“RATATUILLE”: LA LUCHA DE CLASES,
BATALLA INCONCLUSA
La provinciana rata Remy tiene un
extraordinario talento para la cocina, su sueño es ser chef y trabajar en el
mejor restaurante del mundo. Por accidente llega a París, a un famoso restaurante
donde conoce al joven Linguini, un inútil aprendiz de cocina, con quien
sostiene una peculiar y comprometida relación
laboral-social-económico-emocional, fusionándose con una, todavía más
complicada, relación familiar en el seno de una clase social marginada, (¿los
inmigrantes en Europa?)
El guión es de una insospechada
complejidad y de una muy actual, elocuente y objetiva representación de las
relaciones socio-económicas del mundo Globalizado. Para Mi lente resultó una
agradable sorpresa, aunque ya conocía dos películas de animación del director
Brad Bird: la obra maestra "El Gigante de Hierro" (Warner Bros,
1999), absolutamente recomendable, y la excelente "Los increíbles"
(Disney/Pixar’s, 2004).
Branden Bird (24-09-1957) es un conocido
director de animación estadounidense, empezó su primera película animada a la
temprana edad de 11 años y la acabó a los 13. El film acaparó la atención de
los estudios Walt Disney donde, a la edad de 14 años, fue apadrinado por el
legendario animador Milt Kahl, uno de los Nine Old Men (nombre que recibían los
más veteranos animadores del estudio). Sin embargo no entró a Disney a trabajar
porque prefirió seguir estudiando, Bird se graduó en Artes en la universidad de
California, donde conoció al que sería el futuro cofundador de la Pixar, el
director John Lasseter.
Brad Bird fue contratado en 1989 por
Klasky-Csupo y ayudó a desarrollar la serie de “Los Simpson” a partir de las
historias de un minuto del Show de Tracey Ullman y a transformarlas en la serie
de media hora de duración que finalmente sería. Posteriormente trabajó en otras
series animadas. En 1997 es contratado por la Warner Bros, para dirigir “El
gigante de hierro”. Aunque la película recibió halagos de la crítica, no fue
tan bien recibida en taquilla, debido a la nula promoción de la propia
productora Warner. Finalmente, Bird fue contratado por su viejo amigo John
Lasseter para dirigir “Los increíbles”, con la que ganó el Oscar en la
categoría a la Mejor Película de Animación en el 2005.
Ahora Bird nos entrega su última
creación: “Ratatouille” que se convierte en un poema a las doradas calles, a la
gastronomía y al lugar que ocupa París en el imaginario popular como capital
mundial del refinamiento. Por mi parte, me atrevo a decir que en París de Ratatouille
también hay, persistentemente, una evocación al ideal democrático más caro a la
cultura occidental: La Revolución Francesa, y a esa frase que fue (pienso que
aun lo sigue siendo) el mas grande anhelo del pensamiento político moderno:
¡Libertad, Igualdad y Fraternidad!
En “Ratatouille” hay, sin duda, una
realidad “transfigurada” en un hermoso cuento, por medio del cual Brad Bird nos
va dosificando las razones que justifican al personaje principal, la rata
llamada Remy. Este aprende a cocinar a través de las clases que imparte por
televisión el famoso chef Gusteau’s… “el mejor del mundo”. Además, Remy es
autodidacta (su hermano -otra rata- le recrimina desconcertado: “… ¿tu
lees?,…deja que Papá se entere…”). El motor de la historia radica en el asombroso
poder de la fuerza de voluntad.
“Cualquiera puede cocinar” repite a lo
largo del filme el fantasma del chef Gusteau’s, quien se convierte en una
suerte de ángel guardián de Remy. De esta manera, un ser marginal enfrenta a la
sociedad que lo rechaza –junto con su propia estirpe que lo ve “como algo
raro”- emprende el camino de la tan de cacareada “superación personal” y sale a
desafiar al mundo, con sus convicciones y su vocación bien definida. A las
primeras se encuentra con el personaje antagonista -uno de tantos que
enfrentara Remy- un intelectual crítico de la alta cocina, quien declara
rotunda y contundentemente: “no cualquiera puede ser chef”
¿Qué lo impide? Casi nada: “el sistema”.
La descalificación a priori, la xenofobia, la hostilidad, el desden por la
clase humilde y desposeída. En el contexto de la película se podrían ubicar a
los emigrantes del oriente medio: turcos, africanos, hindúes, etc. que invaden
Europa. Pero también a los millones de pobres de América Latina y otros países
del tercer mundo cuya capacidad intelectual se pone en duda y se les confina al
ostracismo, a la imposibilidad de acceso a la educación, a la carencia de
derechos y seguridad social, a la desnutrición, etc. Por ende se les condena a
vivir eternamente al margen de las elites, que si “saben disfrutar de la vida.
Eso si, se les reconoce como “buenos prestadores de servicio”…o se les abomina
cuando, depredados al máximo, pasan a engrosar la lista de desempleados, “el
lumpen”, pues, para decirlo mas claramente.
Finalmente, Remy triunfa con la razón
más sencilla, retoma y recurre a la sencillez, al humilde pero esencial pasado,
a sus raíces., a ese bagaje que concentra los bienes materiales del hombre: su
tradición, representada en esta ocasión por la habitual comida “casera”
francesa, el mentado Ratatouille (una sencilla salsa martajada de jitomate con
verduras, según nos explicaron. El equivalente mexicano serían las calabacitas
con queso), platillo con el que logra vencer la soberbia del exigente gourmet
que lo puso a prueba. Final feliz y romántico.
Pero lo verdaderamente interesante se
encuentra en el desarrollo de la historia que va añadiendo uno a uno los
ingredientes de la realidad que, como buen guionista y mejor director, Brad
Bird va reflejando de manera espontánea y, dentro de la disparatada fantasía,
vuelve “creíble”, gracias a la enorme cantidad de elementos de juicio que
inserta en la película, de forma crítica y fundamental. Como algunas escenas
mordaces y subversivas (el secuestro del inspector de salubridad por parte de
la colonia de ratas) o de carácter satírico (la actitud obsesiva del chef ante
el abogado).
“Ratatouille” Una obra maestra de cine
de animación, que ya no es exclusivo del público infantil (personalmente pienso
que nunca lo ha sido) y que esta destinada a ser un clásico.
Una perlita para tener en cuenta: el
corto de animación de Pixar que precede a la película, es sencillamente genial.
P. D. Mi lente agradece la invitación de
la amiga Karla Vadillo para ver Ratatouille en exhibición exclusiva para la
prensa
Autor: Rafael Fernández Pineda. Cancún,
Quintana Roo. México.