Kharam-Akkad

El Mago de los Espejos

    Sacerdote de Tarim, dios originario de Hyrkania, en la ciudad de Makkalet, y consejero del Rey Eannatum. Fue él quien sugirió al Rey que ordenara el rapto del Tarim Viviente de la ciudad capital de Aghrapur, hecho que desató la Guerra del Tarim. El Rey Yildiz envió a su hijo Yezdigerd en una guerra santa para recuperar al dios perdido.

    En el Mar de Vilayet, Yezdigerd reclutó a Conan de Cimmeria y a Fafnir de Vanaheim, después de rescatarlos del cataclismo de Bal-Sagoth.

    Cuando el ejército de Yezdigerd invadió Makkalet, Kharam-Akkad envió a un solo soldado a defender el palacio. Al llegar los invasores, encontraron un ejército de esqueletos vivientes, que ante sus ojos se cubrieron de carne humana, quedando idénticos al soldado central, el enviado de Kharam-Akkad. Conan notó algo extraño en los movimientos de este extraño ejército, y casi por instinto, golpeó con su maza al soldado central, destrozándole el cráneo. Instantáneamente, los esqueletos vueltos a la vida se desmoronaron. Aun así, los invasores fracasaron en su intento de entrar al palacio real.

 
    Por la noche, Conan y dos soldados más  hicieron una nueva incursión, esta vez al Templo del Tarim; pero fracasaron igualmente al ser atacados por otro esqueleto reanimado por el mago. Conan fue el único que logró escapar, ayudado por la Reina Melissandra, que se enfrentó al hechicero, fascinada por el bárbaro. Conan llegó así hasta la cámara central de los espejos, donde tenían encerrado al Tarim viviente, pero cayó en otra trampa de Kharam-Akkad y tuvo que enfrentarse a otro de sus guardianes, el Perro Negro, una bestia de fuerza impresionante a la que mató estrangulándola con una cadena y hundiéndole su espada.

    Después de escapar, Conan tuvo una feroz disputa con los turanianos, que habían arrojado al mar el cuerpo herido pero aún con vida de su camarada Fafnir, y escapó. Mientras tanto, Kharam-Akkad se obsesionaba cada vez más con una imagen que se le aparecía en los Espejos Encantados de Thuzun-Thune, que eran la fuente principal de su poder mágico. En ella, aparecía muerto a los pies del cimmeriano, y detrás de él se formaban las figuras de un león, un águila y una serpiente. Su obsesión crecía al no poder entender el significado de esta visión.

 
 
    Eventualmente Conan fue capturado y llevado ante Kharam-Akakd, que le mostró la imagen de su propia muerte en los espejos. Conan estuvo a punto de ser hechizado, pero se liberó y tuvo que batirse a duelo con el hechicero. Este se defendió lo mejor que pudo, hasta que fue dominado por el pánico, al darse cuenta de que la empuñadura de la espada que Conan sostenía en sus manos tenía grabada la imagen de la cabeza de un águila. Presa del pánico, el mago trató de protegerse con el escudo de un soldado, pero se dio cuenta de que las correas del mismo eran de piel de serpiente... Así, sólo quedaba por descifrar la imagen del león... Pero no pudo hacerlo porque murió a manos de Conan.
 
 
    Nunca supo que años después, cuando se convertiría en un pirata en las costas de Kush al lado de Bêlit, Conan sería llamado Amra, palabra que en el dialecto de las tribus negras significa León.
 
 
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