Primer Vigilante - Lo soy. Probadme. Reprobadme si podéis. Maestro - ¿Dónde fuisteis preparado para ser Maestro Masón? Primer Vigilante - En una sala adyacente a una Logia justa y legalmente constituida, debidamente reunidos en asamblea, representando el sancta sanctórum del Templo del rey Salomón. Maestro - ¿Cómo fuisteis preparado? Primer Vigilante - Despojado de todos los metales, ni vestido ni desnudo, ni descalzo ni calzado, con el lazo triple de una cuerda al cuello en cuya postura fui conducido a la puerta de la Logia a la cual llamé con tres golpes fuertes. Maestro - ¿A qué aluden estos tres golpes? Primer Vigilante - Al tercer grado masónico en el cual me disponía a entrar. Maestro - ¿Qué se os dijo desde dentro? Primer Vigilante - ¿Quién llama? etc... Maestro - ¿Volvisteis al sancta sanctórum, al santo de los santos, del Templo del rey Salomón? Primer Vigilante - Si. Maestro - ¿Algún suceso particular marcó vuestro retorno? Primer Vigilante - Se me acercaron tres rufianes que me pidieron la palabra del maestro masón. Maestro - ¿Se la disteis? Primer Vigilante - No, pero les dije que esperaran con tiempo y paciencia a que se reuniera la Gran Logia en Jerusalén y entonces, si eran hallados de confianza la recibirían; en caso contrario, no. Maestro - ¿Cómo se os acercaron? Primer Vigilante - Al irme hacia la puerta del sur uno de ellos se me acercó y me pidió la palabra de maestro masón y al negarme, me golpeó en el cuello con la plomada; huí hacia la puerta de occidente donde fui abordado por el segundo con mayor violencia y al negarme nuevamente a la misma exigencia, me pegó un gran golpe en el pecho con la escuadra; y al intentar escapar por la puerta de oriente el tercer rufián, ante mi nueva negativa, me golpeó violentamente en la frente con el mallete y caí derribado al suelo. Maestro - ¿A quién representabais? Primer Vigilante - A nuestro gran Maestro, Hiram Abif, que fue asesinado en la obra del Templo del rey Salomón. Maestro - ¿Fue su muerte premeditada? Primer Vigilante - Lo fue. Por quince Compañeros que conspiraron para arrebatarle la palabra de maestro masón. Doce se retractaron pero los otros tres decidieron seguir adelante con sus atroces designios. Maestro - ¿Qué hicieron con el cuerpo? Primer Vigilante - Lo llevaron a la puerta occidental del Templo y lo enterraron someramente hasta la medianoche en que se reunieron y lo llevaron lejos hacia occidente, hasta una colina, donde lo enterraron en un hoyo de seis pies de largo de este a oeste y seis de profundo. Luego huyeron. Maestro - ¿A qué hora lo mataron? Primer Vigilante - A las doce del mediodía cuando los obreros tenían la hora de comer. Maestro - ¿Cómo es que estaba solo? Primer Vigilante - Porque era la costumbre del Maestro. Cada día, Hiram Abif, a las doce, cuando los obreros comían, entraba en el sancta sanctorum, el santo de los santos, oraba al Dios eterno y diseñaba los planos en la plancha de trazo para que los compañeros pudieran proseguir su labor. Maestro - ¿Cuanto tiempo el cuerpo del gran Maestro Hiram Abif permaneció en la sepultura del Monte Moria? Primer Vigilante - Catorce días. Maestro - ¿Qué se hizo con el cuerpo? Primer Vigilante - Se le levantó en forma masónica y fue llevado al Templo para enterrarle como era debido. Maestro - ¿Dónde fue enterrado? Primer Vigilante - Bajo el sancta sanctorum, el santo de los santos, del Templo del rey Salomón y sobre el cual se erigió un monumento de mármol en el cual se veía a una virgen llorando sobre una columna rota con un libro abierto ante ella, sosteniendo una rama de acacia con la mano derecha y en la izquierda una urna. El Tiempo, detrás de ella, hundía sus manos en la cabellera de ella. Maestro - ¿Qué significaba? Primer Vigilante - La virgen llorando, el templo inacabado; la columna rota, que uno de los principales puntales de la Masonería había muerto; el libro abierto ante ella, que su recuerdo sería perpetuo; la rama de acacia recordaba la rama descubierta sobre su tumba; la urna contenía sus cenizas depositadas bajo el sancta sanctorum, el santo de los santos, del Templo del rey Salomón; y el Tiempo de pie tras ella con las manos hundidas en su cabellera, que el tiempo, la paciencia y la perseverancia consiguen todas las cosas.
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