LA SOBREPROTECCIÓN, ARMA DE MUCHOS FILOS
Si alguien nos preguntara: ¿Sobreproteges a tu hija o hijo?
Tal vez la respuesta vendría en forma automática y sin algún titubeo.
"¡Por supuesto que no!" E interiormente, enfatizaríamos como para autoconvencernos: ("Eso era antes; por mi inexperiencia; porque así mostraba mi amor por esa criaturita tan indefensa y tan necesitada de mí y de mi apoyo; pero ahora que ya lo comprendí. . . Es cierto que a veces le hago las cosas, es sólo para ahorrar tiempo; no porque crea que así justifico el que no puede hacerlas o por inseguridad o desconfianza. . .")
En la sobreprotección, aparecen mezclados una serie de términos de uso frecuente, más inexplicables, la mayoría de las ocasiones, en alianza enemiga: El primero es: no, para negar lo que para los otros es totalmente evidente. Pero para nosotros; bueno, sobreprotege el otro, y todos los demás, pero nosotros; nunca jamás, ni pensarlo.
El segundo aspecto, el tiempo: "Eso era antes; por mi inexperiencia;" Cabría cuestionarnos con sinceridad absoluta: ¿Antes de qué...?
La tercera palabra clave es: amor. "porque así mostraba mi amor por esa criaturita tan indefensa y tan necesitada"
Sí, a veces, la lástima que pretendemos endilgar a "los necesitados"en realidad es una autoproyección de nuestras carencias e indefensión ante un mundo hostil y confuso.
El cuarto término, es una combinación de inseguridad y desconfianza, veamos: "Es cierto que a veces le hago las cosas, es sólo para ahorrar tiempo; no porque crea que así justifico el que no las puede hacer o por inseguridad o desconfianza."
Se nos olvida, que la construcción firme y duradera de la seguridad y la confianza propia de cualquier ser humano sano y equilibrado, requiere de acciones verídicas y congruentes con nuestros pensamientos y sentimientos. Es decir, con palabras indicamos, confío en ti; pero nuestra conducta, desafortunadamente, está señalando todo lo contrario: "¡Si no fueras tan lenta, tan inútil, tan...!".
Entonces, para dejar de ser sobreprotectores, entendiendo que esto no se logra de la noche a la mañana; pero sí con constancia y decisión, es necesario, observar, además de nuestra manera de educar y de tratar a nuestros niños. No engañarnos acerca de esos aspectos que de una manera u otra, nos están diciendo a gritos: ¡Debes efectuar cambios en muchas cosas importantes! Por ejemplo, No es suficiente con expresar: Tú puedes; y guardarnos con recalcitrante egoísmo, la forma, aun la más sencilla de hacerlo.
Tampoco basta con hallar incoherencias aquí o allá; sino corregir inmediatamente todo aquello que ya no funcione o sea obsoleto.
Si dejas de sobreproteger, ayudarás verdaderamente al crecimiento armónico de tu hija o hijo y así ejemplificarás el AMOR completo que seguramente le tienes.
Si optas por no cambiar, entonces, atente a las consecuencias, las cuales, no te afectarán exclusivamente a ti, sino también a ese ser que decías amar tanto...
Por, José R. Romero González.
Lunes, 31 de octubre de 2005.