EL BABY-FÚTBOL Y LA SOCIEDAD CHILENA
Odio al baby-fútbol. Digo, está bien jugarlo hasta los siete u ocho años, haciendo honor a su nombre, pero no hay deporte más aniquilador de la belleza y creatividad que éste, teniendo en cuenta a su padre (o hermano), el fútbol. Es la Constitución del 80 de los deportes.
En los países con tradición pelotera, al menos de este lado del mundo, entiéndase Brasil, Argentina y Uruguay, este juego se practica hasta entrar a la adolescencia, y de allí se pasa al fútbol sala o al fútbol propiamente tal. Acá, en Chile, oficinistas gordos, canosos y/o pelados se hacen viejos practicando este deporte, reflejo quizá de nuestro triste estilo de vida, en una eterna lucha de todos contra todos por mantener nuestro respectivo nivel de mediocridad.
Durante mi infancia (perdonen que hable de mí) jugamos pichangas en un parque cercano, el estacionamiento de una fábrica abandonada y la larga, angosta y casi no transitada avenida a la que daban nuestras casas. Todos lugares grandes que no nos enseñaron de limitaciones y que nos hizo aburrirnos al llegar al colegio a jugar al toque corto y hacia el lado.
Acá va un listado de los elementos que no soporto del juego:
--Goles dentro del área: Olvidarse de globitos, tiros largos colocados o remates fuertes de media distancia; goles generalmente bellos o generadores de atajadas que son la delicia del público y fotógrafos, si los hubiera. Esta regla obliga a jugar con toquecitos cortos hasta la línea misma de gol. Por este estilo de juego, estamos donde estamos. Si le tienen miedo a los pelotazos, mejor jueguen a la payaya.
--Los pases del arquero con la mano no deben pasar la mitad de la cancha: Esto impone al meta a efectuar pases cortos, lo que toma tiempo y anula la sorpresa y velocidad del juego.
--El arquero no puede pegarle a la pelota con el puño: Siendo una de las formas más efectivas de despeje, el guardameta debe recurrir a figuraciones de ballet para acariciar la pelota en vez de golpearla. Poco viril.
--Los saques laterales no pueden ir al área: O sea tóquela patrás mijito, no la pierda, téngala, toque al lado y no se le ocurra ser agresivo o mandar un centro.
--Los goles de taco no valen: A parte de ser una ley inexplicable, mata a una de las más bellas jugadas que pueden realizarse con los pies y una pelota.
Si bien el baby se adapta a nuestra realidad de chatos, poco ingeniosos y donde al distinto se le obliga por la fuerza a entrar en el molde, creo que ya es hora que nos hagamos hombres, le peguemos fuerte a la pelota, no tengamos miedo a los balonazos y estemos atentos para calzarle un sombrerito de media cancha al arquero si éste anda pajareando.
Maduremos y pongámonos el pantalón corto.
El Autor: Cristián Orellana es miembro de la Logia de los Osos Polares, agrupación melómana e inoportuna. En su vida anterior fue el Zorro Álamos, y antes de esa, Francisco Platko.