Noviembre de 1935.-
En el Mercure de France (Nº del 15 de julio), señalamos
un artículo titulado "L'Infidélité des Francs-Maçons",
firmado bajo el pseudónimo de "Inturbidus". Hay consideraciones
interesantes, pero que a veces no están suficientemente claras,
sobre todo en lo que respecta a la distinción de las iniciaciones
sacerdotal, principesca y caballeresca, y en fin artesanal, que en suma
corresponde, a la vez, a la organización artesanal de la sociedad
occidental de la edad media y a la de las castas de la India; no se ve
muy bien el lugar exacto asignado ahí al hermetismo, y por otra
parte habría que explicar por qué la Masonería, a
pesar de sus formas artesanales, lleva también la denominación
de "arte real". Sobre la cuestión de las iniciaciones artesanales
o corporativas, el autor cita extensamente el Número de Oro
de Matila Ghyka; desafortunadamente, la parte de esta obra que se refiere
a este asunto es ciertamente la que admite mayores reservas, y las informaciones
que en ella se encuentran no todas provienen de fuentes demasiado seguras...
Sea como sea, puede ser mucho más restringido tomar la expresión
de "Masonería operativa" en un sentido exclusivamente corporativo.
El autor, que sin embargo reconoce que esta antigua Masonería siempre
admitió miembros que no eran obreros (que no traduciremos forzosamente
como "no-operativos"), no parece darse demasiada cuenta de lo que ellos
podían hacer; ¿sabe, por ejemplo, lo que era una L:. of
J:.? En verdad, si la Masonería ha degenerado realmente deviniendo
simplemente "especulativa" (se advertirá que decimos simplemente
para señalar que este cambio implica una disminución), es
en otro sentido y de otra manera a como él lo imagina, lo que, por
otra parte, no impide reconocerle la exactitud de ciertas reflexiones relativas
a la constitución de la Gran Logia de Inglaterra. En todo caso, la Masonería,
ya sea "operativa" o "especulativa", comporta esencialmente, por su misma
definición, el uso de formas simbólicas que son las de los
constructores; "suprimir el ritual de iniciación artesanal", como
aconseja el autor, significaría simplemente suprimir la Masonería
misma, aunque él no "quiere destruirla", reconociendo que "así
se rompería con la transmisión iniciática", lo cual
es un poco contradictorio. Sabemos muy bien que, según su pensamiento,
se trataría entonces de substituirla por otra organización
iniciática; pero, entonces, no teniendo ésta ninguna relación
de filiación real con la Masonería, ¿por qué
debería reclutar sus miembros entre los Masones más que en
cualquier otro medio? Por otro lado, como semejante organización
no se puede inventar, humanamente al menos, y no puede ser el producto
de simples iniciativas individuales, incluso aunque ellas provengan de
personas "que se encuentran en una cadena iniciática ortodoxa",
lo cual evidentemente no sería suficiente para legitimar la
creación por parte de aquellas, ¿de donde procedería
esta organización, y a qué se vincularía efectivamente
ella? Vemos las dificultades probablemente insolubles que plantea todo
esto desde el momento en que se reflexiona un poco sobre ello; también
nos permite ser escépticos sobre la realización de semejante
proyecto, que no está verdaderamente a punto... El auténtico remedio para la degeneración
actual de la Masonería, y sin duda el único, sería
totalmente otro: se trataría, suponiendo que fuera todavía
posible, de cambiar la mentalidad de los Masones, o al menos de los que
de entre ellos son capaces de comprender su propia iniciación, oportunidad,
hay que decirlo, que no se ha dado hasta ahora. Por otro lado, su número
importaría poco, porque, ante un trabajo serio y realmente iniciático,
los elementos "no-cualificados" se eliminarían enseguida; y con
ellos desaparecerían también, por la fuerza misma de las
cosas, estos agentes de la "contra-iniciación", al papel de los
cuales hicimos alusión en el pasaje del Teosofismo que está
citado al final del artículo, pues nada podría dar pábulo
a su acción. Para operar "un enderezamiento de la Masonería
en el sentido tradicional", no hay que "estar en la luna", como dice "Inturbidus",
ni construir en la nubes; se trataría solamente de utilizar las
posibilidades de que se disponen, por reducidas que éstas pudieran
ser al comienzo; pero, en una época como la nuestra, ¿quién
osará acometer semejante labor? (Etudes sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage.
Tomo I, págs. 244 a 247).
Diciembre de 1938.-
En el "Speculative Mason", la continuación
del estudio sobre The Preparation for Death of a Master Mason, considera
a la "Tradición Sagrada", la cual está representada simbólicamente
en las Logias por la Biblia, pues ésta es, de hecho, el Libro sagrado
de Occidente desde la época cristiana, pero que no debe considerarse
sin embargo como limitada sólo a este Libro, sino al contrario como
comprendiendo igualmente, y bajo el mismo título, a las Escrituras
inspiradas de todas las diversas formas tradicionales, que no son sino
otras tantas ramas derivadas de la misma Sabiduría primordial y
universal. Otro artículo está consagrado a la cuestión
de los Landmarks, que, como se sabe, son motivo de discusiones interminables.
Aquí se aclaran un poco al referirse a la significación original
de la palabra, aplicada en la Masonería operativa a las marcas mediante
las cuales eran fijados el centro y los ángulos de un edificio antes
de su construcción, lo que, por transposición, permite interpretar
los caracteres generalmente reconocidos a los Landmarks, en el sentido
de una verdad inmutable, universal e intemporal en sí misma, y al
mismo tiempo susceptible, en los diferentes dominios de existencia y acción,
de aplicaciones que son como otros tantos reflejos, en grados diversos,
de un "Arquetipo" puramente espiritual. Va de suyo que en estas condiciones
los verdaderos Landmarks no pueden de ninguna manera asimilarse
a un conjunto de reglas escritas, que como mucho no podrían expresar
sino su reflejo más indirecto y lejano.
(Ibid. págs. 300-301).
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