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INFORME GEOESTRATEGIA /VISIÓN SUR (Mayo 2003)

Desenlace en Iraq

Mucho se especula ahora que el rápido epílogo militar de la situación en Bagdad – que llegó a amenazar hasta con un Stalingrado - sólo se explica por una suerte de entrega negociada. ¿Dónde está Saddam, dónde las tropas?. Se insiste en medios informados que el líder iraquí negoció con Bush y con Moscú para que lo dejaran salir con su familia y su dinero hacia Rusia o hacia Bielorusia. La guerra iba mal para la coalición en el sur y Bush aceptó el plan para no correr riesgos, para lo cual envió a Condoleezza Rice a Rusia el 7 de abril. Bagdad cayó sorpresivamente a los dos días.

Por su parte, las cadenas de noticias siguen haciendo su trabajo, creando la esperada realidad espectacular a base del derribo de estatuas y otros efectos especiales. La espantosa verdad de la guerra yace detrás. Blix, el antiguo inspector de la ONU, dice ahora que las supuestas pruebas de que había armas de destrucción masiva fueron falsificadas y que no le extrañaría la siembra de armas ahora. Mientras tanto, en Washington, la guerra global contra el terrorismo insiste en ser vista por importantes factores políticos como un gran engaño dirigido a eternizar en el poder al grupo gobernante y con la intención de borrar la suciedad del escándalo Enron. No obstante, la rápida decisión en Iraq ha producido innegable euforia en la población y ha aumentado el apoyo popular al gobierno, lo que es reforzado en alto grado por los noticieros y comentaristas.

Volviendo a Iraq, la invasión ha provocado un inesperado rebrote religioso que amenaza con desatar una revolución islámica que instaure una teocracia similar a la iraní en tiempos del ayatola Komeini. Algo que nadie esperaba, al menos con la intensidad que ha surgido. Ha habido manifestaciones religiosas de un millón de personas en Karbala (no inventadas por trucos televisivos), y los fieles chiitas no quieren abandonar fácilmente las calles. El refinadísimo ajedrez geopolítico de los también chiitas iraníes gravita, mientras tanto, al otro lado de la frontera, desafiando el esquematismo maniqueo de muchos planificadores geopolíticos occidentales émulos de Huntington y Fukuyama. Una lucha que mucho nos interesa se centra, naturalmente, en el control del petróleo. En el sur ya hay un Comité Consultor dirigido por un exdirectivo de la Shell con intenciones de manejar el destino del petróleo iraquí. Pero los chiitas nacionalistas tienen todavía mucho que jugar, incluso en esta materia. En todo caso, el dato más importante es que en estos momentos se libra una intensísima disputa entre Estados Unidos y la ONU (léase Francia, Alemania y Rusia) por manejar el programa de petróleo por alimentos. El contenido de la disputa es saber quien es el que va a poder decidir políticas de volúmenes de producción, precios, etc. Dada la intensa y seguramente prolongada disputa por esta cuestión, no hay ninguna probabilidad de que Iraq pueda aumentar su producción a 5 millones de barriles de petróleo al día (como había temido hasta hace poco la OPEP) ni siquiera en un plazo de seis o siete años. Esto a pesar de que los pozos y la infraestructura de la industria no han sufrido mayores daños.

La economía en USA

No obstante la euforia del triunfo, en USA no hay esperanzas inmediatas de superar una más que preocupante realidad económica. No repuntan los índices. El desempleo no consigue atravesar la barrera psicológica del 6 por ciento, y por el contrario tiende a empeorar. Ahora se ha propuesto una Ley en el senado - encubierta por un atractivo nombre, como todas las cosas ahora- dirigida a aumentar el número de horas de trabajo a la semana y a no pagar las horas extra más que las normales. En resumen, a legalizar todos los trucos que siempre han utilizado los patronos para no pagar el trabajo extra y para trabajar con el dinero de los demás –sueldos y salarios. A la critica situación del empleo se sigue agregando la elevada deuda de los consumidores y un dólar debilitado. Stephen Roach (acaso el más competente de todos los economistas vivos), economista jefe del Morgan Stanley, descree de toda resurrección económica y desmonta los cinco mitos del "escenario de curación de la posguerra": 1. La recuperación de la economía global encabezada por USA (“ahora la economía es más disfuncional que nunca”, 2. La inversión de capitales va a aumentar (“están más fatigados que nunca”), 3. Se solucionará el problema del ahorro (?), 4. Se superará el temor a la deflación ("Los precios al consumidor, si se excluyen combustibles y alimentos, se encuentran en los niveles más bajos de los últimos 40 años"), 5.La curación en USA detonará la resurrección económica en el mundo ("Por desgracia, el mundo va hacia el otro lado"). Japón permanece postrado y en Asia la epidemia de neumonía empieza a golpear la economía (el turismo en Singapur se desplomó 61 por ciento y la economía de Hong Kong se paralizó). Aun el extraordinario crecimiento de 9.9 por ciento del PIB de China en el primer trimestre es vulnerable debido a lo precario de su demanda doméstica autónoma sumado a una demanda mundial en caída. No obstante, USA logra mantener al dólar en el dominio de la mayoría de las transacciones, y todavía con posibilidades de financiar sus déficit (fiscal y comercial) a costa del resto del mundo. Pero la economía americana está débil y desprestigiada a causa de las estafas y falsificaciones contables. Los inversionistas abandonan USA y prefieren euros.

El Pentágono contra el mundo

después de la guerra, el pentágono se siente triunfador y quiere todo el poder: ahora intenta derrocar incluso a Colin Powell, reformar todo el servicio exterior y cambiar lo que considera una diplomacia demasiado condescendiente y cortés, para introducir en su lugar “más resultados, valores y hechos”. Newt Gingrich (el antiguo líder de la derecha religiosa en el Congreso) volvió a aparecer, esta vez uniéndose a este ataque feroz contra el Departamento de Estado. Es el partido de la guerra preventiva atacando al partido de la política, la diplomacia y la legalidad internacional. Clinton se alínea en este último y critica a los halcones por su torpeza diplomática, pero es silenciado por los grandes medios. La guerra preventiva (ahora vamos por Siria y luego por Iran, y por Colombia, etc) despierta en algunos círculos el fantasma del impeachment – el juicio al presidente-. El general Brent Scowcroft y el texano James Baker III, dos íntimos colaboradores de Papá Bush, ya han criticado mucho a la política belicista del vástago. Se habla de rápido enjuiciamiento y destitución si Bush piensa que puede hacer lo que se le antoje y saltarse a la torera la democracia. La polarización empieza a ser extrema. Los halcones también critican acremente a Francia por intentar contrabalancear geopolíticamente a USA. Un Colin Powell a la defensiva se une al coro y amenaza con castigos al país galo, pero el canciller Villepin ya ha respondido enérgicamente. Francia, con todo, se encuentra lejos de poder articular todavía un polo de poder geopolítico: Rusia se encuentra muy debilitada, dependiente de USA y de los intereses de sus compañías petroleras, mientras que China se encuentra demasiado concentrada en las cuestiones comerciales y ha tenido que mantenerse de bajo perfil. Los bushistas se mofan del Partido Demócrata –acusándolos de débiles y cobardes- y también de una vieja Europa que juzgan sin carácter. Tampoco toman en serio la anunciada reacción de los "airados árabes" y de la "opinión pública mundial". Una actitud que puede ser muy peligrosa en el tema coreano. Ya culminaron –sin mucho éxito- las conversaciones en Beijing entre americanos, chinos y coreanos del norte, para estudiar una salida en Korea. Acaso sea la próxima crisis, bastante peligrosa por el ingrediente nuclear.

Informe argentino Hoy ya se sabe que Menem y Kirchner son los finalistas en la elección presidencial. La consigna “popular” que manejan los menemistas –no públicamente, claro- es: “Menem roba y deja robar” (¿dónde hemos escuchado eso antes?). Un reconocimiento sincero de que ahora todo se juega a la carta del pragmatismo más elemental y duro, y que la ética y la moral definitivamente “no se están llevando esta temporada”. Las luchas electorales en Latinoamérica son hoy cada vez más pragmáticas y postmodernas y se libran entre candidatos pronorteamericanos sin tapujos –se habla de “relaciones carnales”- contra candidatos que –al menos en su discurso preelectoral- son más independientes, y usualmente son presentados por los medios como hostiles a la comunidad de negocios y perjudiciales a las inversiones. En fin, que en todas partes se va advirtiendo una extrema polarización de la política, incluso en USA. Menem cuenta con buen apoyo de la televisión y de los diarios, cuyo objetivo principal consiste en provocar el olvido, incluso del pasado mas reciente. Los medios no dicen propiamente mentiras, sino que son maestros en el arte de imponer interesadamente los temas –las agendas informativas- y en el de fragmentar la verdad enviando mensajes y subtextos significativos. Burdo pero eficaz. Un triunfo de Menem (regreso a la escena del crimen) arrojaría probablemente a la Argentina a un caos social y de protestas.. También al definitivo abandono del Mercosur, con las terribles consecuencias que esto supondría para el Brasil de Lula y también para Venezuela. De ganar Kirchner (candidato de Duhalde), intentará ponerse de acuerdo con Lula para relanzar el Mercosur y trabajar juntos en el frente diplomático (los dos países ya se abstuvieron en la votación sobre derechos humanos en Cuba). Los votantes de Carrió (que ocupó un sorpresivo cuarto lugar) y los de Rodriguez Saa, deben en sana lógica inclinarse por Kirchner en la segunda vuelta, mientras que los de Lopez Murphy (una nueva edición de Cavallo) deben hacerlo en su mayoría por Menem. Así, el ballotage se presenta cerrado, aunque con alguna ventaja para Kirchner. Sin discusión, la actual orientación política venezolana saldría ganando mucho en lo político y lo diplomático (y económicamente) con un triunfo de Kirchner. Se trata de una elección sumamente importante para el futuro inmediato de la región (ALCA vs. Mercosur, o también: incondicionalidad pronorteamericana -Menem y sus consecuencias- frente a la posible conformación de un polo suramericano mucho más independiente del liderazgo norteamericano –Kirchner-).

Oposición en tiempos de guerra

Hay que enfrentar el hecho de que en el marco de una innegable escalada belicista en el mundo va a ir siendo también más problemático –no para el gobierno, ni para los chavistas, ni para los antichavistas, sino para la generalidad de los venezolanos, para la opinión pública más amplia, libre e imparcial- interpretar ciertas opiniones y posiciones políticas simplemente como actuaciones que al fin y al cabo surgen en el amplio marco aceptado de la lucha política venezolana, y que sólo persiguen objetivos nacionales, apegados en último análisis a los intereses de la nación y alejados de cualquier disposición que ponga en riesgo la seguridad e integridad de la misma ante la acción agresiva de potencias y fuerzas extranjeras. Las incidencias de las últimas discusiones públicas, intervenciones y publicaciones periodísticas a propósito de los señalamientos y acusaciones adelantadas por diversos funcionarios colombianos, en circunstancias en que se despliega una evidente campaña de deliberado calentamiento de la opinión pública, del mismo tipo de las que siempre se han implementado para preparar incursiones militares o paramilitares de inspiración extraña (recordemos, por Dios, tantos casos y no nos engañemos: ya no se trata de excesos de imaginación), nos autorizan a plantear la pregunta quemante e inevitable: ¿Cuál es el límite a partir del cual deben considerarse ciertas acciones como francas deslealtades a los intereses nacionales?

Porque es indudable que tal límite existe, no importa cuan intenso sea el deseo de muchos por librarse de Chávez, y no importa cuan convencidos estén de las supuestas tendencias castrocomunistas o totalitarias del gobierno.

Ha sido práctica razonable y universal –en Venezuela hemos sido algo confiados en este aspecto- que aun en tiempos de paz ciertas materias sean debatidas por los factores políticos internos con la debida responsabilidad, a fin de no perjudicar los intereses nacionales. Jamás impidiendo, por supuesto, que se conozcan las verdades y los hechos en toda su crudeza, por muy terribles que sean, y propiciando siempre una discusión libre, amplia - y necesariamente comprometida con la soberanía nacional- de todos los temas, sin miedos ni tapujos. También es verdad que muchos gobiernos apelan sin buenas razones a necesidades de seguridad nacional para evadir el escrutinio y la crítica, pero lo que ahora nos proponemos precisamente es propiciar una abierta y prudente discusión e intentar avanzar hacia el necesario consenso tácito o explícito de alcance nacional al cuál habría eventualmente que arribar para distinguir claramente el límite entre información seria, crítica leal y firme oposición, por una parte, y franca ayuda a un enemigo, afortunadamente todavía hipotético, por la otra.

No se trata por cierto de un problema fácil o que deba atenderse de una manera superficial o dejándonos llevar por la pasión cotidiana de la lucha política. Muy lejos nos encontramos de recomendar cacerías de brujas o persecuciones y señalamientos contra ciudadanos, dirigentes políticos o comunicadores sociales. Aparte de advertir la presencia de uno que otro agente notorio, aun en los peores momentos y ante los peores excesos, no podemos en rigor incurrir en temerarios ataques preventivos o juicios de intención (tan en boga en estos días terribles) y permitirnos dudar de la fundamental lealtad venezolana de los principales actores de la lucha política venezolana de hoy. Pero aun cuando somos conscientes de que podamos suscitar acusaciones iracundas de “totalitarismo” o de intolerancia, o de estar recomendando la limitación de libertades fundamentales y constitucionales, y también conscientes de que nos encontramos convocando los consabidos sarcasmos y acusaciones de traficar con fantasías y exageraciones impropias, no podemos permitirnos escamotear la necesidad de distinguir –bajo pena de correr riesgos mortales en medio de una guerra implacable, librada por adversarios inescrupulosos y decididos- cuáles acciones obedecen a las intenciones de una quinta columna consciente y cuáles a una legítima lucha opositora, no importa cuan enérgica sea su actitud o su empeño en producir un cambio tan rápido como sea posible en la orientación política del país.

No creemos, por último, que se trate de un problema que deba ser abordado en el contexto de la disputa política habitual. Por el contrario, pareciera un asunto delicado que deliberadamente y por consenso de las partes debería sacarse cuidadosamente de tal debate. Un problema cuya resolución va a necesitar de la responsabilidad, del profundo sentido patriótico, de la lucidez, de la capacidad de acción y de la buena voluntad de todos. Llamamos la atención sobre el tema y alentamos a desentrañarlo con sumo cuidado y equilibrio, en procura de la necesaria unidad nacional con la que deberíamos enfrentar, si fuere el caso, la fortuita circunstancia de un abierto conflicto cuya ocurrencia –insistimos- aunque por ahora luce afortunadamente lejana e improbable, no podemos darnos el lujo de ignorar o minimizar, bajo estricto riesgo de supervivencia nacional.


Visión Sur



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