FÚTBOL ES CULTURA

(El mejor regalo es un par de chuteadores)

Publicado en Gran Valparaíso

Como los valles transversales de nuestro país, toda la vida en esta angosta faja se compartimenta en espacios que no se tocan. Los pobres no se mezclan con los ricos, los militares con los civiles, los viejos con los jóvenes e incluso hemos llegado a sospechar que las mujeres con los hombres tampoco. Así pues la creación artística y el trabajo intelectual tienen en muy poco en cuenta la realidad nacional. Casi no hay estudios ni obras de la actualidad que se basen en aspectos de la cultura popular o en tradiciones ancestrales. ¿Se ha escuchado a La Sonora Palacios en la banda musical de alguna película u obra de teatro chilena? ¿Cuántas animitas han aparecido en sus escenografías? ¿Cuántos organilleros y chinchineros? En las historias de los creadores chilenos, ¿cuántas veces los personajes andan en micro o se juntan en el Pilucho? ¿A cuántos los acosan financieras, isapres o candidatos a algo?

Nada que huela a chileno. Chile-No, dijo Nicanor Parra mofándose de esta situación. Especial saña han tenido los artistas criollos contra el fútbol. Un elemento fundacional de la cultura y el carácter chileno. Allá arriba en sus torres de lapislázuli, en la Comunidad Ecológica de Peñalolén, en la pampa de San Pedro de Atacama o los cerros de Viña (Valparaíso es lindo pero muy rasca), los gritos de gol no mancillan los refinados oídos de la intelectualidad nacional. Olvidan que (citando en riguroso desorden) Julio Cortázar, Osvaldo Soriano, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Albert Camus, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Camilo José Cela, Rainer Werner Fassbinder, Joan Manuel Serrat, Daniel Cohn-Bendit, Antonio Gramsci, entre otros, son o eran futboleros consumados.

Una tropa de jóvenes de escasa educación no merecen ser objeto de estudio aún cuando sean capaces de paralizar al país o hacerlo levantarse a las cinco de la madrugada para gritar sus goles. Recordamos la anécdota en que el serio mundo de la cultura, junto a la plana mayor del Partido, rechinó los dientes cuando al astronauta soviético Yuri Gagarin se le ocurrió preguntarle al mismísimo Pablo Neruda acerca del partido donde Chile derrotó a la URSS, durante el mundial de 1962. Ningún texto de historia de Chile menciona este Mundial, por ejemplo. Aún cuando el fútbol sea el último reducto de la épica o la última pasión del milenio, tomando prestados este par de conceptos.

Afortunadamente la desconfianza entre el cerebro y el músculo ha tenido alegres excepciones en nuestro querido Chile.

El padre Alberto Hurtado solía enseñar catecismo a sus niños a través de la organización de partidos de fútbol, y él mismo era un pichanguero consumado. Si bien no era precisamente un intelectual, el ejemplo de un santo debe tenerse en cuenta. Una muestra más que el fútbol es sagrado.

El cineasta Helvio Soto fue un promisorio defensa central, miembro de un equipo sparring de aquel célebre Colo-Colo de los cuarenta, hasta que una lesión a la columna lo obligó a abandonar.

En la película "El Chacal de Nahueltoro" el protagonista comienza su trayecto hacia la dignificación de su ser al patear una pelota. Es ahí donde se le ve reir por primera vez.

El conjunto Inti-Illimani formó un equipo de fútbol en el exilio, llamado "Todas las Furias" y una de sus primeras actividades al regresar fue ir a ver un partido al Estadio Nacional.

En su testamento, Nicanor Parra pide ser enterrado con zapatos de fútbol. Cuando niños, los hermanos Parra, mujeres incluídas, acostumbraban organizar maratónicas pichangas.

Patricio Bañados, sí aquel afable rostro de la campaña del No y voz titular de la radio Beethoven, estuvo a un paso de jugar en la segunda división holandesa, pero prefirió seguir en lo suyo.

Nemesio Antúnez gustaba de pintar con la radio puesta en los partidos de fútbol. Disfrutaba con la retórica del relato y celebraba los goles del equipo que fuera. En sus cuadros las canchas son espacios de libertad donde se reúne el pueblo y desde donde vuelan aves legendarias.

Andrés Gana, pintor alegre e injustamente desconocido, ha incluido al fútbol como tema en sus obras. Su cuadro "Gol de la luna" tiene alcances casi mágicos.

Alejandro Jodorowsky tiene una teoría acerca del Tarot y el fútbol que por lo certera y simple parece ser cierta. Los once jugadores son los arcanos mayores, la pelota es la verdad y el árbitro son las leyes divinas. Quien hace un gol en realidad sufre una derrota pues es el rival quien se insemina con la certeza. Podríamos decir que el que pierde gana, citando nuevamente a Parra.

No olvidamos de este listado la película "Historias de Fútbol" pero, si bien es un buen filme, la sustancia del fútbol no es su tema, sino el exterior de éste. Además su director es hincha de Universidad Católica, lo que equivale a no saber nada al respecto.

Existen casos inversos, donde futbolistas se interesan por darle al cerebro en lugar de a la pelota. Leonardo Véliz y Carlos Caszely llevaban casi a la fuerza a ver teatro al plantel de aquel mítico Colo-Colo 73. Sebastián Rozental e Iván Zamorano son asiduos lectores, así como lo fue Raimundo Tupper, a quien incluso se le vio en varias versiones de la Feria del Libro de Santiago. Es difícil que Leonel Sánchez, heroico wing izquierdo de los años 60, publique algún libro, pero su manera de narrar los sucesos supera en energía y sinceridad al más encopetado escritor chileno. Su célebre sentencia "que gane el más mejor" tiene más fuerza que muchas declamaciones de poetas benditos. Un ejemplo de su capacidad expresiva recordando la noche del 16 de diciembre de 1964:

"Mientras me dirigía a colocar la pelota miré a Yashin. Se movía de un lado a otro, agitando sus brazos como para soltarse. Ahí me acordé de que estaba frente al mejor arquero del mundo de todos los tiempos. Me acordé también que en esa gira él había atajado su penal número cien. Contra él habían fracasado los mejores especialistas del mundo. ¡Le juro, fue la primera vez que me sentí nervioso! Yashin tomó su sitio y fue la única vez que nos miramos. Fue un segundo. El tiene que haber recordado. Yo también. Comencé a retroceder sin darle la espalda, y mientras tomaba distancia noté que no estaba medio a medio. 'Los zurdos patean mejor a la izquierda del arquero'. Alguna vez leí esa declaración de Yashin en una revista. Por eso me dejaba tres cuartos de arco a su derecha para obligarme. Me pareció que hacía mucho rato que el árbitro había dado la orden cuando inicié el trote. A dos pasos de la pelota, y sin bajar la vista del ruso, comprobé que aún no se movía. Reduje mi marcha y, al levantar la zurda, Yashin saltó como un gato y se la crucé al lado en que mejor patean los zurdos. Gol. Golazo."

En la antigua Grecia las competencias deportivas, la poesía y el teatro estaban considerados en un mismo nivel de importancia, y eran los escritores encargados de inmortalizar las glorias de los deportistas olímpicos. ¿Ha nacido el creador nacional que glose la hazaña de la selección nacional en el Mundial de 1962? ¿Quién cantará el heroico empate de 1973 ante la Unión Soviética en Moscú? ¿Y el triunfo ante Inglaterra en Wembley o el cuatro a cero a Brasil en Córdoba? ¿Quedará para la posteridad en alguna novela, película o poema, el puñete del Chato Subiabre al argentino Luis "Doble Ancho" Monti durante el mundial de 1930?

Seguramente los encargados de esta tarea no son ni Alberto Fuguet ni Marcela Serrano.

Por Cristián Orellana

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