HISTORIA
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Sabemos que en el S. XI ya andaban merodeando por las cercanías de Tremaya, los benedictinos. Que había personas cuyos nombres se nos conservan, como el Obispo de Palencia, Servando, la viuda Elvira, los condes Fáfila y Adesinda, Munio, el abad Diego, etc. Como la también doble de San Pedro y San Pablo, en Quintanilla de Valdesaz, hecha por los cónyuges Nuno Petreze y Aldana y sus hijos Pedro y María, el 11 de marzo quizás del 1054, collegium monachorum et Christi certatrices sub Regula Benedicti patris ibidem vitam ducentes. Mientras que el 2 de septiembre de 1069 es la viuda Elvira, hija de los condes Fáfila Fernández y Adesinda, casada que había estado con Munio Gómez, deodicata et Christi ancilla, la que dotaba, bajo el abad Diego, otro monasterio doble, San Salvador de Pernia o de la Cantamuda, junto al castillo de Tremaya, a orillas del Pisuerga, consagrado por el obispo Servando, cum omnes suos abbates et sacerdotes adimplendum desiderium meum et sacrificium de anniversaria ibi inmolaverunt, sub Regula Benedicti patris. Un camino que se alargaría bastante más, casi tres siglos después de su tramonto allende los Pirineos, hasta hacer merecedor al arzobispo Gelmírez de los reproches de Pascual II, que nos transmite su propia Historia Compostelana, a saber. illud omnino incongruum est quod per regionem vestram monachi cum sanctimonialibus habitare audimus. Hasta el extremo de haber sido considerado uno de los rasgos caracterizadores de nuestro monacato sin más hasta el crepúsculo de la Alta Edad Media e incluso el alba de la baja. |
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