LA JULIA Y SUS DOS ATAÚDES.
Por Jorge Luis Espinosa.
El Universal on line.
Maestro del periodismo combatiente y combativo, como dirá David Huerta, viejo militante comunista desde los años 40, Gerardo Unzueta (Tamaulipas, 1925) decidió empezar a escribir novelas cuando ya había rebasado los 70 años de edad.
En el año 2001 publicó su primera obra narrativa: La Grande y el Diablo , el primer título de un largo proyecto que incluirá cuatro novelas más sobre momentos decisivos en la vida del país.
De hecho, 1948. La Julia y sus dos ataúdes , novela que presentó la semana pasada en el Palacio de Bellas Artes, acompañado por David Huerta, Alejandro Miguel, Ricardo Bautista y Luis Felipe Crespo, es la continuidad de este proyecto.
Las otras novelas por escribir aguardan su momento, aunque los temas ya están definidos: 1958 el año del movimiento ferrocarrilero en el país, 1968 el año del movimiento estudiantil y 1988, el surgimiento del ciudadano, como refirió el propio Unzueta.
Su propósito, aclaró, es rescatar de la tragedia la belleza. "Aunque toda mi vida me he dedicado a la palabra, rescatar la belleza exige escribir en forma bella. No lo he conseguido todavía y ustedes sabrán apreciar cuánto avanzo, aunque durante esa presentación me han dado noticias que me asombran", añadió.
Pero además, como explicó, le interesa fraguar sin distorsión de la historia el personaje colectivo. En 1948, por ejemplo, el personaje colectivo estaba formado por los camineros, quienes vivieron la tragedia de un momento de transición entre el cardenismo y el alemanismo.
Pero , como precisó Unzueta, en su novela La Julia y sus dos ataúdes , también se refleja la belleza de la lucha que emprendieron estos trabajadores, quienes en 1948 se dedicaron a construir la carretera Trans-Ístmica en el Istmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca.
Alejandro Miguel, viejo militante comunista, refirió que La Julia y sus dos ataúdes es una novela que está centrada en un pequeño poblado del Istmo de Tehuantepec: Chivela.
Este poblado es un microcosmos de las relaciones de producción durante la industrialización alemanista, que "acogotó" a los trabajadores. "Chivela fue el pequeño laboratorio donde el alemanismo ensayó cómo quebrar la resistencia de los trabajadores", precisó el periodista.
David Huerta, por su parte, indicó que para muchos la empresa en que se ha embarcado Unzueta tiene poco sentido, dado que los tiempos para los héroes positivos y el realismo socialista ya han pasado, "si es que efectivamente de esto se trata la novela".
Para Huerta, el solo hecho de que una novela con estas características sea puesta en circulación, representa una anomalía saludable, porque actualmente vivimos un tiempo en que la literatura se ha convertido en una feria de referentes de egolatría y de servicios frívolos, sin la menor ambición espiritual o intelectual.
"Unzueta se pone fuera de esos juegos y habla con toda soltura de política, de convicciones vitales, del bien y del mal. Hay, en su decisión de escribir estas novelas sobre las luchas de los años "ocho" del siglo XX, una postura crítica que me parece lo más rescatable de sus relatos", precisó el poeta.