8.2.03

 

 

 

 

NORMAN SOLOMON

COLIN POWELL ES IMPECABLE... DENTRO DE LA BURBUJA MEDIÁTICA

 

No hay ninguna duda: Collin Powell es un gran actor, como lo acaba de demostrar una vez más ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Por televisión, transmite confianza y un juicio autorizado. Pero Powell debe mucho de su proclamada credibilidad al hecho de que se mueve dentro de una burbuja mediática que lo protege de un cuestionamiento directo.

Powell no responde a preguntas como éstas:

• Usted menciona las violaciones de Irak a las resoluciones del Consejo de Seguridad para justificar el desencadenamiento por parte de los EE.UU. de una guerra total. Pero usted sabe perfectamente que ciertos aliados de Norteamérica como Turquía, Israel o Marruecos continúan violando docenas de resoluciones del Consejo de Seguridad. ¿Por qué no pueden otras naciones reclamar el derecho a «reforzar» militarmente las resoluciones del Consejo de Seguridad contra aquellos países que prefieren recurrir a las bombas?

• Usted insiste en que Irak es una grave amenaza para las otras naciones de Oriente Medio. Pero, con la excepción de Israel, ningún país de la región ha formulado ninguna queja al respecto o expresado ninguna clase de entusiasmo por una guerra contra Irak. Si Irak representa una seria amenaza para la región, ¿por qué la región no se siente amenazada?

• Usted dice que el régimen iraquí está comprometido con la agresión. Sin embargo, Irak no ha atacado a ningún país durante más de doce años. Y exactamente ocho días antes de la invasión de Kuwait por Irak el 2 de agosto de 1990, la enviada de Estados Unidos a Bagdad dio lo que pareció ser luz verde para la invasión cuando se encontró con Saddam Hussein. Una transcripción iraquí del encuentro reproduce estas palabras de la embajadora April Glaspie: «No tenemos opinión formada sobre un conflicto entre árabes como su controversia con Kuwait. El secretario [de Estado James] Baker me ha enviado para poner de relieve... que Kuwait no está asociada con Norteamérica». Señor Powell, ¿por que no mencionó usted nunca esta información?

• Washington se inclinó por Irak durante su guerra con Irán durante los años 80. Como otros funcionarios de EE.UU., usted señaló que Saddam Hussein «atacaba con gas a su propio pueblo» y usaba armas químicas contra Irán, pero no dijo nada sobre las informaciones de inteligencia y otras formas de asistencia que los Estados Unidos suministraron a Irak para ayudar a este país a que hiciera esto. Si la historia sobre los actos malignos de Bagdad es relevante, ¿por qué los actos de complicidad de EE.UU. no lo son?

• Cuando usted advirtió que el Consejo de Seguridad de la ONU «se pone a sí mismo en peligro de irrelevancia» si no apoya la guerra de EE.UU. contra Irak, ¿no está proclamando en realidad que las Naciones Unidas son «relevantes» sólo en la medida en que hacen lo que quiere el gobierno de EE.UU.?

Si Colin Powell hiciera frente regularmente a preguntas de este tipo, su áurea mediática empezaría a empañarse. En vez de ello, flotando dentro de una burbuja mediática, se mueve de las reuniones de alto nivel a los discursos en conferencias de prensa donde las preguntas duras casi no existen. Y cuando Powell aparece como invitado en la plaza mediática norteamerica, no tiene por qué temer que se encontrará con entrevistadores que pondrán en tela de juicio sus supuestos básicos.

La supresión tácita de la historia inconveniente –incluida la suya– forma parte de la cálida relación entre Powell y los medios de información de los EE.UU. Hay mucho que suprimir. Por ejemplo, en enero de 1986, siendo alto asesor del jefe del Pentágono Caspar Weinberger, Powell supervisó la transferencia de 4.508 misiles a la CIA, y después intentó ocultar la operación ante el Congreso y el público. No hay de qué asombrarse: casi la mitad de esos misiles se habían convertido en parte del escándalo Irán-Contra, de venta de armas a cambio de la liberación de los rehenes/*.

Como asesor de seguridad nacional del presidente Reagan, Powell actuó diligentemente en representación de las guerrillas Contra que asesinaban a civiles en Nicaragua. En diciembre de 1989, Powell –en ese momento, jefe de la Junta de Comandantes de Estado Mayor– jugó un papel clave en la invasión de Panamá.

La Guerra del Golfo catapultó a Powell a la cúspide del estrellato político norteamericano a comienzos de 1991. Cuando se le preguntó sobre el número de muertos iraquíes que había dado como resultado la guerra, dijo que esa clase de cifras no le interesaban.

Este 5 de febrero en la ONU, de una manera característica, Powell se presentó a sí mismo como un enemigo implacablei del terrorismo –mucho más de como lo hiciera el 11 de septiembre de 2001, cuando denunció a «gente que cree que destruyendo edificios, asesinando a otras gentes, pueden conseguir de algún modo sus objetivos políticos». A la vez que condenaba justamente a los despreciables secuestradores que asesinaron a miles de personas aquel día, Powell utilizaba unas palabras que bien podrían ser aplicadas a un gran número de funcionarios de alto nivel de Washington. Incluido él mismo.

En estos momentos, parece que sólo un milagro puede impedir que la administración Bush siga adelante con sus planes de un horrendo ataque contra Irak que seguramente matará a miles de civiles. Los dirigentes de los EE.UU. quieren demostrar su evidente creencia –según las correctas palabras de Powell– de que «con la destrucción de edificios, con el asesinato de gente, pueden de algún modo conseguir un objetivo político». En la medida en que la burbuja mediática continúe estando herméticamente cerrada alrededor de ellos, Powell y sus colegas disfrutarán de la aclamación nacional.

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NOTA DEL TRADUCTOR

* El escándalo político Irán-Contra de 1987 («Irangate», como evocación del «Watergate») implicó a altos funcionarios del gobierno Reagan. Tal como lo revelaron las investigaciones parlamentarias, EE.UU. vendió armas a Irán (al mismo tiempo que llamaba públicamente a un embargo internacional de ellas contra este país), con el fin de lograr la liberación de los rehenes norteamericanos en manos de milicias proiraníes en Líbano. Por otra parte, el dinero así obtenido se dedicó a financiar armas para la Contra de Nicaragua, cuando una ley (enmienda Boland) prohibía expresamente la asistencia militar a los contingentes contrarrevolucionarios nicaragüenses. Las armas para Irán, que incluían misiles Hawk, fueron vendidas a través de Israel, violando también así la ley que prohibía la venta de armas norteamericanas, a través de un tercer país, a países calificados de «terroristas». Por último, se violó la ley que exigía el conocimiento del Congreso de toda operación de venta de armas superior a los 14 millones de dólares. El principal intermediario de estas operaciones fue el coronel Oliver North, asistente militar del Consejo de Seguridad Nacional. North y sus secuaces se encargaban asimismo de canalizar los «donativos» a la Contra de parte de individuos y otros países. Taiwan, por ejemplo, aportó 2 millones de dólares, Brunei, 10, y Arabia Saudita, 32.

 

[Para un análisis más profundo del papel de Colin Powell en el establecimiento de la agenda mediática para la guerra contra Irak en 2003, ir a www.accuracy.org/unilateral.pdf –un extracto de «Target Irak: What the News Media Didn´t Tell You» [Objetivo Irak: lo que los medios de información no le han contado a usted»], nuevo libro de Norman Solomon y Reese Erlich, que Context Books acaba de publicar como libro de bolsillo original. Para el prólogo de este libro, ir a www.contextbooks.com/newF.html]

 

El autor es director ejecutivo del Institut for Public Accuracy, EE.UU. [Instituto para la Exactitud Pública].

Traducción del inglés: Round Desk.

Fuente: ZNet.

 

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