Ahora hay que mantener a
Bielsa
Por Aldo_Proietto
Ambos, Julio Grondona y Marcelo Bielsa,
acaban de hacer declaraciones interesantes. Ambos están enfrascados en el
mismo proceso aunque uno –Grondona- no corre más que cierto riesgo
político y el otro –Bielsa- pone en peligro su reputación. Ambos, después
de todo, han elegido vivir al borde del ataque de nervios. Tan malo no
debe ser. Ambos, felizmente, disfrutan de situaciones envidiables por
millones de personas.
Uno –Grondona- es el presidente de la
Asociación del Fútbol Argentino desde hace 24 años y lo será por cuantos
quiera. Es, además, vicepresidente 1ro. de la FIFA, lo que le otorga un
altísimo nivel internacional sin precedentes en ningún dirigente argentino
y no sólo en el ámbito deportivo.
El otro –Bielsa- es director
técnico de una de las selecciones potencia del planeta, aunque acaban de
fracasar, él y su equipo, en el Mundial de Corea-Japón. Dispone de cheques
en blanco otorgados por un sector del periodismo y sufre “tironeos” desde
otros sitios.
Ambos transitan por la misma vereda, aunque no vayan
del brazo y ni siquiera se miren. Si se aprecian o no, si se respetan
intelectualmente o no, son cuestiones irrelevantes. Lo cierto es que
Bielsa está donde está porque Grondona le ofreció que siguiera estando.
Los une la necesidad de revertir un fracaso.
Don Julio desmintió
que se haya analizado la posibilidad de retornar a Carlos Bilardo, cuyos
equipos coronaron campeón y sub campeón del mundo en 1986 y 1990. Lo hizo
en respuesta a ciertas presiones periodísticas que se afanarían en
retornar al pasado, fundadas en un razonamiento y una estupidez. El
razonamiento ubicaría a Bilardo en posición de “winner” ante un Bielsa
perdedor.
La estupidez se basa en el regreso del postulado a la
dirección técnica, en este caso a Estudiantes de La Plata, su vieja y
consagratoria casa. El presidente de la AFA sostiene que desde que él
preside, esa entidad respetó los contratos con los técnicos nacionales y
puso como ejemplo principal su firmeza para mantener a Bilardo allá por
los albores de 1986, de quien pedían a gritos su cabeza, razón por la
cual, justo es decirlo, Grondona jamás hizo caso (y lo bien que hizo).
Deberá saberse que el secretario y subsecretario de Deportes de la Nación,
en línea con los desatinos gubernamentales de la época, pretendieron
derrocar a Bilardo, a lo que Grondona se opuso junto con un grupo de
valientes periodistas. A todos ellos, pues, la Patria argentina les debe
el honor del heroico triunfo en tierras aztecas, al cual contribuyeron
algunos jugadores entre los cuales se encontraba un tal Diego Armando
Maradona. Transcurridos un par de años, el país supo que ese lote de
gobernantes capituló ante un “grupejo” de militares al que concedió todo a
cambio de nada y finalmente se entregó seis meses antes de lo que
correspondía, acosado por la desesperación del pueblo. Tal vez con menos
soldados heroicos Grondona podría haber abortado el intento de
golpe.
Por lo demás, acerca del respeto por los contratos, no puede
existir duda alguna. Grondona tiene razón. Pero podrían hacerse algunas
reflexiones. César Luis Menotti renovó para 1982 debido a los títulos
ecuménicos en 1978 y 1979. Tras el fracaso en España, ni le dieorn las
gracias por los servicios prestados. Ahí apareció Bilardo, quien duró
hasta 1990. No le renovaron a pesar del subcampeonato Mundial en Italia.
Lo sucedió Alfio Basile, creador de un equipo que jugaba admirablemente
sin Maradona hasta que estuvo a punto de quedar fuera de Estados Unidos
94, razón por la cual debió capitularse ante Diego. Tras el suceso de las
sustancias ingeridas por el astro, la selección nacional bajó su nivel y
regresó del Mundial dejando una buena impresión, manchada por aquel
episodio en el que Basile no tuvo nada que ver. Tampoco se le renovó el
vínculo y se recurrió a Daniel Alberto Passarella, cuyo equipo llegó a
cuartos de final en Francia 98, venció a Inglaterra y cayó ante Holanda
debido a alguna “burrada”. El Kaiser renunció a seguir antes que lo
despidieran y llegó el turno de Bielsa, cuyo equipo ganó la eliminatoria y
sucumbió en el Mundial. Es decir, la suerte le sonrió en una batalla y le
fue esquiva en la guerra. Contrariando pues todos los antecedentes, le fue
renovado el contrato a Bielsa, contra la opinión de gran porcentaje de la
prensa, que no lo quiere. Este revisionismo permite ubicarnos en el punto
justo. Es cierto lo que dice Grondona. También es cierto que nunca le
renovó a quienes no llegaron al título máximo.
Días pasados, Bielsa
dio una imagen humana y hasta emotiva frente a un reducido grupo de
periodistas que asistieron a una rueda de prensa de cuatro horas de
duración. Durante la misma discutió con algunos, se permitió perder la
compostura y ofreció una imagen distinta y mejor. Pero a sólo título
aclaratorio cabe consignar que el entrenador nacional no solamente usa el
sistema de conferencias para comunicarse con los periodistas. También se
reúne privadamente con algunos, en la Argentina y en el exterior. No hay
nada de malo en esto –cada uno es dueño de hablar con quien le venga en
ganas-, pero simplemente vale aclararlo por cuestiones de
precisión.
Después de lo expuesto, podría darse una opinión: Bielsa
debe seguir hasta el Mundial de Alemania, salvo que el equipo no
clasifique. El error de renovarle por otro periodo ya se cometió y es
sabido que no hay peor cosa que enmendar un error con otro.
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