SONETOS ERRANTES.

Escritos por: Irma Guadalupe Vela Meza.

I

Tu voz galopaba en el viento, dulce, alegre, consoladora;

a través de la distancia llegaba a mis oídos.

En el hastío de la soledad,

rompía el silencio de la oscura cárcel y alegraba al prisionero.

Solo era tu voz, jamás vi tu figura.

Nunca acaricié tu piel, no toqué tus cabellos, no ví tus ojos, no besé tus labios. Pero tu dulce voz penetró en mí,

se alojó en mi corazón e iluminó mis pensamientos.

Todas las tardes, poco antes del crepúsculo, pasabas de camino,

quién sabe a dónde te dirigías,

nadie sabía por qué venías y a dónde te marchabas cuando tu canto terminaba.

¿Por qué lo hacías?... ¿Cuál era el motivo?... ¿Para quién era tu canto?.

En el fondo de mi ser, ocultaba una ilusión. Imaginaba que tu canto era para mí. Que tu presencia al otro lado del muro se debía a mí.

Soñaba que eras la otra parte de mi ser, la que estaba libre,

la que podía cantarle al amor, a la libertad.

Eso me ayudó a pasar las horas, los días, los meses, los años;

el tiempo que duró mi cautiverio.

Un día, la reja de la prisión se abrió para que pudiera salir a la luz, a la libertad. Extendí las alas, intenté ir a tu encuentro, deseaba verte, tocarte, saborearte.

Ahora podía estar al atardecer del otro lado del muro, esperando tu llegada,

pero el crepúsculo vino y se fue, la noche cubrió el muro y la calle.

Tú no llegaste, tu voz no se escuchó.

¿Por qué no viniste a mi encuentro?...

¿No sabías lo mucho que anhelaba poder verte, tocarte, escucharte?.

Todos los días, a la hora del crepúsculo, volvía a la calle,

me acercaba al muro de mi antigua prisión con la esperanza reflejada en el rostro, con la ilusión albergada en el corazón.

Pasó el tiempo, te seguí buscando, pero tú te marchaste de mí,

solo fuiste un breve suspiro que se cruzó en el sendero de mi vida

y mientras el ansia de escuchar tu canto iluminó la soledad del prisionero,

la desdicha de no hallarte confinó en las tinieblas al hombre libre.

II

Te quería encontrar.

Te busqué en el cielo,

En las nubes y estrellas,

En la luna, en el sol.

Te busqué en la tierra,

En los valles y desiertos,

En las selvas, en las playas.

Te busqué en el agua,

En los mares y ríos,

En los pozos, en los lagos.

Te busqué en mi ser,

En mis pensamientos y obras,

En mi alma, en mi espíritu.

Te busqué, siempre te busqué.

En el cielo y en la tierra,

En el agua, en mi ser,

En todas partes te encontré.

III

Allá, en el límite del mundo,

más lejos y más cerca de nada,

oscuro y brillante,

radiante y opaco,

amanece la noche perpetua,

mientras todos duermen despiertos,

originando el final del principio,

riendo con un llanto de amor.

Ahí estás,

Tan cerca y lejos,

Como una efímera realidad.

Puedo sentir tu presencia y ausencia,

En el estático movimiento del Cosmos,

En el finito infinito del ser,

En la inexistente existencia de la vida.

Ahí donde el silencio se palpa,

Donde el aroma se saborea,

Donde camino sin andar,

Donde la nada es palpable,

Ahí estás.

Me esperas sin aguardarme,

Vistiendo la desnuda alegría,

De saber que tú eres y que yo soy.

IV

Me gusta escuchar tu silencio,

Remoto y distante,

Pero tan cercano,

Porque está dentro de mí.

Me gusta mirar tus suspiros,

transparentes y diáfanos,

dulces y amargos,

porque provienen de mí.

Me gusta tocar tu sonrisa,

Liviana y perfecta,

Sencilla y fresca,

Porque emana de mí.

Me gustas tal y como eres.

Con errores y certezas,

Amando y despreciando,

Siendo parte de mí.

Me gusta tu mirada,

Triste, melancólica,

Vivaz, jacarandosa,

Se que es para mí.

Todo me gusta de ti,

Todo lo tuyo está en mí.

Soy, estoy, gracias a ti,

Llevo Tu amoroso soplo en mí.

V

Dime: ¿dónde van tus sueños?.

¿A la Luna?, ¿hacia el sol?.

¿Cuál es tu anhelo?,

Si mañana brilla el Sol.

Y volarás,

Por otro cielo y otro mar.

Como gaviota buscarás

Un nuevo hogar para entregar,

Una canción, una caricia, una flor,

Una palabra de amistad,

Un espacio para amar.

Dime: ¿dónde van tus sueños?.

¿a la Luna?, ¿hacia el Sol?.

¿Cuál es la prisa?.

Deja el mañana para mañana,

Vive hoy con plenitud.

Quiero decirte,

Con una mirada,

Con una sonrisa,

Con el pensamiento,

Y con el corazón;

Que seas feliz.

Hoy, mañana y siempre,

Se feliz.

Porque Dios te eligió,

Para darte la vida,

Para darte su amor.

Hoy, mañana y siempre;

Se feliz, muy feliz.

Porque Él está a tu lado,

Porque Él habita en ti.

 

Regresar.

1