EL PATRIARCADO, NUESTRA CULTURA,
DISTINTAS CONCEPCIONES DE REALIDAD II.
Capítulo I
¿Qué es el patriarcado?
El objetivo de este trabajo es demostrar
que existen muchas formas de interpretar la realidad. Llamemos a cada forma
distinta: paradigma. Muchas veces el paradigma no se discute. Vivimos en uno
que tiene su concepción de “bien” y de “mal”, que no se discute. Este paradigma
está influido por factores religiosos, culturales, etc.; pero principalmente
por el patriarcado.
¿Qué es el patriarcado? Sobre esta
hipótesis antropológica que interpreta el desarrollo humano, se ha escrito
bastante. Si miramos la prehistoria, veremos que el ser humano se diferenció
del resto de los animales, en lo mucho que empezó a transformar la naturaleza.
Primero descubrió el fuego, luego inventó la rueda, trabajó los metales, y así
fue transformando el mundo para su comodidad. Se habla en la Biblia que al
expulsar al hombre del Paraíso, Dios le ordenó reproducirse, dominar la Tierra
y a todos los seres que habitan en ella; es decir, a la naturaleza.
Para cumplir con esta orden, el ser
humano debió trabajar; el objetivo fue dominar y transformar la naturaleza. Las
actividades agrícolas y mineras dejaron de tener un sentido de supervivencia
familiar, y pasaron a tener un sentido de explotación monoproductora, dando
origen al comercio. Estas prácticas nos fueron llevando a delimitar los
territorios, a formar “patrias”, y ha hacer guerras.
Para realizar todo este trabajo, que en
el “paraíso” no se conocía, se necesitaron trabajadores, mano de obra. Sus
propios hijos fueron los primeros trabajadores de los “padres”. La única forma
de tener certeza sobre la paternidad de un hijo, fue encerrando a la mujer en
la casa, dando origen al matrimonio y a su dominación.
Todo este proceso se ha ido dando en
forma tan espontánea, que hasta hoy muchos no nos damos cuenta de que nuestros
roles son culturales, y los creemos naturales. El desarrollo humano se dio de
esta manera: pudo haberse dado de otra.
Pero este dominio y transformación de la
naturaleza nos trajo sí, desarrollo tecnológico: comodidad. Medios de
comunicación, de transporte, hasta la computación. A pesar de eso creo que
deberíamos ampliar el paradigma de lo que es trabajo. Este ya no debería ser
exclusivamente transformar la naturaleza, sino también transformarnos
interiormente. De esta manera detendríamos además, la destrucción medio
ambiental.
Los grupos humanos que no se sintieron
cómodos con este paradigma fueron dominados: pueblos no europeos, mujeres,
juventud, discapacitados, etc. Y si alguien perteneciente a alguno de estos
grupos se ha logrado destacar, lo ha conseguido renunciando consciente o
inconscientemente a su verdadero ser, y aceptando el paradigma dominante.
“Todo nuestro conocimiento proviene de
nuestra percepción sensorial”: me aseguró una religiosa católica, profesora de
filosofía de la educación en mi universidad. ¿Los ciegos y los sordos
tendríamos entonces una inferior percepción de la realidad? ¿O una distinta
percepción? ¿Tendría Tiresias una inferior percepción de la realidad? El
patriarcado nos perdona, si podemos cumplir a nuestra manera con la “orden
divina”: “multiplicaos, dominad la Tierra y a todos los seres que habitan en
ella”.
El ser humano, desterrado del Paraíso,
ha buscado fuera de sí la “Tierra Prometida”. Desconectado de Dios o de sí
mismo, no conoce su verdadero valor. Su autoimagen la forma en su infancia, con
la retroalimentación que recibió del entorno en el que le tocó vivir. Por eso
ha buscado la fama, el prestigio, adaptarse socialmente cumpliendo, a veces
cobardemente, con las normas escritas y no escritas del sistema patriarcal.
El ser humano necesita dominarlo todo,
incluso a si mismo, porque no confía ni en sus impulsos.
A los hijos, cuya paternidad ha estado
asegurada por la enclaustración sexual de la mujer, se los programó
psicológicamente para que fuesen continuadores o aumentadores de la fama y el
apellido paternos, del sistema patriarcal, más que para que fuesen felices
siendo ellos mismos.
Es verdad que ha habido grandes profetas
que han dado origen a religiones, pero sus seguidores no han sido capaces de
cambiar este paradigma. Al contrario, lo han defendido, utilizando quizás
inconscientemente, las enseñanzas de dichos profetas para este fin.
Imponiéndonos como los fariseos, reglas y prohibiciones que ni ellos cumplen.
“Mirad las aves del cielo y las flores
del campo”-; dijo uno de estos profetas -. “No siembran ni cosechan, sin
embargo nadie se alimenta ni se viste mejor que ellas.”
Todos hemos sobrevalorado lo fuerte, lo
exterior, lo material, lo racional: y todos hemos subvalorado lo débil, lo
interior, lo espiritual, lo emocional. Pero si cambiáramos el paradigma de lo
que es realidad y de lo que es trabajo, sería exactamente al revés.
A pesar de todo esto, tenemos que
aceptar y estar orgullosos de nuestra historia como especie humana. Para algo
ha sido así, aunque no lo podamos comprender. Utilizando la tecnología,
alcanzada a tan alto costo, comencemos a mirarnos hacia adentro, a liberar
nuestra autenticidad. Creo que si confiáramos en lo que realmente somos, no
viviríamos sólo para sobrevivir y alcanzar la aprobación de los demás, sino
también para “religarnos” con nuestro verdadero ser interior.
Continuará en el próximo número.
Autor: Luis Alberto Méndez Quezada.
Santiago de Chile, Chile.