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La
gran INVERSIÓN
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El Papagayo-Parlante


Un hombre regresó al parking del centro comercial a buscar el automóvil que había estacionado allí. Se sorprendió al encontrarlo seriamente abollado. Pero, al menos
el ocupante del desaguisado había tenido la honradez de dejarle una nota en su parabrisas que decía: "La gente que ha visto lo que ha ocurrido y que está ahora observando cree que estoy escribiendo mi nombre y dirección y la de mi compañía de seguros en esta nota, pero está equivocada".

Siguiendo la sugerencia del psicólogo, diremos que la suposición es la madre de todos los errores. Hay muchas formas de ver y pensar sobre las cosas que nos rodean. Pero a menudo, las personas utilizan el camino más fácil para expresar lo que creen ver o pensar, lo que se da por supuesto, lo que está dado, el tópico o lugar común. Son los papagayoparlantes. Los que hablan por hablar. Los que repiten lo que se ha dicho millones de veces, sin un punto de singularidad. Los que nada original se puede esperar que salga de su boca. ¡Son personas tan divertidas como leer una guía telefónica! Todo el mundo tiene derecho, alguna vez, a repetir creencias comunes, tópicos, frases hecha dichas por los demás, Incluso algunos como Michel de Montaigne, lo defiende cuando es
realmente oportuno: "Yo no cito a otros más que para expresar mejor mis pensamientos".


Lo preocupante del papagayoparlante es que sus reflexiones están basadas exclusivamente en tópicos. Ideas tan conformistas ante la tragedia como "La vida es así" o tan ilusoria como "Todo tiene solución menos la muerte" aparecen una y otra vez en sus labios sin solución de continuidad. El Papagayoparlante las convierte en dogma de fe. Acepta sin pestañear lo que la mayoría dice, asumiéndolo como conocimiento verdadero. Sin el menor análisis personal. Sin verificación alguna. Sin acudir siquiera a las notas de pie de página. Para el Papagayoparlante pensar es una actividad rutinaria como tirar de la cadena del W.C.

Los tópicos, como se sabe, son imágenes almacenadas en nuestra mente, que se han ido transformando en creencias excesivamente exageradas o simplificadas. Son intentos de reducir todo lo complejo y diverso de la realidad humana en una simple
justificación que nos permita saltar sobre cualquier situación conocida o desconocida.

Así, ante cualquier confrontación intersexos, por ejemplo, los únicos argumentos del papagayoparlante son, según su genero: “Todos los hombres sois iguales” o “A las mujeres no hay quien las entienda”. Pero la simplificación del mundo y de las dificultades de vivir a través de ideas esquemáticas


recibidas de generación en generación acaban convirtiéndose casi siempre en necedades. Porque las personas que no profundizan en nada terminan creyendo que una huelga de celo ¡consiste en pegar papeles exclusivamente con un clip! Del papagayoparlante se basa la ley del mínimo esfuerzo. Pensar por uno mismo requiere empeño y práctica. Pero tomar lo que está dado y emplearlo sin que haya una elaboración propia le evita al papagayoparlante malgastar su masa encefálica. El tópico es un atajo intelectual que capacita a estos domesticados cerebros a pasar por la vida con el menor esfuerzo mental.

El papagayoparlante no cuestiona nada. Responde siempre a cualquier
circunstancia con ideas preconcebidas, sin considerar otras ideas potenciales. Recurre al tópico en vez de crear su propio razonamiento.

En resumen, el papagayoparlante quiere evitar trabajo a su cerebro (¡la salud es lo primero!). Si uno necesitara someterse a un transplante de cerebro debería elegir el de un papagayoparlante: ¡está sin usar!

Sir Joe

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