". Pero él da a los masones un signo que los peones no conocían. Y quien podía hacer dicho signo en el lugar donde se daban los salarios, era pagado como los masones; los peones no lo conocían, por lo que eran pagados como antes. Siendo que esto ocurrió así, debemos juzgar con mucha indulgencia las palabras del sabio rey Salomón, porque ha de ser tenido por cierto que el sabio rey deseaba retribuir a cada uno según sus méritos. Sin embargo, el capítulo 6, versículo 7, del Primer Libro de los Reyes, nos dice que la Casa, mientras estaba en obras, fue construida con piedras preparadas previamente, de tal manera que no se oía ni mazo, ni martillo, ni hacha, ni ningún útil de hierro en la Casa durante la construcción. Podemos concluir que todos los elementos estaban suficientemente ajustados, pero no unidos todavía como para que pudieran ser desplazados sin que se movieran. Y habiendo sido revisadas todas las cosas, desde los límites del cielo hasta la superficie de la tierra, nada se pudo encontrar más conveniente que la escuadra para ser su signo, indicando cómo actuar los unos con respecto a los otros. De esta manera el trabajo continúa y progresa sin temor a ninguna desviación, puesto que ellos trabajaban para un buen maestro y tenían al hombre más sabio de la tierra como vigilante. Por esta razón, con tantos talentos debidos al mérito, pero más aún por la libre gracia, la Masonería obtiene un nombre y un nuevo mandamiento. Su nombre significa "Fuerza", su respuesta "Belleza" y su mandamiento "Amor". Para obtener la prueba de esto, leed los capítulos 6 y 7 del Primer Libro de los Reyes, donde encontraréis los maravillosos trabajos de Hiram durante la construcción de la Casa del Señor. Cuando todo se terminó, los secretos de la Franc-Masonería fueron puestos a buen recaudo, como lo son ahora y lo serán hasta el fin del mundo, por aquellos que los comprenden verdaderamente; en tres partes por referencia a la Santa Trinidad que hizo todas las cosas, después en trece subdivisiones que evocan al Cristo y sus doce apóstoles, que son como siguen: una palabra para un teólogo, seis para el clero y seis para el compañero del oficio; después en pleno y total acuerdo con esto, siguen los cinco puntos de los compañeros franc-masones, que son: pie contra pie, rodilla contra rodilla, pecho contra pecho, mejilla contra mejilla, y mano en la espalda. Estos cinco puntos hacen referencia a los cinco principales signos, que son: la cabeza, el pie, el cuerpo, la mano y el corazón; y también a los cinco puntos de arquitectura; igualmente a los cinco órdenes de masonería. Estos puntos sacan su fuerza de cinco orígenes, uno divino y cuatro temporales, que son los siguientes: en primer lugar el Cristo, la cabeza y la piedra angular, en segundo lugar Pedro, llamado Cefas, en tercer lugar Moisés, que graba los mandamientos, en cuarto lugar Betsaleel, el mejor de los masones y en quinto lugar Hiram, que estaba lleno de sabiduría y de inteligencia. Graham, Maestro de Logias, Enquam Ebo. A 24 de Octubre de 1726, a todos aquellos de nuestra fraternidad que quieran instruirse por todo lo dicho. Nota
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