LA NECESIDAD DE AMAR

La reflexión sobre el amor requiere el abandono de ideas preconcebidas, creencias y condicionamientos. El amor no es un aspecto aislado de la vida; el conocimiento y la comprensión del amor tienen que construirse en la percepción total de las cosas, sin fragmentación alguna. Sin embargo, eso que llamamos "amor" es a menudo presentado como una actividad individual aislada del resto del mundo y, a lo sumo, como el conjunto de sentimientos que más o menos comparten una pareja o un grupo humano.

Es tan grande la fragmentación que hemos creado que dividimos el amor en "compartimientos" y así, decimos que hay el amor de pareja, de padres a hijos,entre hermanos , a Dios , a la humanidad, a la ciencia , a la patria, al trabajo, al partido político . Si deseamos indagar y comprender nuestras necesidades es conveniente preguntarnos: ¿Puede el amor ser fragmentado? ¿Existen varias formas de amar? O tal vez, eso que adornamos con la palabra amor más que capacidad es la manifestación de nuestras necesidades y cuando decimos que "amamos", en realidad clamamos por alguien que alivie nuestro dolor. Creencias, necesidades y las fantasías sobre lo que es el amor son parte de un mismo proceso.

El amor es frecuentemente imaginado como una acción, como algo que hay que llevar al cabo con relativa facilidad y si no la realizamos, sobrevienen sentimientos de amargura y fracaso. Esa posibilidad de no poder amar a nadie o a nada se convierte en uno de los mayores temores sociales y psicológicos que atormentan a nuestro Ego .Esa forma de mirar el amor como una conducta a realizar, una meta a lograr y un anhelo a cristalizar, confunde capacidad con necesidad, porque detrás de una persona que dice estar enamorada es frecuente encontrar carencias e incapacidades emocionales. Amar es a menudo comprendido como una acción que todos podemos llevar a cabo y hasta decimos que si no sabemos amar es posible "aprenderlo". Por ejemplo, si una de las partes no está muy convencida de una unión matrimonial, le llueven consejos de familiares y amigos en el sentido de que con tiempo y paciencia aprenderá a amar a su pareja.

Aprendiendo a "amar"

Cuando decimos que podemos aprender a amar aceptamos de hecho la autoridad de algo o de alguien que puede "enseñarnos" el arte de amar, como la autoridad del pintor que puede enseñarnos a pintar o del maestro que enseña un idioma. Si pensamos que el amor es aprendizaje lo que en realidad estamos haciendo es ponernos en una posición de pasividad para amoldarnos y absorber los patrones, normas sociales y culturales que nos "enseñan" y presentan lo que es el "verdadero" amor. De la misma manera, si tenemos una percepción distinta e independiente de lo que es amar y desobedecemos las imposiciones sociales que dictaminan qué es amor y qué no lo es, entraremos en conflicto con el medio que nos rodea. Si es éste nuestro caso, la opinión pública que valida y legitima al poder nos etiquetará como "desamorados" o, cuando menos, como personas que no saben lo que es el "verdadero amor."

El concepto de lo que es amor y de lo que no lo es se impone culturalmente y varía según la época y el lugar, siendo por lo mismo, relativo y arbitrario. Por ser conceptos y conductas predeterminadas que obedecen a intereses y necesidades sociales y económicas, el amor es a menudo comercializado como una moda. En su nombre se lanzan campañas publicitarias para vender determinado producto con el que demostraremos (de acuerdo al criterio de los comerciantes) nuestra capacidad de amar, de hacer que alguien se enamore de nosotros, de ser atractivos.

Las fiestas navideñas son un buen ejemplo de cómo se explota comercialmente eso que llamamos amor, de cómo comprando y regalando se nos obliga a demostrar afecto. No bastan las actitudes, hay que regalar cosas, de lo contrario nos exponemos a la descalificación social. De hecho, hay personas que lo primero que hacen cuando reciben un regalo navideño piensan en el precio y de acuerdo con esto, se sentirán amadas o no. En otras palabras, las estrategias de mercadotecnia diseñadas desde el poder, tocan la necesidad de ser aceptados, de ser "amados" aunque no tengamos claridad sobre el significado de todo esto.

Como parte de esta publicidad que tiene como centro necesidades e intereses económicos se instituyen días para los "enamorados" , para el amor a las madres, a los compadres, a la patria , al partido político, a determinada virgen o santo, y, en fin, para todas aquellas cosas que es conveniente creer que "amamos" . Dicho de otra manera, detrás de la palabra "amor" es posible encontrar un sinnúmero de necesidades: afectivas, psicológicas, sociales, sexuales, económicas y políticas.

Angustia

Cuando nacemos únicamente podemos estar completamente seguros de una cosa: que moriremos. No hay otra cosa que podamos mirar con tanta certeza y que por cierto, nos angustie más que a la inevitabilidad de la muerte. Para comprender nuestros apegos a cosas, personas y creencias, es necesario indagar acerca de esta angustia provocada por la certeza de que tarde o temprano moriremos. Por ello inventamos un sinfín de ideas y expectativas que, de acuerdo con nuestras fantasías, conseguirán que nuestro Ego asustado "venza" a la muerte y, aún más, continúe gozando en la "otra vida". Lo importante es trascender, derrotar a la muerte que significa ante todo el implacable final de nuestras pertenencias: mi casa, mi hijo, la pareja, fama, el éxito, mi carro, dinero, el poder, la admiración de los demás. Todo eso acaba con la muerte y, por eso es conveniente preguntarnos: ¿ Tenemos miedo a lo desconocido, o más bien, tememos perder lo conocido? En el conocimiento y la comprensión de nuestros apegos podemos en vida derrotar el miedo a la muerte y, con ello, lograr una perspectiva de calidad diferente que nos puede hacer libres y disfrutar el aquí y el ahora.

Con relación a lo anterior, la idea del amor es a menudo un intento por mitigar el dolor que ocasiona el aguijón de la angustia. Cuando por ejemplo decimos que amamos intensamente a alguien ¿Hasta dónde es amor o la necesidad de calmar nuestra angustia poseyendo a otro? . La persona del otro puede ser una simple pantalla en la que proyectamos las necesidades de nuestro Ego que, atemorizado por la certeza de la muerte, se amarra al amante bajo el disfraz de un "loco y apasionado amor".

Detrás de los celos, de la posesividad y del control al ser "amado", actitudes que socialmente son aclamadas y hasta admiradas como "grandes amores", ¿ hay amor o necesidad y temor?. La angustia de que todo lo que tenemos desaparecerá ocasiona miedo a la muerte; pero a lo que realidad tememos es a nuestra incapacidad de vivir con plenitud y libertad, hoy, aquí y ahora. Conocer nuestras necesidades, mirarlas, y resolverlas es sin duda un trabajo de la más alta calidad, apasionante e intenso que nos activa y transforma, si nuestro camino es la revolución interior. En este trabajo la materia prima es la propia persona y el producto es la revolución interior.

Soledad

Cuando tomamos conciencia plena de nuestra existencia experimentamos soledad; al percatarnos de nuestra condición no discriminamos la diferencia entre estar sólo y sentirnos solos. Tomar conciencia de que se está sólo es percatarse de la realidad y, al mismo tiempo, comprender que en sentido estricto no es posible estar completamente sólo, pues nosotros y el mundo que nos rodea somos la misma cosa. Por otro lado, el sentirse sólo es más que nada un acto de autocompasión, es una manera de pedir la atención y la ayuda de los demás ante la incapacidad de escucharse y comprenderse a uno mismo.

Debido a los estados de confusión emocional que produce la soledad, consumimos gran parte de nuestra vida construyendo la fantasía de que estamos acompañados, y esta ilusión comienza desde edades muy tempranas. El niño pequeño se aturde por la fantasía de que está acompañado todo el tiempo por su madre y, de esta manera, experimenta una ficticia sensación de tranquilidad. Mientras es un infante su madre y él son prácticamente la misma cosa; la sensación de soledad o de compañía es creada y condicionada por la presencia o ausencia física de la madre. Gradualmente desea separase de ella pero al mismo tiempo la necesita.

En edades posteriores, la ausencia del otro crea nuestra soledad y ahí radica una de nuestras necesidades más intensas que con frecuencia llamamos el "amor". Esa conciencia de sí mismo como un ser separado, la certeza de un lapso de vida relativamente corto, el hecho que nacemos sin que intervenga nuestra voluntad y que moriremos en contra de nuestra voluntad, la vivencia de la soledad, todo esto junto hace que nos percibamos como seres fragmentados, frágiles, separados y rotos con relación a lo que nos rodea

En ese intento por religarnos (palabra de donde proviene el término religión) nos aferramos a personas, cosas, ideologías, movimientos espirituales y creencias que oferten la trascendencia, la unión y el "amor espiritual". Acicateados por nuestros sentimientos de separación y soledad recurrimos a ideas como el "amor" a la humanidad, a la naturaleza, a los animales, a Dios, al cosmos, a una persona. Este estar separado es la máxima fuente de angustia y, más que la razón del por qué amamos, indaguemos el por qué necesitamos sentirnos amados.

Necesidad

Más que una definición formal, de diccionario o académica, intentemos explorar qué sucede en nosotros cuando sentimos que necesitamos algo: alimento, agua, calor, aire, dinero, poder, amor. Cuando decimos que necesitamos a alguien bajo la forma de cariño y "amor", amigo, amante, esposa, una pareja,¿Qué sucede en nosotros cuando lo obtenemos? Sentimos que resolvimos una carencia. Conocer nuestras carencias nos aproxima a la comprensión de nuestras necesidades. El poder, que no puede permitir que seamos verdaderamente libres pues escaparíamos de la telaraña del control social, se encarga de recordarnos una y otra vez nuestras carencias y ,al mismo tiempo, oferta soluciones: El Tener para poder Ser alguien, el éxito, la fama, el valor de los "amores ciegos" e incondicionales hasta la muerte aunque la pareja abusiva nos destruya.

La reafirmación de las necesidades es ante todo una estrategia de control pues quien tiene poder sobre nosotros, indudablemente conoce nuestras carencias. Quien ejerce poder sobre nosotros crea más necesidades y ahonda nuestras carencias. De hecho, muchos políticos y líderes religiosos fanáticos basan su éxito en el conocimiento de las necesidades de los demás y por ello las provocan, las administran y las perpetúan. En este mismo sentido , la idea del amor es ofertada, vendida, promovida y comercializada como una estrategia de control. Somos "educados" con una idea del amor basada en necesidades y no en capacidades.

La cultura que hemos creado está impregnada con esta idea del amor como necesidad estratégicamente camuflada como entrega, abnegación, sacrificio, compañía. Detrás de estas imágenes se oculta la necesidad de poseer personas, cosas o situaciones: un amante, esposa, prestigio, moral, fama religiosidad, "decencia" e incluso al mismo Dios. La necesidad de ser amados tiene múltiples facetas que se colorean de los matices de la cultura que propone un concepto del "amor", de las ideas que corresponden a los intereses y necesidades de quienes ejercen el control social. Cuando decimos que amamos, indaguemos si detrás de nuestras palabras existe la capacidad de transformarnos a nosotros mismos y a lo que nos rodea o bien, se trata de necesidades desconocidas que subyacen en la profundidad de nuestro Ego, fragmentado y adolorido. El conocimiento de uno mismo, de nuestros apegos y necesidades, es imprescindible para aproximarnos desde una perspectiva de alta calidad a eso que llamamos amar

Dr. Gaspar Baquedano López

baquedano@yahoo.com

 

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