LOS INDIFERENTES
Por, José Reyes Romero González
Como nosotros no éramos autistas
Permitimos que otros les organizaran el mundo,
Desde luego y sin lugar a dudas,
por su bien supremo.
Como nosotros no éramos ciegos,
No nos importó creer que los colores del arco iris
Eran nuestra absoluta exclusividad;
Es tan simple ver,
Y no hay peor ciego
Que el que no quiere mirar.
Como nosotros ostentábamos un elevado C I
Pensábamos que los deficientes eran ineptos o algo peor.
Como nosotros considerábamos Que vivíamos entre iguales,
Hacíamos a un lado A los diferentes;
total, nosotros pertenecíamos siempre a las mayorías;
Y las minorías acatarían nuestras infalibles decisiones.
Como nosotros no teníamos síndrome de dówn
Insistíamos en rechazar los afectos compulsivos;
Confundíamos el amor,
Con sucios sentimientos discriminatorios.
Como nosotros no éramos paralíticos cerebrales,
nos empeñábamos en demostrar
Que las rampas eran superfluas e innecesarias.
Como nosotros no éramos sordos,
Creíamos que no había música en el silencio;
Y que la única comunicación significativa,
por supuesto, era la nuestra.
Como nosotros no éramos discapacitados,
Según nuestra conveniencia,
Ni del alma, el cuerpo, y/o la mente,
nos reíamos de todas las fantásticas y costosas adecuaciones
Pretendidas por los inconformes y los soñadores.
Ahora que la vida que elegimos
nos ha puesto en el grupo de los multinecesitados:
quisiéramos la comprensión de alguien
aunque sabemos que ya es demasiado tarde
para esperar lo que jamás propiciamos.