UBIK, Asociación Venezolana de Ciencia Ficción y Fantasía

Necronomicón

Segunda Época. Año 4. N° 11. Febrero, 2006

Este año comienza tardíamente gracias a un desastre informático que me dejó sin computadora por casi dos semanas. Todavía se pueden saborear trazas de la debacle hasta en el café, un sutil rastro del duendecillo verde que se ocupa de obstaculizar con todas las leyes de Murphy a las que puede echarle mano, las tareas editoriales de UBIK (en cualquiera de sus sabores). Sin embargo, supongo que ustedes podrán degustar el producto final sin tener que preocuparse de lo que sucedió durante su génesis.
Este año, con este número, comienza la segunda decena del Necronomicón. Un año donde espero poder editar, con el apoyo de escritores y lectores, al menos seis nuevos números. Y mientras transcurren esos seis números, confío que pasará el año completo. Un año lleno de historias, tanto en la otra realidad como en las páginas del Necronomicón. Historias fantásticas que esperamos nos permitan soñar o tener pesadillas, que nos diviertan, nos atormenten y sirvan de entretenimiento. Mientras pasa el año, todos los buenos deseos del 31 de diciembre se harán realidad o no se harán. Por mi parte, no creo que ni mi subconsciente deseó la huelga de mi computadora. Un clásico ejemplo de cómo actúa el duende malandrín. Si alguno de ustedes ha observado algún leve indicio de obsesión en el tema de la corrupción de mi PC, puede estar seguro de estar en lo cierto. Y se los advierto, coloquen trampas para ratones o venenos potentes, pero sutiles, a lo mejor tienen suerte y mandan al pequeño demonio al más allá.
Al menos hoy podrán relajarse y leer las historias que nos traen Jorge Martínez, Hernán Domínguez y Adriana Alarco. Desde el Terror a la Ciencia Ficción, libres de malignos duendecillos. Quizás la lectura de esas historias cumplan algunas de sus expectativas de fin de año o no lo hagan en lo absoluto, pero lo seguro es que las disfrutarán hasta el último punto.
Feliz año. Un año de buenos deseos y que el Terror cunda por doquiera.

 

Manuscrito encontrado en un cuarto vacío

por Jorge Martínez Villaseñor

Jorge Martinez Villaseñor, de profesión ingeniero, es natural de Jiquilpan, México. Se dedica en sus ratos libres a la literatura y siente especial predilección por el relato fantástico de corte clásico. Sus relatos de terror se ubican en el tradicional universo lovecraftiano y su Ciencia Ficción nos recuerda las grandes obras de la edad de oro (Asimov, Heinlein y E.E. Smith). Sus relatos han aparecido en varias revistas de España e Hispanoamérica. Ha publicado un par de libros de cuentos: El día perdido y otros relatos de C.F. y Terror paranormal (2000) que es una antología que incluye cuentos de CF como La dimensión N y El día perdido, ambos premiados en concursos literarios; casi todos los relatos restantes de esa colección pertenecen a la temática del terror, principalmente lovecraftiana. También es responsable de Leyendas Jiquilpenses (1999), una recopilación de cuentos tradicionales de su región natal. Es cofundador de la Asociación Mexicana de Ciencia Ficción y Fantasía (AMCYF).
En esta oportunidad, Jorge Martínez nos permite seguir los apuntes manuscritos que narran el camino del conocimiento que pocos mortales se atreven a tomar…

Dentro de unos segundos tan solo, daré comienzo al gran experimento... Al experimento que me transportará, al menos así lo espero, a una nueva dimensión, más allá de nuestro mundo... Una maravillosa dimensión donde, probablemente, se pueda hallar respuesta a muchas de las insondables preguntas que, a veces, nos hacemos aquí en la Tierra... Una dimensión en la que, seguramente, encontraré a mi tío, el profesor Jones. El que, hace algunos años, misteriosamente desapareció de esta casa, antaño de su propiedad, y ahora, pasado el tiempo legal, completamente mía, al igual que el resto de los bienes que me dejó de herencia.

La posesión de ésta fue lo que me ha orillado a estar aquí: En este singular cuarto, de desconcertantes ángulos en sus esquinas, esperando ver si se hacen realidad las inquietantes sugerencias dejadas por mi tío en su libreta de notas... Las que he tratado de analizar y comprobar su veracidad consultando los anticuados y polvorientos libros que se amontonan confusamente en los altos anaqueles de su biblioteca.

Afortunadamente, al examinarlos, pude notar que unos cuantos de estos libros no estaban tan cubiertos de polvo como los demás, y supuse que fueron éstos los más consultados por mi tío antes de su desaparición.

Entre ellos había algunos textos en antiguo hebreo, la mayoría en dialectos medievales, cuando no en latín clásico o en griego arcaico. Todos ellos con títulos impronunciables... También conseguí uno escrito en retorcidos caracteres, que supuse que era árabe, cubierto con unas gruesas tapas de piel. Una piel negruzca y reseca que, a su contacto, me hizo sentir una terrible y antinatural repulsión. Afortunadamente mi tío, sabio estudioso de innumerables lenguas muertas de la antigüedad, había dejado entre las páginas de aquellos arcanos volúmenes algunas breves líneas escritas en nuestro idioma. Líneas que mientras más las leía, más desconcertantes y enigmáticas me parecían. Tras varias semanas de trabajo ímprobo, logré ordenar un poco aquellos apuntes y darles así un vago sentido:

"...las invocaciones, formulando cuidadosamente las palabras, son como vibraciones cósmicas, como resonancias magnéticas, que abren las invisibles puertas a otros mundos... A otras dimensiones..."

"...las palabras, auxiliadas por la vibración energética de las llamas, adquieren mayor poder y resonancia..."

"...los colores, especialmente el gris, mezcla del blanco puro y del negro más absoluto, al vibrar en su longitud de onda visual, ayudan a canalizar fuertemente el poder de las invocaciones..."

"...los olores, particularmente los del incienso de la India, y de los antiguos monasterios tibetanos, ayudan a estimular la glándula pineal; que es donde se encuentra el foco receptor de la energía psíquica, la llave de todas las otras energías, conocidas y desconocidas, y las controla..."

“...los mantras y las mandalas ayudan a canalizar la mente hacia el sendero deseado....”

Me interesó especialmente lo que hallé en un viejo libro escrito en germano antiguo, creo, donde mi tío había apuntado:

“...casi todas las invocaciones están formuladas para que "ellos" accedan a éste mundo y penetren a nuestra dimensión...”

“...la dimensión donde "ellos" moran es intemporal y multidimensional; a través de ella se puede acceder a otros mundos y a otros lugares, del pasado o del futuro...”

“...esta dimensión es la puerta del poder más grande jamás soñado y por ello los que la habitan han sido considerados siempre por los humanos como "dioses"...”

"...para ser nosotros mismos "dioses", sólo bastará con saber entrar en ella.”

Más adelante, hojeando otro libro, escrito en tibetano antiguo, pude encontrar otras líneas traducidas que aseveraban:

"...los ángulos de las habitaciones ayudan mucho a canalizar la energía de las invocaciones..."

"...Estos no deben ser rectilíneos sino curvos y el vórtice del rincón, la puerta de entrada de los "dioses", debe estar formado por tres de estas curvas... Por eso desde hace muchos siglos el número tres ha sido considerado como un número sagrado... Como el símbolo completo de la Divinidad..."

Pensaba que todas estas anotaciones casi me proporcionaban la clave completa para acceder a esa poderosa y unidimensional puerta... Pero ¿Cuáles eran las invocaciones necesarias para ello…?

Finalmente creí encontrar el ceremonial correcto en un vetusto libro escrito en latín antiguo titulado "El Necronomicón”, en cuyo interior encontré una vieja plegaria, o invocación, escrita por la temblorosa letra de mi tío. La imprecisa caligrafía me revelaba que en aquella se encontraba totalmente la clave. La salmodia empezaba de ésta manera:

"Om mani padme UM..."

Tras ella, seguían una docena o más de incomprensibles versos o jaculatorias similares...

Ayer mismo, después de encontrarlas, al filo justo de la medianoche, me puse a repetirlas en un cuarto que parece parte de la sumergida bóveda de una iglesia, pues el piso se encuentra construido a la mitad de la altura de ésta, justo en donde las bóvedas se unen formando un singular triángulo de lados curvos. Entonces, encendiendo parte del incienso dejado por mi tío, y una de las grises velas del candelabro que se hallaba a su lado, me puse a recitar esa plegaria, junto con la larga salmodia de sonidos incomprensibles, que sonaban algo así como:

 “aaa...ya...eee...sss...aaa...rlhieg...flannthag..."

Ilustración por Juan Raffo basada en la historia "Manuscrito encontrado en un cuarto vacío" de Jorge Martínez VillaseñorJusto cuando comencé a ver como las curvadas esquinas del ángulo del piso de la gris habitación se desvanecían, un terrible y nauseabundo olor surgido de ellas, un maligno olor hizo estremecer todas mis carnes, como si mi cuerpo y mi alma se hallasen en un mortal peligro, y logró hacerme reaccionar y cesar de inmediato en mis invocaciones, apagando la vela gris de un fuerte soplo.

Al instante todo cesó, y la calma volvió en torno mío... Ante ello, con el cuerpo presa de un fuerte estremecimiento, tambaleante y agotado, apenas pude llegar a dormir a mis habitaciones.

Sin embargo, hoy, al estar arreglando y poniendo en orden los libros de mi tío, decidido a abandonar para siempre sus nefastos experimentos, cuando quise depositar uno de los libros en lo alto de un estante, un blanco papel doblado se desprendió de su interior. Al leerlo comprendí que había hallado la clave principal para el feliz desarrollo de los experimentos. Consistía tan sólo en unos pocos renglones que afirmaban:

“...las palabras son tan solo resonancias magnéticas y psíquicas, y forman con las plegarias e invocaciones la manera de abrir la puerta a esas otras dimensiones... Es, por decirlo de alguna forma, el modo de "llamar" y "hacer venir" a los dioses que en ellas habitan. Según antiguos sabios con sólo invertir el orden de las palabras, decirlas al revés, desde el final hasta el principio, tienen el efecto contrario... "Hacernos ir"... penetrar en esos perdidos mundos...”

¡Eureka¡ ¡Al fin había dado con la solución a la desaparición de mi tío! ¡Seguramente él había pronunciado esas invocaciones! Tal vez ahora probablemente se hallaba viajando por otros mundos, en otras dimensiones... Quizá figuraba ya en ellas cómo uno de los propios "dioses" lleno de sabiduría e infinito conocimiento...

Dentro de un segundo, yo mismo leeré la invocación de igual manera, así podré comprobar la veracidad de tales aseveraciones..."

 

Esa es la totalidad del contenido del manuscrito que se encontró tras la también misteriosa desaparición del sobrino del profesor Jones.

La evidencia ha sido fielmente descrita en los archivos del caso: en un rincón de la inquietante habitación, empotrado en la pared de piedra, encontraron un descarnado brazo como si ésta se hubiera construido con el brazo allí metido. Sin embargo, por más que horadaron el muro para poder rescatar el hipotético cuerpo, ninguna traza hallaron de éste, y nadie pudo jamás explicarse cómo aquel antebrazo pudo incrustarse en dicho pétreo rincón...

¡Aquel miembro era el patético antebrazo del joven Jones; el solitario miembro tan solo pudo ser reconocido por un singular anillo de amatista, que fulguraba en uno de sus huesudos dedos!

Madurez

por Hernán Domínguez Nimo

Hernán Domínguez Nimo es un escritor argentino que tiene grandes ideas y una especial habilidad para desarrollar historias interesantes. Lo digo con conocimiento de causa, hace poco hicimos un experimento literario a dos, ¿o serán cuatro?, manos (lo de las cuatro manos es un poco complicado, pues escribir con ambas manos a la vez requiere una elevada concentración mental) y esa criatura todavía ronda por mi cabecera sin dejarme en paz durante las noches hasta que consiga ponerle el punto final. Lo mismo me parece que le sucede a Hernán, aunque él es el principal culpable, pues en dos ocasiones cuando el cuento parecía haber llegado a un callejón sin salida, de alguna manera se sacó una derivación de la trama de debajo de la manga y ¡maravilla de maravillas! El relato comenzó a fluir de nuevo con inusitada energía. Esperamos poderlos invitar al bautizo oficial de ese pequeño engendro.
Esta es la segunda participación de Hernán en el Necronomicón. La primera vez fue en el número 4 con el relato Nacimiento. Ahora nos viene con dos relatos en una suerte de representación física del guarismo 2. Madurez es un ingenioso juego de palabras del título con la manipulación de la degeneración física. Luego cerraremos con la inteligente puesta en escena de una Muerte psicótica en Soy la Muerte.

 

La operación en sí no le dolió tanto. Un poco la inyección de anestesia. Pero una frase del médico había quedado repiqueteando en su cerebro, como un eco a la inversa, que en cada repetición cobra cada vez más fuerza.

"Con esta operación, una muela envejece veinte años de golpe".

Claro, también le había dicho que el conducto era la única opción que tenían, que así podría mantener su muela por un tiempo antes de tener que hacerse perno y corona, etcétera etcétera, pero toda esa información la había procesado, le había dado el visto bueno y luego salida.

Lo importante era que ahora tenía una muela veinte años más vieja.

Él tenía cuarenta y siete. Su muela, en cambio, sesenta y siete.

A los treinta y nueve años, jugando al fútbol, se había roto los ligamentos de la rodilla. Se operó, hizo la rehabilitación pero nunca volvió a jugar. Su rodilla estaba perfecta, sólo que envejecía más rápido que el resto del cuerpo. Si no iba al gimnasio o salía a correr, el músculo de la pierna se debilitaba, se convertía en el músculo chupado y reblandecido de un viejo.

A partir de entonces, el hecho de tener una pierna más vieja que el resto del cuerpo le había parecido lo más importante de sí mismo. Como si la edad le confiriera madurez, experiencia. Alcurnia. Su pierna era como un pariente famoso del que se enorgullecía. Cuando se presentaba, debía reprimirse para no decir: "Soy Rodolfo y tengo una pierna más vieja".

Ahora tenía una pierna y una muela más viejos. Y sentía que esa muela y esa pierna eran más él que el resto del cuerpo. Algunos decían que la personalidad estaba en el cerebro. Otros en el corazón. La suya estaba dividida entre una muela y una pierna.

El resto del cuerpo era intruso, ajeno.

Debía hacerlo suyo. Comenzó por la dentadura: después de hacerse conductos en todas las muelas, ya no hizo diferencia entre ellas.

Se rompió los otros tres miembros y se los operó. Comió exageradamente, con tanta grasa y durante tanto tiempo, que engordó, sus venas se taponaron y tuvo que hacerse varios bypass. A su corazón, forzado por el sobrepeso, le instalaron un marcapasos.

Miró tele y bombitas de luz sin parpadear, sin piedad, durante semanas, sin hacer caso al ardor y al lagrimeo continuo. Sus ojos, fatigados en exceso, tuvieron que resignarse a usar anteojos.

Limitó la ingesta de agua a apenas un vaso por día. Sus riñones, sobrecargados, pronto se resintieron y se llenaron de dolorosos cálculos.

Tomó sol todos los días, de doce a dieciséis, sin la menor protección. Su piel se enrojeció, se cayó, se volvió a quemar y ya no se cayó más, pero adquirió una textura quebradiza. La cara se pobló de arrugas. El dorso de las manos, de pecas y manchitas.

Se puso agua oxigenada en la cabeza, treinta volúmenes. El cuero cabelludo se quemó, se manchó. El pelo se le volvió blanco y débil, antes de empezar a caerse de a mechones.

Llegó un día en el que cada célula de su cuerpo estuvo envejecida prematuramente, todo él era veinte o treinta años más viejo. Todo era él. Ya ninguna parte era menos madura que la otra.

Sin embargo, descubrió con nostalgia, en un rincón del corazón aún tenía cuarenta y siete. Y por alguna razón, ese rinconcito era ahora más importante que todo el resto.

 

Hotel Zepelio

por Adriana Alarco

Tres. Tercera ocasión en que me siento ante la computadora para escribir sobre Adriana Alarco. Siempre que tengo que escribir sobre ella debo primero ordenar bien mis ideas y clasificar toda la información. Creo que ya les había hablado sobre lo incansable que es esta mujer. En el último año ha editado, como presidenta de la Fundación Ricardo Palma, los dos primeros volúmenes, de un total de diez, de selecciones de las Tradiciones Peruanas de este insigne escritor y dentro de poco saldrá también el tercero. Por cierto, algunas de las tradiciones que Ricardo Palma escribió fueron sobre Simón Bolívar y se pueden leer en http://www.simon-bolivar.org/bolivar/r_palma.html.
Allí no se detiene Adriana, dentro de poco verá publicado, por la Sociedad Geográfica de Lima, un libro de cuentos infantiles: Las Aventuras ecológicas de la Brujita Brujilda, donde aprovecha para hablarle a los más pequeños de la fauna y la flora de su país, Perú.
La tercera participación de Adriana es con Hotel Zepelio, un viaje de turismo por encima de la amazonía que devela la inconveniencia de estar en el mismo sitio donde la naturaleza virgen se encuentra en el momento más álgido de nuestra dependencia tecnológica. Los invito a disfrutar de este relato de Ciencia Ficción de Adriana Alarco.

 “Vemos que un pequeño movimiento casi imperceptible del timón tiene la potencia de virar una nave cargada de gran tamaño... así podemos asegurar que un movimiento de ala o de cola de las aves que vuelan en las corrientes de aire sin batir las alas, las sostiene y es suficiente para evitar su descenso”. Leonardo da Vinci

Los nuevos Hoteles Zepelio son revolucionarios y atractivos para la cantidad de jubilados que desean viajar y conocer el mundo. Por lo tanto, estos Hoteles Voladores se repletan de turistas todo el año. Mi esposo y yo hemos decidido nuestra aventura entre las Vacaciones de Ensueño que hay para escoger.

Han llegado al espacio exterior los Hoteles Zepelio y dan la vuelta alrededor de la Tierra, con las paredes llenas de imágenes de la galaxia, acercándonos a estrellas, planetas y asteroides como nunca antes habíamos pensado ver tan de cerca. Los que flotan bajo los océanos, a los cuales se accede por medio de túneles desde el continente, reflejan el mundo alrededor. En las paredes se puede vislumbrar imágenes de abismos oceánicos y de los animales que pueblan tales territorios acuáticos. Existen aquellos que se desplazan sobre las montañas y cumbres nevadas de las cordilleras más altas del mundo, dando la sensación de vivir en medio del hielo eterno mientras uno goza de los baños termales en la piscina del Hotel.

Los nuevos locales turísticos se encuentran también en desiertos y en parques naturales de la Tierra. Nosotros hemos escogido visitar la Amazonía. El capitán nos ilustra la maravilla tecnológica que es este nuevo invento y sus características de extrema seguridad mientras lo escuchamos cómodamente sentados en el salón.

Aquí en la selva, como en otros lugares, el Zepelio está sujetado por un dirigible que utiliza un nuevo tipo de combustible gaseoso, el Blaugas 15M, no inflamable, ligero como el aire y que permite una navegación a cuota constante en condiciones de clima sereno. Me pregunto cómo se comportará en otras condiciones ya que es el primer vuelo a baja cuota que se realiza en este lugar fascinante y sigue garuando desde que llegamos. Nos informa, también que viajamos a una altura suficientemente segura de los peligros circundantes, como animales salvajes y lugares invadidos por la vegetación desbordante. Por lo tanto espero no toparnos con jaguares, pumas, tapires, otorongos, boas y otros bichos feroces.

Apunto en mi diario todas las explicaciones fascinantes que nos da sobre este medio de navegación aérea. El dirigible carga el hotel para cincuenta personas provisto de cubículos para dormir además de piscina, gimnasio y del gran salón de recreo y comedor donde estamos. Se maneja a voluntad del piloto, tiene sustentación estática y recorre aquel paraje de la Tierra aún deshabitado, donde se puede encontrar belleza, tranquilidad y reposo, admirando paisajes inusitados y totalmente fuera del alcance de la mano destructora del hombre.

Estamos felices. La estructura casi rígida de la carena del dirigible Z.R.S. 4/5, según el capitán, es indeformable. La potencia motriz y su máxima estabilidad lo hace lo más moderno en Hoteles voladores. Sus puertas y ventanas se maniobran dinámicamente abriéndose y cerrándose con pulsantes comandados por la energía solar.

A través de las paredes transparentes vemos orquídeas maravillosas que trepan por los árboles y viven en las ramas más altas, buscando la luz. Descubrimos las copas de altísimos árboles como la caoba, de madera roja que se alza más de cincuenta metros sobre el suelo, cedros ocres, castaños y cataguas de tronco blanco.

Surcan los cielos como manchas variopintas de nubes enardecidas, los papagayos en tropel, los loros, periquitos, guacamayos de colores impactantes, los mot mot, verdes alciones, hoazines, jilgueros, tanagras y trompeteros. Más alto vuelan con lentitud y elegancia los cóndores reales de la selva.

Los vidrios de los salones agrandan la visual por lo que vemos mariposas enormes e insectos increíbles y podemos estudiar sus hábitos desde el salón, cómodamente sentados en las poltronas infladas. Según nos han explicado, así es más fácil llevar los muebles de un lugar a otro y, si no se llena el hotel, se desinflan y se guardan, ocupando mucho menos lugar.

En las horas nocturnas, las luciérnagas y otros insectos luminosos aparecen en el cielo como miles de estrellitas y faroles que se prenden y se apagan. A ratos se enciende el intercomunicador y el capitán nos permite escuchar el sonido que produce la selva, el viento, los gritos, cantos y lamentos de miles de animales que nos rodean. Es un lugar maravilloso con ese río inmenso de aguas frenéticas que se introduce en medio de la vegetación como una serpiente gigantesca.

Sin embargo, la garúa se está convirtiendo en implacable lluvia y los vientos huracanados rugen fuera del hotel. El capitán nos aconseja relajarnos y ajustar los cinturones en los asientos. A pesar de que son frecuentes los ciclones que azotan esta zona, no están previstas perturbaciones atmosféricas de extrema violencia. Hemos bajado casi a ras del agua en medio de la laguna y escuchamos las ramas de los árboles cercanos romperse por la furia del viento.

Vemos los caimanes negros en las orillas abriendo sus fauces hambrientas, las serpientes que se entrelazan entre los matorrales, los enormes peces que asoman la cabeza entre las aguas. Tocamos el suelo en la orilla arenosa con un fuerte golpe y el dirigible disminuye su fuerza ascensional, su capacidad de alzarse por los aires. Nos indican que no debemos movernos, que todo se solucionará en poco tiempo.

Afuera, el viento mueve la vegetación y vemos pasar cerca a las ventanas, ramas y troncos partidos llevados por la corriente de aire. No nos atrevemos a salir del Hotel. ¡Qué terribles experiencias nos esperarían allá afuera! No sobreviviríamos.

Nos indica el capitán que pedirá ayuda al Centro de Zepelios del continente. Por una ranura en la pared del salón principal entra una fila que se vuelve luego mancha oscura. Son hormigas. Al darnos cuenta de que son enormes, saltamos del asiento tratando de pisarlas. A algunos pasajeros se les trepan por las piernas y corren dentro del espacio que nos encierra. Los demás nos abrazamos juntos, unos contra otros. Mi esposo se angustia repitiendo en voz alta lo que leyó sobre las hormigas amazónicas. Son especialmente carnívoras, agresivas y predadoras. Cumplen expediciones de caza bajo la lluvia superando todos los obstáculos, aún acuáticos, formando con sus cuerpos una cadena que funciona como puente. Eso no es tranquilizante.

Trato de llegar hasta la cabina del piloto que maneja el Zepelio. Escuchamos un grito aterrorizante y, al abrirse la puerta de comunicación, sale el capitán cubierto totalmente por hormigas que lo están devorando. Ahora sí, corremos hacia la puerta del Z.R.S. 4/5 pero no podemos abrirla. Estamos prisioneros del lugar y las salidas están trabadas. Mi esposo repite que las hormigas atacan mordiendo, desangrando y despedazando cualquier ser vivo que atraviesa su camino. Creo que delira. No puedo escribir más porque trepan las hormigas por todas partes.... Espero que llegue pronto ayuda del Centro de Hoteles Voladores Zepelio.

 

Nota periodística:

Un ciclón con excepcionales vientos huracanados barrió la zona de la Laguna Sagrada el último fin de semana. Ha llegado la misión de rescate a rastrear los alrededores pero hasta el momento no han encontrado huellas ni rastros de los sobrevivientes El Hotel Zepelio de la Amazonía estaba cubierto y habitado por enormes hormigas amazónicas arrieras, aladas, cazadoras, guerreras, ísulas, pucacuro y curcunchas. El Centro de Hoteles Voladores ha procedido a la desinfectación y a la fumigación del local. Al no encontrar en las cercanías al piloto ni a los turistas, se presume que abandonaron el lugar.

Interrogados los habitantes indígenas de las cercanías, ellos afirman no tener información. El más anciano de la tribu acotó que si los turistas han sido presa de las hormigas, cosa increíble según nuestro punto de vista, no habrían sobrevivientes pues este sería un castigo de la Madre Naturaleza contra quienes se han atrevido a violar el Sacrosanto Espacio Aéreo de la Catedral Medioambiental de la Amazonía. Estas fantasías no nos impiden esperar el pronto rescate de los valientes turistas de mediana edad que se aventuraron hace pocos días en las selvas amazónicas para sus Vacaciones de Ensueño en el Hotel Zepelio. Entre los objetos de los pasajeros, se ha encontrado el texto de un diario muy deteriorado que las autoridades están tratando de descifrar para levantar el velo de misterio que rodea esta circunstancia.

 

Soy la Muerte

por Hernán Domínguez Nimo

Soy la muerte que anda entre la gente. Deambulo por las calles atestadas que rodean las terminales de tren o de micros. Son las que más me gustan, sobre todo de noche. Son muestrarios de miseria, de lo bajo que puede llegar la humanidad cuando el hambre atenaza; el hambre que devora, antes que nada, la dignidad. Como el pis de una noche de borracho, cuando empuja la vejiga y nada importa más que dejarlo ir.

Soy la muerte misericordiosa. Yo los libro de esta vida de ultraje y dolor. Vidas que son peores que la muerte. Les regalo la libertad que no tienen el valor de alcanzar. Los sacudo de los hombros para que escapen de su pesadilla de sudor frío y pegajoso.

Soy la muerte eligiendo. Miro sus rostros, buscando en ellos el pedido de auxilio, de piedad. No es fácil verlo. A veces es una expresión agrietada, la cicatriz de las arrugas en la piel, una por cada año de sufrimiento. A veces es un montón de ropa, un bulto en un rincón, despojos de lo que alguna vez fueron sueños. A veces es una actitud de desafío, azuzando a cada transeúnte para llevarlo a una pelea, a ver si el destino puso por fin a la muerte en su camino. Esos son los que suelo elegir, esos son los que más sufren, los que menos se dan cuenta. Buscan la muerte, no pueden darse el lujo de esperarla. Como esta mujer, una meretriz que no provoca: reta a todos a hacerle el amor. ¡Atrévanse!

Soy la muerte incitante. La mujer acepta con una sonrisa. Me toma la mano. Apenas si puedo evitar la sonrisa por la ironía. ¡Si ella supiera que camina tomada de la mano de la muerte!

Soy la muerte que entra con su víctima al lugar del sacrificio. En la puerta arrojo unos billetes sucios al dueño del lugar. Los pasillos oscuros, las escaleras iluminadas apenas por luces rojas temerosas, nos llevan hasta nuestro recinto privado. Apenas entramos ella se despoja de sus ropas y se arroja al altar, entregándose, anticipándome.

Soy la muerte empuñando mi daga. La sostengo en mi mano, la burla de un instrumento de muerte, vivo y palpitante. Me preparo para hundirla en su carne, para disfrutar el momento del contacto que contagiará el espíritu carroñero que cabalga en mi interior.

Porque Hay un Infierno en mis Venas. Es impetuoso, irrefrenable, arde en deseos de salir y consumir al mundo entero con su simple contacto. Soy un Rey Midas al que se le pudrió el corazón.

Soy la muerte sorprendida, refrenada: ella se incorpora y con la boca, casi sin tocarme, enfunda mi arma en una vaina de látex extrafino. No puedo violentarla. No puedo llevármela. Ella aún no tiene el valor de recibirme.  


 

Envíanos cuentos cortos

Necronomicón publica cuentos cortos (de menos de mil palabras) en los géneros de Terror (mejor si están ambientados en los mitos de Cthulhu), Fantasía o Ciencia Ficción.

Envíalos a ubikcf@yahoo.com

Necronomicón
Segunda Época. Año 4. N° 11.
Febrero 2006

Editor: Jorge L. De Abreu
UBIK, Asociación Venezolana de Ciencia Ficción y Fantasía
http://www.geocities.com/ubikcf/ubik.htm Caracas, Venezuela.

 

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