APUNTES PARA LA HISTORIA DE LOS PARTIDOS EN MÉXICO (I)EL PRI, ¿PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN O DE ESTADO?
Por Raúl Espinosa Gamboa
Uno de los grandes anhelos nacionales en nuestro país tras obtener su independencia y constituirse en una nación libre fue el de construir su progreso basado en la estabilidad y la paz social. Ese anhelo no se consigue concretar con la "paz que el porfiriato logra por medio de la dictadura". Luego del triunfo de la Revolución Mexicana (1910-1917), una vez establecida la nueva Constitución y que las fuerzas armadas del porfiriato habían sido derrotadas y dispersadas, subsistía el trastorno político y social que impedía el funcionamiento de las formas del poder republicano, en especial del federal, por lo que los caudillos revolucionarios, Obregón y Calles se dieron a la tarea de construir el poder estatal que sometiera a las distintas facciones, evitara levantamientos armados que alteraran el nuevo orden de convivencia y así abrir paso a un nuevo y prolongado período de "paz, progreso y bienestar".
Con la aprobación de la Constitución y las primeras acciones realizadas por los revolucionarios, se había iniciado, sin duda, un irreversible proceso que abría un nuevo tipo de relaciones entre el Estado y la sociedad, pero de manera principal con las masas que habían participado en la revolución. Los obreros y campesinos alcanzaron "la legitimación histórica a obtener mejores condiciones de vida y trabajo" que caracterizarán a los régimen posrevolucionarios.
Por su parte el Estado mexicano ampliaba las perspectivas del proyecto de desarrollo abierto durante el período de la Reforma, en lo interno y, en lo externo, buscaba redefinir "los términos de las relaciones de los gobiernos posrevolucionarios y las potencias extranjeras, para lo cual, entre otras medidas, significó un acto de soberanía la aprobación del 27 Constitucional".
Al iniciarse la década de los 20, durante su breve mandato como presidente provisional, Adolfo de la Huerta se preocupa por la pacificación del país, logrando negociar un acuerdo con el general Francisco Villa para deponer las armas, controla con facilidad el intento de sublevación del general Pablo González, así como la revuelta encabezada por Félix Díaz que, al igual que el anterior, será obligado a salir del país.
Gobiernos de Obregón y Calles
Con el gobierno del general Alvaro Obregón, se inicia el proceso de reconstrucción de la economía nacional, a la vez que pactaba con dirigentes obreros de la CROM a cambio de apoyo por puesto públicos y colaboración en el combate a la CGT que "agrupaba a los sectores obreros más combativos, que influenciados por el anarco-sindicalismo se negaban a aceptar su política electoral y puestos públicos". En el mismo sentido "apoyó" a los campesinos, pues entendía claramente que "no podía gobernar sin tomar en cuenta los anhelos del pueblo". Derrotados ya políticamente Villa y Zapata, el hecho que la Constitución legitimara las aspiraciones campesinas "Obregón comprendió que no era posible oponerse al reparto agrario, a la vez que lo concebía como un paso transitorio hacia la pequeña propiedad. Su visión era la de un México de pequeños propietarios, de rancheros, altamente productivos". Por otra parte el gobierno de Obregón inicia el proceso de devolución de bancos incautados por Carranza, así como la reestructuración de los ferrocarriles "entregándolos a quienes presentaran los títulos de propiedad".
El gobierno del general Plutarco Elías Calles quien será considerado por distintos historiadores como "uno de los políticos más hábiles y un constructor del nuevo Estado mexicano... (que) sentó las bases para un funcionamiento institucional del Estado y para la construcción de una infraestructura que sustentara el desarrollo económico", impulsará "los requisitos jurídicos para entrar en posición de la tierra". Funda la Comisión Nacional Agraria y comienza un amplio programa de construcción presas, a la vez que establece el banco central o Banco de México, así como el Banco de Crédito Agrícola y Ejidal al tiempo que pone en marcha a la Comisión Nacional Bancaria. De igual manera "mantiene bajo control al movimiento obrero, designando a Luis N. Morones Secretario de Industria, Comercio y Trabajo".
Durante el gobierno callista se emprende una profunda reforma al ejercito que busca su profesionalización y su sometimiento al poder civil constitucional. Será en ese período cuando estalle la Guerra Cristera, que será el resultado del choque entre Estado y la iglesia, del cual existe una amplia información publicada, aunque oficialmente el clero no apoyó esa rebelión cristera.
Al final del gobierno de Calles, "sin estar muy convencido", acepta proponer la modificación a la Constitución "para permitir por una vez no consecutiva que pudiera reelegirse a un presidente" pues el general Obregón había decidido postularse para un nuevo período. Esto causó la rebeldía de los generales Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez "quienes se consideraban con méritos para suceder a Calles", pero fueron derrotados y finalmente fusilados, pudiendo Obregón así ganar fácilmente la elección, aunque no logra asumir de nuevo la presidencia al ser asesinado el 17 de julio de 1928.
La fundación del partido (PNR)
La crisis que originó el asesinato de Obregón, obligó al general Calles a plantear en su último informe "la necesidad de no depender de caudillos y pasar a una nueva etapa institucional con la formación de partidos reales y orgánicos". Establecida una dependencia de las organizaciones sindicales frente a sus líderes y caudillos, estos se apoyaron en los dirigentes de esas organizaciones, que se convirtieron en el curso de ese período en los mediadores del poder central. Sin embargo para estructurar este y lograr un fuerte y sólido apoyo popular era necesario fundar un gran partido nacional. El proyecto era la creación del partido de la revolución que disciplinara, además, a políticos aventureros y ambiciosos, evitara desordenes políticos y electorales, que contribuyera a conservar la paz social, la democracia y el desarrollo. Es decir, la política del Estado dirigida por su partido.
Por iniciativa del propio Calles se convocó a una junta el 22 de noviembre de 1928, entre los cuales asistieron allegados al Ejecutivo así como políticos de reconocida influencia regional. El mismo día que dejó la Presidencia de la Republica, el primero de diciembre de 1928, el general Calles anunció la formación del comité organizador del Partido Nacional Revolucionario (PNR).
Dicho comité expidió un "manifiesto a todos los revolucionarios" en el que se les convocaba a una convención constituyente del PNR "donde se discutirían los estatutos y programa del nuevo partido, se eligiría candidato a la Presidencia de la República y se nombraría un comité directivo".
La convocatoria formal para la convención constituyente se emitió el 5 de febrero de 1929 y se daba "cinco días de plazos a todos los partidos y agrupaciones revolucionarias para afiliarse al comité" y "los delegados a la asamblea sería elegidos en proporción de uno por cada 10 mil habitantes". Antes de la fundación del PNR "existían en el país cientos de partidos de corte caudillista o figurativo que tendrá que asimilar. En marzo de 1929 el PNR conjuntaba a 148 partidos de 28 estados de la República, y para julio ya se componía de poco más de 1800 partidos o seudo partidos locales, estatales o regionales".
La Convención se inició el primero de marzo y el 4 de marzo de 1929, "quedó formal y legalmente constituido el Partido Nacional Revolucionario (PNR)" que "nació para evitar divisiones en la lucha por el poder, para aglutinar a los diversos caudillos políticos y militares, así como a las fuerzas obreras, campesinas y populares; tenía como plataforma los principios establecidos en la Constitución de 1917".
El PNR desde su origen fue un partido oficial, es decir del gobierno, que contó con todos los recursos políticos y económicos del Estado. Ello creó desde su origen una diferencia sustancial pues no era un partido para tomar el poder, sino para conservarlo. Quedaba así establecida su primera dificultad para su posterior democratización, pues "al ser organizado desde el poder, como partido de Estado, no contó con formación ni vocación para ser de oposición". Este es el principal asunto que tendrán que considerar, si quiere sobrevivir en el proceso de democratización del Estado mexicano. Sin embargo, los procesos históricos, no pueden ser manejados "a capricho", sino que son resultado de condiciones políticas que han madurado cuantitativamente y permite dar el siguiente paso. En efecto, los cambios cuantitativos permiten el cambio cualitativo.
La transformación del PNR en PRM
Así como el PNR surgía para consolidar el régimen de la Revolución Mexicana, en 1938, ante las crecientes contradicciones en el movimiento obrero y popular, el desprestigio del callismo y su sistema, el Estado daba paso a la transformación del PNR en Partido de la Revolución Mexicana (PRM), apoyado en el prestigio obtenido con la expropiación petrolera. El PRM nacía así, bajo la lucha contra la reacción interna y el imperialismo; presentaba características similares a los Frentes Populares que en esos tiempos se formaron para la lucha contra el fascismo. En uno de los primeros anteproyectos se le propuso el nombre de Partido Socialista Mexicano.
Los documentos básicos del PRM establecían como tarea central "la preparación de todo el pueblo para la implantación de una democracia de trabajadores para llegar al régimen socialista", lo que implicaba luchar entre otros puntos "por la progresiva nacionalización de la gran industria, contra la discriminación a la mujer, el trabajo colectivo de la tierra, la intervención del Estado en la economía, el respeto a los derechos laborales y el establecimiento del seguro social, así como el impulso a los programas de vivienda, salud y educación"; era, en resumen, el programa de un partido democrático, antifascista y antiimperialista que "reconocía la lucha de clases como fenómeno inherente al sistema capitalista... que recalcaba el derecho que los trabajadores tienen para contender por el poder". Ello reflejaba el impulso de un nuevo modelo de desarrollo basado en la industrialización orientada al mercado interno, impulsando su fortalecimiento por medio de aumento real del poder adquisitivo, y la reforma agraria fortaleciendo la producción en el campo.
El PRM, no obstante, surgió presidido por un Consejo Nacional, integrado por 32 miembros, o sea seis por cada sector (obrero, campesino, popular y militar) seis integrantes del Comité Central Ejecutivo y además de un diputado y un senador. Cada sector tendría posiciones políticas de acuerdo a su importancia.
En la práctica el Consejo Nacional era el encargado de repartir cuotas de poder en diversas instancias del gobierno. Era este y no la Asamblea Nacional su centro de poder y su máximo dirigente era nombrado por el Presidente de la República, lo cual lo convertía en la realidad en jefe indiscutido del Estado y dirigente máximo del partido.
Luego de concluido el gobierno del general Cárdenas, el presidente en turno, general Manuel Avila Camacho, promoverá nuevas medidas para impulsar así el proceso del desarrollo del capitalismo en nuestro país, pero tres aspectos políticos, al parecer, serán importantes para la posterior evolución del PRM en el Partido Revolucionario Institucional (PRI): la desaparición del sector militar, que completa la profesionalización de las fuerzas armadas, dejando a los militares solamente la posibilidad de participar en política dentro del sector popular, siempre y cuando no se encuentren en servicio activo. Las otras dos serán el arribo de Fidel Velásquez a la dirección de la CTM y el control total de la CNC.
La creación del PRI
El PRM, concebido también como partido de Estado por su carácter exclusivista del quehacer político y excluyente de otras opciones, consolidó el estado corporativista y antidemocrático que dio paso en enero de 1946 a la creación del PRI, aprobando en sus estatutos y declaración de principios un programa para estimular a la iniciativa privada. Dejó de reconocer la "lucha de clases" aunque se le siguió considerando "una particularidad del sistema capitalista", desde luego sin participar en ello. Se iniciaba así en nuestro país un nuevo período desarrollista.
El PRI en 1950 revitalizó a los sectores, a la vez que consolidó en estos un tipo de dirección autoritaria, jerárquica e inapelable y que lo llevó crear grandes contradicciones, dando lugar a finales de esa década a las grandes movilizaciones de trabajadores por la democracia y otras reivindicaciones. Es a partir de entonces, pero de manera muy especial del movimiento de 1968, donde se inicia la larga marcha por la democracia en el México actual.
Aunque el PRI fue perdiendo poco a poco el papel de partido hegemónico para el cual fue creado, con los resultados de las elecciones del 2 de julio del 2000, inicia un lento -y aún no muy claro- proceso de reestructuración, sin embargo, en opinión de algunos teóricos, para que esto sea posible "el PRI deberá hacer un auténtico compromiso con la democracia y la justicia social pues ‘la justicia social sin democracia conduce al autoritarismo y la democracia sin justicia social empuja hacia el neoliberalismo’, sin lo cual no podrá jugar un nuevo papel, que deberá de ser corresponsable de la nueva situación, para el desarrollo que se reclama en México".