Mi lente
“INFILTRADOS”
Martín Scorssece: las aportaciones del
artista I
En “Infiltrados (The Departed, titulo en
ingles) se observan elementos característicos del cine de Martín Scorssece como
las lealtades, la redención, la ambigüedad moral de los protagonistas, etc.,
que le dan ese toque tan inconfundiblemente personal a sus películas.
Viene a cuento porque se acusa al
director de “Taxi driver”, de hacer un refrito de la saga hongkonesa “Infernal
Affaires”, que es una excelente película sobre la complicada y confusa relación
que se genera entre policía y las mafias. Plantea la eventualidad de que las
cabezas visibles de ambas partes sostengan un particular e intenso
enfrentamiento en una lucha atroz y cruel.
La aclaración que hace Scorssece, ha sido en el sentido de que la
película está construida a partir de la adaptación americana del guión chino, y
no de la película en sí. Para muchos resulta “junto con pegado”. Pero en
términos artísticos, esto ha sido siempre válido. De otra manera no tendríamos
tantas versiones de muchas obras, por ejemplo el “Macbeth” de Shakespeare,
“Drácula” de Bram Stocker… y muchas mas.
Martín Scorssece asistió a la
Universidad de Nueva York, obteniendo una licenciatura en la escuela de cine en
1964, y una maestría en 1966. Realizó su primer largometraje ¿Who´s knocking at my
door? En este periodo, Scorsese también trabajó como editor de la película
Woodstock y a partir de entonces formó parte de la "banda" de cineastas
de la década de 1970: Francis Ford Coppola, Brian De Palma, George Lucas, y
Steven Spielberg. De Palma fue quien le presentó a Robert De Niro, lo cual
resultó en una cercana amistad que los llevó a compartir muchos proyectos. Es
un director muy admirado entre cinéfilos, y a la vez también, controvertido. A
menudo trata temas difíciles en medio de caos urbano, violencia y sexo. Ha
recibido grandes elogios de la crítica, y es uno de los nombres más
reconocibles en la industria, pero a pesar de eso nunca ha ganado un premio
Oscar.
Scorssece asombró al mundo con “Taxi
driver” (1976). La película tenía actuaciones brillantes de De Niro y Jodie
Foster, en uno de los más violentos y sombríos retratos de la vida neoyorquina
plasmado en cine. Taxi Driver ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes, y
recibió cuatro nominaciones al Oscar, incluyendo al mejor director.
Siempre polémico y atrevido, realizó
varias películas hasta llegar a la célebre “La última tentación de Jesucristo”.
Scorssece no anticipó el furor y la controversia que iban a desatarse cuando el
filme fue estrenado. Las protestas en todo el mundo llegaron a la quema de
varias salas, y a su prohibición por más de quince años en algunos países. Por
este filme, Scorssece recibió su siguiente nominación al Oscar al Mejor
Director; nominación que tampoco ganó. Sin embargo, el respaldo que varias
figuras del mundo político le dieron a esta película le dio a Scorssece el
ímpetu para su siguiente trabajo.
Con Goodfellas (“Buenos Muchachos,
1990). Scorssece volvió a su nativa Nueva York, y se reencontró con Robert De
Niro y Joe Pesci. Esta película sobre la vida común de un gángster ha sido
llamada la mejor película de mafiosos desde El Padrino, y le dio a Scorssece su
tercera nominación al Oscar como Mejor Director.
Le siguió “Pandillas de Nueva York”
(2001), alucinante y revelador filme que simboliza la génesis del país del
norte, su país. Donde se entremezclan las críticas a: el pasado mafioso como
parte de su idiosincrasia; los nexos entre la economía y el poder; y la
particular forma de hacer política en el mundo capitalista. Obvio es que
tampoco consiguió la preciada estatuilla.
Con “Infiltrados” vuelve al cine de
mafias con esta historia ambientada en Boston que narra cómo a la vez que un
policía (Leonardo DiCaprio) se infiltra en la mafia irlandesa, sin identidad,
sin vida, jugándose el pellejo a cada instante y rodeado de violencia y miedo
constantemente, pero con valentía y honor. Al mismo tiempo uno de los mafiosos
(Matt Damon) se consigue introducir en el departamento de policía con una vida
repleta de dinero, prestigio y buena imagen ante sus compañeros, pero corrupto.
Scorssece nos adentra en la vida criminal. Los diálogos y situaciones son
sorprendentes y verosímiles a lo largo de la trama, Scorssece nos seduce con el
paralelismo de las dos vidas. Y el paralelismo no es únicamente a nivel
narrativo, sino a nivel visual, estilístico y formal que Scorssece ha sabido
llevar con maestría y tacto, violencia y sutileza, velocidad y ritmo. Con sapiencia
cinematográfica regala al espectador secuencias cargadas de tensión y
dramatismo.
Quizá la constante en el cine del M.
Scorssece es que nos introduce a su mundo particular por medio de la recreación
de atmósferas ficticias que se tornan verosímiles. La construcción de los
espacios, de sus escenografías planeadas cuidadosamente nos atrapa y subyuga,
nos sujeta. Así ingresamos al mundo onírico y asfixiante, claustrofóbico de
“Taxi driver”; al ritmo indolente y criminal de “Goodfelas”; a esa fantasmagórica
e irreal escenografía y a la cautivante coreografía de “Pandillas de Nueva
York”; en esta puesta en escena de “Infiltrados” nos vemos de frente a las
problemáticas del mundo actual: la psicosis, la esquizofrenia y la locura...
las que vivimos cotidianamente en una alegoría de cine negro, cómplice
criminal. Pero de eso seguiremos hablando en la próxima.
Martín Scorssece: las aportaciones del
artista II
En enero del 2003, Martín Scorssece
estuvo de visita en la ciudad de México, D. F. para la premier de su película
“Pandillas de Nueva York”; se había programado una rueda de prensa para después
de la función, pero un temblor de 4 grados, a media función, hizo que saliera
huyendo de la sala. Un recibimiento acorde con la personalidad de Scorssece que
cimbró varias veces a la industria cinematográfica de su país, con sus críticas
al “establishment” y sus atrevidas denuncias a la sociedad, a la hipocresía y
al doble discurso moral del sistema.
A falta de la entrevista prometida
tuvimos que conformarnos con leer la que concedió al periódico La Jornada
(21-I-2003) donde habló de los problemas que ha tenido, a lo largo de su
carrera, con la censura.
Desde “Taxi driver” nos deja ver su fascinación por los temas
donde la violencia forma parte de una visión del mundo nada complaciente.
Películas de gángsters como Buenos muchachos, Calles salvajes, Pandillas de
Nueva York y esta ultima “Infiltrados”, también muestran esta dura faceta. Él
se ha defendido declarando que sus películas no ensalzan y, mucho menos, celebran
la violencia. Por que la violencia no es, en si misma, el tema de sus
historias, sino producto y/o consecuencia de las acciones y el proceder de la
especie humana. Scorssece únicamente la refleja de manera objetiva y honesta,
ubicándola en el contexto de una sociedad que él conoce perfectamente: la
estadounidense. Lo cual le da margen para que introduzca la denuncia, la
crítica y el comentario moral. Valientes denuncias hasta donde las
circunstancias lo permiten. Porque también es un cineasta que se inscribe en el
sistema de producción de la industria mas productiva y eficaz del mundo. El
artista verdadero va eludiendo la censura penetrando la realidad, rompiendo
esquemas y, diciendo “su verdad”, quita máscaras con sus armas de creativo: la
metáfora, la transfiguración alegórica, la fábula, etc.
Scorssece expone sin temor su visión del
mundo a través de su cine, filma lo que ve. En “Infiltrados” nos hace
prisioneros de un ambiente donde la paranoia y la violencia se han vuelto
cotidianas. La lucha por el poder se da lo mismo en las esferas laborales que
en las de la mafia. Pero añade un ingrediente original: aquí compiten policías
contra ladrones en un lúdico ejercicio de “engaño”, astucias y persecución, en
el mejor estilo del “Cine Negro”.
En la época de la depresión surge el
llamado Cine Negro, como una forma de representar a esa parte “perdedora” de la
sociedad que carga con el infortunio de las crisis económicas generadas
cíclicamente en el capitalismo. Desempleo y desesperanza, pobreza y carencias,
crisis sentimentales y depresión emocional dan pie para que el “Anti-héroe”
cobre venganza de la sociedad que lo margina. A diferencia del cine de
detectives aquí se sabe, de antemano, quien es el criminal; el espectador se
convierte en cómplice o, mejor dicho, el director nos convierte en cómplices,
porque juega con los elementos del crimen y la justicia social de tal manera
que nos identificamos con el que, persiguiendo al transgresor de la ley,
transgredirá la ley al hacer justicia de “mano propia”. Scorssece pone al día
estos conceptos y nos da una visión actualizada, realista a las circunstancias
actuales, donde el anti-héroe, es presa de una psicosis que no da oportunidad
de triunfo, las transgresiones se generan “en cadena” y nada puede detenerlas;
la espiral de violencia es ineluctable y fatal. O como decimos por acá: “no hay
para donde hacerse”. Pero lo importante en el cine negro no es el final sino el
desarrollo de los hechos que obligan a la catarsis, que casi siempre ocurre
antes del final, sea este “feliz” o pesimista.
Humor negro y ambivalente, en una
película que le da sentido al thriller de acción sin justificar la violencia
–nadie en sus cabales podría justificarla- porque desnuda el aparato institucional
del sistema policiaco norteamericano, aunque con cierta benevolencia porque
nuestros primos del norte tienen ese concepto de heroicidad que les reditúa
identidad y justificación a sus acciones violentas. De ahí el valor del cine de
Scorssece: a pesar de todo continúa siendo crítico y honesto hasta donde el
sistema lo permite. Pero su cine no deja de tener gran calidad.
Para finalizar recordaremos que: El 13
de enero del 2003 (periódico La Jornada) Martín Scorssece agregó su voz al coro
de celebridades estadounidenses opuestas a la acción militar contra Irak, al
decir: ''Me parece que cualquier persona sensible debe ver que esa violencia no
cambia el mundo y si lo hace, entonces es sólo temporal'', añadiendo, “Debe
haber personas que recuerden la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto que
pueden ayudarnos a salir de esta rutina''. El realizador dijo que “el uso
insensible de la violencia para resolver los problemas del mundo empeoraría las
cosas y crearía una generación de sicópatas similar a Travis Bickle”, el
anti-héroe de su clásica película de 1976, Taxi driver. En esta “Infiltrados”,
30 años después, nos expone un panorama nada halagüeño y Scorssece bien podría
decirnos: Se los advertí a tiempo.
Autor: Rafael Fernández Pineda.
Cancún, Quintana Roo. México.
fernandezpr@hotmail.com