GORGONAS
Hesíodo presenta a las Gorgonas como tres hermanas, Esteno, Euríale y Medusa, si bien esta última es la que recibe en general el nombre de Gorgona. Pertenecen a la generación de los monstruos marinos y son hijas de Forcis y de Ceto. Según cuenta Hesíodo, Esteno y Euríale eran inmortales, y Medusa, en cambio, mortal. Cuando Perseo cortó a ésta la cabeza, de su cuerpo mutilado surgieron Crisaor -el padre del monstruo Geríones- y el caballo Pegaso, ambos engendrados por Poseidón. De acuerdo con las descripciones y representaciones plásticas que han llegado hasta nosotros, Gorgona era un monstruo alado de garras afiladas, cuya espantosa cabeza tenía serpientes en lugar de cabellos, una lengua larga, unos dientes puntiagudos y, sobre todo, una mirada penetrante que, según la leyenda, convertía a los hombres en piedra. Ésta es la cabeza que aparece siempre en el escudo de Atenea; al parecer, la diosa la había recogido después de haber sido cortada por Perseo y la había colocado en la égida, porque conservaba sus prodigiosos efectos y constituía un arma poderosa contra el enemigo. Por otra parte, la sangre del monstruo, recogida también por Atenea y entregada después al dios médico Asclepio, tenía el poder de resucitar a los muertos.
La versión tardía del mito de Gorgona recogida en la Metamorfosis de Ovidio supone que fue una ninfa de gran belleza que, seducida por Poseidón, se unió a él en un templo consagrado a Atenea. Encolerizada por ello la diosa, la habría transformado en el monstruo conocido de la tradición antigua. Por su parte, Diodoro de Sicilia presenta a las Gorgonas como un pueblo belicoso que en cierta ocasión luchó con el de las Aamazonas, siendo vencido por éste; según Diodoro, las Gorgonas, atacadas después por Perseo, habían perecido definitivamente a manos de Hércules.
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