A ESOS HOMBRES LIBRES

 

 

 

 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Considerando la importancia y gravedad de lo que debemos denunciar, y evaluando la terrible responsabilidad que el conocimiento de estos hechos implica, resulta en principio una tarea muy difícil, comenzar a escribir.

Cuando tratamos de ordenar toda la documentación, priorizar los pensamientos, y procurar la suficiente claridad para exponerlos, surgen sentimientos que dificultan la obra de volcar al papel lo que tenemos en mente.

Decir que nos tiemblan las manos, o que nos falten fuerzas y determinación para hacerlo, no sería correcto; pero algo se mueve dentro de nuestros sentimientos y pensamientos haciendo muy pesada la tarea que nos proponemos. Algo dentro de nosotros intenta detenernos.

Alguna parte de nuestro ser se opone y teme, a que nuestra alma se vea expuesta.

No deseamos ser sometidos a la mirada necia, inexpresiva y sin pudor de quienes, no teniendo nada inteligente para decir, y desde su estado de desconocimiento de las cosas, subestiman y maltratan la verdad, sin darse la oportunidad, ni permitirse a sí mismos ser sabios para poder ver. Quitan a los demás el privilegio que ellos mismos se niegan.

 Dicho en otras palabras, tenemos temor de la necedad, de la ignorancia, de los prejuicios, de las supersticiones, de los dogmas, de las costumbres sin sentido, de la falta de sentido común, de la estupidez, de los pobres orgullos que ostentamos como gloriosos trofeos de la nada, de tanta miseria humana que no desea abandonarnos, ni nosotros a ella.

Tenemos temor de que tanta basura en nuestra mente, no nos deje pensar, o actuar con sensatez, y se abra nuestra boca antes de que podamos ordenarle a nuestros oídos que escuchen atentamente, y a nuestros ojos que miren todo lo que sea necesario ver.

Tenemos temor, de que al no ser comprendidos, por nuestra debilidad al expresarnos, y que por causa de nuestra imperfección sean juzgadas incorrectamente las cosas que analicemos en adelante.

Tenemos el temor, de que las cosas claras, resulten demasiado claras para el ojo acostumbrado a la escasez de luz; y a causa de esto, se rechace ligeramente información vital, valiosa para la vida.
 
 

Pero por otro lado, desde lo mejor de nuestros sentidos, y aliado a las poderosas razones que el entendimiento de estas cosas nos brinda, surgen las fuerzas que nos impulsan a avanzar.

Con la esperanza, de que todo esto sirviera, tan solo a un espíritu libre, ya es suficiente para que no nos detengamos en nada y si se nos permite, es a ese espíritu libre, a quien va dirigido todo este trabajo. Por él vale el esfuerzo y entonces debemos avanzar.

Por lo dicho, le hablamos a los hombres que se sientan a sí mismos, o deseen ser Libres. Con los que entiendan que el Espíritu de Dios es el Espíritu de Libertad Vamos ha comunicarnos con los de "sin prejuicios", con los de "mente dispuesta", con los de "almas deseosas de entender", con los "sedientos" y con los "hambrientos".

  Alma 61.

15. .....según el Espíritu de Dios, que también es el Espíritu de Libertad que está en ellos.

Si alguno se considera a sí mismo saciado, sin necesidad de entender nada más, y con el suficiente entendimiento de todas las cosas, nada de valor va ha encontrar aquí; le decimos a ese hombre que esto no es para él, que no pierda su tiempo, porque nada de esto le aprovechará.
 
 





Mucho ha sido lo que se ha hablado y escrito sobre nuestro tema, parcial ó totalmente. Muchos han alzado su voz criticando, denunciando, y advirtiendo de problemas, conflictos, y corrupciones habidas dentro del seno del cristianismo, sea en el pueblo, como también y principalmente en las conducciones de sus lideres y pastores.

Mucho es lo que se ha dicho; y desde estas voces emergentes se ha escuchado con inconfundible claridad, las declaraciones de osados e irrespetuosos, de iluminados y de salvadores, de revolucionarios y de intransigentes, de perseguidos y de maltratados, de lastimados y de cansados, y de todos aquellos que por alguna razón sufrieron pesares y penurias por tratar de entender y de acercarse a la verdad de los hechos y de sus razones.

A ellos que de alguna manera han tratado de aclarar nuestra visión, para advertirnos de los peligros que ciertamente nos amenazan, y que ofrendaron su vida sea en vida o en muerte; que fueron heridos, mutilados, torturados psicológica y físicamente sí, pero que también fueron asesinados como su maestro; y que si osaban sobrevivir a todo esto, luego la esencia de su mensaje era deformada por el manoseo político y mercantilista de irreverentes discípulos que nunca llegaban a entender lo que debían entender. Y que de esta manera llegaron a ser más ignorados que escuchados, y recibiendo finalmente más desprecio que honra de parte de nosotros mismos. A ellos va nuestro homenaje.
 
 

Permítasenos destacar, que mucho de este trabajo no llego felizmente a los corazones de aquellos para quien estaba destinado el esfuerzo de estos hombres, porque probablemente en algunos de los casos se cometieron errores, y estos, provocaron que lo que se quería denunciar no llegase a ser expuesto en toda su claridad.

Porque quizás hemos hablado desde la posición incorrecta, hemos hablado como si fuera desde "afuera de la iglesia", desde "la plaza", o desde lo que los judíos denominaban "patio de los Gentiles". La visión que quedó es la: del desobediente, del rebelde, del quejoso, del protestante, del apóstata, del que no pertenece a "la casa" ni a "la hermandad", sino que pelea desde afuera y no soluciona desde adentro, del que critica sin entender porque no posee la "autoridad"

Esto en parte, no permitió que se viera con claridad las diferentes denuncias hechas.

Lamentablemente y a causa de esto, muchas de estas denuncias no desnudaron la raíz del problema, el fondo del asunto a la vista de quienes debían ver, sino que solo se les hacia manifiesto la cuestión aparente, las consecuencias y no las causas de fondo. Otros cargaron de subjetividad los relatos, ofreciendo un punto de vista parcial y restringido de la profundidad necesaria para desarraigar el problema.

Queremos decir, en otras palabras, que quizás hemos hablado como profanos, desde una posición donde siempre se cuestionó nuestra "autoridad".

No hemos hablado como oficial sino como civiles, ni siquiera como soldados de un ejercito, sin entendimiento en los asuntos de la guerra, destituidos de toda "autoridad". Por lo menos visto así, por los que sí se consideran oficiales de este supuesto ejercito, y por nosotros mismos que hemos sido convencidos, y cedimos a este punto de vista. Fuimos llamados despectivamente "laicos", "miembros", "feligreses".
 
 

Hemos dejado de percibir, que el ejercito somos nosotros mismos, que si somos los ciudadanos, entonces este ejercito nos pertenece, está a nuestro servicio, nosotros lo integramos, nosotros lo mantenemos, en consecuencia es de todos nosotros, y no de un reducido grupo de oficiales; quienes deberían prestarnos un útil servicio, protegiéndonos, enseñándonos y ayudándonos a entender todo lo relativo a esta supuesta guerra; su trabajo sería adiestrarnos en el manejo de las mejores armas a fin de ser tan buenos soldados como ellos debieran ser y dotarnos de todo conocimiento necesario para enfrentar exitosamente al enemigo. Como todo justo y honesto profesional, solo los idóneos y bien capaces tomarían estas graves responsabilidades, haciendo a un lado todo deseo de lucro y honra, guiados solo por el deseo de ser verdaderamente útiles a la causa común, y en ninguna manera desear o pretender ser servidos, sino servir.

Cierto es que se nos ha enseñado la cosa, de manera un tanto diferente. Podemos ver que hemos sido dirigidos más a alejarnos que a acercarnos al entendimiento del problema.

Ellos nos han convencido de que en definitiva todo esto no era para nosotros; de que solos los que llegan a la oficialidad pueden entender y dominar los misteriosde la guerra; y que si los mantenemos y les damos de comer entonces la guerra la librarán ellos por nosotros; y así seremos finalmente "salvos de esta guerra".

Según lo ven estos oficiales, su autoridad es lo que les permite acceder al conocimiento; y sin este "permiso especial" de Dios para poder entender, el conocimiento para el simple civil no solo es un misterio inalcanzable por su profundidad, sino además y en cuanto a nosotros, el mucho o poco entendimiento que pudiéramos alcanzar de estos asuntos, no nos concierne, ni nos confiere autoridad alguna, ni siquiera para opinar.
 
 

Esta es quizás la razón, por la que hemos casi abandonado el tema; y como consecuencia de esto, no tenemos en mano ninguna solución definitiva para resolver esto. Peor aún, ya no nos interesa y no tenemos ningún deseo de meternos en semejante trabajo, y mucho menos tener alguna esperanza de encontrar algo de entendimiento y claridad para actuar con propiedad.
 
 

Podríamos decir también, tomando otro punto de vista, que esta corrupción actúa, como que alguien estuviera distrayendo nuestra atención, protegiendo así al ladrón que impunemente se mueve dentro de nuestra propia casa.

Convenciéndonos que la casa es de ellos, de los ladrones y no nuestra, y que no tenemos derechos a preguntar sobre sus movimientos, en nuestra propia casa.

Pero nuestra querida oficialidad, nuestros amados lideres y pastores, quienes recibiendo su salario puntualmente cada mes y cada vez que lo requirieron, lejos de protegernos, advertirnos, y enseñarnos de este pillaje, ellos mismos en su mayoría protegen a los ladrones y terminan convirtiéndose en parte de la banda.

Ellos han sido y son los que dejan nuestra casa vacía, sí de toda cosa útil, excepto de más ladrones, a los que invitan sin cesar a participar del despojo; y a lo que nosotros consentimos, apoyándolos con nuestra complaciente indiferencia y la complicidad de nuestro silencio.
  
 





Y es aquí, donde deseamos proponer, que veamos este tema, no como civiles, no como soldados, sino como parte de la oficialidad.

Creemos, que nos ayudaría mucho, tratar de ver las cosas, como civiles experimentados que somos, pero agregando a nuestro punto de vista, el del oficial que debemos y podemos ser.

En otras palabras, proponemos que analicemos algunas cuestiones fundamentales del cristianismo, desde adentro del cristianismo mismo. Desde el dominio de su doctrina, tratando de desnudar sus dogmas y misterios; desde su experiencia, y sus prácticas actuales, desde el conocimiento, sí, desde ese entendimiento que tan fuertemente nos ha sido negado, primero a causa de estos pícaros, y luego por nuestra propia negligencia.

Veremos que esto no es tan difícil de conseguir, como ellos enseñan.

Veremos que si se usa esta hermosa cabeza, (que el creador dispuso sobre nuestros hombros, para que esté en la parte más alta del hombre y cercana al cielo, aún arriba del corazón), de ninguna manera caerán rayos del cielo condenándonos, ni vendrá el diablo a llevarnos por haber osado inmiscuirnos en los asuntos sagrados.

Veremos que la voluntad de Dios se revela a través de la mente y del corazón. Uno no puede reemplazar al otro. si falta uno de los dos la revelación es incompleta. Que el sentir debe apoyar y acompañar al entendimiento, y en ninguna manera quedarnos solamente con un sentimiento solitario y aislado sin comprensión.
  
 





No hablaremos en lenguaje de sermón, sino que lo haremos con el idioma común. Usaremos las expresiones que usamos a diario para que todo sea entendido, y nada quede enterrado en palabrerío rebuscado.

No cuidaremos las formas para describir los hechos, sino que llamaremos a las cosas por su nombre.  El profeta José dijo:
 

"Prefiero más al hombre que insulta casi incesantemente, y sin embargo trata con justicia a sus vecinos, y misericordiosamente comparte su substancia con los pobres, que un hipócrita de semblante triste". (Enseñanzas del Profeta, pag 370)


 

 Por eso advertimos a aquellos que son sensibles a las palabras fuertes, que no limitaremos el lenguaje como lo hacen aquellos que en sus sermones y predicas, no escatiman violencia para proferir amenazas de infiernos sobres los fumadores y drogadictos, y luego se cuidan de elevar la voz para denunciar las injusticias de los poderosos de la tierra, y ni se ruborizan ante las injusticias perpetradas sobre los pobres, huérfanos, viudas y necesitados por el sistema capitalista y feudal que ellos mismos sostienen.
 
 
 No tocaremos tampoco los temas habituales, que tan astutamente utilizan las castas religiosas gobernantes, para conseguir su pan de todos los días. Enfocaremos la atención en sencillas verdades del cristianismo, en algunas cosas que hemos dado por obvias, y que justamente esta obviedad es lo que no nos permitió entender; y en otros casos el desuso, el tiempo, y la sutil astucia de los sacerdotes, fueron poco a poco dejándolas fuera del catalogo diario.

O que en el mejor de los casos cuando se trataron, la falta de datos, la falta de experiencia, la inconstancia, o la persecución echaron por tierra los buenos y sinceros intentos de algunos hombres que alcanzaron a vislumbrar el tesoro real, del que se nos quiere despojar.

Como dijo Jesucristo, estamos en la presencia de un tesoro, y no lo percibimos como tal.

Porque hay muchos interesados en todo el sentido de la palabra, de hacernos al costado, no porque el tesoro no alcance para todos, sino porque estos pícaros ladrones no desean otra cosa que "seguir robando" y "seguir siendo mantenidos".

Del tesoro ellos saben casi nada, ni noticias, ni lo creen, ni lo esperan. Su profunda incredulidad se manifiesta justamente en que cambian la búsqueda del tesoro, por ganancias temporarias, sea dinero o sea honra y aplausos de los hombres. Con cualquiera de estas dos ellos se satisfacen plenamente y se dan por bien pagados, porque concretamente "lo del tesoro" es para vender, no para consumo propio.

Bien dijo el Señor hablando de estos irresponsables:

 Mateo 23.

13. Más ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el Reino de los Cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando

 En nuestras manos esta la solución y veremos, si tan solo queremos ver.
  
 





Considerando, la inundación de libros que hacen comentarios "sagrados" dejando de lado las escrituras, creemos vital no repetir este mismo error. No nos explayaremos demasiado con comentarios sobre La palabra del Señor, sino trasladaremos a este escrito los versículos de los textos sagrados, confiados en que ellos muestran por sí mismo todo lo necesario para entender clara y comprensiblemente, muchísimo mejor de lo que podría hacerlo cualquier hombre

1 PE. 4

11. Si alguno habla, hable conforme a las Palabras de Dios.
 
 

En consecuencia, es premisa de esta denuncia, demostrar cada punto de una lista de corrupciones, principalmente y en la medida de lo posible con escrituras, y los comentarios si son necesarios, hacerlos breves.

Aún cuando en cada tema, exponemos comentarios o simples toques de atención, lo más importante es que tiene suficientes referencias de escrituras para demostrar los puntos en cuestión, aún cuando no se pueda exponer la totalidad de la referencia disponible, por obvias razones de espacio.

Bastan los ejemplos que usamos, para complementar los estudios que cada uno pueda realizar; lo que tratamos de ofrecer es un punto de vista, que no habíamos tenido en cuenta y que se descartaba cada vez que se proponía, sin poder entender adecuadamente que existen los testimonios que a continuación veremos.
  
 





Es la palabra de Dios; es la Verdad (DyC 84:45); es la Luz (2Pe.1:19); es la ley (DyC 132:12; 42:28,59, 20:80); es la espada (DyC 6:2); es el poder creador del Espíritu de Dios (DyC 29:30); es la barra de hierro que vio Lehi (1Ne.11:25); son las tablas de Moisés (Ex.32:15-16)

No son ni las decisiones ni las interpretaciones de hombre alguno sean apóstoles, profetas, maestros, pastores, ostenten el título que ostenten es lo mismo. Si lo que leemos no acredita la procedencia divina ni concuerda con el resto de las otros escritos y tampoco responde ni encaja en la "Gran Doctrina de todos los Libros de Escritura" será simplemente palabra de hombre y no deberá ser tomada en cuenta para juzgar la veracidad o mentira de cosa alguna.
 

"Debemos asegurarnos hasta donde nos sea posible que el hogar de nuestros miembros disponga de un ejemplar del Libro de Mormón de la Biblia, de Doctrinas y Convenios y de la Perla de Gran Precio. Tenemos que de alguna manera ver que dispongan de tan preciosos textos no de discursos y lecciones sobre las escrituras sino de las escrituras mismas de las cuales puedan leer y estudiar" (Parte de un discurso pronunciado por el Pte. Harold B. Lee para la Esc Dominical en la Conferencia de Octubre de 1973)


 
 
 

 Para los que se dicen fervientes devotos de los profetas vivientes y rasgan sus vestidos por sostenerlos como la única fuente autorizada, y se declaran a sí mismos fieles seguidores y amantes de sus doctrinas, a continuación citamos unas palabras del Pte de la Iglesia Harold B. Lee:
 
 
 

Digo que necesitamos enseñar a nuestra gente a buscar sus respuestas en las Escrituras. 

¡Si tan solo cada uno de nosotros fuese lo suficientemente sabio para decir que: - No podemos dar respuesta a ninguna pregunta a menos que podamos encontrar la respuesta doctrinal en las Escrituras -

Y si llegásemos a encontrar a alguien que enseñe algo que fuera contrario a lo que está en las Escrituras, todos podríamos saber que las cosas que habla son falsas; es así de simple. 

Más lo infortunado del caso es que muchos de nosotros no estamos leyendo las Escrituras, ignoramos lo que hay en ellas y por consiguiente especulamos en cuanto a las cosas que debíamos haber encontrado en las Escrituras mismas. " Creo que en esto yace uno de nuestros mayores peligros de hoy en día." ("Buscad las respuestas en las Escrituras". Liahona, Dic. 1973, pag 3)


 

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