La Revolución:
ideas y valores fundadores
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rancia,
se afirma como nación con la Revolución de
1789. El 14 de julio de 1790, durante la fiesta
de la Federación, los delegados llegados de
todas las partes del país proclaman su
pertenencia a la misma comunidad nacional por
adhesión voluntaria a ésta. Es la primera
manifestación del derecho de los pueblos a
disponer de ellos mismos, aplicado en alguna
manera por los franceses a sí mismos, antes de
proponer este modelo a todas las naciones de
Europa y del mundo. Esta manifestación de unidad
nacional es, voluntariamente, organizada el mismo
dia del aniversario de la toma de la Bastilla,
primer acto revolucionario popular contra la
arbitrariedad de la monarquía, que ya permite
presentar a Francia como una de las cunas de la
libertad. La Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano (26 de agosto de 1789),
otro hito de una concepción abierta de la
nación, dispuesta a admitir en su seno a todos
los que, franceses o extranjeros, se presenten
como hombres libres, de repente adquiere un
alcance universal.
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Prise de la Bastille, le 14
juillet 1789. |
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La libertad así
conquistada no puede desarrollarse sin leyes. Los
juristas, inspirados a la vez en la
"filosofía de las luces" y en una
vieja tradición legalista francesa, dominaron
los estados generales. Estos, transformados
después del juramento del Jeu de Paume del 20 de
junio de 1789 en Asamblea Nacional Constituyente,
ofrecen a Francia su primera constitución. La
seguirán otras quince hasta la de 1958, todavía
en vigor. Detrás de esta aparente
inestabilidad constitucional se esconde una real
y constante preocupación del Estado y del
servicio público defendido por una
administración reclutada sobre la base
igualitaria del mérito. De pronto, las
constituciones francesas descansan sobre un nuevo
principio, el de la soberanía nacional que se
afirma como antagonista de la voluntad arbitraria
del rey.
Las vacilaciones del rey, su fuga a Varennes y
la llamada a las fuerzas extranjeras contra la
Nación precipitan el fracaso de una monarquía
constitucional y desembocan, después del asalto
del 10 de agosto de 1792 contra el palacio de las
Tullerías, en la proclamación de la República,
el 22 de septiembre de 1792. En efecto, tras la
ejecución del rey Luis XVI el 21 de enero de
1793, la República no reniega de su herencia
monárquica. Descarta el federalismo y no aplica
los principios descentralizadores e igualitarios
de su constitución de 1793. Pone en marcha, al
contrario, en el espíritu del Jacobinismo y bajo
la autoridad del Comité de Salvación Pública,
dominado por Robespierre, una política
ultranacionalista y dictatorial durante el
Terror. Sus partidarios la justifican por la
agresión exterior de las monarquías europeas
coligadas y por las rebeliones internas. Su golpe
de Estado del 18 Brumario año VIII (9 de
noviembre de 1799) pone fin a un periodo de
inestabilidad tras la eliminación de Robespierre
y que se prolonga bajo el Directorio.
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Bonaparte, uno de
los generales más brillantes de la República,
se convierte en Primer cónsul, luego cónsul
vitalicio, y por fin "Emperador de los
franceses" en 1804 bajo el nombre de
Napoleón I. Si la forma republicana del régimen
se mantiene durante el Consulado, las formas
monárquicas del Estado (restauración del poder
personal, creación de una nueva nobleza)
reaparecen bajo el Primer Imperio. Lo esencial
del legado napoleónico permanece sin embargo muy
enraízado en la herencia revolucionaria que se
consolida sobre todo por la promulgación en 1804
del Código civil, la institución de los
prefectos, la creación del Consejo de Estado,
del Banco de Francia, de la Escuela Politécnica,
de la Escuela Normal Superior. Derrotado
Napoleón definitivamente en Waterloo en 1815, la
realeza es restaurada con Luis XVIII. Le sucede
Carlos X, y después de las jornadas
revolucionarias de julio de 1830, Luis-Felipe.
Vendrán a continuación la Segunda República
(1848-1852) y el Segundo Imperio (1852-1870). En
1875, la República, proclamada por tercera vez,
se impone definitivamente en Francia. Con ella se
inscribe en la tradición política francesa el
septenato del Presidente de la Republica, que se
mantiene hasta nuestros dias.
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