El Concepto de Amor en Osho Rajneesh

Por Renato Huerta, Magíster en Filosofía, Doctor en Psicología (C), Profesor Universitario

 

Osho Rajneesh está considerado como uno de los místicos de la India más originales y de más vasta influencia en la segunda mitad del siglo XX. Actualmente sus discursos en forma de libros, traducidos a treinta idiomas, inundan el mundo occidental. Rajneesh, quien se hizo llamar Osho en la fase final de su vida, nació en Kuchwada, Madhya Pradesh (India) en 1931.Osho, a pesar de que creció en un hogar de religión jainista, nunca fue espiritual en el sentido usual del término sino más bien un rebelde frente a todas las tradiciones religiosas y sociales que ponen obstáculos a la libertad del ser humano. Se graduó en Filosofía y durante nueve años fue profesor de esta disciplina en la Universidad de Jabalpur. Nunca se consideró un filósofo sino un poeta místico, aunque se sintió altamente identificado con Sócrates. Después de su labor académica viajó por toda la India dando conferencias, desafiando a debates públicos a los líderes religiosos ortodoxos así como cuestionando la verdad de las creencias tradicionales. Osho siempre estableció expresamente la diferencia entre su trabajo y la literatura o la comunicación verbal, que le parecían absolutamente insuficientes para su objetivo de provocar cambios en la conciencia humana. Osho falleció en 1990 luego de legar al mundo más de seiscientos discursos sobre la búsqueda y la realización espirituales.

Según Osho el amor es en un sentido radical una necesidad de unión con el Todo cósmico y esto supone que existimos separados de nuestra fuente. La separación de nuestro origen es debida a que nos identificamos con nuestro ego y éste es una falsa individualidad, pues existe desenraizada de la unidad cósmica. Y la actitud de quien se identifica con el ego es siempre exigir algo, de modo que sólo puede contentarse cuando puede obtener una recompensa. Mientras, que quien actúa inspirado por el amor es siempre pleno cuando puede entregar o compartir algo.

 

Osho analiza el lugar que ocupa el amor en la vida humana, pero de paso se ocupa de ir aclarando lo que él considera confusiones existenciales. La primera es la confusión de sexo con amor como si estuviesen en el mismo nivel o hubiese una implicación interna entre ellos. Y la verdad es que para Osho el sexo es sólo el flujo natural y biológico de la energía vital, en cambio, el amor es un flujo de energía espiritual. El sexo está en la periferia de nuestro ser, mientras el amor habita en el centro. En la evolución del ser, el sexo es sólo un primer peldaño que puede conducir al amor con la condición de que se lo realice en forma consciente: “El verdadero amor no es un preámbulo. Es una fragancia. No lo encuentras antes del sexo, sino después. No es un prólogo: es un epílogo. Si has experimentado el sexo y sientes compasión por el otro, surgirá el amor. Y si meditas, te sentirás compasivo. Si meditas durante el acto sexual, tu compañero no será solamente un instrumento para tu placer físico. Te sentirás agradecido, porque ambos han llegado a una profunda meditación” .Según Osho cuando el sexo deja de ser mecánico y se convierte en meditativo podemos llegar a percibir la presencia de la fragancia del amor que subsiste detrás de él. Y por este camino de comprensión este maestro místico llega a definir el amor como una combinación de gratitud, amistad y compasión. Así como el sexo implica un encuentro físico, un encuentro corporal, el amor consiste en un encuentro de las almas, un encuentro espiritual entre dos personas. Para Osho, además, el amor no es el fin de la evolución espiritual, pues la oración está sobre él, porque ya no es un encuentro entre personas limitadas sino la unión de nuestra individualidad con el todo, con el otro impersonal.

El amor es, por tanto, un producto de una conciencia meditativa que nos conecta con nuestra armonía interior. Según Osho el amor nunca es exclusivo, porque si amamos verdaderamente, entramos en un estado en que abrimos el alma a la totalidad de la existencia y no a un ser particular. Así, el amor viene a ser una forma de vida y no una mera atracción que está destinada, con el transcurso del tiempo, a convertirse en repulsión producida por el aburrimiento o el hastío. El verdadero amor sólo puede existir como un estado conciencia que está más allá de la atracción y la repulsión, las que son propias de la pasión. Y es esta pasión la que ha sido confundida con el amor, vale decir, nuestra cultura habita en una comprensión errónea del amor: “Lo que llamamos amor es sólo apasionamiento. Comienzas a amar a alguien. Si ese alguien llega a ser totalmente tuyo, el amor pronto morirá; pero si se presentan obstáculos, si no puedes tener a la persona que amas, el amor se hará más intenso. Mientras más obstáculos existan, más intensamente será experimentado el amor. Si el ser amado es inaccesible, el amor se vuelve eterno; pero si puedes alcanzar fácilmente a tu ser amado, el amor morirá con igual facilidad.” Este seudo amor en que ha reposado la humanidad a lo largo de su historia no pasa de ser, sin duda, una tensión o conflicto del ego. Es por ello que Osho nos sugiere un camino hacia el verdadero amor de cuatro pasos que desemboca en la anulación del ego. El primer paso es estar aquí y ahora, porque el amor no es posible en el pasado sino sólo en el "aquí-ahora". El segundo paso es transformar nuestras emociones negativas en afirmativas mediante la alquimia de la meditación. El tercer paso es compartir la totalidad de nuestra vida, ya sea sus aspectos luminosos y bellos, como nuestros pasos en falso. Y el cuarto paso consiste en vaciar la copa del ser, desarraigando el ego, dejando fuera, por tanto, toda su formidable red de preferencias, propósitos, intereses y vínculos egoístas para que el río del amor fluya, pues el amor sólo fluye en alguien cuya conciencia habita en una percepción esencial de la vida sin formación de ideas o imágenes perturbadoras.

Según Osho lo paradojal es que quienes se sienten constantemente “enamorados” no están en posesión del amor, por eso no son más capaces que del eco y de las sombras de la pasión. Y por no tener amor, no pueden entregarlo. Y Osho agrega que una persona inmadura sólo se enamora de otra persona inmadura, puesto que sólo ellas están en condiciones de comprender su lenguaje. Por otro lado, únicamente una persona madura ama a una persona madura. Es por ello que para Osho el secreto del amor reside en madurar primero, sólo entonces encontraremos una pareja madura; mientras que la gente inmadura nada nos inspirará. La paradoja final acontece cuando dos personas maduras se enamoran, pues como es natural permanecen juntas y comparten, sin embargo, están, de algún modo, solos, pero a la vez, tan unidos que casi son uno. Pero su unión no anula su individualidad; al contrario, les da mayor esplendor, porque les hace ser más ellos mismos.Así, podemos comprender que las parejas maduras enamoradas se ayuden mutuamente a ser más libres.

El mensaje final de Osho es que el verdadero alimento del alma, su anhelo eterno es precisamente el amor, y sin él el instrumento musical del corazón humano no puede interpretar la melodía de su realización espiritual.

En síntesis, Osho Rajneesh nos presenta una concepción espiritualmente válida del sentimiento del amor, sin embargo, quien quiera buscar en él una perspectiva sistemática o más argumentada sobre dicha realidad se sentirá defraudado. Osho nos entrega bellas intuiciones poéticas, psicología espiritual práctica, mas no un horizonte de comprensión global sobre el amor que nos enseñe a qué, en definitiva, atenernos.

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