EL SECUESTRO DE CANAL 40.
Por Ramsés Ancira
El secuestro de la señal de CNI/Canal 40, pobremente disfrazado de huelga, cumple hoy cinco meses. Buen momento para hacer cinco breves reflexiones (y dos apuntes adicionales):
Primera. Sabíamos que al estallar la huelga, el 19 de mayo, moría ipso facto el proyecto de CNI que, contra viento y marea, se mantuvo diez años en las pantallas. Lo que no imaginamos fue la respuesta del mercado profesional. Las invitaciones a lo mejor de los periodistas, conductores, productores, editores y directivos llegaron de inmediato, y de todas partes. Muchas de esas ofertas ya se hicieron realidad, otras lo harán en las próximas semanas. Televisa, TV Azteca, Telemundo, Telefórmula, Multimedios, MVS, MTV, Televisión Mexiquense conectaron con los mejores profesionales de CNI, con ésos que a pesar de las ruinosas condiciones de trabajo, nunca dejaron de producir con calidad y celo. Lo mejor de CNI ha vuelto al aire. Atomizado, sí, pero está de regreso y enriquece a la televisión mexicana.
Segunda. La parte más corrupta del sindicalismo nacional, asociada a los peores líderes de la CTM, secuestró la huelga, la prostituyó y la ofrece con descaro a precios obscenos. El dinero para levantar la huelga estuvo listo desde el 18 de julio. Es decir, la huelga que estalló por un adeudo promedio de nueve quincenas, pudo haber concluido hace casi siete. "Es que la desconfianza es más grande que la deuda", eructó el sospechoso líder cetemista del STIRT. Curiosamente, los huelguistas ya no protestan por el paso de las quincenas sin cobrar. Es un secuestro. Las instalaciones del World Trade Center y el Chiquihuite son las casas de seguridad.
Tercera. El gobierno de Vicente Fox no moverá un dedo para facilitar la solución del secuestro, a menos que el Canal 40 pase a manos de TV Azteca o de un nuevo dueño bendecido por TV Azteca. Con TV Azteca, todo; con CNI, nada. Si el World Trade Center y el Chiquihuite son las casas de seguridad, el gobierno de Fox es la banda que se encarga de dar cobertura a los delincuentes.
Cuarta. El gobierno que tanto habla de competencia y pluralidad reprimió severamente la posibilidad de competencia en la televisión mexicana, y se plegó a los dictados de TV Azteca y Televisa para bloquear la participación del consorcio General Electric-NBC-Telemundo, que, a partir de la señal del Canal 40 y respetando todas las leyes, conformaría en unos años la tercera cadena nacional. Le encargó la miserable tarea a dos epígonos: Pedro Cerisola y Jorge Álvarez Hoth, secretario y subsecretario de Comunicaciones y Transportes, respectivamente, que sólo en esta misión, por cierto, han sido eficaces.
Quinta. En paralelo, la PGR persiguió con fiereza al dueño de CNI/Canal 40, Javier Moreno Valle. En estos cinco meses, obtuvo una orden de aprehensión en su contra por un presunto fraude fiscal por 300 mil dólares y solicitó la extradición a las autoridades de Estados Unidos. Pese a que el asunto ya está en manos de los fiscales de aquel país, la PGR no pierde oportunidad para envenenar la información sobre Moreno Valle y restarle así capacidad de maniobra legal y financiera.
Apunte uno. Decía el periodista argentino Miguel Bonasso que dos coincidencias marcan una tendencia. Agregaría: tres coincidencias forman conocimiento científico.
Apunte dos. Escribió Szpilman, autor de El pianista, que en todas las guerras se señalan minorías demasiado cobardes para luchar a las claras, demasiado insignificantes para desempeñar un papel político independiente, pero lo suficientemente despreciables para actuar como verdugos a sueldo de una de las potencias. Según Szpilman, en la ocupación nazi de Polonia esa tarea la cumplieron los fascistas ucranianos y lituanos. Cómo pasar por alto el papel de fascistas lituanos que han jugado en estos meses Hernán Cabalceta, alguna vez director de CNI, y lo suyos.