![]() |
SIMBOLISMO INMACULISTA La ceremonia del besamanos y el atavío concepcionista (I). |
Nuestra Señora de los Dolores, presidiendo el presbiterio de la Parroquia de San Juan, con motivo del tradicional pregón de la Pura y Limpia Concepción. |
Se vive en este año de 2004 una efeméride de importancia universal y de enorme repercusión para el entorno cofrade, una celebración gozosa que ha movilizado a los hermanos de una extensa pléyade de cofradías, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Se cumplen ciento cincuenta años desde que se proclamase el Dogma de la Inmaculada Concepción en Roma, mediante una definición pronunciada por el entonces pontífice Pío IX. Esta devoción mariana, de raices tan profundas en la religiosidad andaluza, se convirtió desde 1854 en verdad de Fe, y viene siendo celebrada desde entonces. Sin embargo, el empeño por defender el ideal concepcionista viene de más antiguo; ciñéndonos a lo local, recordemos que el juramento de defensa del dogma, efectuado como voto perpetuo, se llevó a cabo en Málaga en el año de 1654, doscientos años justos antes de la proclama papal. A dicho voto concurrían el Cabildo Municipal -el ayuntamiento de la ciudad- y el Catedralicio -correspondiente a la Curia eclesiástica-. Es por ello que en nuestra urbe la conmemoración es doble: 150 aniversario del dogma y 350 de su defensa oficial desde el consistorio y la sede episcopal malagueños. La creencia en la Pureza de María como Madre impoluta del Salvador ostenta en sí un lenguaje propio de señas bien reconocibles. Un código de colores, elementos iconográficos, exornos florales, rico y sustancioso en su contenido. A través de un recorrido por algunos de los altares dispuestos para el culto en estos días de la Inmaculada y sus vísperas, trataremos de observar algunas particularidades interesantes. Ya que estos altares, en su mayoría, han sido planteados formalmente como besamanos, el acercamiento a las imágenes y su atavío ha sido plenamente satisfactorio, pudiendo evaluar de primera mano los atributos y su plasmación material. |
Texto y fotografías: Pedro Alarcón 2004 |
Nuestra Señora de los Dolores (Parroquia de San Juan). Hablaremos de ella en primer lugar por tratarse del primero de los altares que se dispuso para tal conmemoración. El 6 de Diciembre de 2004, en las vísperas de la festividad de la Inmaculada, la Archicofradía Sacramental de San Juan llevó a cabo de manos del prelado de la diócesis de Málaga (Monseñor Dorado Soto) el pregón de la Pura y Limpia Concepción, tal y como viene siendo tradición. El obispo aprovechó la tesitura para leer la carta pastoral escrita al efecto, en un acto sencillo y más bien austero. El marco elegido para el evento fue la propia sede canónica de la cofradía, la Iglesia de San Juan; en su altar mayor, centrada bajo la cúpula barroca del templo, se hallaba bellamente exornada la imagen de la Virgen de los Dolores, talla anónima del barroco malagueño. Para tal ocasión, la imagen estrenó una saya de seda marfil ornada de bordados antiguos pasados por las manos de D. Manuel Mendoza, según idea y composición de Salvador Aguilar. Sigue este vestido un diseño de un barroco muy atemperado, según el gusto decimonónico que últimamente parece haber cautivado a los responsables estilísticos de la Hermandad. Como elegante contrapunto, cubría sus espaldas un manto de damasco en tono azul francia, procedente de la Hermandad de los Remedios. El tocado, sutil y contenido, constaba de un finísimo encaje crudo con detalles en hilo de oro, cruzado sobre el pecho, muy apropiado para la ocasión y que lució espléndido junto a la corona de plata de ley dorada que diseñase Fernando Prini décadas atrás. De su mano izquierda pendía un rosario de cuentas de nácar engarzadas con plata dorada. No sólo los colores -los tradicionales blanco y azul, perpetuados por el arte de la pintura para la iconografía inmaculista- eran definitorios del dogma recordado; también un pequeño ramillete de azucenas portado en su mano derecha era simbólico referente, probablemente procedente del palio. Aludiendo al lirio de las letanías, la flor de la azucena representa como ninguna otra la pureza. Por ese motivo ha sido tan frecuentemente pintada en las anunciaciones de todas las épocas, sostenida en vaso de cristal. Otro significativo complemento iconográfico fue la nube de plata con cabezas de querubes que se dispuso sobre la peana. Hablamos de una antigua pieza, que proviene del trono que luciera la Virgen durante parte del siglo XVII. Estos angelillos acentuaron el carácter letífico del misterio de la Concepción situándose como escabel para la imagen. La imagen de la Virgen de los Dolores fue expuesta al modo del besamano tradicional ante un escueto dosel de madera dorada, decorado según un estampado adamascado y completado con guirnaldas y cartelas procedentes de la peana de camarín y del trono, respectivamente. Una paloma de plata, el paráclito nimbado con rayos, coronaba el conjunto. Y como perfecto ornato floral, las habituales azucenas, dispuestas de un modo muy inspirado, según un cánon algo más moderno y vivaz. |
La bella dolorosa del Viernes Santo, vestida según la usanza concepcionista. |
Portaba en su mano derecha un ramillete de pequeñas azucenas de plata. |
Querubines en su peana. |
Detalle del ornamento floral, abundante en azucenas. |
María Santísima de la Paloma (Capilla de la Virgen de la Paloma). Celebró esta cofradía del Miércoles Santo malagueño un Besamanos Extraordinario durante los días 7 y 8 de Diciembre de 2004, es decir, en la víspera y en la festividad de la Inmaculada. |
De modo absolutamente inhabitual, muy diferente al que suele efectuar en su besamano para la jornada del 15 de agosto (fiesta de la Asunción), vistió la Virgen de la Paloma atuendo completamente celeste; un terno -saya y manto- de raso con bordados antiguos en oro y seda diseminados en forma de pequeñas macollas florales. Ramitos de flores que, por tradición de la iconografía mariana, aluden a las variadas virtudes de María, en torno al anagrama mariano (Ave María) dispuesto en el centro de la saya. La imagen quedó dispuesta ante un dosel también celeste usado sólo para esta ocasión, ya que habitualmente suele hacer uso del retablo como fondo. Lucía la imagen su tradicional paloma, elemento iconográfico que la distingue, pero también ostentó otros elementos inusuales para ensalzar el misterio inmaculista, a saber: Un original tocado, basado en una composición de encaje y mantilla, que dejaba descubierto parte del cabello oscuro de la imagen y que facilitaba la visibilidad del rostro de la misma, acentuando la belleza ideal, de grácil y joven muchacha, que quisiera plasmar Álvarez Duarte cuando la concibió. El pecherín se encontraba cuajado de medallas y joyas, en consonancia con el porte regio que de por sí protagonizaba la corona. Como hermoso colofón, la imagen lució a sus pies una media luna labrada en orfebrería plateada, el atributo concepcionista más evidente (Pulchra ut luna) de todos. Un singular recuerdo del misterio que también defendieran aquellos franciscanos que erigieron su convento en el lugar que hoy ocupa la capilla, en la Plaza de San Francisco. |
María Santísima del Rocío (Parroquia de San Lázaro). Sin duda el besamano de la Virgen del Rocío es el que más ha aportado iconográficamente a la celebración del aniversario del Dogma. A ello ha contribuido la propia idiosincrasia de la imagen, concebida por el escultor Pío Mollar al modo de una imagen de Gloria. Esta peculiaridad ha facilitado a los cofrades del Rocío el adaptar las prendas suntuarias -saya y manto- al esquema compositivo que podemos admirar en las inmaculadas de la pintura y la escultura barrocas. El vestido de tisú bordado en plata es el que normalmente procesiona en Martes Santo, ceñido con el clásico cordón de plata, mientras que el manto de moaré celeste -cayendo desde los hombros y cruzado en vistosos pliegues sobre la falda, recogido en la mano izquierda- fue cedido por la Hermandad de la Virgen de la Victoria. Particularmente exquisitos fueron los detalles ornamentales tales como joyas y collares de perlas distribuidos armoniosamente. Tocaba la cabeza de la Señora un velo de tul y encaje antiguos, de añejo color ceniciento, dejando al aire algunas guedejas de cabello, dejadas caer en un modo asimétrico y tratando de producir un cierto efecto de naturalidad; la coronaba, como no podía ser de otra forma, el halo de doce estrellas que siempre ostenta y que es su seña más singular. Ahora que la cofradía ha anunciado su intención de coronar canónicamente a su titular, aprovechando la efeméride, se abre el debate sobre la conveniencia de usar corona regia o halo de estrellas para el rito de coronación. El escabel en este caso también fue la luna, concretamente una luna de alpaca plateada cedida por la Hermandad de los Remedios, que posee esta pieza como parte del ajuar de la Virgen del Carmen de los Mártires. Angelillos plateados procedentes del trono, situados sobre la peana, jalonaban la imagen de la Virgen del Rocío. Especialmente elegante fue el dosel, de terciopelo granate y rematado en la bambalina frontal del palio de la Virgen, según un original diseño de Eloy Téllez y bordado por el taller de Fernández y Enríquez. Como jambas, dos cresterías de madera dorada y más angelillos de plata portando flores. El exorno floral consistió sobre todo en liliums blancos, según ordena el canon concepcionista. |
La Virgen de la Paloma, de celeste en la Inmaculada. |
La Virgen del Rocío, convertida en la Inmaculada Concepción. |
El elegante altar de cultos en San Lázaro. |
María Santísima del Amor (Parroquia de Santiago). Esta cofradía de Jesús el Rico suele celebrar su besamanos en la festividad de la Inmaculada Concepción todos los años. Como viene haciendo siempre, la imagen lució espléndida ataviada con |
saya y manto azul oscuro -manto de procesión bordado en oro-, menos en consonancia con el hábito concepcionista y más en un estilo de Semana Santa. Tan sólo una azucena en la mano izquierda de la imagen, verdadero atributo de la pureza mariana, rompía esa estética procesional acercándola más a las letanías del gozo. Un singular drapeado de los encajes del pecherín parecía parafrasear esta letanía lauretana, en una metáfora textil de la Rosa Mística. La imagen fue ubicada a los pies de Jesús el Rico, ante dosel azul coronado por la bambalina frontal del palio, y flanqueada de hachones de cera y centros florales de color blanco. |
María Santísima de las Penas (Iglesia de San Julián). También la hermandad del Cristo de la Agonía se decantó por celebrar el aniversario del dogma con un besamanos extraordinario, durante los días 8, 9 y 10 de diciembre de 2004. |
Es uno más de los cultos que también han servido en este año para celebrar el cincuentenario de la proclamación pontificia de la Realeza de María. Para ello ubicó a su Sagrada Titular en los pies del templo, bajo el coro, usando como magnífico dosel el lienzo que pintase Niño de Guevara sobre el triunfo de la Eucaristía. Jalonada de simétricas ánforas con piñas de claveles blancos, candelabros y hachones, la imagen se encontraba entronizada sobre una peana de madera dorada. Vestía la saya de Casielles y un sencillo al igual que elegante manto celeste de brocado de oro; el tocado, por otra parte, era un armonioso fruncido de tul. Ceñía en sus sienes la corona de Casielles y Villarreal, a pesar de haber estrenado recientemente otra de oro en el cincuentenario. Por último, diremos que la nota singular la aportaban dos amorcillos procedentes de la canastilla en la que se procesiona el Cristo de la Agonía. Uno de ellos portando una filactería de seda bordada en hilos de seda de colores con motivos marianos. El otro mostraba un pañuelo, un rosario de plata y una rosa de pasión del mismo metal. Una particularidad que acrecentó el sentido gozoso de la celebración. |
La Virgen del Amor. |
María Stma. de las Penas. |
El besamano tuvo como dosel de excepción el "Triunfo de la Eucaristía", de Niño de Guevara. |
A los pies de la Virgen, un putti con una filacteria. |
Angelillo con rosario, pañuelo y rosa de pasión. |
En sus manos, una azucena intacta, símbolo de la limpieza virginal de María. |