INTELIGENCIAS MÚLTIPLES

 

resumen.

 En primer lugar, quiero contarles por qué me decidí a hacer esta nota… Es porque hace un año y medio batallo con un niño que es muy inteligente, pero que, contradictoriamente, se comporta mal en la escuela, le cuesta concentrarse, escribir, leer, en fin, demostrar lo que sabe y puede hacer en términos académicos.

 En el convencimiento de que los niños merecen tener una infancia feliz, plena, es que busco que otros padres y maestros conozcan este libro llamado Inteligencias múltiples, de Thomas Armstrong.

 En él se afirma que: las investigaciones realizadas durante los últimos quince años por el psicólogo Howard Gardner y sus colegas de la Universidad de Harvard apuntan a que cada niño tiene muchas maneras diferentes de ser inteligente: a través de las palabras, los números, los dibujos y las imágenes, la música, la expresión física, las experiencias con la naturaleza, la interacción social y el autoconocimiento. En lugar de enfocar el potencial humano de una manera tan estrecha como por ejemplo cuando nos referimos a la calificación en las pruebas de cociente intelectual los psicólogos, educadores y padres ahora empiezan a mirar el potencial del niño bajo el prisma de las inteligencias múltiples.

 Pero, muchos otros padres y psicólogos están enfrascados en una nueva enfermedad: se llama síndrome de déficit de atención e hiperactividad (DDAH) o simplemente síndrome de déficit de atención (DDA) y se les aplica a muchos niños… Los cálculos más recientes estiman que en los Estados Unidos 2.5 millones de niños han recibido estos rótulos. En los últimos ocho años, el uso de Ritalina para tratar este supuesto trastorno ha aumentado ¡un 700 por ciento! Los ”síntomas” incluyen hiperactividad, impulsividad y falta de concentración, y se dice que resulta de un desequilibrio neuroquímico cuyo origen genético está aún por determinarse. Uno de los problemas que plantea el rótulo es que los síntomas son excesivamente generales y subjetivos. Muchos niños exhiben estas características durante distintos períodos de tiempo y por diversas circunstancias. Un niño puede ser hiperactivo por un sinnúmero de razones: porque es alérgico a la leche, porque está aburrido en la escuela, porque es altamente creativo, está severamente deprimido, le cuesta trabajo aprender a leer, tiene miedo de los niños del barrio o cientos de otras razones. Los proponentes del DDA sostienen que existen pruebas que permiten distinguir entre el verdadero DDA y el pseudo DDA, pero estas pruebas también son subjetivas.

En relación con el síndrome de déficit de atención, Bonnie Cramond, profesora de psicología de la Universidad de Georgia y quien hace investigaciones sobre creatividad, escribe: ”Existen tantas similitudes en las descripciones del comportamiento creativo y el comportamiento DDAH que es preciso preguntarse si se tratará de fenómenos sobrepuestos”. Cramond anota que la persona altamente creativa, al igual que el individuo con el llamado DDAH, rechaza los límites impuestos por los demás, corre riesgos, tiene una gama más amplia de intereses y a menudo le gusta trabajar con rapidez, es ensoñador y tiene un alto nivel de energía.

Muchos salones de clase todavía dependen en exceso de las hojas de ejercicios y de las conferencias y les otorgan a los estudiantes muy pocas oportunidades de construir, dibujar, actuar o participar en otros métodos de aprendizaje activo. En otras palabras, a los niños no se les concede la oportunidad de ejercitar la gran porción de su cerebro que está destinada al aprendizaje de lo nuevo.

 Esta situación acabará cuando los padres y los educadores decidan descartar todos estos rótulos y comiencen la tarea de comprender y promover la originalidad de cada uno de los niños para que puedan empezar a aprender a su manera.

 

 Ocho formas de inteligencia:

 

La inteligencia lingüística: hábil con las palabras

 

La inteligencia lingüística es la capacidad de utilizar las palabras efectivamente. Una mirada a las clásicas materias básicas de la escuela revela que la inteligencia lingüística ocupa por lo menos las dos terceras partes: lectura y escritura. Dentro de estas dos actividades, existe un amplio rango de habilidades lingüísticas que incluyen la ortografía, el vocabulario y la gramática. La inteligencia lingüística tiene que ver también con la capacidad verbal; es la inteligencia del orador, el comediante, el locutor o comentarista de radio, o el político que utiliza a menudo las palabras para manipular y persuadir. En la vida cotidiana, la inteligencia lingüística sirve para hablar, escuchar, leerlo todo, desde señales de tránsito hasta novelas clásicas, y escribir todo, desde mensajes de correo electrónico y cartas, hasta poesía e informes de oficina.

 

 

La inteligencia lógica-matemática: hábil para los números

 

La inteligencia lógica-matemática se refiere a la capacidad de trabajar bien con los números y/o basarse en la lógica y el raciocinio. Ésta es la inteligencia que utiliza el científico cuando genera una hipótesis y la pone rigurosamente a prueba según datos experimentales. Es también la inteligencia que utiliza el contador especializado en impuestos, el programador de computador o el matemático. El resto de nosotros necesitamos de esta inteligencia para balancear la chequera y entender el déficit fiscal o el último informe periodístico sobre investigación genética.

 

La inteligencia espacial: hábil para las imágenes

 

Esta es la inteligencia de las imágenes. Requiere de habilidad para visualizar imágenes mentalmente o para crearlas en alguna forma bi o tridimensional. El artista o escultor posee esta inteligencia en gran medida, así como el inventor que es capaz de visualizar los inventos antes de plasmarlos en el papel.

 

La inteligencia corporal-cinética: ágil con el cuerpo

 

La inteligencia corporal-cinética es la inteligencia de todo el cuerpo (atleta, bailarín, mimo, actor), así como la inteligencia de las manos (maquinista, costurera, carpintero, cirujano). ¡Claro que uno aspiraría a que el cirujano contara también con otras inteligencias! Uno no querría que lo operara un cirujano que aprobó todos sus exámenes de lógica y matemática pero a quien le dicen irónicamente ”manos de ángel”. Nuestra sociedad depende de personas con una buena motricidad fina en un amplio rango de actividades, como trabajadores de la construcción, obreros de fábrica, mecánicos, plomeros y reparadores de todo tipo. También necesitamos a las personas que ”piensan” con el cuerpo.

 

 

La inteligencia musical: hábil para la música

 

La inteligencia musical se relaciona con la capacidad de cantar una tonada, recordar melodías, tener buen sentido del ritmo, o simplemente disfrutar de la música. En sus formas más elevadas incluye a las divas y los virtuosos del piano de nuestra cultura. Pero aunque a menudo se asocia con el entretenimiento, existen muchas carreras prácticas que requieren cierto grado de inteligencia musical; cabe mencionar a los disc jockeys, los ingenieros de sonido, los afinadores de piano, las personas que venden equipos electrónicos y los terapeutas musicales. En la vida diaria nos beneficiamos de la inteligencia musical siempre que cantamos en un coro, tocamos un instrumento musical o disfrutamos la música de la televisión, la radio o nuestros discos.

 

 

La inteligencia interpersonal: hábil para relacionarse

 

Esta inteligencia tiene que ver con la capacidad de entender a otras personas y trabajar con ellas. Ser aficionado a relacionarse con los demás abarca una gran variedad de talentos, desde la capacidad de sentir empatía por otros seres humanos (digamos en el caso de un consejero), hasta la habilidad para manipular grandes grupos para alcanzar un fin común (como podría tenerla un dictador, un político o el presidente de una gran corporación). La inteligencia interpersonal incluye la capacidad de ”leer a las personas” (evaluarlas en unos segundos), la capacidad de hacer amigos y el talento que algunas personas tienen de entrar a un recinto y empezar inmediatamente a efectuar sus contactos personales o

de negocios. Puesto que gran parte de la vida tiene que ver con la interacción con los demás, la inteligencia interpersonal puede, de hecho, ser más importante para el éxito en la vida que la capacidad de leer un libro o resolver un problema matemático.

 

 

La inteligencia intrapersonal: hábil para conocerse a sí mismo y pensar solo

 

Esta inteligencia es quizás la más difícil de entender, pero bien podría ser la más importante de todas. Es esencialmente la inteligencia de la comprensión de sí mismo, de saber quién se es. Es la inteligencia de saber para qué se es bueno y para qué no. Algunas personas malgastan gran parte de su vida tratando de ser quienes no son, mientras que otros reconocen pronto en la vida sus talentos básicos y los cultivan deliberadamente para lograr el éxito. Es, ser capaz de reflexionar sobre las metas de la vida y de tener fe en sí mismo. Es importante para el empresario y para otros individuos que se forjan a pulso y que deben contar con la disciplina, la seguridad y el conocimiento propio para incursionar en un nuevo campo o negocio. Igualmente los consejeros, los terapeutas y otros que trabajan con las emociones y las motivaciones personales utilizan esta inteligencia para ayudarles a otros a desarrollar mejor su sentido de Identidad.

 

 

La inteligencia naturalista: amante de la naturaleza

 

La inteligencia naturalista se relaciona con la habilidad para identificar las formas naturales a nuestro alrededor: pájaros, flores, árboles, animales y otros tipos de fauna y flora. También incluye la sensibilidad hacia otras formaciones naturales, como las nubes y las características geológicas de la tierra. Esta inteligencia se requiere en muchas ocupaciones como la de biólogo, guardabosques, veterinario y agrónomo. En la vida diaria la utilizamos cuando sembramos un jardín, acampamos con nuestros amigos o apoyamos causas ecológicas locales.

Es muy importante recordar que cada persona tiene las ocho inteligencias y las utiliza en combinaciones diferentes durante el curso de su vida diaria. El niño que juega fútbol, por ejemplo, tiene que utilizar su agilidad corporal para correr y patear el balón, las imágenes para visualizar a dónde irá la pelota cuando el contrincante la patee, y relacionarse bien con la gente para trabajar en armonía con el equipo. El acto de leer, que parecería el dominio de los hábiles con las palabras, también exige ser bueno para las imágenes (para decodificar visualmente el texto y crear imágenes del contenido), ágil (si está leyendo en voz alta) y hábil para la reflexión (para relacionar el material leído con la propia experiencia personal).

Así mismo, se debe tener presente que cada persona exhibe estas ocho inteligencias a su manera. Algunas personas se destacan en varias de ellas, otras tienen dificultades especiales en varias inteligencias, pero la mayoría de las personas están en el intermedio: tenemos una o más inteligencias que expresamos con facilidad, otras de nivel intermedio, y una o más que nos cuesta mucho trabajo utilizar.

Nuestra sociedad generalmente enfoca solamente dos de las ocho clases de inteligencias a la hora de decidir quiénes son listos dentro de nuestra cultura. Admiramos a las personas de gran habilidad lingüística, que leen y escriben bien, y a los pensadores lógicos que razonan de manera clara y concisa. Pero existen otras formas de inteligencia igualmente válidas. ¿Qué decir de las personas que cantan y bailan bien? ¿O de quienes saben pintar, dibujar, actuar, esculpir, inventar, diseñar o entender la naturaleza? ¿Y qué de los grandes caudillos o de quienes tienen profunda empatía por los demás? Estos aprendices musicales, corporales y cinéticos, espaciales, naturalistas e interpersonales a menudo pasan inadvertidos en los debates sobre inteligencia superior.

Esta omisión cultural se extiende al salón de clase.

 

Inteligencia lingüística (características):

 

Los niños altamente dotados en habilidad lingüística tienen un sentido auditivo muy desarrollado y disfrutan el juego con los sonidos del lenguaje. A menudo piensan en palabras y están embarcados en la lectura de un libro, o en escribir cuentos o poemas. Incluso si no disfrutan la lectura y la escritura, a veces son excelentes narradores. Disfrutan los juegos de palabras y es posible que tengan buena memoria para los versos, las letras de canciones o datos generales. Quizás quieran ser escritores, secretarias, editores, científicos sociales, profesores de humanidades o políticos. Aprenden pronunciando las palabras u oyéndolas y viéndolas.

 

Inteligencia lógica-matemática

 

Los pequeños que son fuertes en este tipo de inteligencia piensan de forma numérica o en términos de patrones y secuencias lógicas, y utilizan otras formas de razonamiento lógico. Antes de la adolescencia estos niños exploran patrones, categorías y relaciones manipulando activamente el medio y experimentando de una manera controlada y organizada. En sus años de pubertad, evidencian una gran capacidad de pensar de forma altamente abstracta y lógica. Los niños muy dotados en este tipo de inteligencia siempre están preguntando acerca de fenómenos naturales. Les encantan los computadores y los equipos de química y tratan de descubrir las respuestas a los problemas difíciles. Disfrutan los acertijos, los rompecabezas lógicos y los juegos que, como el ajedrez, requieren de razonamiento. Estos niños quizás manifiesten que quieren ser científicos, ingenieros, programadores de computador, contadores o tal vez incluso filósofos.

 

Inteligencia espacial

 

Estos niños parecen saber dónde está ubicado todo en la casa. Piensan en imágenes y dibujos. Son los que encuentran lo perdido o traspapelado. Si se reorganizara el interior de la casa, estos niños serían sensibles al cambio tomándolo con gran alegría o gran desconsuelo. A menudo les encanta hacer laberintos o rompecabezas. Pasan tiempo dibujando, diseñando, construyendo con bloques, o simplemente en el ensueño. Muchos desarrollan una gran fascinación por máquinas o aparatos extraños, y en ocasiones inventan objetos. Pueden querer ser arquitectos, artistas, mecánicos, ingenieros o planeadores urbanos.

 

Inteligencia corporal-cinética

 

Los niños de inteligencia corporal-cinética muy desarrollada son inquietos a la hora de comer y son los primeros que piden permiso para retirarse y salen corriendo a jugar al parque. Procesan el conocimiento a través de las sensaciones corporales. Tienen ”sensaciones viscerales” en relación con respuestas a las pruebas en la escuela. Algunos tienen el don del bailarín o del atleta, el actor o el mimo, son buenos para remedar cualidades y defectos. Otros pueden ser especialmente dotados en motricidad fina y ser excelentes mecanógrafos y dibujantes, hábiles para la costura, las manualidades y las reparaciones y otras actividades relacionadas. Estos niños suelen comunicarse muy bien a través de gestos y otras formas de lenguaje corporal. Dicen que cuando sean grandes quieren ser mecánicos, carpinteros, actores, atletas o pilotos. Necesitan oportunidades de aprender moviéndose o representando cosas.

Los niños de alta inteligencia corporal-cinética corren el riesgo de ser diagnosticados con nuestra más reciente enfermedad de aprendizaje: déficit de atención e hiperactividad (DDAH). Estos niños necesitan moverse, tocar y construir para poder aprender. Estarse quietos y sentados equivale a maniatar al pupitre su más natural habilidad para aprender. Necesitan oportunidades frecuentes de moverse durante la jornada escolar: programas vigorosos de educación física, pausas para estirarse, salidas al campo, aprendizaje de primera mano, juegos de roles y otras formas activas de asimilar la información nueva.

 El uso de la Ritalina para manejar el comportamiento de niños que han sido calificados DDA o DDAH ha aumentado en un 700 por ciento en los últimos seis años. Si los colegios utilizaran más a menudo actividades corporales cinéticas, sospecho que el uso de medicamentos para controlar comportamientos poco adecuados disminuiría en gran medida.

 

Inteligencia musical

 

Los niños de inteligencia musical muy desarrollada suelen cantar, tararear o silbar para sí. Estos niños se identifican de inmediato por su forma de moverse y cantar cuando están oyendo música. Probablemente ya toquen un instrumento o pertenezcan a un coro. No obstante, otros niños dotados musicalmente pueden exhibir su afición a través de la apreciación musical. Tienen opiniones claras acerca de sus preferencias musicales. Son los que dirigen el canto en los paseos. También son sensibles a los sonidos no verbales en el ambiente, como el canto de los grillos y el tañido de campanas, y oyen cosas que los demás pasaron por alto.

 

Inteligencia interpersonal

 

Los niños dotados de inteligencia interpersonal entienden a la gente. Son a menudo líderes entre sus vecinos o compañeros de clase. Organizan, comunican y, en la versión menos favorable, manipulan. Es factible que sepan qué pasa con todo el mundo en el vecindario, quién le gusta a quién, quién está de pelea con quién, y quién va a pelear con quién al salir de la escuela. Estos niños suelen ser excelentes mediadores de conflictos entre compañeros, dada su increíble capacidad de captar los sentimientos y las intenciones de los demás. Por lo general, quieren ser consejeros, empresarios u organizadores comunitarios. Aprenden mejor relacionándose y colaborando.

 

Inteligencia intrapersonal

Los niños con una inteligencia intrapersonal altamente desarrollada saben quiénes son y qué son capaces de lograr en el mundo. Casi siempre son buenos para fijarse metas propias e, incluso si no las alcanzan, se adaptan con facilidad buscando metas nuevas y más realistas. Es probable que también tengan el don de la perseverancia y de aprovechar los errores del pasado. No son necesariamente introvertidos o tímidos, pero a lo mejor sienten una fuerte necesidad de buscar la soledad para reflexionar. Muchos tienen una profunda conciencia de sus sentimientos, sus sueños y su visión. Tal vez lleven un diario o estén embarcados en proyectos y aficiones que solamente conocen ellos o unos cuantos amigos de confianza. A veces exhiben una especie de visión interior o intuición que los acompaña durante toda la vida. Este profundo sentido de sí mismos puede apartarlos de los demás y llevarlos a emprender búsquedas en solitario por territorios no explorados. Quieren convertirse en escritores, emprendedores de negocios, o incluso se asocian a trabajos religiosos o espirituales.

 

Inteligencia naturalista

 

Los niños altamente competentes en esta inteligencia aman la naturaleza. Prefieren estar en el campo o en el bosque, en caminatas o recogiendo piedras y flores que en la escuela o en casa haciendo ejercicios con lápiz y papel. Por otro lado, si el trabajo escolar incluye estudiar lagartijas, mariposas, dinosaurios, estrellas u otros organismos o formaciones naturales, entonces su motivación se eleva al máximo. Algunos de estos niños se sienten más próximos a los animales que a los seres humanos. Tal vez digan que cuando crezcan quieren ser veterinarios, guardabosques, ecologistas o granjeros.

 

 La trampa de las pruebas formales:

 El problema con la mayoría de las pruebas altamente sofisticadas que utilizan los especialistas en problemas de aprendizaje hoy en día es que tienen poco que ver con la realidad personal del niño. Se le diagnostica al niño una deficiencia en la memoria auditiva, a pesar de que este mismo niño es capaz de relatar una larga historia que alguien le contó una semana atrás. Esto sucede porque la prueba que apuntaba a una deficiencia se basaba en la repetición de sílabas sin sentido y de números aleatorios, actividades que no significan nada para el niño. Esta deficiencia podría llamarse de otra forma: la incapacidad para recordar información aburrida y carente de importancia.

La observación le da al padre o al profesor la oportunidad de ver a los niños en contextos significativos y realizando actividades que tienen verdaderas conexiones con su vida. Cualquier cosa que se observe en casa o en la escuela durante el día, bien sea que demuestre una fortaleza o una debilidad, puede ser información importante. Es verdaderamente vergonzoso cuántas veces he estudiado registros escolares consistentes en páginas interminables de resultados de pruebas dentro de los cuales se esconde apenas una u otra frase vaga acerca de algún aspecto real del niño (”Susan se esfuerza” o ”Peter es colaborador”). Lleve un diario de sus propias observaciones y anime al profesor del niño a hacer lo mismo.

 

La educación formal se ha convertido en una actividad tan complicada, tensionante y excesivamente reglamentada que, en general, el aprendizaje es percibido como algo difícil que el cerebro preferiría no hacer. Los maestros tienden a pensar que el aprendizaje es un suceso ocasional, que requiere incentivos y premios especiales, no algo que cualquiera elegiría si pudiera... la reticencia a aprender no se le puede atribuir al cerebro. El aprendizaje es la función primordial del cerebro, su ocupación constante, y nos sentimos inquietos y frustrados si no hay nada que aprender. Todos somos capaces de enormes e insospechados logros de aprendizaje que se hacen sin esfuerzo.

En los medios de comunicación se hace referencia constante a las dificultades de aprendizaje y al DDA, pero sería más preciso decir que estos niños tienen ”dificultades con las hojas de ejercicios”, ”trastornos con el programa” o simplemente ”dificultades con el profesor”. Adicionalmente, hay millones de niños que no exhiben ningún síntoma de ”enfermedad pedagógica” pero que sufren en secreto por causa de unas estrategias de enseñanza que no son apropiadas para sus necesidades.

Las escuelas les fallan a los niños cuando limitan sus sistemas de enseñanza a conferencias, textos, hojas de ejercicios y pruebas. Generan problemas de aprendizaje cuando se concentran en unas pocas habilidades inconexas que representan tan sólo dos de los ocho tipos de inteligencia reseñados por Howard Gardner. Ahogan el potencial de aprendizaje de los niños cuando los encasillan en grupos con determinadas habilidades, en cursos con ”énfasis” y en clases especiales. Coartan la sed de aprendizaje en todos los niños enseñándoles cosas que no tienen relevancia, para su vida personal. Sin embargo, los niños parecen tener un sentido intuitivo para identificar el ambiente enriquecedor que requiere su propio desarrollo neurológico. En el estudio de Goodlad, dijeron que sus actividades preferidas de aprendizaje eran construir o dibujar, hacer colecciones, hacer investigaciones de campo, entrevistar a las personas, representar papeles y hacer proyectos independientes, en otras palabras, actividades participativas que involucran las ocho clases de inteligencias básicas. Infortunadamente, en visitas a más de 1.000 aulas, rara vez se observaron estas actividades.

 

 Hay que darles a los niños lo que no reciben en la escuela

La aceptación generalizada de la noción de que una vez los hijos cumplen seis o siete años, los padres ya no pueden velar por sus intereses y su educación, es tal vez el rezago de una época en que muchos padres eran analfabetos o inmigrantes que carecían de los conocimientos que sus hijos necesitarían para funcionar bien en la sociedad industrial moderna. Pero hoy en día la mayoría de los padres cuenta con la capacidad para enseñarles a sus propios hijos} y hacerlo mejor que [muchos profesores].

DAVID Y MICKI COLFAX [Educando en casa para la excelencia].

Uno de los inconvenientes más graves de las escuelas es su falta de flexibilidad a la hora de enseñar una materia o habilidad práctica. Los maestros presentan el material de cierta forma, generalmente alguna combinación de conferencia, indicaciones en el tablero (pizarrón), textos y hojas de ejercicios, y si los niños no comprenden, es problema de los niños, no de la profesora. Pero como ya hemos visto, los niños aprenden de variadas maneras y para que el conocimiento penetre necesitan que se les enseñe a su manera.

Los damnificados de esta brecha entre lo que es la educación y lo que debería ser son millones de niños calificados erróneamente como discapacitados para el aprendizaje o con déficit de atención y millones de otros niños que se sientan en clase aburridos y desentendidos, a cumplir con lo mínimo exigido y a sobrevivir a duras penas en un sistema que no significa nada para ellos.

 ¿Qué sucedería si tomáramos los miles de millones de dólares que se gastan en investigar el DDA y las dificultades de aprendizaje y en pruebas estándar, en educación especial y en textos inútiles, y los dedicáramos más bien a enriquecer el aula corriente con materiales variados y con profesores más llenos de energía e información que presten ayuda individual; y a preparar mejor a los profesores para que amplíen su propio repertorio de enseñanza? Si lo hiciéramos así, creo que millones de niños supuestamente discapacitados para aprender, con DDAH o de bajo rendimiento, y muchos otros millones de niños, empezarían a aprovechar mucho más su verdadera capacidad de aprender. Estoy seguro de esto. No obstante, también estoy seguro de que no sucederá de la noche a la mañana, si es que alguna vez sucede.

 La maestra puede crear en el mismo salón ”centros de actividad” que enfoquen las ocho variedades de inteligencia: un centro de escuchar para la inteligencia musical, el rincón de los libros para la inteligencia lingüística, un laboratorio de matemáticas y ciencia para la inteligencia lógica-matemática, un espacio abierto para la inteligencia corporal-cinética, un centro de arte para la inteligencia espacial, un rincón tranquilo para la inteligencia intrapersonal, una mesa redonda para las actividades interpersonales y un centro de ecología para los pichones de naturalistas. Que resuene en las escuelas el grito de batalla: ¡Ocho formas diferentes! Nuestras aulas se han limitado demasiado a una sola dimensión y son prisioneras de la visión cerrada de los fabricantes de programas educativos, los administradores y los profesores que viven en el pasado. Y si la escuela se resiste a su grito de batalla, no se desespere pues de todos modos mediante el enfoque sugerido, puede darle al niño en casa lo que no está recibiendo en el colegio.

 

 Aprender con el cuerpo:

Muchos niños necesitan aprender a través del cuerpo para poder descifrar los temas académicos. Estos aprendices de tipo corporal-cinético se desesperan cuando tienen que permanecer sentados largo rato en pequeños pupitres realizando actividades de mínima exigencia física. Hay muchas maneras prácticas de enseñar temas académicos a través de la actividad física.

 Antes de que los humanos comunicaran sus ideas mediante símbolos abstractos, utilizaban gestos y movimientos. Durante miles de años, la humanidad pasaba los conocimientos de una generación a la siguiente a través de una combinación de cantos, rimas, danzas y representaciones. Aun después del desarrollo del lenguaje escrito, esta unión entre la mente y el cuerpo permaneció intacta durante cientos de años.

 Los niños que se mueven, hablan y no se están perfectamente quietos mientras trabajan quizás lo hagan porque necesitan estudiar de esta forma que involucra el cuerpo para poder establecer una conexión significativa con los símbolos incomprensibles que tienen delante.

 En una escuela que propende por un programa educativo con énfasis en lo físico y por ende en correr, saltar, bailar, caminar, hacer piruetas, nadar, practicar artes marciales, juegos al aire libre y otras formas de expresión física, estos niños tendrán muchas mayores probabilidades de destacarse que los niños más frágiles y ”librescos” del aula silenciosa.

 La comprensión de lectura es a menudo una actividad aburrida para los niños porque no se sienten conectados con lo que están leyendo. Si montan piezas teatrales o representan de otro modo lo que leen mediante la pantomima, la recitación dramática o la danza el significado quedará grabado en su cuerpo y perdurará. Una manera excelente de aprender conceptos matemáticos de forma cinética es a través de materiales concretos que se pueden manipular, como cubos, cilindros, dados y fichas que a los niños les encanta tocar, mover, apilar y maniobrar para explorar las relaciones que subyacen a las operaciones básicas de matemáticas.

 Así mismo, la danza, los masajes, la lucha, la patineta, el karate, el malabarismo y la construcción de modelos a escala desarrollan una serie de habilidades físicas importantes, como la coordinación entre el ojo y la mano, la orientación lateral, el equilibrio, los reflejos, la conciencia del cuerpo, la destreza manual y otras habilidades psicofísicas importantes para el aprendizaje académico. Lo fundamental es que estas actividades valen la pena por sí mismas y no simplemente como ejercicios para remediar ”disfunciones de aprendizaje” o para ”desarrollar la inteligencia de su hijo”. La siguiente afirmación puede sonar ridícula, pero los niños llevan su cuerpo a dondequiera que van, mientras que es mucho más probable que dejen sus libros y cuadernos en casa. Mientras más reconozcan los padres y los profesores la importancia del aprendizaje corporal, más probable será que veamos una disminución drástica en la cantidad de niños que supuestamente tienen DDA o DDAH, así como una disminución en las recetas de Ritalina y un aumento correspondiente de la verdadera capacidad de aprendizaje y de disfrute en millones de niños.

 

 Cultivar la imaginación en el aprendizaje:

 La imaginación es parte integral del desarrollo de todos los niños y merece ser alimentada de maneras prácticas para poder enseñarles a los pequeños lo que necesitan aprender en la escuela.

 Los genios no poseen el monopolio sobre la imaginación creativa. La mayoría de los niños antes de los siete u ocho años tienen una gran imaginación. Son capaces de tomar cualquier objeto cotidiano, como una caja de fósforos, y transformarlo, mediante la fantasía, en un auto, una casa, un mueble, un animal o cualquiera de mil objetos. Experimentan sus sueños de manera vivida y a veces se despiertan con la incertidumbre de si sus aventuras nocturnas realmente ocurrieron. Miran manchas en la pared y nubes cambiantes, y ven escenas maravillosas. Tejen espontáneamente historias fantásticas con la habilidad de un maestro en el arte.

Infortunadamente, este rico mundo imaginario empieza a desvanecerse cuando los niños entran a la escuela, con sus exigencias de que el pensamiento sea carente de imagen, los datos y conceptos sean escuetos, y se utilicen sistemas de símbolos abstractos. La imaginación tiene poca o ninguna cabida en la escuela. En la mayor parte de las pruebas, las respuestas imaginativas no reciben ningún crédito.

 

 Utilice cuentos y metáforas para comunicar datos y conceptos:

A los niños les encanta que les cuenten historias. Su entusiasmo proviene de un lugar profundo en la psiquis que se remonta a los tiempos antiguos cuando la historia y los valores de la cultura se pasaban entre generaciones mediante la tradición oral que tenía sus raíces en leyendas y mitos imaginativos. Hoy en día, sigue siendo una herramienta poderosa para comunicar el conocimiento entre generaciones. En una era en que la televisión y la tecnología dejan poco espacio para la imaginación, los cuentos les permiten a los niños proveer ellos mismos la imagen que corresponda al relato. Esto alimenta el poder de visualización.

El relato de cuentos debería ser parte corriente de la vida del niño en casa y en la escuela. Se pueden inventar o sacarlos de los libros. Si bien esto sirve para que el niño empiece a interesarse en la lectura, los niños también se benefician de oír cuentos espontáneos.

 Muchos niños tienen habilidades de visualización altamente desarrolladas que podrían utilizar para aprender ortografía, datos matemáticos y otro tipo de información, si los padres y los maestros supieran cómo indicarles el camino. Los estudios indican que hasta la mitad de todos los niños pequeños producen imaginería eidética. Ésta se refiere a la habilidad para experimentar imágenes mentales de manera tan clara y vivida como perciben los objetos externos. Los niños que tienen imaginería eidética pueden mirar un objeto, cerrar los ojos y buscar dentro de su imagen mental detalles adicionales que no percibieron en el objeto a primera vista. Hasta los niños que aparentemente no tienen esta habilidad pueden llegar a desarrollarla. Esta clase de visualización puede ser muy útil en los dictados de ortografía. Dígale al niño que en su cabeza tiene un ”tablero interior” y que sobre éste puede anotar su lista semanal de palabras. Dígale que cuando la maestra borre las palabras del tablero exterior, las conserve en el tablero interior. Luego, cuando empiece la prueba, todo lo que tiene que hacer es copiar las palabras de su tablero interior y anotarlas en el papel. Puede utilizar esta técnica para memorizar las tablas de multiplicar, recordar los datos de historia, aprender nuevas palabras o retener gran cantidad de información diversa.

 Demasiados niños sufren de ”trastorno de déficit de imaginación”: el adormecimiento de la mente debido a los números, palabras, conceptos abstractos y clisés sociales. Podemos ayudarles a estos niños a recuperar su capacidad de crear imágenes motivándolos a visualizar, a contar cuentos, a elaborar metáforas y a incluir el lenguaje pictórico en sus formas de aprendizaje. Cuando hacemos esto, también estamos favoreciendo su desarrollo afectivo, ya que las imágenes tienen una carga emocional.

 

 Aprender con sentimiento:

 Muchos niños llevan consigo un profundo torbellino interior que permanece oculto para todos salvo los más cercanos confidentes. Este estrés secreto tiene muchas fuentes. En casa, la separación o el divorcio, la rivalidad entre hermanos, la enfermedad, la crítica de los padres, la soledad o el aburrimiento, las dificultades financieras de la familia y la violencia de barrio alimentan el síndrome de estrés. En la escuela, las tensiones abarcan la presión para desempeñarse académicamente, ser humillado por el profesor o ser blanco de burlas de los estudiantes, la intensa competencia en clase o en los deportes, ser excluido de las actividades de grupo, recibir notas deficientes y la amenaza de los niños pendencieros.

Algunos niños toleran bien su carga o no padecen efectos que se puedan detectar con claridad. Otros parecen doblarse bajo la carga y exhiben signos visibles de estrés, incluidos dolores de cabeza y de estómago, inquietud, dificultad para concentrarse, irritabilidad, agresividad, tensión muscular, ansiedad y depresión. Muchos de estos pequeños acaban en clases de nivelación o en programas para los discapacitados del aprendizaje, los niños con DDAH o los niños con perturbaciones emocionales. Otros reflejan una apariencia de éxito escolar pero no sienten ninguna alegría al aprender.

 Hacer caso omiso de esta red de sentimientos no sólo es sencillamente poco recomendable, sino imposible. No obstante, esto es lo que muchas veces tratamos de hacer al ayudarles a los niños en casa o en la escuela. Tratamos de negar su vida emocional y al hacerlo los separamos de la fuente de energía que los conecta con sus poderes naturales de aprendizaje. Esto agrava el estrés que tienen que encarar.

 Los niños son extremadamente sensibles al mundo que los rodea. Si se les da la oportunidad, responden espontáneamente a los materiales didácticos, a las ideas y a las técnicas. (”¡Qué a-bu-rri-do!”, o ”¡Qué divertido!”). La enseñanza que hace caso omiso de los sentimientos y se concentra en la mente racional también hace caso omiso de estas corrientes subterráneas importantes y lesiona gravemente las oportunidades de aprendizaje real.

 Cuando los niveles de estrés del niño son demasiado altos o el clima emocional demasiado fuerte, hay que concentrarse en aliviar la presión o en manejar la fuente del conflicto emocional antes de pensar siquiera en cuestiones académicas.

 

Las actividades que concentran reducen el estrés:

Las técnicas de relajación le ayudan al niño a sentirse más a gusto. Varias maneras de liberar la tensión y de concentrar la conciencia como el biofeedback, el yoga y la meditación se han utilizado con éxito para rebajar los niveles de ansiedad en los niños, liberando sus reservas emocionales para el aprendizaje. No es necesario llenar al niño de conexiones para administrarle biofeedback, no hay que convertirlo en un nudo en sesiones de yoga, ni sentarlo en posición de loto para que pueda relajarse. Las experiencias de relajación pueden ser muy sencillas. Ensaye usted mismo primero y luego invite al niño a que participe. Si quiere, modifique los ejercicios para que se adapten a las necesidades individuales del niño. Otras maneras de relajarse incluyen escuchar una selección de música tranquila, caminar en silencio en medio de la naturaleza, o abrazar y tocar. Quizás el niño quiera participar en sus propias actividades: pasar tiempo con una mascota, estar con amigos, participar en deportes o jugar un juego favorito, entre otros. Todas estas experiencias promueven la relajación si se hacen de forma sutil y voluntaria.

 Ayude a eliminar algunas de las presiones cotidianas que entorpecen el aprendizaje efectivo. A veces a los niños se les asignan demasiadas responsabilidades cuidar a los hermanos menores, hacer oficios, actividades extracurriculares, tareas y la carga les genera tensión. Antes de afectar la salud física del niño, el desgaste del estrés suele manifestarse en su desempeño académico. Se puede ayudar aligerando la carga... Pregúntele al niño cuáles actividades extracurriculares le gustaría eliminar de modo que tenga más tiempo para el juego libre. A lo mejor las tareas se pueden reducir o modificar a fin de que reflejen los intereses del momento. Finalmente, como el cambio está asociado con el estrés en muchos niveles, trate de regular la rutina familiar con horarios consistentes de comida y sueño y minimice las alteraciones abruptas en el ritmo de vida del niño.

 Elija materiales de lectura que estimulen respuestas emocionales. El psicoanalista Bruno Bettelheim y la educadora Karen Zelan dicen en [Aprender a leer: la fascinación del niño por la lectura] que gran parte de las dificultades para leer que experimentan los niños en la escuela proviene del grado de banalidad del contenido de los textos. Los niños son seres emocionales y muchas veces sólo son receptivos a libros que tienen una carga afectiva o que reconocen de alguna forma real sentimientos propios. Para estos pequeños a quienes les cuesta aprenderse el código, los libros escritos con sencillez sobre temas afectivos pueden servir. Libros como [Donde están las cosas salvajes], de Maurice Sendak, [Hay una pesadilla en mi armario] ,””d e Mercer Mayer, hablan sobre el lado oscuro de la vida interior del niño de una manera que no les infunde temor. [El libro de las pataletas], de Edna Preston, y [¡Me dio tanta rabia!], de Norma Simón, reconocen la ira como parte importante de la vida del niño. [Ayudándoles a los niños a manejar el estrés mediante libros y relatos], de Joan Fassler, es una guía maravillosa de la literatura infantil sobre traumas emocionales concretos como el divorcio, la enfermedad o la muerte. Los niños mismos le indicarán mediante su entusiasmo cuáles libros significan algo y cuáles los dejan indiferentes. Preste atención a estas indicaciones. Bien alimentada, la emoción inicial del niño frente a los libros abrirá el camino para una vida entera de disfrutar la lectura.

 Los niños tienen derecho a participar en la elección de la clase de materiales, técnicas y enfoques que se utilizan en su educación. Puesto que han vivido con sus inteligencias múltiples toda la vida, ellos mismos suelen ser los más indicados para explicar cómo aprenden mejor. Es apenas razonable que se tengan en cuenta sus sentimientos durante el proceso de desarrollar un programa educativo. Lo que los niños necesitan, comenzando temprano en la vida, es un aliado de confianza, alguien que crea en ellos y que apoye la forma en que les resulta mejor aprender. Necesitan una relación perdurable por lo menos con un adulto competente que les sirva de abogado ante el mundo. Esta relación positiva puede ser el modelo para otras interacciones en su vida. Aun en medio de un mar tormentoso de crítica y desdén, esta relación podría ser como un faro que lo guía hacia el aprendizaje constructivo más adelante en la vida.

Si usted es padre o madre, está en buena posición para asumir el papel de ese aliado de confianza en el mundo del aprendizaje. Como pasa más tiempo con su hijo que ninguna otra persona, tiene la mejor oportunidad de descubrir los puntos más brillantes de su vida educativa y de trabajar efectivamente con éstos.

 Cualquier experiencia de aprendizaje verdaderamente significativa que usted emprenda con su hijo los beneficia a ambos. Si bien está claro que los adultos transmiten cultura a la generación que sigue, también tienen mucho que aprender de los niños. Cuando usted participa en una experiencia de aprendizaje con su hijo, tiene la oportunidad de comprender cómo aprende usted, y quizás se sorprenda de todo lo que el niño le puede enseñar. Es importante reconocer esta simbiosis creativa. Si siente que no tiene personalmente nada qué ganar al ayudarle al niño, tendrá menos inclinación a sumergirse por completo en el proceso de aprendizaje. Por otra parte, si se percibe como el padre ”que todo lo sabe”, tal vez a su hijo le moleste esta actitud y cierre todas las posibilidades de aprender más. Se necesita un equilibrio, de modo que usted puede abrirse a nuevas experiencias como aprendiz y, a la vez, sentir la alegría que proviene de enseñarle al niño algo nuevo.

Convierta el tiempo de tareas en un rato amable para los dos. Hacer tareas juntos puede ser una de las mejores formas de generar un vínculo de aprendizaje positivo con su hijo, pero estas sesiones a menudo se malogran porque son percibidas por los niños y los padres como luchas de poder.

 No tiene que limitar sus ratos de aprender juntos a las sesiones de tareas. El aprendizaje tiene lugar todo el tiempo en cientos de interacciones cotidianas entre usted y su hijo. Hay muchas actividades que se pueden compartir con él que proporcionan naturalmente oportunidades muy ricas de crecimiento académico. Los juegos, por ejemplo, son excelentes herramientas de aprendizaje. Los juegos de palabras, como Scrabble y los anagramas, enseñan vocabulario y ortografía. Los juegos de estrategia, incluido el ajedrez, las damas chinas y juegos de naipes, estimulan la capacidad de resolver problemas lógicos. Juegos como el Monopolio proporcionan oportunidades de hacer cálculos aritméticos. Otras actividades como cocinar, hacer carpintería, cuidar el jardín, ir de compras o cuidar de un animal proporcionan las bases para aprender cientos de habilidades y competencias. Es importante la contribución de la interacción social en el desempeño académico del niño. Sus propias actitudes hacia el aprendizaje y el tiempo que pasa con su hijo en actividades de aprendizaje pueden tener una mayor repercusión sobre el éxito académico que todos los profesores combinados. Lo único que se requiere de usted es la simple expresión de interés, algunos ratos positivos en compañía del niño, y un esfuerzo auténtico para involucrar a otros de manera constructiva en su vida de aprendizaje. Más allá de esta meta hay un factor todavía más sutil, la expectativa positiva que tiene en relación con el éxito de su hijo.

 

 Grandes expectativas:

 Los niños necesitan megadosis de experiencias positivas en el aprendizaje. Necesitan estar rodeados de personas que ven lo mejor en ellos. Pero lo que sucede en realidad es que los niños aprenden a conformarse con los límites que los padres y los profesores les imponen sutilmente. Si bien la expectativa es un fenómeno invisible, representa una potente influencia en la carrera educativa del niño. Todos los niños, no solamente los llamados DDAH o con dificultades de aprendizaje, son sensibles a las indirectas negativas de padres y maestros. En cierto sentido, las expectativas subliminales que los padres y profesores siembran silenciosamente en los niños representan una forma sutil de inducción hipnótica. Esto significa que a nuestros niños se les está haciendo un lavado cerebral que los lleva a creer que son malos para aprender, mucho antes de llegar a la edad adulta y de tener la posibilidad de analizar las cosas por sí mismos.

 Habilidades adquiridas. ¿Qué sabe hacer su hijo? Pregúntele a la maestra qué cosas ya sabe hacer éste, en qué recibe las mejores notas y qué aspectos positivos de su aprendizaje saltan a la vista.

 Intereses personales. ¿Qué emociona al niño? Mire en la casa y descubra cuáles son sus aficiones, qué clase de juguetes y juegos utiliza, cuáles programas de televisión le gusta ver, y qué clase de libros e ilustraciones disfruta.

 Talentos especiales. ¿Qué talentos presentes o potenciales tiene el niño? Utilice como guía el modelo de Howard Gardner de las inteligencias múltiples. Recuerde que un talento no es algo que necesariamente ya se desarrolló, pero hay que estar atento a las señales de que existe.

 Cualidades: ¿Cuáles son las características interiores del niño? Ésta es la más sutil de las cuatro áreas pero, la más importante. Identifique cualquiera de las siguientes características que haya observado en el niño: compasión, paciencia, perseverancia, lealtad, generosidad, valor, fe, honor, ingeniosidad, creatividad, amistad, sabiduría, intuición, voluntad, amor por el juego, curiosidad, capacidad de maravillarse, amor por la aventura. La mayoría de estos atributos podrían ser los ”ingredientes secretos” que impulsan al niño a convertirse en una persona exitosa, siempre y cuando un adulto comprensivo los reconozca y los fomente. Asegúrese de que las fortalezas que ha identificado le ayuden al niño a aprender las cosas que le cuesta aprender. Si al niño le encantan los autos y detesta leer, busque libros sobre autos. Si toca el piano y no sabe sumar, utilice las teclas del piano como una regla numérica para hacer cálculos matemáticos. Si quiere ser estrella de cine cuando grande y no gusta de escribir, ayúdele a escribir un guión de cine con el cual practicar. Si logra introducir en pequeñas dosis un aspecto que necesita refuerzo en su mundo personal de intereses y habilidades y descubre señales de emoción y progreso, puede estar seguro de que va por buen camino.

 Hay que creer en el niño en sus propios términos. En muchos casos, sus esperanzas, sus sueños, sus ambiciones, sus aficiones y sus capacidades no coinciden con las suyas. De hecho, precisamente porque no coinciden, para usted puede ser difícil reconocer los talentos del niño. Por eso debe reunir información proveniente de muchas fuentes, profesores, parientes, los amigos del niño, profesionales y vecinos, y luego digerir la información que reúna de la manera más objetiva posible.

En última instancia, es el mismo niño quien le dirá de qué es capaz y cómo aprende mejor. Escuche cuidadosamente sus expresiones más profundas y auténticas y descubrirá quién es él realmente y a dónde quiere ir en la vida. Luego les corresponde a ambos trabajar con miras a alcanzar esas metas, para ayudarle al niño a aprender a su manera.

 

 Una actitud paciente:

 Vivimos en una cultura que rinde pleitesía a la velocidad. La velocidad es la forma occidental de vivir y se manifiesta en todo, desde la comida rápida hasta los autos veloces. Estimamos al individuo que puede evaluar una situación en un instante. Nos referimos a la gente inteligente como ”rápida”. En el aula, favorecemos a los niños que levantan la mano primero, terminan primero de completar la prueba, y son los primeros en leer, escribir o calcular. Ser lento en nuestra cultura es ser tonto, o literalmente ”retrasado”.

No obstante, la realidad es que cada niño aprende a una velocidad diferente. Algunos niños aprenden a leer a los tres años, mientras que otros sólo aprenden a los nueve años o incluso después. Infortunadamente, nuestra sociedad considera que los seis o los siete años, son ”la edad” a la cual debe aprenderse a leer. El niño que aprende a leer ”a tiempo” es aceptado como normal. No obstante, los niños de florecimiento tardío pasan serias dificultades pues si bien pueden estar desarrollándose en perfecta concordancia con sus propios patrones, serán los que se ganarán el rótulo de DDA o DDAH, o de tener dificultades de aprendizaje, o de ser ”de bajo rendimiento”. Sin embargo, en otras culturas, la lentitud es una virtud...

 Los padres se incomodan con la idea de que sus hijos no lean sino hasta los ocho o nueve años, y ni qué decir de los once o doce años. No obstante, en algunos casos no les queda más remedio que esperar puesto que el esfuerzo por nivelarlos antes de esa edad arroja pocos resultados.

 Confíe en que su hijo de veras aprenderá en su momento.

Puesto que los niños que florecen tarde no florecen a la edad o en el momento en que se supone que lo hagan, es posible que los jardineros (padres) empiecen a dudar de si su hijo florecerá algún día. Los padres necesitan tener una fe casi sagrada en el proceso de la vida y el crecimiento, especialmente cuando sientan ansiedad, frustración o impaciencia intensa porque sus hijos que tardan en florecer no se están desarrollando según su estándar de progreso.

 Concédase un tiempo en que se comprometa a no preocuparse demasiado por el progreso académico del niño. Usted puede decidir cuánto tiempo según sus propios deseos, pero le sugiero que sea lo más extenso posible, hasta los ocho y mejor aún hasta los nueve o diez años. Entonces, si su hijo todavía no ha aprendido a leer, a escribir, a tener buena ortografía o a hacer cálculos pese a sus esfuerzos por animar y fomentar el proceso de manera sutil, puede empezar a preocuparse.

 Para los niños que tienen un gran desarrollo corporal-cinético y de inteligencia espacial, florecer en la vida se relaciona más con el éxito artístico, mecánico o atlético. Florecer también quizás se relacione con el aprendizaje de lo básico pero de formas alternas. El niño al que se le dificulta la aritmética puede aprender a utilizar una calculadora. El que no lee puede aprender a utilizar una grabadora, una máquina de escribir o un procesador de palabras.

 Proporciónele al niño múltiples oportunidades de disfrutar su infancia. Leer, escribir, hacer cálculos matemáticos y otras actividades abstractas sacan de prisa a los niños del jardín de la infancia con sus actividades despreocupadas, su maravillosa vida imaginativa y su juego espontáneo. Varios libros, incluido el de David Elkind, [El niño apresurado], el de Marie Winn, [Niños sin niñez], y el de Neil Postman, [La desaparición de la infancia], sugieren que estamos apurando a los niños a asumir prematuramente las tareas y responsabilidades de la edad adulta. Si de todos modos los niños destinados a florecer tardíamente no van a leer pronto, vale la pena dejarlos disfrutar esos días dorados mientras duren. Permítales elegir a ellos mismos sus actividades pero proporcióneles juegos al aire libre, experiencias en la naturaleza, elementos de arte, marionetas, disfraces y juguetes y juegos de todo tipo. Los niños muy a menudo se sienten instintivamente atraídos a los materiales que les ayudan a prepararse para la lectura y la escritura.

Tenga en cuenta que los niños crecen típicamente por rachas, pasan por períodos de estancamiento y por épocas de descubrimiento, por tiempos de exaltación y por épocas de quietud. El sistema escolar generalmente no proporciona un ambiente sensible a las variaciones en el crecimiento. Las escuelas tienden a determinar que un niño tiene problemas de aprendizaje cuando pasa por su época de quietud, e intervienen de tal forma que el niño queda rotulado durante muchos años debido a lo que seguramente era tan sólo una fase pasajera dentro del panorama total de su desarrollo. La palabra clave es ellos, no usted. Sí leer, escribir y calcular se derivan de la propia exaltación del niño con el aprendizaje, entonces claramente está en la hora de florecer académicamente. No obstante, lo que está tomando forma ante nuestros ojos, son padres y maestros que intentan forzar a los niños hacia el aprendizaje académico debido a su propio interés por no quedarse atrás del vecino o por aumentar su prestigio como superpadres. Cuando los empujamos de esta forma, los niños se convierten en víctimas de nuestra propia vanidad.

 

 Las puertas de la percepción:

 Antes de los cinco o seis años, la mayoría de los niños no experimentan cinco sentidos claramente disociables, sino que los sentidos tienden a entremezclarse unos con otros. Este fenómeno, conocido como sinestesia, es mucho más común en la infancia de lo que se cree. Esta mezcla de los sentidos disminuye considerablemente a medida que los niños crecen. El mundo del niño pequeño es un hervidero de energía vital, de propósito y de ánimo. A medida que los niños crecen generalmente abandonan esta rica experiencia sensorial. Los adultos empiezan a presentarles los nombres de las cosas, y el nombre verbal del objeto oscurece su vivida inmediatez perceptual. Los padres advierten, ”no toques”, ”no mires”, ”no oigas conversaciones ajenas”, y desaniman la exploración altamente sensorial de los niños. Los maestros prestan mayor atención a la información auditiva y visual, a la vez que proporcionan pocas oportunidades de oler, degustar, tocar o experimentar de diversas formas que combinen todos los sentidos. La mayoría de los niños se somete silenciosamente a este proceso de socialización. Al cabo de unos años, emergen cinco sentidos distintos que operan aisladamente de la acción física y emocional. Se ven obligados a enfrentarse a un mundo de símbolos abstractos y aprenden a adaptar sus ahora limitados órganos de percepción a estos nuevos requisitos.

Algunos niños no hacen esta transición con tanta facilidad. Los niños que tienen combinaciones únicas de sus inteligencias múltiples a menudo perciben el mundo de forma multisensorial, sinestésica o fisionómica. Este aparato sensorial no está fragmentado en canales de percepción separados.

 Estos niños están viendo los símbolos al revés, las letras al contrario y tienen lapsos de atención que no se pueden controlar. La realidad es que la mayoría de estos niños perciben el mundo muy bien... desde su propio punto de vista. Lo que los empieza a confundir es la colisión de su forma personal de ver el mundo contra las expectativas que los demás tienen sobre cómo deben ver y enfrentar ese mundo.

Lo que la gente llama una discapacidad del aprendizaje o un déficit de atención es realmente una percepción diferente.

 Cada niño es un ser humano con una serie única de percepciones acerca del mundo. Si queremos ayudarles a los niños a encontrar su rango de competencia, debemos empezar a tomar en serio su forma propia de ver las cosas. En lugar de tratar de cambiarlos mediante las técnicas más modernas de nivelación, debemos tratar de conocer mejor el mundo sensorial en el que viven para ayudarles luego a aprender según sus percepciones propias y únicas.

 Permítales a los niños participar en experiencias naturales multisensoriales, como la culinaria, la construcción de diques y fuerces, el juego en el agua, el movimiento creativo, la improvisación dramática y artes táctiles como moldear arcilla o hacer collages tridimensionales.

 Cualesquiera que sean los medios que utilice para enriquecer el mundo sensorial del niño, es importante tener presente que no está tratando de cambiar la forma como éste percibe, sino de ayudarle a utilizar a su favor las capacidades sensoriales que ya posee. Demasiados niños sufren de frustración con el aprendizaje, no debido a su propia disfunción sensorial, sino por causa de métodos educativos inapropiados y por influencias culturales que los arrancan de sus raíces perceptuales. Cuando les ayudamos a estos niños a recobrar sus sentidos, su capacidad de aprender empieza a desplegarse.

 

La ecología del aprendizaje:

 Es necesario que el niño tenga un ambiente enriquecedor.

El niño que se está desarrollando es un ente psicosocial y biológico que requiere de un alimento óptimo para su óptimo funcionamiento. El alimento proviene obviamente de muchas fuentes: éstas incluyen la visión, la audición, el contacto, el movimiento, la compañía, el amor y la comida.

 Si bien los medios informan frecuentemente que la nutrición tiene gran influencia en el aprendizaje, pocos padres, profesores y administradores escolares parecen ser conscientes del impacto que ejercen otros factores ecológicos como el aire, el sonido, el espacio y el tiempo en la atención, la motivación y el comportamiento en el entorno educativo en casa y en la escuela. El material sobre la ecología del aprendizaje se aplica a todos los niños, pero puede ser especialmente relevante para los pequeños que experimentan problemas de aprendizaje o atención en casa o en el colegio. Las investigaciones sugieren que algunos de estos niños quizás sean extremadamente sensibles a las influencias ambientales, lo cual hace que para ellos aprender en el entorno del aula tradicional sea todo un reto.

 Ahora sabemos que la creencia común de que unas personas parecen más activas y alertas en las mañanas mientras que otras tardan varias horas para entrar en calor y a menudo no alcanzan su mejor momento sino en horas de la tarde, tiene una base biológica. Los madrugadores del mundo tienen pocos problemas en la escuela, cuando el profesor da la mayor cantidad de indicaciones están frescos y alerta. Los noctámbulos, por otro lado, alcanzan su mejor desempeño y concentración después, al final de la jornada escolar. Quizás sean los que parecen ”desconectados”, de bajo rendimiento, DDA o DDAH, o discapacitados para aprender. También sabemos que hay ciclos de atención de noventa minutos en cada individuo que se alternan entre extremos de descanso y actividad.

Preste atención a los ciclos de tiempo en su hijo. Procure identificar picos y valles en la atención durante el día. Luego organice los períodos de tareas o de otro tipo de concentración lo más cerca posible de los picos. Si el niño es noctámbulo, las tardes o el comienzo de la noche pueden ser los mejores momentos para aprender.

 Tome conciencia de los diferentes niveles de ruido de fondo en casa y en la escuela. Procure filtrar los estímulos perjudiciales o que ocasionan distracción. A la vez, trate de incorporar sonidos ambientales armoniosos. Esto es especialmente cierto si la casa o la escuela queda cerca de un aeropuerto, una intersección con mucho volumen de tráfico o una fábrica ruidosa.

No obstante, aun en un ambiente tranquilo, hay ruidos internos con los cuales hay que batallar: el ronroneo constante de los electrodomésticos, la actividad de los otros miembros de la familia, el ruido de los equipos de sonido, la televisión y la radio. Si es imposible eliminar los ruidos, el niño podría utilizar tapones para los oídos, parecidos a los que utilizan los obreros o los operarios en los aeropuertos. Incorpore al ambiente de aprendizaje sonidos de fondo tranquilizantes que incluyan música relajante, sonidos grabados de la naturaleza y generadores de ”ruido blanco”. Estos esfuerzos le proporcionarán al niño la ”barrera de sonido” que necesita para concentrarse en sus tareas sin interrupción.

 Otras influencias ecológicas sobre el aprendizaje incluyen el estrés, las expectativas y la interacción social... De todos modos, existen otras influencias que habría que analizar, como la temperatura y los factores estresantes tecnológicos: la televisión, los computadores y los juegos de vídeo (ver mi libro [El mito del niño con DDA] para identificar otras amenazas de alta tecnología). Su propio enfoque hacia la coeducación de su hijo dependerá de factores únicos en su ambiente. Armar un plan positivo para el cambio ambiental quizás represente apenas una pequeña contribución a los problemas ecológicos del mundo, pero podría significar una gran diferencia en el aprendizaje de su hijo, al transformar a un niño desinteresado o de poco rendimiento en un alumno feliz...

 

 El aprendiz del futuro:

 Los niños de hoy parecen procesar la información de una manera muy diferente de los niños de ayer. Quizás como una manera de asimilar el enorme volumen de información que entra en su vida todos los días, han rechazado los métodos de padres y profesores (métodos lineales, basados en categorías y clasificaciones) y adhieren en cambio a un estilo de aprendizaje basado en estrategias rápidas, multisensoriales y panorámicas.

 Con tantos problemas asediando a la humanidad la contaminación, el racismo, la pobreza, la enfermedad y la sobrepoblación, entre los más apremiantes necesitamos no solamente personas buenas para los números, las palabras y la lógica, sino ciudadanos con visión, integridad, intuición, flexibilidad, creatividad y sabiduría. Es, por tanto, una tragedia que los colegios estén descalificando a muchos niños como fracasos escolares, como niños de bajo rendimiento y discapacitados para el aprendizaje, cuando de hecho poseen las características que más se necesitan. Estos jóvenes pueden ser las personas que Joñas Salk llamó los ”evolucionadores” de la sociedad, los agentes de cambio, los que hacen las cosas de otro modo, a su manera, y, como resultado, transforman la cultura.

 Muchos niños en nuestra cultura tienen habilidades que los colocan en desventaja en la clase pero que pueden ser precisamente lo que necesitamos si queremos que el planeta sobreviva. No me refiero sencillamente a los superdotados, los disléxicos, los que tienen DDAH o los que experimentan dificultades de aprendizaje, sino en última instancia a cada uno y a todos los niños que tienen algo que contribuir a la sociedad, si tan sólo alguien reconociera esa capacidad y se las ayudara a desarrollar. Como los colegios centran su atención en los que saben presentar exámenes, en los expertos para completar la palabra que falta y en el que levanta siempre la mano para dar la ”respuesta correcta”, estamos en una situación en que el 99.9 por ciento de los recursos naturales humanos pueden quedar desaprovechados.

Pero ahora usted sabe que hay muchas maneras de desarrollar el potencial del niño dentro y fuera del aula. Tiene una comprensión sólida del rango de habilidades del niño según la teoría de las ocho inteligencias de Howard Gardner y un buen sentido práctico de cómo cultivar estas habilidades. Sabe que estos talentos no se pueden forzar ni acelerar, pero que pueden ser orientados y alimentados con sutileza. Entenderá mejor la influencia de la ”ecología del aprendizaje” en la vida de los niños y se dará cuenta de que sus propias expectativas pueden tener una tremenda repercusión en el potencial de aprendizaje de su hijo. Sabe que tiene varias opciones en cuanto a la escolaridad de los niños. Finalmente, se ha dado cuenta, de que tanto padres como profesores han hecho cuantiosos esfuerzos positivos para mejorar las condiciones de aprendizaje...

 

 Guía para padres:

 Tal vez lo más importante que se puede hacer para enriquecer al niño a través de las inteligencias múltiples es explicarle la teoría. Si se le enseña que existen ocho clases de inteligencias, entenderá mejor cómo puede aprender más eficazmente. Esta información le ayudará el resto de su vida. Si por ejemplo tiene problemas en la escuela con una tarea de lectura, en lugar de pensar ”soy tonto”, o ”¡el profesor me detesta!”, puede pensar ”aprendo mejor a través de imágenes y por eso necesito encontrar ilustraciones que acompañen el material que estoy leyendo para entenderlo mejor”. También le puede ayudar a aclarar sus inclinaciones profesionales. El niño que se da cuenta de que aprende mejor a través de la experiencia de primera mano o de la naturaleza querrá, por ejemplo, empezar a explorar carreras relacionadas con la mecánica o la ecología.

Uno de los aspectos más fascinantes de esta teoría es con cuánta facilidad se les enseña a los niños.

 Converse con el niño sobre personas que le sirven de modelos. Háblele sobre personas famosas que conozca y admire y que representen cada una de las ocho inteligencias, o pídale que le cuente a quién admira en cada área.

 Lo más importante es enseñarle al niño el concepto de las ocho inteligencias asegurándose de que estén disponibles de alguna forma en casa durante el día. A medida que se realizan las actividades, no deje de contarle al niño a cuál inteligencia corresponde ésta o aquella actividad de la vida cotidiana. (Por ejemplo, al momento de organizar las cuentas por pagar podría comentar, ”esto sí que me exige hoy ser bueno para los números”, o mientras ven televisión, decir ”ese cantante es muy bueno para la música”). Es imposible hacer demasiado énfasis en cuan importante es que se le enseñe al niño la teoría de las inteligencias múltiples. Recuerde la máxima: ”Dame un pez y tendré la comida del día, enséñame a pescar y tendré comida para toda la vida”. Al enseñarle al niño que hay ocho maneras de ser listo, tenga la seguridad de que le está haciendo un aporte que le durará toda la vida...

 

 Conclusión personal:

 He tratado de reseñar este libro lo mejor posible. De todos modos, está claro que para cualquier padre, madre, o maestro que le interese la teoría debe leer el libro completo. El mismo se encuentra en la biblioteca Tiflolibros, en la categoría disciplinas, más específicamente en Educación y pedagogía.

 Finalmente, quiero pedirles que si tuvieran cualquiera de los libros que se mencionan a lo largo del resumen, o cualquier otro que hable de este tema, por favor, me lo hagan saber. Considero que cuanto más sepamos sobre este enfoque, mejor podremos ayudar a nuestros hijos y alumnos.

 

Autora:  Laura S. de Ferro. Santa Fe, Argentina.

laurayroberto2005@funescoop.com.ar

 

 

 

 

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