A mi Querida Lidya:
  ¿Que le puedo decir a una sobrina ilusionada? Lo que has sentido por mi es fuerte y poderoso, obviamente no te puedo corresponder aunque sí entender. Se que me ves como hombre pero las fantasías, Lidya, harán que tu corazón se transforme y exista en un mundo lleno de insatisfacción y confusión eterna. Lo que inconcientemente añadí a tu lista de enseñanzas aunque no que admirado entre la familia me causa infinito orgullo. Ideas parecidas a las que ahora agobian tu mente son las que me mantienen alejado de ustedes. Cuanto extraño a Villa Aurora y a nuestras prohibidas aventuras y maldades, pero estoy encadenado a esta lejana tierra. Las hermanas no lo saben pero aquí defiendo los derechos humanos junto a la persona que me ha cautivado. Creo que ya tienes la suficiente edad para saber, nos protegémos y mantenémos mútuamente. El es perfecto, su personalidad, su valentía, su dedicación y su lealtad alteran mis sentidos. Llegué a la casa porque tuve que huír, huír y dejar a mi amor atrás. Allá me llegó llamada y carta informándome de su desaparición; los otros miembros no lo encontraban. Ojalá algún día me perdones pero, ¿sabes esa sensación? Esa en que no sabes que hacer, en que caminas por los pasillos solo, buscas distraerte con todo y en nada encuentras entretenimiento. Esa desesperación que te saca el aire de los pulmones y hace que las ansias no cesen. Eso empeze a sentir cuando estaba allá y tuve que venir, volver y buscarlo a el, para que nuevamente se refugiara en mis antiguos abrazos. Lo busqué por meses y lo encontré, el pobre estaba encerrado en una celda, sin dinero para salir y privado de su libertad. Pálido, desesperado, débil y cansado. Al verlo así irónicamente me gusto más, lo amé más y de ahí en adelante el solo mirarlo; hablando en algún callejón con anti-liberales me hacía sentir un placer visual que nunca imaginarías. De cualquier manera, pensé que si regresaba a Puerto Rico, el sería capturado otravez. No se si vuelva Lidya. En cuanto a ti y a mí, te quiero sobrina y se que es imposible, no solo porque eres de mi sangre sino porque una mujer no me hace sentir ni un cuarto de lo que él despierta en mí. De todas formas, Lidya, siempre ama a tus raíces y a tu patria, por más invisible que nuestra isla sea en el plano artístico e histórico del mapa del mundo, nunca la dejes de apreciar.

                                                 Con amor y cariño,
                                                      Tu Tío Sergio
Nota: Esta carta representa un final alterno a la historia relatada por Lydia en la novela "Buenos días, Tío Sergio".
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