"CELEBRACIONES"
Carta
Editorial
El
ejemplar Nº 29-30 de
SYMBOLOS que hoy tiene el lector en sus manos,
celebra varios aniversarios que
se
reúnen en torno al decimoquinto de la aparición de la revista (solsticio invierno
1990-verano 91). Se trata de los 25 años cumplidos del Centro
de Estudios de
Simbología de
Barcelona, fundado por Federico González en 1978-79, y de los 20 del comienzo
de la distribución del Programa Agartha
cuyo meollo intelectual conforma hoy
nuestro Nº 25-26,
publicado precisamente 25 años después de la fundación de
dicho Centro, ámbito en el cual, como en otros de Sur y
Centro América, el que es también fundador y director de esta
publicación expresó la enseñanza que allí se refleja y que
nos convoca bajo la égida de Hermes, mensajero por
excelencia en la Vía Simbólica, intérprete e iniciador en los Misterios.
Todo lo que sus
alumnos de entonces o los posteriores gracias a su obra hemos comprendido,
escrito y enseñado, lo que realizan quienes siguen los talleres de
los Centros de Estudios Simbólicos, lo que de su mensaje impreso puedan
recibir lectores y suscriptores, y el hecho de la existencia hoy de
esta Enseñanza misma, se debe a la labor que Federico González viene
realizando desde hace más de treinta años al transmitirla, fundar aquéllos
y publicar obras, entre ellas esta Revista, pues es gracias a él que
hemos podido entonces y ahora recibir esta increíble posibilidad que
constituye la Tradición Hermética: nada menos que el conocimiento y
el valor del símbolo y de los vehículos simbólicos que conforman esta
Enseñanza y que se nos transmiten por medio de un rigor intelectual
y la gracia de un lenguaje que se dirige a nosotros en términos "actuales",
sin ceder por ello un ápice en cuanto a la profundidad de los contenidos,
que son los de la Tradición Unánime, la Cosmogonía Perenne propia de
todos los pueblos y tiempos, enseñada al ser humano como soporte de
la Metafísica y por lo tanto de la identidad; posibilidad fecunda promovida
por el Logos espermático que es la esencia de la Revelación perenne,
coetánea con la misma Creación.
Por nuestra parte
podemos testimoniar una cosa: nunca hemos conocido nada cuya concepción
no nos hubiera sido enseñada –comenzando por los Evangelios y siguiendo
por el "Libro de la Vida y del Universo en el que están nuestro nombre
y el de todos los seres y las cosas" ( La Rueda, p. 7)– y nos
damos cuenta de que este término indica "puesto en una seña"; así pues
en un signo o símbolo que sirve de intermediario. La verdadera novedad
está pues en la actualización asombrosa en el interior de la conciencia,
de aquello a lo que el símbolo se está refiriendo aun cuando ya lo
hiciera directamente desde siempre, cosa que no podríamos saber fehacientemente
en su plenitud, aunque lo presintamos, hasta la irrupción de lo sagrado
por sí mismo.
Pudiera pensarse
que estos acontecimientos, en tanto que implican también sucesos personales
de los colaboradores de esta publicación, no interesan sino a las individualidades
de cada quien y que incluso estuviera mal visto celebrar hechos que
debieran quedar entonces para las biografías de los interesados, o
para el estudio "objetivo" y a posteriori de los estudiosos
de los "movimientos esotéricos". Sin duda esto último se hará o debería
hacerse en buena lógica, siempre que la aceleración de los tiempos
lo permita. Mientras tanto, somos nosotros, los que por las condiciones
actuales debemos firmar con nuestros nombres, detalle sólo aparente
y anecdótico cuando se trata en realidad de asuntos de origen no humano,
los que queremos, y también porque debemos, dar cuenta de unos hechos
que pertenecen en sí mismos a la Historia de las Ideas.
A finales de 1978
se tomó en Barcelona un local en el que se fundaría el Centro de Estudios.
Después de cursillos y conferencias dados en diversos lugares de la
ciudad, el número de personas interesadas hacía aconsejable disponer
de un espacio fijo para poder desarrollar adecuadamente dichas actividades.
En el año 1979 fue cuando la entidad se presentó en público con un
curso de inauguración: "Introducción a la Simbología" (1. ¿Qué es el
símbolo y la Simbólica? 2. El símbolo como lenguaje. Símbolos visuales
y de transmisión oral. 3. Identidad del símbolo a través de distintos
pueblos y culturas. 4. Símbolo, mito y rito. Símbolos del "centro" y
del "eje". Dos modelos simbólicos: la rueda y la espiral); y entre
otros de ese mismo año, que incluían "La Simbólica a través del arte
de los pueblos" e "Introducción a las simbologías herméticas (Tarot,
Cábala, Alquimia)", un ciclo de conferencias en la Sala Claret. De
las que allí ofreció nuestro director queremos destacar ahora "En busca
del Conocimiento (Experiencias con alucinógenos en Latinoamérica):
La ayahuasca o yagé en la cuenca del Amazonas: la Orden de los 'Irmaos
do Vegetal' - Hongos en Colombia, Costa Rica y Oaxaca (México) - El
Peyotle - El 'San Pedro' en el Ecuador"; lo que fue una primera introducción
a las tradiciones americanas, que enriquecía las perspectivas de lo
sagrado, también su actualidad, y que se desarrollaría para los interesados
años después gracias a la obra Los Símbolos Precolombinos, Cosmogonía,
Teogonía, Cultura. El CES se presentaba así:
"El Centro de
Estudios de Simbología es una entidad que pretende el Conocimiento
a través de la investigación en los códigos de distintos pueblos y
culturas. Pretende también poner en claro la identidad original de
estas simbologías reiterativas, en el espacio geográfico y en el tiempo
histórico. No se trata, sin embargo, de una acumulación enciclopédica
de información o una erudición vana. Tampoco quiere tomar a la Simbólica
como una materia novedosa apta para ser ya membretada, enlatada, consumida.
Más bien se buscaría el despertar, en el estudiante, la posibilidad
de la comprensión del símbolo, especialmente a través del aprendizaje
que toma como vehículo a las culturas tradicionales de la Antigüedad.
Pero con la intención de que las energías aún vivas, derivadas de aquellas
simbologías, encarnen en lo cotidiano y puedan transformarse en una
forma de vida, adecuada al tipo y las necesidades de cada sujeto en
particular."
En suma, quizá sea
conveniente disipar cualquier sombra de "personalismo", lógica en estos
tiempos, con respecto al tema del "maestro" y por lo tanto también
en relación con la enseñanza de la que éste es transmisor –sombra tal
vez ya menos habitual en la "post-modernidad" pues se acaba el tiempo
para todas las manías y modas:
"Se teme siempre
en estos casos una falsa perspectiva respecto a la auténtica espiritualidad,
la que es suplantada por adhesiones afectivas, o empañadas por la penumbra
de una 'creencia' demasiado materializada." ( SYMBOLOS 25-26: Introducción
a la Ciencia Sagrada, p. 287).
Y para más claridad:
"El verdadero
Maestro es una energía celeste que se hace en nosotros puesto que en
nuestra interioridad existe esa posibilidad. El auténtico Maestro es
divino, es el Cristo interno, como lo fue para los cristianos primitivos
y como lo es para todos aquéllos que no tienen una visión infantiloide
de las cosas." (ibid. p. 288-289).
De hecho y tal
como lo expresa el "simbolismo de las letras", presente también en
la Masonería, el maestro lo es por ser "uno con El que escribe" en
el Libro de la Vida, estado interior que no implica necesariamente
la formulación exterior de una enseñanza –aunque dicho sea de paso
explique la cualidad de una acción de presencia–, la que si tiene lugar
lo hace por medio del símbolo y los vehículos simbólicos comunicados
en forma ritual. Además, esto es lo que nos dice quien así nos enseñaba:
"En rigor, en
la Tradición Hermética y la Alquimia, la Doctrina y la Enseñanza que
el estudiante aprende es una sola y ésta es el Conocimiento de la Cosmogonía,
a saber: la interpenetración de otros tiempos, espacios, ritmos y estados
de conciencia distintos de los ordinarios, las que son realidades tan
auténticas –cuando menos– como las concepciones tomadas del cúmulo
de esfumaturas e ineficiencias que nos ofrece la sociedad contemporánea." (ibid.)
No tenemos pues
que hablar de amor, generosidad y belleza, que por otra parte están
implícitos en todo aquello que tiene que ver con la exposición de la
Verdad aunque no se hable de ellos, ya que ésta implica la Unidad esencial
y necesaria de todos los seres y las cosas no negada por lo que está más
allá del Ser, pero sí evocar el rito de la vida y de la Enseñanza,
la concentración imprescindible del ser en un hecho ritual expresado
en una didáctica que da cuenta de lo universal por intermedio del símbolo
y el lenguaje simbólico que lo representan a la inteligencia.
En ese sentido
y subrayando que se trata no sólo del sonido, sino de la palabra y
el gesto, y evocando el "Arte musical" que entiende de las proporciones
y armonías del cosmos, así como del silencio, que corresponde a lo
inmanifestado, podemos recordar que:
"En el origen fue el verbo que
es simultáneo con la perennidad de la creación; interpretar la armonía
cósmica no es otra cosa que ser".
Y en ese caso, "la audición" es "el
medio de que se vale el tiempo para perpetuar el eterno presente".
"Desde
esta perspectiva el sonido constituye cualquier orden, comenzando por
la conciencia del espacio, el tiempo y la propia identidad, y siguiendo
con la totalidad de la manifestación universal que aparece entonces
como el desenvolvimiento de una compleja organización musical que los
números y las figuras geométricas revelan."
"Saber es escuchar
la música cósmica, obtener una respuesta que se ordena igualmente en
cada quien a fin de acceder a la audición metafísica." ( Simbolismo
y Arte, cap. VII).
O sea, la acción
del Intelecto que, siendo de orden supraindividual, afecta a cada uno
de los participantes del rito que tiene como objeto y verdadero sujeto
al Conocimiento invocado y presente en el acto del Conocer. De hecho,
"… el
símbolo nombra las cosas y es uno con ellas, no las interpreta ni
define",
así pues no añade aquello que sobra, y permanece sin apartarse de
su vínculo vivo con el misterio. La relación directa del símbolo con
lo simbolizado se hacía patente –como ocurre en la obra escrita de
nuestro director– en la poiesis de aquel discurso que jamás
profanaba el contenido simbólico sino que testimoniaba y sugería la
armonía de
sus correspondencias precisas, uniendo lo particular con lo universal.
Llamando así a la posibilidad de su comprensión intuitiva.
Las Ideas universales
se manifestaban entonces de modo adecuado a la circunstancia espacio-temporal
en la que se producía la construcción que es el puente con lo no manifestado,
o sea con el verdadero origen de toda expresión artística o realizada
con arte. Ciertamente aquel gesto ritual era (y es) en presente, evocando
nuestro reconocimiento llamado a comprender directa y plenamente lo
que se revelaba en un espacio otro despertado en nuestro corazón.
Sembrada la semilla,
la tierra se cerró sobre ella. En diciembre de 1979 el CES se retiraba "al
exilio interior y voluntario", emitiendo un manifiesto en el que junto
a ello se decía también que pasábamos
"a la clandestinidad, habiendo
constituido un gobierno secreto y un comando de poder invisible, situado
en otro plano, inhallable para la mentalidad vulgar"
y entre otras
cosas, que desconfiábamos
"de la institucionalización, que deja anquilosados
a aquellos que la pretenden y terminan acreditando en ella",
acabando
de esta manera:
"Acaso la serenidad de un instante de lucidez nos quite
el frío de este crepúsculo casi invernal y podamos entonces preguntarnos
una vez más, con toda sencillez y una indecible curiosidad: Tú, ¿quién
eres?"
No sabíamos entonces
que eso nos afectaba a todos los interesados, que tenía que ver con
la ignorancia propia del "hombre viejo" extraída del medio, participante
permanente, incluso inconsciente, del consumo basado en una presuposición
del sí mismo; ignorábamos también, fehacientemente, que todo lo que
somos, lo que conocemos y lo que no, y aquello en que creemos, es materia
de la Gran Obra.
En el ínterin,
desde dentro de la tierra abonada y aireada por el artesano, la semilla
buscaba la luz, en algunos casos bajo otros cielos geográficos, siempre
bajo el Sol central que alumbraba la posibilidad de una nueva criatura. "…
son los primeros viajes que duran varios años, y el ingreso en los
pequeños
misterios, simbolizados por el cuadrángulo en la escuadra de los masones." ( En
el vientre de la ballena). Al mismo tiempo comenzaba la obra escrita
de nuestro director que constituía para nosotros un alimento y una
estructura referencial, y la posibilidad de que esta enseñanza llegara
a otros por sí misma.
El corazón de
aquella entidad se había contraído para una siguiente dilatación y
en enero de 1982 aparecía un nuevo manifiesto que terminaba así:
"Se
dice que en la Unidad no hay acepción de personas, y recordando a nuestras
madres y padres, y a la conciliación de opuestos que fue nuestro origen,
no debemos pedir perdón por nuestra ignorancia, sino sumarnos a la
reiteración de un Trabajo, que es su Nombre.
"No se crea sin
embargo que somos inocentes, y por esa misma razón nos será dado el
don de la poesía. Aunque la cosa no está fácil, ya que el tiempo, que
se acaba a sí mismo, produce la memoria de un hecho absolutamente insólito
por ser no humano.
"Este fenómeno
es natural y todos lo recibiremos en nuestra paciente estructura, que
por Él mismo nos fue dada, y tratando de olvidar lo recuperaremos todo
por la gracia de un eje invisible. Un gesto puede ser fatal, y así lo
asumimos con el necesario temor y la humildad imprescindible.
"Sea pues la sensatez
en todos los hermanos, cuando escuchen su Nombre, repetido una y otra
vez en la invocación.
"Es el orden,
la disciplina, la obediencia, lo que debe caracterizar a los que habiendo
heredado no hurtan.
"Este es el Centro
de Estudios de Simbología, que ha aparecido nuevamente en Barcelona,
un modelo cultural de la península de los romanos, hacia los mares
de un mundo simultáneo. ¿De dónde vienes?"
Este "noble viajero" según
la expresión que luego hemos conocido por Guénon, nos introdujo en
la Vía Simbólica, y no sólo por la Enseñanza expresa de una Tradición,
sino también por los acontecimientos coetáneos que formaron parte de
aquella "gesta" en la que como alumnos y amigos fuimos copartícipes
a través de determinados sucesos de nuestra existencia individual y
grupal, que por prototípicos y fundados en la Enseñanza constituyen
también para nosotros el mito fundador germen de los posteriores desarrollos
y trabajos. El mito que interfiere con el tiempo hace a la historia
–cualquier historia– sagrada.
Desde entonces,
la Rueda ha girado varias veces, y como se sabe está vinculada a la
producción del Fuego, el cual es verdadera luz y calor espirituales.
"Si
todos los fuegos son el fuego, el fuego Arquetípico no quema, pues
es una Idea –algo invisible–, que la multitud de fuegos simboliza.
Por esta incomprensión se han provocado enormidad de malentendidos,
riesgosos acontecimientos, temperaturas fatales, una urticante ansiedad
como potro que ha de ser domado; una abierta rebelión contra el ser,
una conspiración, un complot, una estafa en gran escala, un aprendizaje
equivocado por el que nos han inducido la desesperanza. Y sobre todo
el hecho de no poder aceptar que dependemos de los astros como emisarios
del destino." ( En el vientre de la ballena).
Como luminaria
actual que es para nosotros en el firmamento del esoterismo occidental,
queremos destacar la Originalidad de la obra de Federico González,
es decir sus Características propias en un universo intelectual que
es también el de la Historia de las Ideas, que en el caso de lo sagrado
es la manifestación de la Tradición (vertical) en el tiempo y el espacio.
– En primer lugar,
y en cuanto a la escritura, el lenguaje directo, sencillo en la medida
de lo posible de acuerdo al temario del que se trata. O mejor: una
lengua adecuada al tiempo en que se emite el mensaje, lo cual acaba
conformando una manera de ver, y aun de ser.
– El orden en
el discurso, en el que puede advertirse una didáctica de fondo, observándose
también la reiteración de una estructura circular.
– Un estilo definido,
que forma parte de la claridad del mensaje y traduce la unidad del
pensamiento.
– En cuanto al
contenido, la visión de conjunto de las distintas disciplinas esotéricas
especialmente de las occidentales y de su relación entre sí. En ella
se manifiesta la unidad de la Vía Simbólica que conforma a la Tradición
Hermética
y que permite de por sí establecer relaciones con todas las expresiones
de la Tradición Unánime.
– La enseñanza
de la Cábala cristiana como vehículo fundamental de esta Tradición
Hermética
de Occidente que no se encierra en el hermetismo grecoegipcio, e igualmente
la del código simbólico del Tarot iluminado por aquella.
– La explicitación
de la Iniciación Hermética, y la reforma de la Masonería por el regreso
a sus orígenes tradicionales.
– La inclusión
del Renacimiento, y la Filosofía y la Mitología griegas. Comprendiendo
la Tradición Platónica y Neoplatónica, asumiendo estas corrientes que
están en el origen del pensamiento occidental en un orden estrictamente
guenoniano. Igualmente la presencia de un Cristianismo evangélico que
destella a lo largo de toda la obra.
– La apertura
y verdadera interpretación de Guénon, efectuada desde el punto de vista
hermético y de la Cosmogonía y la Ontología como soporte de la Metafísica.
Basada en un conocimiento directo de aquello a lo que se está refiriendo,
e iluminando muchísimos de sus aspectos ocultos por la rigidez y el
literalismo con que suele leerse a dicha obra.
– El énfasis
en el No-Ser y en la diferencia entre Metafísica y Religión. Lo que
constituye una defensa y exposición de las jerarquías intelectuales
que conforman la Tradición y el esoterismo, y al mismo tiempo se ha
expresado como la mayor afirmación de la obra misma del gran metafísico
francés.
– El estudio del
simbolismo Precolombino y de las Tradiciones americanas como manifestación
de la Tradición Unánime y la Cosmogonía Perenne.
– La Ciclología
como Vía de Conocimiento.
– La importancia
dada al libro como transmisor, fecundador y soporte del Conocimiento,
propia de la Tradición Hermética y la Alquimia.
– Por último,
la difusión en Internet de los contenidos de la Revista SYMBOLOS
y las demás obras y colecciones, con una edición dedicada, adecuada
al medio, añadiéndose material escrito y visual no publicado en papel,
y expresado todo ello en diferentes páginas de acuerdo a los temas
tratados, lo que incluye asimismo textos inéditos en general o en castellano
en particular, tanto de René Guénon como de otros autores, así como
documentos y escritos que ilustran acerca de la Tradición Precolombina,
la Hermética,
la Alquimia y la Masonería.
Todos estos aspectos
aparecen de un modo u otro en las aportaciones que constituyen el monográfico
de este año con el cual queremos celebrar la recepción de esta Enseñanza.
En su contenido: "20
años no son nada" de Josep M. Gràcia, basado en las Editoriales de
la Revista; "La Rueda, una clave de acceso al sí mismo" de Antonio
Guri se dedica a esta obra, la primera publicada por nuestro director;
de Mireia Valls su "Manifiesto sobre el Programa Agartha" que hoy constituye
el Nº 25-26 de SYMBOLOS;
Alicia Wiechers escribe "El brillo
del icono" sobre
la celebración del arte y la belleza; "Sobre El Simbolismo Precolombino" es
una amplia glosa de esta obra realizada por Rosa Mª Quílez; continúa,
de Homero Moreno: "La Tradición en América, (non) plus ultra"; "Federico
González: La Tradición Viva" es la extensa colaboración de Francisco
Ariza, en la que trata sobre todos los libros del autor siguiendo el
orden de su publicación, el mismo que igualmente se ha querido sea
el de los artículos y notas de este Nº doble; Marc García dedica su
trabajo a "Guénon en la obra de Federico González"; Ester Llecha trata
de Esoterismo siglo XXI: En torno a René Guénon en "Del trigo
limpio"; finalizando con "Las Utopías Renacentistas, esoterismo y símbolo" dedicado
por Mireia Valls al libro más reciente [en 2005] del director de esta
Revista.
La sección Entrevistas
consta de dos trabajos: "Historia Viva" de Mª Victoria Espín da cuenta
de su encuentro con nuestro autor y a través de recortes de periódicos
y otras publicaciones traza la trayectoria de éste desde su primera
conferencia hasta 1986. Mª Angeles Díaz por su parte, en: "Federico
González, desde la costa maya del Pacífico", realiza una entrevista
comenzada allí el año pasado y continuada por medio de la obra misma.
A continuación
las Notas, donde se han incluido como es habitual los escritos más
breves, comenzando con "La obra de Federico González" por Fernando
Trejos, y siguiendo con "En el vientre de la Ballena, textos alquímicos" de
Carlos Alcolea, "Encuentro con SYMBOLOS" de Miguel A. Aguirre, "La
Rueda, una imagen simbólica del cosmos en correspondencia con el Arbol
de la Vida Sefirótico" de Anna Calaf y "El Tarot de los Cabalistas" de
Julio Pauls.
Se incluye también
al final de este Nº una bibliografía detallada de los escritos de nuestro
Director. Por último, las secciones Actividades e Internet.
Para nosotros,
los que nos hemos vinculado a esta Enseñanza tanto de forma oral como
por intermedio del libro –como aquí se da testimonio– ha sido una increíble
suerte, un "milagro" –"si de pronto el milagro se produce y uno se
topa con un alquimista que nos dice…" ( En el vientre de la
ballena)– el
conocer al que hoy es nuestro director y recibir la Enseñanza que él
no sólo "testimonia" sino reedifica como un arte vivo de acuerdo a
la estructura del símbolo y los vehículos simbólicos revelados, lo
que la hace perfectamente actual y una irrupción de lo sagrado (no
de lo religioso), en tanto que no es el producto de una individualidad
sino la expresión de un conocimiento directo de lo que se trata y que
nada menos que vivifica a la Tradición Hermética en el día de hoy.
No dejamos de
constatar que por algún motivo es en este mes de enero de 2005 cuando
justamente aparece una obra, Hermes y Barcelona, que los miembros
del Centro de Estudios Simbólicos de esa ciudad tenían preparada desde
hace dos años, y que nos evoca la llegada allí de quien lo fundó.
Por nuestra parte,
la de quienes pertenecemos a esta Tradición, caminamos hacia el espacio
de la Ciudad celeste –análogo al ámbito representado por el Agartha,
el Palacio interior, o las aulas de la Iglesia Secreta, y como recordaba
Federico González en Hermetismo y Masonería "en la casa de mi
Padre hay muchas moradas"–, siendo purificados, por el ejemplo y la
palabra, de todas las pretensiones individualistas, desapareciendo
cada vez más en lo que es la doctrina, es decir en la Enseñanza que
ha hecho actual la Vía Simbólica, pues eso es la verticalidad, pasar
de la Escuadra al Compás por medio de la reducción a un punto que ambos
tienen en común y que reside en el interior del ser. La energía del
Cielo disuelve las falsas perspectivas para iluminar por dentro al
símbolo, y eso incluye a todo el que se acerca a estos contenidos con
una intención recta. Agradecidos a quienes constantemente nos preceden,
con quienes nos une la Cadena Aurea que ellos han manifestado para
nosotros –"¿para quién si no?"– al dar fe de los hallazgos de su intuición
intelectual. Encontramos la verdad de sus palabras al reconocer lo
que nos dicen gracias al tejido permanente del Nous que une
todas las cosas entre sí y nos desvela paulatinamente su íntima esencia,
pues esa intuición es una energía espiritual que hace vibrar al símbolo
y que éste revele sus contenidos por la transformación que promueve
al encontrar eco en lo más profundo del corazón.
Fraternamente
unidos a las voces que invocan y despiertan a la Diosa Memoria dondequiera
que ellas hablen, comulgamos en una unidad de pensamiento trascendente
que ha dado lugar a la Ciencia Sagrada y que en nuestro caso hemos
conocido –y seguimos aprendiendo– gracias a la enseñanza y obra recibida
de quien es el director de esta publicación, Federico González, quien
en su momento indicó también la de René Guénon, al cual él mismo ha
señalado, ya lo saben nuestros lectores, como guía intelectual de todos
nosotros.
Josemanuel Río |