MUSAS
La genealogía de estas deidades varía de un autor a otro. Mientras Hesíodo las considera como hijas de Zeus y Mnemósine, Alcmán cree que descienden de Urano y Gea; Mimmermo, por su parte, considera a algunas de ellas como hijas de Urano, y a las restantes, de Zeus; Eurípides les atribuye por madre a Harmonía, y Epicarmo, en fin, supone que sus padres eran Piero y Pimplea.
Las Musas eran ninfas relacionadas con los ríos y fuentes, espíritus de las aguas. Se les atribuían virtudes proféticas, así como la capacidad de inspirar toda clase de poesía. En un desarrollo ulterior se convierten en inspiradoras y protectoras de toda forma de arte y presiden toda manifestación de inteligencia. Probablemente haya que partir de una identificación entre el concepto abstracto de musa y el impulso poético, para desembocar en una interpretación personal de la musa como divinidad determinada, concreta. El paso a esta interpretación de una musa única, carente, en un principio, de todo rasgo que denote vida individual, se va realizando paulatinamente; primero se hace plural su número; posteriormente se les asignan moradas olímpicas; y finalmente, personalizadas por completo, se las sitúa junto a Apolo amenizando con su canto el banquete de los dioses. A pesar de ello, el concepto arcaico de musa sigue siendo usado por los poetas en etapas posteriores. Al parecer, el primer lugar donde se rindió culto a las Musas fue Pieria, en Tracia, en las proximidades del monte Olimpo, y de ahí que en ocasiones a estas deidades se las denomine Piérides (también se les llama Pimpleides, nombre de la fuente Pimplea, en Macedonia). En Hesíodo, las Musas son nueve, aunque en opinión de Pausanias, en un principio eran tan sólo tres: Aede, Mélete y Mneme. En este caso son consideradas como hijas de Píero. De Pieria, con las migraciones tracias, se extiende también el culto de las Musas a las laderas del Helicón, en Beocia. Aquí se habría producido el paso de tres a nueve Musas, de las que, como queda dicho, aparece la primera mención en la Teogonía hesiódica. Probablemente el culto heliconio fue el que alcanzó una mayor importancia a nivel popular. Por poseer virtudes proféticas, son asociadas las Musas, bajo los nombres de Hípate, Mese y Nete, al culto de Apolo y se convierten en guardadoras de su santuario de Delfos. El coro de las Musas, en efecto, va precedido por Apolo, a quien en esta ocasión se le denomina Musagetes. Sin embargo, en un principio, no existía en el Helicón conexión alguna entre las Musas y el dios; por el contrario, éste estaba ligado, en Delos, a las Cárites, divinidades relacionadas con la música. A su vez, en Atenas y en Trecén el culto de las Musas alcanzó gran importancia local. Esparta, Mesenia, Queronea ó Tegea, entre otros, fueron asimismo lugares de culto a las Musas. En Lesbos se las veneraba en número de siete y en Sición se les rendía culto en número todavía de tres. Según Cicerón, las Musas eran cuatro: Aede, Arque, Mélete y Telxínoe, nacidas todas ellas de la unión de Zeus con Neda. En roma, las Musas fueron identificadas con las Camenas.
MUSAS |
CALÍOPE | epopeya |
MELPOMENE | tragedia |
TALÍA | comedia |
POLIMNIA | música |
CLÍO | historia |
URANIA | astronomía |
ERATO | poesía amorosa |
EUTERPE | lírica |
TERPSÍCORE | danza |