CINE CHILENO: LLEGANDO AL SIGLO XXI DIRECTAMENTE
DESDE EL XIX
Publicado en una web francesa cuyo nombre ahora no recuerdo
Cristián Orellana G.
Más exitos que fracasos
Una moderada sonrisa debiera dibujarse en los rostros de los realizadores nacionales. El año 2000 entregó catorce estrenos en sala, una cantidad no vista desde hace muchos años. Esta cifra representa el 4% de las películas lanzadas en ese año y lo más grato es que aquel pequeño porcentaje atrajo al 9% del total de espectadores. Una hazaña para un país sin industria ni leyes sobre cine.
Quizá era el momento menos indicado para que se produjera esta explosión en el cine chileno. Tras la asunción del presidente Ricardo Lagos, los capitales privados fomentaron y alargaron artificialmente una crisis económica, con la ayuda de todos los medios de comunicación, pues en su totalidad son de derecha. Este ambiente de pesimismo general no ha logrado afectar el interés del estado por el fomento al audiovisual, en parte por el apoyo abierto que muchos actores y directores dieron a Lagos durante su campaña. Así, sin apoyo de privados, el cine demostró estar más vivo que de costumbre, no sólo debido a la cantidad de estrenos ni a la aceptable recepción de muchos filmes en la crítica y el público, sino por la variedad temática de las obras.
El 2000 comenzó con las secuelas de un fenómeno del año anterior: "El chacotero sentimental", de Cristián Galaz. Basado en casos reales de un popular programa radial, arrasó con la taquilla en la temporada 1999-2000. En total llevó más de un millón de espectadores a las salas, un logro espectacular para un país de quince millones de habitantes. Demostrando que no era producto de la casualidad ni algo pasajero, "Coronación", del laureado realizador Silvio Caiozzi logró un gran éxito de público y crítica y reconocimiento en el extranjero (cosa que no sucedió con "El chacotero sentimental"). Más modestamente, "El vecino", de Juan Carlos Bustamante recibió elogiosos comentarios de la crítica pero no un apoyo masivo de público. Finalmente, "Angel Negro", de Jorge Olguín fue el segundo estreno más visto (después de "Coronación"), teniendo este filme la particularidad de lanzarse precedido de una buena campaña de marketing (algo inédito en el cine chileno) y de ser una obra de género, cuando lo normal en el cine nacional era hacer películas "de autor".
Se logró reconciliar al público con las películas chilenas, pues durante los ochenta y parte de los noventa el divorcio era evidente; los pocos estrenos que habían tenían escasa recepción.
Pero, la verdad sea dicha, si bien existen motivos para descorchar la champaña, hay dos factores que podrían borrar las sonrisas, y hay que estar atentos a ellos. Uno es un factor histórico y el otro, político.
La eterna adolescencia del cine chileno
El cine nacional ha conocido de épocas gloriosas y de períodos absolutamente negros. A pocos meses de la primera función de cine, en Francia en 1895, ya se proyectaban películas en este rincón del mundo. La realización nacional comenzaba tímidamente hasta conocer, a mediados de la década del 20, un auge que incluyó creación de estudios en diversas ciudades de Chile (como Antofagasta o Río Bueno) y una cantidad de estrenos por año que hasta el día de hoy no es igualada . La crisis económica de 1929, que golpeó con particular dureza a Chile, terminó con todo esta bonanza.
Años después, a principios de los 40, el estado creó Chile Films y se fomentó la producción de películas nacionales siguiendo el patrón hollywoodense; o sea películas producidas por el studio sytem y de alto costo. Muchos de los estrenos fueron un fracaso de público y crítica. A los pocos años, debido a estos malos manejos administrativos y casos de corrupción, la producción nacional nuevamente se fue al suelo.
El cine chileno revivió a mediados de los 60, gracias a realizadores jóvenes, innovadores y entusiastas, que con sus películas intentaron reflejar las profundas transformaciones sociales que vivía la sociedad chilena. Muchos de los estrenos de esa época son ahora películas simbólicas del cine nacional. Esta vez el encargado de acabar con este auge fue el golpe militar de 1973.
Durante todos estos períodos se habló de "el despegue definitivo del cine chileno". Tenemos todas las esperanzas en que esta vez así sea, pero debemos tener presente esta línea ondulante que es la historia de nuestro cine.
Censura y leyes
El factor político es otro elemento a considerar. Es un milagro que exista cine en Chile. No hay grandes empresas dedicadas a este rubro (la mayoría de las productoras trabajan además en publicidad), no hay leyes de fomento ni regulación y sólo hace unos meses se creó un sindicato de trabajadores del cine. La mayoría de los actores nacionales tienen poca o nula experiencia o conocimientos del trabajo para cine. Y, lo peor de todo, a once años del término de la dictadura de Pinochet la censura sigue consagrada en nuestra constitución y, por lo tanto, la libertad de expresión es una quimera.
El gobierno de Ricardo Lagos ha sido el primero en dar algunas señas de apertura al levantar la prohibición que existía sobre algunas películas, y dentro de poco se espera que sean aprobadas leyes sobre libertad de expresión y, lo más importante, leyes sobre el cine chileno.
Paradojalmente, Chile cuenta con tecnología de punta para la realización de películas, el apoyo estatal al cine a través del concurso Fondart y de los proyectos Corfo ha ido en aumento y se aprecia una gran variedad temática en las realizaciones, hay varios institutos y universidades ofreciendo carreras relacionadas con el cine y la comunicación audiovisual y los cortometrajes chilenos cuentan con un circuito interno de festivales y premios.
żDespegue definitivo? El tiempo nos lo dirá. Por mientras nos sentamos en nuestras butacas a disfrutar del milagro.