LA VENGANZA DEL CONDE. | |
En una elevada peña, situada junto a Tremaya; Desafianzo a las
nubes, a que en altura se iguala; Ya quedan pocas
señales en el sitio que ocupara; Con sus muros y
sus torres por almenas coronadas, Que de tan notable
altura sus dominios divisaba, Los Llazos miraba
al frente junto al peñasco Tremaya, En medio Santa María,
San Juan a la bajerada, Más lejos
Lores veía, do la nobleza habitaba, Areños y
Camasobres cerca de allí se encontraban Más al sur
San Salvador, y a su inmediación Lebanza; donde se alzaba
el santuario del viejo patrón de España, A otro lado Polentinos
donde la vista no alcanza, Carracedo más
arriba, que entonces poblado estaba, A la espalda del
castillo verdes montañas se alzaban Era la Castillería,
cuna de gentes honradas, Libre este valle
vivía, sin yugo que le pesara, Mas hubo tiempo
también, en que su cerviz doblara, Y tal había
sucedido en la edad afortunada, Tranquilos en sus
contornos varios pueblos encerraba, De otra parte Roblecedo,
que sin gente se quedara, Y escondido al occidente,
en situación muy galana, A estos y otros
varios pueblos de las próximas comarcas, comprendiendo en
su recinto a la villa cerverana, y parte del monte
Vinnio, a cuyos pies fue fundada allí donde
los guerreros de la heroica y fiel Cantabria tiñendo con
noble sangre la corriente de las aguas Conviene agregar
por fin que ella en conjunto lindaba II Conocido así
el terreno, donde el suceso pasara, Hace de esto muchos
años, como que entonces finaba pasando a Sancho
el Mayor de la casa de Navarra, y el cual compartió
su trono con la reina Doña Sancha, después que
murió Bermudo, último especial monarca, El Cid Campeador
entonces su ilustre vida empezaba, Todo esto aquí
referido, para fijar nuestra marcha, Ocurrió pues,
que en Pernía famoso conde mandaba, Llamábase
Munio Gómez, aunque en Bustio le trocara Hijo fue de Gómez
Díaz, noble conde de Saldaña, Su madre fue Mumadona,
hija bella y apreciada, Su bisabuelo paterno
fue don Munio de Saldaña, Con el gran Nuño
Rasura, aquel que en época aciaga Estaba soltero el
conde y aunque ya lo reclamaban Hasta que vio una
doncella joven, apuesta y gallarda, hija de Doña
Adosinda, rica señora asturiana, que hasta hizo cara
a Almanzor, cuando con pasión insana, Esta niña
candorosa fue, pues ocasión y causa Prendose de su hermosura
y de sus virtudes raras, sin que sirviera
de obstáculo la diferencia marcada pues nacida el año
mil ella unos veinte contaba, III Era Munio caballero
de fuerte brío y pujanza, Religioso y justiciero,
a su patria idolatraba, cuando con fieles
vasallos nacidos de sus montañas, en unión
de sus hermanos Garcí Gómez de Saldaña, Con las fieras de
sus bosques en tiempo de paz lidiaba, cazando además
tasugos, lobos, raposas taimadas, con los corzos y
rebecos y ciervos de grandes astas, perdices y codornices
y palomas irisadas, Y Doña Elvira
Fagilaz, que así la esposa se llama, de esbelto talle,
ojos negros, gracioso andar, tez muy blanca, Afable con sus criados
con sus vasallos muy llana, En su castillo vivían;
felices se contemplaban Descendiendo algunas
veces, por la espina paseaban, Desde allí
toda Pernía con la vista registraban, Vieron alzarse las
nubes del pozo de Curavacas, saludando con respeto
la cruz que entonces se alzaba Vieron pastar los
ganados en las laderas cercanas, De Peñas
Negras arriba nada oculto a sus miradas Mirando a sus pies
del río veían las dulces aguas, surgiendo allí
al aire libre después de ir aprisionadas no lejos del Cobarrés,
do el Rey Casto se albergara, Añosos Robles
contemplan y sierras muy elevadas, siendo notable entre
todas, el pico de las Tres Aguas, y además
Valdecebollas, que los geodestas enlazan También risueñas
praderas, do límpidas fuentes manan, La vida pasan dichosos,
aliviando las desgracias, En medio de esta
su dicha sólo una cosa les falta
IV
Pero el destino fatal, que envidioso les miraba, El conde Munio hasta entonces en su esposa confiaba hasta que las apariencias malamente interpretadas, del conde en el pecho encienden pasión feroz y
bastarda, Y no obstante las virtudes de su esposa siempre honrada, contribuyendo tal vez a este fin la circunstancia
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Mal informado creyó que del deber olvidada, Primero duda cruel apoderose del alma, Y aunque a veces su conciencia ¡Es inocente¡
gritaba, Así que, a pesar de todo, y sin pararse a observarla, y convirtiendo en furor el amor que atesoraba Escogio tremenda noche, en que en tempestad estalla,
Cubierto se hallaba el suelo de una reciente nevada, Era intensísimo el frío, y sin parar torbelada,
A la media noche el conde su venganza preparaba, No le detiene el rigor de aquella estación tirana, Dispone una mula ciega, vieja, coja y también
falsa, Dala por guía y apoyo sorda y muda una criada, Por camino inaccesible hasta a rebecas y cabras, por riscos do sólo posa en ocasiones el águila por do jamás anduvieron de hombre atrevido las
plantas, Por allí cruel el conde a la mula encaminara, y cayendo sus despojos del Pisuerga entre las aguas,
Mas ¡Oh prodigio¡ Dios vela por Doña
Elvira la santa, La esposa del conde Munio inocente y pura estaba, Y entre los mil precipicios que la mula atravesara ni una sola vez tropieza, y por la parte más agria, dejando allí para muestra del suceso que pasara, Durante el peligro, humilde Doña Elvira resignada, Viéndose a salvo después lo primero fue
dar gracias Luego marchó valle abajo siguiendo el curso del
agua, al atravesar un puente que al pueblecito guiaba, alabando a Dios eterno y proclamando muy alta Esto ocurrió ante las gentes, que a su paso se
agolparan, y por esta causa el pueblo, donde la muda cantara, en Cantamuda trocó el nombre que antes llevaba, En tanto el conde en su altura frenético paseaba Desesperado intentó clavarse su propia espada, mas le contuvo algún ángel, para que no
se matara Allí de pies y sin sosiego llegó a sorprenderle
el alba, Crueles remordimientos cual fantasmas le acosaban, y que el pueblo reconociendo el milagro que se obrara, Al saber el conde Munio tales prodigios, el alma Luego parte como un rayo a do está su esposa honrada, Pide perdón muy humilde a Dios y a su Elvira amada, Mas la noble Doña Elvira no desoye sus palabras, VI Entonces arrepentido una iglesia el conde labra, aprovechando al efecto la existencia bien probada Fue esta una ilustre Abadía de monte y peñas
cercada la cual en el siglo XII otro conde mejorara, llamado Rodrigo Gustios, quien después de sus
campañas lo mismo que su mujer y un hijo que le quedaba Conservóse en la Abadía la regular observancia, pues, aunque mil privilegios nuestros reyes la otorgaran, Carlos III a su costa cuidó de reedificarla, Y luego cual cosa vil, pasando a manos extrañas y sus imágenes todas, viéndose tan solitarias quedando allí únicamente las tres tumbas
veneradas, Otra iglesia la condesa en Cantamuda fundara, y la cual para recuerdo de la ocurrencia pasada, Pura y sublime es la fe, su arquitectura románica, Glorias tuvo y mereció distinciones señaladas, contando entre sus pastores, para que más la ilustrara, que al propio tiempo obtenía la dignidad elevada Aún este templo se ostenta luciendo su antigua
fábrica, que viéndose decadente, pobre y casi abandonada, Allí descansan los restos de Doña Elvira
la santa, También se conserva el puente do cantara la criada, Cantamuda alcanzó fueros y libertades muy amplias, Llegó a convertirse en villa, y estuvo un tiempo
en bonanza, En el siglo XVI construyó el rollo de su plaza, Y no contento con eso, la dio por siempre sus armas, Porque ya de tiempo atrás la Pernía disfrutaban También por aquel entonces fundó para más
honrarla el buen Diego Colmenares, que en la colegiata estaba Continuó así Cantamuda viviendo bajo la
guarda, y cuya jurisdicción a Casavegas llegaba, Otros tiempos más contrarios han venido a perturbarla Además que los franceses, con fría y salvaje
calma, y aunque después los vecinos procuraron restaurarlas, ............................. Esta es la veraz historia de Doña Elvira la santa, Su recuerdo se conserva entre las verdes montañas y en los montes y en las peñas, y del Pisuerga
en las aguas Yo a los pernianos cuento esta tradición sagrada, Que no la olviden quisiera, que a sus hijos la enseñaran, para que jamás olviden los hijos de estas montañas y para que confiados en protección sobrehumana |