Este imponente palacio, erigido sobre una villa suburbana de época romana altoimperial, constituye sin duda un caso único entre los múltiples legados de la arquitectura romana que hasta nosotros han llegado, pues no se conoce ningún edificio igual en todo el territorio ocupado por el imperio romano.
La información con que actualmente contamos, tras seis años de investigaciones arqueológicas, permite plantear que el monumento originalmente constituyó el palacio y sede del emperador Maximiano Hercúleo durante su estancia en Hispania, entre los años 296- 297 d.C., y lugar desde donde dicho personaje organizaría la campaña pacificadora que inmediatamente después le conduciría al Norte de Africa. Nos encontramos en un momento en el que el imperio romano experimenta una importante transformación política a cargo de Diocleciano y de los emperadores correinantes: la Tetrarquía. Una de las actuaciones principales de estos emperadores para revitalizar la unidad del Imperio, fue la descentralización de las sedes imperiales desde Roma -residencia oficial del emperador hasta este momento- a zonas periféricas. Sorprendentemente, hasta el momento no se conocía ningún palacio imperial tetrárquico en la mitad occidental del Imperio, que en este momento se encontraba bajo el control directo del emperador Maximiano, siendo los más próximos los de Milán (Italia) y Trier (Alemania). En este contexto, el monumento cordobés habría constituido, en definitiva, el palacio construido por Maximiano Hercúleo en el extremo occidental de sus dominios, con el fin de materializar, en un edificio emblemático, su control efectivo sobre el occidente romano.
La presencia de un edificio de tales características en Córdoba implica que, en contra de lo que hasta ahora se suponía, la ciudad desempeñaba aún en este momento un importante papel en el control político de la Península Ibérica e incluso del extremo occidental del Imperio. Por otro lado, su original diseño y concepción lo convierten en un elemento indispensable para conocer la arquitectura bajoimperial y los principios que, poco más tarde, darán lugar a la aparición de la arquitectura bizantina.
No concluye así la historia del yacimiento pues, al menos desde mediados del s. VI d.C., una parte del antiguo palacio (5 y 4) se reutilizó como centro de culto cristiano, al que se asocia una extensa necrópolis, ocupada en época visigoda y mozárabe, en la que, junto a numerosos enterramientos, se han localizado la lápida funeraria de Lampadio y el anillo-sello de Samsón, obispos cordobeses de los que hasta el momento no existía constancia alguna.
En un momento posterior, ya en época califal, gran parte de esta zona fue ocupada por uno de los arrabales que en esta época rodeaban el recinto amurallado de la ciudad. En la actualidad se conocen algunas de las casas que constituían este arrabal y parte de la trama viaria que permitía la conexión de unas zonas con otras, así como una buena parte de los utensilios que formaban parte de la vida cotidiana de los ciudadanos de la Córdoba de este momento.